En todo el mundo, los llamados regímenes de seguridad social están en crisis según el diagnóstico de todos los organismos imperialistas y gobiernos capitalistas. La clase explotadora mundial ha lanzado un grito de guerra para modificar y/o privatizar los sistemas en vigencia.
Más concretamente, el Banco Mundial impulsa la reformulación hacia la baja de los llamados beneficios sociales y la privatización de la seguridad social con el diagnóstico de que “los sistemas actuales que provee seguridad financiera a los ancianos marchan directamente hacia el colapso”.
(1). Ese 'colapso’ sería una consecuencia contradictoria del mejoramiento social que promueve el capitalismo, pues “la proporción de la población de edad avanzada se incrementa rápidamente” y los fondos no alcanzan entonces para cubrir las necesidades o las coberturas brindadas hasta el presente.
Seguridad Social y capitalismo
CC TJ11 objetivo primario de la Seguridad Social (es) hacer llegar la parte del Ingreso Nacional, que por derecho les corresponde, a quienes por razones ajenas a su voluntad no pueden obtenerlo del mercado” (2).
La llamada Seguridad Social debería abarcar un conjunto de necesidades que se plantean cuando el trabajador es expulsado del mercado de trabajo. Esto comprende la cobertura de la vejez (jubilación), la salud, la desocupación (seguro de desempleo), etc., los cuales forman parte del valor de la fuerza de trabajo y tienen que ver con la existencia y reproducción del trabajador. Pero así como la tendencia del capital a aumentar la plusvalía absoluta y relativa empuja a la burguesía a achicar los salarios, también explica su brutal ataque a la jubilación, la salud, el seguro de desempleo, etc.
Los llamados beneficios sociales fueron arrancados por el movimiento obrero a lo largo de luchas de décadas.
En Inglaterra, “bajo la influencia de Charles Booth, los Webb y el partido laborista, los seguros sociales fueron uno de los elementos principales de la vida inglesa. En 1897, el Workmen's Compensation Act introdujo el seguro de accidentes del trabajo, al que siguieron en la primera década del siglo XX una serie de leyes ampliando el seguro social a la enfermedad, la invalidez, el paro y la vejez” (3).
El Banco Mundial reconoce que “en 1889 el canciller alemán Otto von Bismarck aprovechó la oportunidad política que se le ofrecía para apaciguar a los trabajadores industriales y alejarlos de los socialistas y creó el primer plan nacional participatorio de seguridad económica para la vejez, dando así a los trabajadores un interés económico en el gobierno centrar’.
(4). Por este motivo se dice que la seguridad social nació “como una conquista de los obreros alemanes” (5).
En EE.UU., como consecuencia de la crisis mundial de 1929 y de la agitación obrera en los años siguientes, se aprobó en 1935 un vasto plan de seguridad social, que proveyó “varios beneficios en seguros de vida, “salud y pensiones para la mayoría de los norteamericanos”, lo que “ restringió el rol de los seguros privados” (6).
En los finales de la segunda guerra mundial, la Seguridad Social pública cobró un enorme auge como una herramienta fundamental de los Estados capitalistas para hacer frente a la marea revolucionaria en Europa. Comentando los planes aprobados a mediados de la década del 40, el mencionado profesor de la Universidad de Zurich, Jean Halperin, señala: “No parece exagerado afirmar que la condición para la subsistencia del capitalismo es la seguridad social”.
En Argentina, Perón, en la década del 40, concedió algunos de estos beneficios como una concesión preventiva con el fin ulterior de regimentar al movimiento obrero.
En todos los casos, estos sistemas debutaron como un impuesto a la clase capitalista en la forma de un aporte sobre los salarios, como aportes mixtos (patrones y obreros) o a cargo de los Tesoros. En contrapartida, el trabajador tenía derecho a la cobertura médica y al pago de pensiones, definidas como un porcentaje de los salarios de los últimos años previos tanto en caso de desempleo como durante la vejez.
Estos sistemas eran insuficientes, bajos e incompletos en relación a los salarios y al nivel de vida de los trabajadores: perpetuaban en la vejez los magros ingresos de la clase trabajadora, en muchos casos no cubría la desocupación y quedaban afuera millones de personas sin trabajo, millones de trabajadores rurales, las mujeres amas de casa, etcétera.
Toda esta limitada seguridad social ha caído, sin embargo, bajo el peso de la crisis capitalista. En todo el mundo, los sistemas están en crisis, sin financiamiento, y cubren y pagan cada vez menos.
Para el Banco Mundial, la crisis de la seguridad social se explica porque hay un aumento de la población de edad avanzada. “Debido a la rápida transición demográfica causada por el aumento de la esperanza de vida y la disminución de la fecundidad, la proporción de ancianos en la población está aumentando aceleradamente” (7). En consecuencia, según el Banco Mundial, por razones demográficas los aportes sobre los salarios de los trabajadores activos no podrían financiar los haberes y las prestaciones de los pasivos, además del mayor costo de la salud. Para mantener el financiamiento, según el Banco Mundial, se requeriría aumentar las contribuciones sobre los salarios, lo cual “causa evasión”, y admitir que los gobiernos incurran en déficits, lo que “estimula la inflación y traba y “obstaculiza el crecimiento ’.
En síntesis, la actual Seguridad Social sería una traba para el capitalismo.
La crisis actual
El aumento en la esperanza de vida, que no es tal en todo el mundo y en todas las clases sociales, no explica la crisis de la seguridad social. En un régimen social que avanza, el aumento de la producción debería superar el crecimiento vegetativo de la población y el propio aumento de la masa obrera explotada. Por consiguiente, el aumento de la riqueza social debería financiar holgadamente los mayores gastos que surgen de la prolongación de la vida.
Entre 1950 y 1970, la economía capitalista mundial creció a un promedio del 5% anual, pero desde entonces no logra superar el 2,5%. Una consecuencia fue la duplicación y hasta triplicación de la tasa de desocupados en los países desarrollados. Según la OIT, “la situación del empleo empeoró en 1992-93 en la mayoría de los países del mundo, cualquiera fuera su grado de desarrollo… La indigencia de los resultados de años recientes en el campo del empleo coincide con el estancamiento general del producto mundial” (8).
En el Informe sobre el desarrollo mundial de 1995, el Banco Mundial afirma que “hay en el mundo unos 120 millones de desocupados y varios millones más que han perdido las esperanzas de encontrar trabajo… Es posible que los pobres aumenten aún más en número a medida que la población activa del mundo, que comprende en la actualidad 2.500 millones de personas, ascienda a 3.700 millones en el plazo de 30 años”.
A su vez, la OCDE señala que “el principal causante del lento crecimiento del empleo ha sido el lento crecimiento de la producción” (9). y que incluso, de darse una recuperación económica, sería sin empleo” y que el poco empleo que se genera “se ha debido al trabajo a tiempo parcial” (10).
La OCDE agrega que “en 1993 los programas públicos relacionados con el mercado de trabajo mostraron una gran actividad”. Para una media de 22 países desarrollados, “el gasto público destinado a programas activos y pasivos… representó alrededor de un 1,7% del PBI tanto en 1992 como en 1993… Los gastos del año pasado representaron más de un 3% del PBI en los países europeos de la OCDE, casi tanto en Canadá y en Oceanía, pero bastante menos de 1% en Japón y en EE.UU.” (11).
Más importante es la conclusión de la OCDE: “En la mayoría de los países, entre dos tercios y tres cuartos de este gasto se destinaron a los programas ‘pasivos’ de mantenimiento de los ingresos, como el seguro de desempleo y la jubilación anticipada por razones relacionadas con el mercado de trabajo. Ese gasto generalmente continuó aumentando en 1993, junto con la tendencia del paro, salvo en EE.UU., donde ambas variables han venido disminuyendo desde el año fiscal 1992-93”.
Está claro entonces que los mayores gastos de la Seguridad Social tienen directamente que ver con el aumento del desempleo y el estancamiento e incluso caídas en la producción.
res ‘gastos’ de la Seguridad Social tienen directamente que ver con el aumento del desempleo y el estancamiento e incluso caídas en la producción. Es decir, es una consecuencia de la crisis capitalista y no, como dice el Banco Mundial, de las mejoras sociales logradas bajo el capitalismo.
A su vez, los ingresos de la seguridad social han caído como consecuencia de los menores aportes provocados por la disminución del número de obreros que trabajan y por la caída de los salarios. “Estas elevadas tasas de paro continuarán ejerciendo probablemente una influencia moderadora en los salarios”, dice la OCDE (12).
El otro factor de aumento de los gastos tiene que ver con la salud. “El crecimiento de los gastos en salud en los EE.UU., desde el año 1970, ha sido del 11,6 % por año… Los gastos en salud pasaron de representar el 6% del PBI en el año 1965 a más del 14% en 1993” (13).
“¿Los gastos cada vez mayores en salud en todo el mundo se han traducido en un mejoramiento proporcional de la calidad de la atención médica que reciben las personas? La respuesta es un categórico no. No sólo vivimos una crisis de costos, sino que también nos enfrentamos a una crisis de calidad” (14).
En 1993, un informe del senador estadounidense David Pryor, opuesto al lobby de la PMA -Pharmaceutical Manufacturers Association (asociación internacional de laboratorios )-puntualizó:
* “ Entre 1980 y 1992, de acuerdo a la oficina de estadísticas laborales, los precios de los medicamentos subieron 128%, 6 veces más que la inflación que fue del 22%.”.
* “En 1992, los precios de los medicamentos subieron el 6,4%, más que 4 veces la inflación que fue del 1,5%”.
* “La industria farmacéutica nos dice que necesita mayores precios para cubrir los costos de investigación y desarrollo. Los números nos muestran que los ingresos de los laboratorios no van a investigaciones y desarrollo. Más de una tercera parte del precio -cerca del 35%- cubre los gastos de marketing y publicidad y las ganancias. Solamente un 16% va a Investigación y Desarrollo”.
Las ganancias de los laboratorios no se dirigen a aminorar costos mediante nuevas investigaciones, sino que se vuelcan al circuito financiero. Los laboratorios son uno de los principales actores en Wall Street y en los mercados especulativos.
Un informe de Financial Times (15). precisa que el aumento en los gastos de la salud se debe a la presión de los laboratorios y clínicas privadas por desmantelar la cobertura universal y los presupuestos fijos globales. “La cobertura universal fue la llave para contener los costos, informó la OCDE. Al establecer presupuestos globales, los gobiernos pueden dar el ejemplo en el control de los gastos, restringiendo los intereses de las clínicas, hospitales y la industria far-maceútica. Donde los costos de la salud son liderados por la demanda e ilimitados -como en los sistema de seguros privados- no existe esa fuerza para economizar y ser eficiente”.
La propuesta del Banco Mundial es generalizar la jubilación y la salud privadas a cargo directamente del trabajador, eliminando por completo el aporte patronal. En relación al seguro de desempleo, también plantea que esté a cargo del trabajador, a través de un fondo que se formaría como un porcentaje del salario durante su etapa activa. Y en la salud, también propone planes privados costeados por los trabajadores. Todo esto en forma obligatoria, para asegurar un mercado cautivo a los grandes pulpos y establecer la confiscación de una parte del ' salario en forma compulsiva.
Como todos estos beneficios sociales no son otra cosa que un salario diferido en el tiempo o para cubrir contingencias de salud, la política de que el trabajador financie con su salario corriente su vejez, su desocupación y su salud, significa una caída en el salario mayor aún que la que se viene registrando en todo el último período.
Gran parte de este programa se implantó en Chile bajo Pinochety fue perfeccionado con los gobiernos ‘democráticos’ de la Concertación de la Democracia Cristiana y el PS. Tanto la jubilación como la salud en Chile están enteramente a cargo del trabajador, a quien le descuentan casi una quinta parte del salario. La jubilación que recibirá es una incógnita, ya que dependerá de los años que trabajó y de los rendimientos financieros de los Fondos.
De todas maneras, con rendimientos financieros elevados como los que tuvo Chile entre 1981-94, la jubilación privada promedio es hoy de 150 dólares. La salud es ultra-básica, restringida, y ni cubre las enfermedades complejas.
“El propósito de estas ‘reformas’ es claro: aumentar la tasa de ganancia capitalista, bajar el salario, y formar con el ‘ahorro forzoso’ de los trabajadores, una inmensa masa de fondos especulativos” enfermedades complejas.
El propósito de todas estas ‘reformas’ que impulsa el Banco Mundial es claro: aumentar la tasa de ganancia capitalista, bajar el salario, y formar con el ‘ahorro forzoso’ de los trabajadores, que equivale al 20/25% de los sueldos, una inmensa masa de fondos especulativos.
Argentina
En Argentina, la seguridad social está en crisis como una tendencia propia de la crisis capitalista. Las causas de esta crisis son: la desocupación, la marginalidad de capas crecientes de la población, la caída fenomenal del salario en forma ininterrumpida, en especial desde 1975 en adelante, los aumentos de los precios de los medicamentos y el encarecimiento de la salud y el propio sabotaje capitalista a través de la evasión.
A este cuadro se agrega una política deliberada de rebaja de las jubilaciones, de eliminación de las asignaciones familiares y de desmantela-miento de la cobertura de salud.
Ante todo, las Cajas jubilatorias, las obras sociales y los hospitales públicos fueron vaciados. “Desde 1950 hasta 1957, las Cajas previsionales acumularon un superávit equivalente al 25% del PBI. A partir de entonces, el superávit cayó sustancialmente y, en 1962, presentó por primera vez déficit. En los años posteriores y hasta fines de los 70, las Cajas permanecieron relativamente equilibradas, presentando, alternativamente, superávits o déficits de escasa magnitud. A partir de 1978, el sistema comenzó a presentar desequilibrios de creciente significación” (16).
¿Qué pasó con los excedentes del 25% del PBI? “Desafortunadamente (sic), los superávits de los primeros años no lograron financiar los déficits posteriores. La razón de ello debe buscarse en el hecho de que los excedentes fueron colocados en bonos de la Tesorería con un rendimiento del 4% anual, mientras que la inflación oscilaba entre el 15 y 25% anual. Por otro lado, el Tesoro hacía sus aportes como empleador en bonos. En 1970, se dispuso mediante una ley el rescate de los bonos por un monto de 215 millones de dólares, en 10 cuotas anuales, sin ajuste” (17).
Un excedente del 25 % del PBI, que hoy equivaldría a 70.000 millones de dólares, fue 'rescatado’ a 215 millones en 10 cuotas. “Las múltiples actividades estatales contaron con los excedentes del sistema previsional entre sus principales fuentes de financiamiento”, concluyen Cetrángolo y Machinea, lo que no es otra cosa que los colosales subsidios y ‘promociones’ que recibió la clase capitalista del Estado ‘benefactor’.
El proceso de vaciamiento lo están completando ahora las AFJP. La instauración de la ‘jubilación privada’, derivando el aporte del 11% del trabajador que antes iba a las Cajas oficiales, le sustrajo al sistema público, desde julio de 1994, cuando se implantó la ‘reforma hasta ahora, más de 3.000 millones de dólares, que fue la recaudación que tuvieron las AFJP.
Además, el gobierno bajó los aportes patronales, que van a las Cajas oficiales, del 30 al 80%. Según Juan Luis Bour, “la pérdida de recursos en este caso respecto del régimen vigente hasta 1993 (anterior a la reforma) se puede estimar para el corriente año en unos 2.300 millones de pesos” (18). Entonces, de acuerdo a FIEL, “la pérdida de ingresos por las reformas sumada al incremento de déficit se ubica en 5.000 millones de pesos cada año”.
Otro factor que agrava el vaciamiento del sistema previsional es la aplicación de las llamadas "nuevas modalidades de contratos laborales”, como de aprendizaje, fomento del empleo, etcétera. Por estos contratos, las patronales no pagan los aportes sociales (jubilación, salario familiar, obra social, etc.), con lo que el sistema directamente no recibe ni un peso.
En salud, la ‘reforma’ en marcha (decretos 292 y 492 de 1995) eliminó la cobertura universal que reciben los trabajadores a través de las obras sociales, por el llamado PMO (Plan Médico Obligatorio), una salud básica equivalente a unos 15 pesos mensuales por ‘beneficiario’.
El propósito es que toda cobertura por encima de la mínima se realice contra el pago de aportes adicionales del trabajador, de manera de captar una parte mayor del salario obrero. Automáticamente, habrá una salud de primera, de segunda, de tercera… que dependerá del sueldo del trabajador, del grupo familiar, de sus edades, etc. Esto sencillamente porque funcionará como un seguro privado, donde los precios se estipulan en función de los riesgos médicos, cantidad de hijos y una suculenta ganancia.
Todo esto se complementa con la destrucción del hospital público por medio de la ‘autogestión’, es decir, la arancelarización de la atención médica y la eliminación por esta vía del presupuesto público con destino a la salud.
La tendencia del capitalismo es claramente hacia una mayor degradación de las condiciones de vida de los trabajadores. La ofensiva de la clase explotadora es una consecuencia de la crisis del régimen capitalista y no obedece a causas naturales, demográficas o de mejoramiento social. En todo el mundo, en torno a la salud, la jubilación, el seguro de desempleo, se juega un aspecto decisivo de la lucha de clases internacional.
Notas:
1. B.M. Envejecimiento sin crisis.
2. Amando López, Asalto al Futuro, Democracia y Seguridad Social, pág.55.
3. Jean Halperin. Los seguros en el régimen capitalista, págs. 119-120.
4. Envejecimiento sin crisis, Banco Mundial, pág. 118, subrayado nuestro.
5. Gazeta Mercantil, 19/2/96.
6. Life Insurance in Review, EE.UU.
7. B.M., Envejecimiento sin crisis.
8. OIT, El trabajo en el mundo,1994.
9. OCDE. Perspectivas del empleo, 1994. Revista del Trabajo N°5, pág.42.
10. ídem, pág.37.
11. OCDE, ídem, pág. 30-31.
12. ídem, pág.34.
13. Dr. Eduardo Epstein. La Prensa, 30/1/95.
14. ídem.
15. John Willman) (6/3/93)
16. Oscar Cetrángolo y José L.Machinea, El sistema previsional argentino: crisis, reforma y transición).
17. ídem).
18. El Economista, 16/2/96).