Karl Marx y el Futuro

En memoria de Christian Rath, “el Colo”, un gran revolucionario del Partido Obrero de Argentina. ¡Hasta la victoria, siempre!

El respetable periódico burgués New York Times, el 30 de abril de 2018, ha publicado un artículo de Jason Barker, un profesor de filosofía asociado, con el alegre título de: ¡Felíz cumpleaños, Karl Marx, estabas en lo cierto!

Muy pronto, el 4 de mayo de 2018, la voz de la City de Londres, el igualmente respetable y burgués Financial Times acogió una reseña de un libro del historiador económico Adam Tooze bajo el impresionante título “Por qué Karl Marx es más relevante que nunca”.

En 3 de mayo de 2018, otra voz británica del gran capital, el bien conocido jornal Economist publicó también un artículo sobre el bicentenario de Marx, esta vez muy venenoso, ignorante y de mal gusto pero no obstante con una advertencia valiosa en su título: “La segunda como, una farsa- ¡Gobernantes del mundo, lean a Karl Marx! En su bicentenario el diagnostico de Marx de las fallas del capitalismo es sorprendentemente relevante “.

Una pregunta es inevitable: ¿por qué estos órganos de prensa de poderosas secciones de la clase capitalista influyentes internacionalmente publican tales artículos dedicados al peor enemigo revolucionario de la historia de la misma clase capitalista?

Se hace claro de ver para todos, y sorprendente para sus enemigos declarados y ex simpatizantes decepcionados, que el legado de Marx está aún vivo y coleando, relevante inclusive para el campo del enemigo de clase.

El mantra de su muerte, dominando en todos lados en las décadas luego del colapso de la Unión Soviética, no se puede mantener más. Marx se consideró enterrado hace largo tiempo, junto con el comunismo, la revolución, aún la misma historia. Ahora, aparentemente el “Caballero Rojo regresa”. Ya no como un “espectro” o como múltiples “espectros”, como en el famoso, en un sentido incluso profético, libro de Jackes Derrida en 1993; Marx vuelve reivindicado en sus análisis y pronósticos (“¡Estabas en lo cierto!). Es considerado incluso “sorprendente”, “más relevante que nunca” como podemos leer en la prensa, la más hostil a sus ideas revolucionarias y de la praxis revolucionaria inspirada en su teoría.

El New York Times, el Financial Times o el extremadamente hostil Economist, obviamente no se han hecho marxistas o “marx-friendly”. La razón de la publicación de tales artículos, puede encontrarse en un pasaje en artículo mencionado arriba de New York Times. Se refiere a Nouriel Roubini, el economista y financiero en boga quien se hizo famoso post festum, como uno de los muy pocos de sus colegas que estaba advirtiendo la catástrofe en camino: la erupción de la crisis capitalista mundial, después del colapso del mercado de las hipotecas sub-prime de los EEUU en 2007, la debacle de Lehman Brothers en 2008 seguida por el derrumbe financiero mundial y la Gran Recesión (o “Tercera Gran Depresión”).

“Incluso economistas liberales”, escribe Baker en el New York Times, tales como Nouriel Roubini acuerdan que la convicción de Marx que el capitalismo tiene una tendencia inherente a destruirse a sí mismo permanece tan presciente como siempre”. Una declaración así es frecuentemente desestimada como “catastrofista” por auto-proclamados “marxistas” escépticos o ex marxistas que prueban ser más optimistas por el futuro del capitalismo que los mismos capitalistas que tienen de hecho “algo” que perder, ¡la riqueza social usurpada producida por otros!

El artículo viciosamente anti-marxista, anti-comunista   en el Economist advierte: “la reacción contra el capitalismo se alza –si más frecuente en la forma de odio populista que de solidaridad proletaria. Hasta ahora los reformistas liberales se prueban tristemente inferiores a sus predecesores en términos de tanto su comprensión de la crisis como en su habilidad para generar soluciones. Deberían usar el 200º aniversario del nacimiento de Marx para reencontrarse con el gran hombre – no solo para entender las serias fallas que el brillantemente identificó en el sistema, sino para recordarse del desastre que espera si fallan en confrontarlas.”

Este forzado reconocimiento tardío de la relevancia de Marx por sus oponentes tiene más que ver con el mismo fracaso histórico de los economistas burgueses para prever la crisis capitalista global que con real entendimiento del mismo Marx, de sus descubrimientos de las contradicciones internas del capital, de los límites inmanentes del capitalismo como un modo social de producción, llevándolo a crisis y a su condena histórica.

De la manera más espectacular, el fracaso fue demostrado en el legendario encuentro de economistas  burgueses líderes convocado por la reina Isabel como resultado de la estallido global de 2008, y donde todo el mundo permaneció en silencio, incapaz de responder a la pregunta de la reina: ¿por qué todos ellos –economistas, “think tanks”, bancos y banqueros, instituciones tales como el FMI- fracasaron completamente en ver, predecir o advertir de la catástrofe financiera global venidera?

Más de una década después, el mundo es aún sacudido por una continua, e irresuelta crisis capitalista mundial, amenazando ahora, en 2018, con nuevas, más devastadoras explosiones económicas, políticas, y geopolíticas. La pregunta de la reina sigue sin respuesta. No sólo la economía burguesa no puede explicar el pasado– la falta de pronóstico de la crisis global del 2007 y la falta de entendimiento de sus causas más profundas;  a su vez no puede comprender el presente – porque la crisis sigue sin solución a pesar de las medidas extraordinarias, heterodoxas de paquetes de estímulo gigantescos, flexibilización cuantitativa y tasas de interés de casi cero, tomadas por los bancos centrales y gobiernos; y, por último pero no menos importante, no puede prever el futuro aunque ya aparezcan señales siniestras en el horizonte.

“Mientras apenas reunimos los paliativos para sobrevivir el desplome previo, no hay confianza que tengamos suficiente en la alacena para la próxima vez” dice Tom Clark contestando Sí a la pregunta del Financial Times (24/4/2018) “¿Ha fracasado la economía?”.

Contestando No a la misma pregunta el economista Chris Giles, no obstante comenta: “El futuro es incierto. El presente es incierto. El pasado es incierto” (op.cit.)

¿Minsky o Marx?

Vale la pena volver a ver una interesante presentación de Janet Yellen, ex presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, el 16 de abril de 2009, a la 18ª Conferencia Anual Hyman P. Minsky sobre el estado de Estados Unidos y las economías mundiales bajo el título de “Una fusión Minsky: Lecciones para Banqueros Centrales”.

Ella enfatiza que el estallido representa  una más seria “ruptura sistémica”.  Desafía aproximaciones superficiales que culpan a “la complacencia con los inversores”. También rechaza como estrecho, basado en una perspectiva nacional limitada, la hipótesis del “exceso de ahorro” adelantada por su predecesor Presidente de la FED, Ben Bernanke.

De acuerdo a este admirador de Milton Friedman, la fuente de la crisis fue “un exceso de ahorro extranjero mayormente generado en los países en desarrollo tales como China e India [que] alimentó la demanda por acciones denominadas en dólares” (…) combinado con una baja tasa de ahorro personal de Estados Unidos, grandes déficits del gobierno de Estados Unidos, y ganancias de  alta  productividad para producir un enorme déficit de cuenta corriente”.

Yellen basa su aproximación a la “hipótesis de inestabilidad financiera” de Hyman Minsky –bastante popular luego de 2008. Pone acento en que, en 2008 “la fusión Minsky es global en su naturaleza reflejando la interconectividad siempre creciente de los mercados financieros e instituciones alrededor del mundo. La recesión es la primera durante el período de posguerra en ver contracciones simultáneas en salida en Europa, Japón, y Norteamérica”.

Siempre basada en la aproximación minskyiana, Yellen, desde el primer momento, y en su discurso de 2009, apoyó todas las medidas heterodoxas tomadas, luego de la debacle de Lehman Brothers, por la FED (y mucho más tarde por el BCE) para restringir la caída al abismo al introducir enormes “paquetes de estímulo”, tasas de interés cercanas a cero, y esquemas relajamiento cuantitativo (QE en Inglés) que proveyeron billones de dólares de liquidez. Para Yellen todas estas eran “prescripciones de la política de Minsky”. Cita aprobatoriamente a Paul Mc Culley, quien enfatiza la importancia del QE refiriéndose a este como “el camino  inverso de Minsky”, revirtiendo la producción de burbujas Ponzi y alto riego financiero (Paul Mc Culley, “Salvando a la Banca Capitalista de Sí Misma”, Global Central Bank Focus, PIMCO febrero de 2009).

El problema es que, diez años después, todas estas prescripciones de la política Minsky, alabadas por Yellen y todos los minskianos, liberales o de izquierda, fracasaronAún peor: produjeron burbujas financieras especulativas más gigantescas que aquellas que estallaron en 2007-2008 amenazando con nuevas explosiones devastadoras.

Los debates actuales sobre una política monetaria y de incremento de tasas de interés  más “activista” o una más “prudente”  para el manejo de “burbujas” da una sensación de un déjà vu desesperanzador. Los mismos argumentos fueron intercambiados infructuosamente hace diez años también, y fueron mencionados en el discurso de 2009 de Janet Yellen.

No es solamente que un agraciado e introspectivo post keynesiano institucionalista como Minsky o sus admiradores, como Yellen quienes son refutados por la realidad. Durante la década pasada, tanto las políticas del  enfoque neoliberal sobre la circulación monetaria sin medidas fiscales versus los post keynesianos apoyando la combinación de intervenciones centrales fiscales y monetarias, demostrativamente fracasaron. Ambas estrategias económicas elaboradas por competentes escuelas de economía burguesas luego del crack de 1929 y la gran depresión, keynesianismo y neoliberalismo, en todos sus matices y combinaciones, probaron durante la crisis capitalista global en marcha, totalmente incapaces de tratar con ésta y con las contradicciones globales que las impulsan. Como señalamos en otra ocasión, el fracaso de la economía burguesa representa un impasse estratégico para el capitalismo, lo que hemos descripto, en un ensayo previo, como la agonía de muerte del homo economicus.

La superioridad del método de Marx es reflejada en el colapso de su opuesto, el individualismo metodológico, común en las diferentes o conflictuadas hebras de la economía política burguesa comenzando de un agente individual haciendo elecciones racionales luego de estimar riesgos y ganancias.

Para ponerlo en pocas, simples palabras: la clase capitalista se está quedando sin opciones económicas estratégicas.  Una situación tal donde las agudas contradicciones polarizantes no pueden ser resueltas, impulsa a los mandantes del sistema hacia intentos de una “solución” extra-económica, brutal, militar, que significa: agresión imperialista y guerra.

Una nueva etapa de la crisis

Los resultados de este impasse están aquí para que todos los vean. El reverso ahora de las medidas desesperadas, tomadas luego del colapso de Lehman Brothers, prueba ser un remedio peor que la enfermedad. Comenzando por la reserva de Estados Unidos y pronto seguido por el BCE,  un reverso del “camino inverso de Minsky” está sucediendo ahora, al terminar con los programas QE y elevar las tasas de interés. Pero esta vuelta en “u” evoluciona en un ambiente cambiado dramáticamente: proteccionismo en ascenso, unilateralismo trumpiano, guerras comerciales, antagonismos internacionales agudizándose, explosiones geopolíticas incrementándose peligrosamente, guerras internacionales expandiéndose de Asia Central a Medio Oriente, el Mediterráneo y las fronteras de Europa (los Balcanes, Ucrania). En un contexto así, esta aparente  “reversa del reverso del camino Minsky” ya crea estragos.

La nueva etapa dramática de la crisis en Argentina y Turquía son síntomas de la crisis global en deterioro, marcada por el colapso de las monedas, sobre-endeudamiento, déficits y o el giro desesperado una vez más hacia el chaleco de fuerza draconiano del FMI, acertadamente maldecido por sus víctimas.

No sólo desastres económico-sociales y guerras barbáricas están en la agenda sino levantamientos populares y revoluciones también.

La marea revolucionaria de movilizaciones populares tremendas en Europa del Sur y el Norte de África en 2011-2013, desde la Puerta del Sol a la Plaza Syntagma, de Tahrir al Parque Gezi, surgió del impacto del shock de la primera ola del terremoto económico global de 2008. Aunque siguió un retroceso, ligado a las agresiones imperialistas y el fomento de guerras civiles reaccionarias, como en el caso de Siria, y el Medio Oriente, estas luchas de masas de la primera etapa de la crisis mundial  representan el preludio del verdadero drama que llega en el próximo período.

Es este último prospecto que asusta a las clases dominantes y hace que los economistas liberales, viendo también el peligro, reconozcan a regañadientes, a través de la crisis mundial presente, la superioridad del análisis del capitalismo de Karl Marx. Están temerosos por el hecho que su pronóstico de la tendencia del capitalismo a su autodestrucción sea empíricamente confirmada. No significa que tomen su método de dialéctica materialista histórica u, obviamente, que compartan sus conclusiones revolucionarias.

Declive y Transición

Muchos analistas liberales, conservadores, incluso algunos de izquierda pueden ver hoy, en condiciones de crisis mundial sin resolver,  que es bastante posible un final histórico del declinante sistema capitalista plagado en crisis. Lo que es impensable para ellos, incluso imposible de considerar, particularmente luego de 1989-91, no es el final de un sistema mundial, viejo, agotado históricamente sino el comienzo de uno nuevo.

Hegel, aunque en términos idealistas, pudo tomar y teorizar la contradicción, en su Filosofía del Derecho: declive histórico, decadencia de los viejo es la forma negativa de aparición de la emergencia de lo nuevo, una transición a través de las agudizaciones de las contradicciones inmanentes en la vieja formación.Sí no están las condiciones de la resolución de las contradicciones, sí una abrogación (Aufhebung en el original, nota del traductor) dialéctica es imposible, entonces, el resultado es la ruina mutua de los polos opuestos.

Una real, abrogación dialéctica, de acuerdo a Marx, no es una reconciliación de los opuestos, una pseudo-negación de la negación hegeliana (K. Marx, Manuscritos de 1844), sino un quiebre en continuidad– una Cesura (Cäsur en el original, nota del traductor) para usar el término de Hörderlin – un salto cualitativo, una transformación revolucionaria de ambos polos de la contradicción.

Esta senda dialéctica de conocimiento es considerada como “metafísica” por el pensamiento positivista dominante, particularmente entre economistas y sociólogos. En su crítica de la economía política burguesa, Marx mostró que su principal falla metodológica fue su incapacidad para ir más profundo que las apariencias, para distinguirlas de la esencia, las contradicciones motrices internas específicas.

En la crisis mundial post 2007, los economistas neoliberales o  post-keynesianos (incluyendo a Minsky o teóricos de la “financiarización”, liberales o de izquierda) ven principal o únicamente una crisis del sector financiero  dominante, desregulado, sobre-expandido de la economía capitalista separándolo de la esfera de la producción, de la producción de valor excedente como la forma específica de expropiación de plusvalía de los productores directos por aquellos que dominan los medios y los procesos de producción.  Lógicamente las teorías de “financiarización” están ligadas o llevan a las teorías de “desaparición” del proletariado o su sustitución por una nueva clase, el “precariado” (la cual, en realidad, es una parte estructural-constitutiva del proletariado, como ha demostrado Marx en el Manuscrito de 1861-63 así como en su análisis de la sobrepoblación relativa en el Capital).

La fetichización de las finanzas (el capital ficticio es considerado por Marx como el “fetiche absoluto”), separándolas, o confundiéndolas con, o sustitutas de, la producción propiamente dicha, oculta su dependencia mediada del proceso de acumulación del capital como un todo, chocando con sus límites inmanentes; en última instancia, los economistas de hoy del mainstream, heterodoxos, o auto proclamados marxistas separan el dinero del capital de la relación de valor dominante basada en la doble naturaleza interna, abstracta y concreta, del trabajo social.

Declive de la forma del valor y la Vida

Sin una crítica de la teoría del valor trabajo de la economía política clásica, como Marx alcanzó en su obra máxima, Das Kapital, es imposible tener una concepción científica de las mediaciones entre valor, dinero, capital dinero, crédito y finanzas. Por esta razón, Marx es más actual que nunca antes como la brújula teórica y guía metodológica indispensable en la crisis de hoy, histórica, estructural y sistémica del capital globalizado.

La causa primaria de la crisis presente no es la “desregulación irresponsable de las finanzas sobre-expandidas globalmente” en todas sus exóticas ramificaciones a ser resueltas por una suerte de re-regulación minskyana. “Die wahre  Schranke  der kapitalistischen Production ist das Kapital selbst”(Das Kapital, III, ME Werke vol. 25 p. 260), “La verdadera barrera de la producción capitalista es el mismo capital”. Marx enfatiza “Es que el capital y su auto-expansión aparecen como el punto de partida, el motivo y el propósito de la producción; esa producción es sólo producción para el capital y no viceversa, los medios de producción no son simples medios para una constante expansión  del proceso vital [Lebenprozesses] de la sociedad de productores […] Los medios – desarrollo incondicional de las fuerzas productivas de la sociedad- están continuamente en conflicto con el propósito limitado, la auto-expansión del capital existente” (Capital 3, Progress in English, p. 250).

Es el declive histórico de la relación de valor misma como principio regulador de la vida socio-económica bajo el capitalismo, que se manifiesta a sí mismo en el impasse financiero-económico presente con todas sus implicaciones catastróficas.

La globalización capitalista de las últimas tres décadas, que llevó a la implosión de 2007, ha impulsado a sus extremos este conflicto en marcha en la relación invertida entre medio y propósito. La sobreacumulación de capital exacerbada por la liberalización y la globalización de las finanzas alcanzaron un punto crucial de incompatibilidad irreconciliable con las demandas acuciantes, ilimitadas de lo que Marx llama el proceso vivo –Lebensprozess- de la sociedad, incluyendo la naturaleza viva.

Contra toda forma de distorsiones economicistas del pseudo-marxismo mecánico de la Segunda Internacional y el estalinismo, tenemos que comprender de nuevo que La vida es la categoría central de la teoría revolucionaria de Marx.

Está desafortunadamente olvidado o enterrado bajo el peso de los viejos texto soviéticos estalinistas que Marx mismo definió, en La ideología alemana, el modo de producción, la categoría clave del materialismo histórico, como Lebenweise, forma o modo de existencia o modalidad de vida social. Modos específicos del “metabolismo” social evolucionando históricamente (Stoffwechsel) entre el ser humano y la naturaleza.

La vida es el hilo rojo a través de la afiebrada búsqueda teórica de Marx, desde los Manuscritos de 1844 y La ideología alemana a los Grundrisse Das Kapital. El omnipresente, recurrente leitmotiv es la vida, el proceso vivo, trabajo vivo (dominado por el trabajo muerto, el capital) de cuerpos vivos, la vida determinando la conciencia.

Crisis de Deuda como Transición

Marx ha analizado profundamente y previsto el tremendo papel del crédito tanto para una “monstruosa” [Ungeheure,en alemán. Kapital III, p. 452], expansión de la escala de la producción [capitalista] y de las empresas” (p. 436 en la edición en inglés), así como a la explosión de las crisis: “El crédito acelera las violentas erupciones de ésta contradicción –crisis- y de allí los elementos de desintegración del viejo modo de producción” (op.cit. p. 441).

Aquí se puede ver claramente la naturaleza de la actual crisis mundial. No solo una crisis de sobreproducción de capital como salida  de ésta sino “elementos de desintegración del viejo modo de producción” – y, aún más importantes momentos de transición más allá del viejo mundo capitalista en desintegración hacía un nuevo modo de producción:“Las dos características inmanentes en sistema de crédito son, de un lado, desarrollar el incentivo de la producción capitalista, el enriquecimiento a través de la explotación del trabajo ajeno, a la más pura y colosal forma de juego y estafa, y reducir más y más el número de los pocos que explotan la riqueza social; del otro, constituir la forma de transición a un nuevo modo de producción” (op.cit.).

Todos, no solo los economistas profesionales, pueden ver el mundo de hoy tomando la forma de un colosal casino de timba y estafa financiera;  todos pueden ver, también, la siempre creciente monstruosa inequidad, cuando, en 2017, de acuerdo a Oxfam, el 82 % de la riqueza generada el año pasado fue a una oligarquía parásita del 1% del mundo más rico. Lo que no se puede ver es la transición más allá de este infierno, a un nuevo mundo, realmente humano, es decir  comunismo mundial, una nueva comunidad sin explotación, opresión, humillación de seres humanos por seres humanos. El mito falaz tardío de Tatcher Tina (sigla en inglés para There Is No Alternative, nota del traductor), “no hay alternativa”, desafortunadamente aún domina, a pesar de la bancarrota irreversible del neoliberalismo thatcherista en 2007. La importancia actual, la mayor contribución de Marx hoy es precisamente proveer un método guía para comprender las fuerzas impulsoras de nuestra época de transición en el momento histórico presente de los más grandes peligros para la humanidad.

Presente, pasado, futuro

Los representantes del viejo mundo moribundo repiten hasta la náusea la afirmación del ya arriba mencionado analista del británico Financial Times: “El futuro es incierto. El presente es incierto. El pasado es incierto”. Sólidamente basados en el legado de Marx aquellos que luchan por un nuevo mundo liberado pueden proclamar lo opuesto.

El presente de una crisis sistémica de todos lados y todas las formas de conflicto social, es el presente a ser comprendido en la teoría y peleado en práctica revolucionaria como una viva, no predeterminada, ni lineal historia de la lucha social. “La Historia -advirtió Marx en La Sagrada Familia- no es, como fue, una persona aparte, usando al hombre como medio para alcanzar sus propios objetivos; la historia no es más que la actividad del hombre persiguiendo sus objetivos”Y la meta objetiva de los oprimidos y explotados sigue siendo la emancipación humana universal –el final de todas las formas de alienación, lo que quiere decir comunismo mundial.

El pasado no es una carga de decepciones y derrotas a ser olvidadas. La amnesia no es una virtud. Marx es crucial para entender las distorsiones de su propia teoría hecha por epígonos y burócratas, usándola tanto para la colaboración de clase y para acomodamiento reformista al capitalismo o como una ideología de Estado de auto-justificación estalinista burocrática. Sin Marx, no podemos descubrir las preciosas lecciones del pasado revolucionario con todas sus demandas inconclusas aún vivas. No podemos salvar la “tradición de los oprimidos”, como la llamó Walter Benjamin, el legado de todas las victorias épicas y derrotas trágicas de la revolución socialista mundial que siguieron a su comienzo en Octubre de 1917 en Rusia.

El legado y el método de Marx, el nuevo horizonte que el expresó teóricamente y abrió a la vista y acto para la humanidad, es crucial no sólo para comprender el pasado como un depositario de lecciones sino como una guía al presente por un salto al futuro –incluyendo pelear contra la confusión y la pérdida de orientación histórica luego de 1991.

A través de Marx, es posible comprender que pasó realmente en la Unión Soviética, por qué pasó, por qué este quiebre en la continuidad de la historia mundial inició una transición, que fue bloqueada llevando a desastres y luego a la desintegración, el deceso de la URSS.

De hecho dos líneas incompatibles estuvieron en conflicto ya desde los años ‘20 del siglo pasado, como Stalin mismo admitió: la teoría de la revolución permanente de Trotsky y la teoría del “socialismo en un solo país”. La última era la opuesta de lo que Marx insistió a través de su vida y lucha. La teoría marxiana post 1848 de la revolución permanente que Trotsky  desarrollo más tarde, luego de 1905, bajo las condiciones de una nueva época, es esencialmente una teoría materialista dialéctica de una transición histórica mundial más allá de la sociedad de clase por medio de la revolución socialista mundial –una transición inaugurada en 1917. La “teoría” (¿?) bujarinista-estalinista de “socialismo” completado “en un solo país” es la negación burocrática de esa transición mundial – y de cualquier transición. Es la ideología de la parálisis burocrática y un dogma de la inmovilidad.

La restauración capitalista en el espacio post-soviético, luego del trágico caos bajo Yeltsin, entró en conflicto y, particularmente ahora, colisiona con la explosión de las contradicciones globalizadas del mundo capitalista en decadencia y su impulso de guerra imperialista. ¡No hay salida, no hay futuro bajo el capitalismo senil, moribundo!

Marx no era un adivino o un astrólogo; odiaba, como dijo, preparar recetas para las cocinas del futuro. Pero esta afirmación fue un ataque polémico contra el utopianismo abstracto, como explicó Ernst Bloch, no un rechazo de una utopía concreta, tomándose a sí misma en la tierra y en el universo. El comunismo, no como una suma total de nacionalizaciones manejadas burocráticamente bajo un Estado-Leviathan, sino como la superación del trabajo alienado, de las clases y de la forma estatal, el fin de la vida alienada, es la demanda, expectativa y sueño más profundo de liberación de todos los procesos de la vida.

Lenin, tal vez el más realista de todos los revolucionarios bolcheviques, citando, en  el ¿Qué Hacer? el poema de Nekrásov, insistió: Necesitamos soñar. Soñar el futuro, pensar el futuro, actuar por el futuro. Karl Marx, primero y principal, pertenece al futuro.

15 de Mayo de 2018

Traducción, Rubén Tuseddu

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