La economía mundial entre la guerra, la inflación y el COVID

El planeta tambalea bajo el fuego cruzado de la guerra, la inflación, la pandemia -que está lejos de cerrarse- y la perspectiva de una depresión económica mundial que asoma cada vez con más fuerza. 

La guerra ha terminado por consolidar un escenario de recesión con inflación al provocar un principio de dislocamiento de la economía mundial, perturbando la circulación comercial y de capitales, amputando los mercados y echando leña al fuego al aumento de precios, cuya variación es la mayor de los últimos 40 años. Esto ha provocado una catástrofe alimentaria y energética, que, si bien golpea en primer lugar a los países emergentes, también hace sentir con especial virulencia en las metrópolis capitalistas. 

La economía estadounidense se contrajo a un ritmo anual del 1,4% en el primer trimestre de 2022, sorprendiendo a los economistas que esperaban un aumento del 1% del PIB, que mide la producción de bienes y servicios. Esto se une al malestar reinante por una inflación récord, que se acerca a los dos dígitos y no cede. El segundo trimestre  el índice de crecimiento volvería ser negativo.Esto confirma que la recuperación  que exhibió  la economía norteamericana es un rebote precario. Aunque existe una especie de ‘pleno empleo’, es decir, la tasa oficial de desempleo está cerca de los mínimos ‘históricos’, muchos de estos trabajos son a tiempo parcial, temporales. La tasa de participación laboral, que mide  la población económicamente  activa se mantiene muy por debajo de los niveles previos a la pandemia, niveles que ya estaban en declive. Por otra parte,  como  puede constatarse a lo largo de  la historia del capitalismo  las recesiones se expresan inicialmente bajo la forma de crisis financieras, comerciales, bursátiles y recién después su impacto se hace sentir en la economía real y en los niveles de ocupación.

La economía de la zona euro recibe de lleno el impacto de la guerra desde el momento en que el conflicto con Ucrania se desenvuelve dentro de sus propias fronteras. Una medida de la vulnerabilidad del continente la da el desplome del euro cuya paridad ha pasado a ser de 1 a 1 con el dólar. Esto intensifica la inflación sin precedentes en las últimas décadas (8,6% en mayo último) y golpea seriamente los bolsillos de la población. Las consecuencias de la crisis energética son mayores en Europa que en EEUU por la dependencia respecto del gas ruso. El precio de la energía en Europa se cuadruplicó durante el último año. Ahora Rusia ha comenzado a cortar la provisión de gas al mercado europeo y como consecuencia su precio tiende a multiplicarse. Esto sucede cuando el invierno se aproxima, lo que obligaría al cierre de amplias franjas de la industria alemana, sobre todo las electro-intensivas (fabricación en gran escala de aluminio, zinc y plásticos, fabricación de aeronaves), como ha advertido la Federación de Sindicatos, de tradicional orientación socialdemócrata. Este panorama se replica en las otras naciones del continente. El vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos afirmó que “el viejo continente podría sufrir una recesión si Rusia corta el suministro de gas y la industria tiene que adaptarse a una escasez de energía”1Europa reconoció que podría sufrir una recesión por una inminente crisis energética si Rusia corta el suministro de gas. (4/7/2022). Infobae. https://www.infobae.com/america/mundo/2022/07/04/europa-reconocio-que-podria-sufrir-una-recesion-por-una-inminente-crisis-energetica-si-rusia-corta-el-suministro-de-gas/

Alemania, la tercera potencia manufacturera del mundo y poseedora del mayor superávit de cuenta corriente del sistema global en relación al producto y la población, experimentó en mayo el primer déficit comercial de su historia desde la reunificación de 1990. La demanda alemana ha caído más de 5% en los últimos cuatro meses, lo que significa que la industria ha comenzado a disminuir sus operaciones, lo que se intensificaría en el segundo semestre del año.

Un factor que no debe descuidarse y que está configurando una tormenta perfecta es el recrudecimiento de la pandemia. China hoy es el epicentro de este proceso y, confinamientos mediante, la actividad productiva se ha paralizado en sectores clave y afectado seriamente la cadena de suministros. Lejos de circunscribirse al “gigante asiático”, ya empieza a abrirse paso lo que se ha denominado una cuarta ola que va a tener un impacto global. Por lo pronto, este rebrote ya ha provocado un descenso del 4,8% de la producción china en el primer trimestre y un 0,4% en el segundo trimestre, llegando al nivel más bajo desde el comienzo de la apertura china en los 80. La prensa internacional advierte que “China está en caída libre”.

Una crisis de fondo 

El escenario de recesión con inflación ya se venía incubando con anterioridad. Es necesario no perder de vista que el mundo ya estaba entrando en recesión, no solo antes de la guerra sino, incluso, antes del estallido de la pandemia. El dato distintivo es que la enorme masa de dinero que inyectaron los Estados a partir de la crisis financiera de 2008 no logró sacar a la economía mundial de su anemia. Lo cierto es que en los albores del 2020 asistimos a un crecimiento prácticamente nulo de Europa, un desinfle de la economía norteamericana y una desaceleración de la economía china, que llegó a sus niveles más bajos de crecimiento desde el inicio de su apertura económica. Estamos frente a una crisis de fondo, sistémica. Una crisis de sobreproducción y sobreacumulación de capitales que se deriva de una caída de la tasa de ganancia. Hay demasiados capitales en relación a las posibilidades de colocación redituable en la esfera productiva. La declinación de los niveles de rentabilidad, que es el motor de la inversión capitalista, ha traído como consecuencia un retraimiento de la inversión (una huelga de inversiones) que, a su turno, ha puesto un freno al crecimiento.

El capital ha ido apelando en forma creciente a mecanismos extraeconómicos para tratar de superar este empantanamiento. El capitalismo en su etapa de declinación, paradójicamente, vuelve a la misma metodología que se valió en su nacimiento. Es lo que se conoce como la fase inicial de “acumulación originaria”, en la que se recurrió al pillaje, a la conquista y al sometimiento sanguinario y por la fuerza de los pueblos originarios. 

Este retorno a los orígenes es una confesión de un agotamiento histórico del orden social reinante y una evidencia de que el capital no puede sostenerse por sí mismo. Los mecanismos normales de acumulación y competencia económica no son suficientes para garantizar la reproducción del capital. Y necesita muletas. Esto es lo que explica el peso de los factores extraeconómicos, empezando por el creciente intervencionismo del Estado. La guerra es la expresión extrema de esta tendencia: los choques entre las corporaciones se manifiestan en choques entre los Estados y esa disputa se dirime apelando a la fuerza. De la guerra comercial, económica y monetaria se pasa a la confrontación bélica. La guerra no es un accidente sino que es un engranaje intrínseco a esta fase histórica de declinación capitalista. Este es el punto de vista, precisamente que sostuvo Lenin contra del renegado Kaustsky quien planteó que el imperialismo es “la política preferida del capital”, o sea, una opción entre otras variantes, y no una fase superior y final del capitalismo en la que los monopolios terminan consagrando su supremacía y lucha por el reparto del mundo pasa a alcanzar su máxima expresión.  

Importa señalar que el mecanismo fundamental que tiene en sus manos el capital para contrarrestar la caída de la tasa de ganancia es la crisis. Al suprimir el capital sobrante y más vulnerable, reducir los precios de las materias primas, los medios de producción y los salarios se crean las premisas para recuperar la rentabilidad y generar las condiciones para un nuevo ciclo de acumulación. Pero las crisis en la época de declinación capitalista son distintas a las de las épocas de ascenso. Ahora tienen un carácter global, afectan a sectores neurálgicos de la economía y, sobre todo, sus efectos destructivos son más profundos y prolongados en el tiempo. Lo mismo puede decirse de las recuperaciones. A diferencia de la etapa precedente, la forma en que se salió de la crisis en la etapa histórica imperialista tiene un carácter más parasitario y precario. En forma creciente, la guerra pasa a ser la vía de salida . La recuperación de la depresión de finales del siglo XIX y, posteriormente, de la crisis del 29 fueron de la mano de la Primera y Segunda Guerra Mundial, respectivamente.

Las grandes metrópolis apuntan a lograr una resurrección económica del capitalismo a partir del sometimiento de Rusia y China, completando el proceso de restauración capitalista.

Estos elementos están potenciados en la actualidad, porque asistimos a un agotamiento de la política monetaria y fiscal a la que recurrieron los Estados para contrarrestar la crisis. Esta injerencia del Estado terminó convirtiéndose en un búmeran. La intervención y el rescate estatal interfieren en el proceso de limpieza y depuración del capital sobrante. Son un arma de doble filo porque amortiguan los efectos de la crisis pero al precio de prolongarla en el tiempo impidiendo que se recreen las condiciones para un restablecimiento de la tasa de ganancia.

La guerra de Ucrania

La guerra de Ucrania se inscribe en la tentativa del capital por superar estos escollos. No estamos por lo tanto ante un conflicto local, sino que tiene un alcance internacional que abre un escenario de una confrontación bélica mundial. Las grandes metrópolis apuntan a lograr una resurrección económica del capitalismo a partir del sometimiento de Rusia y China, completando el proceso de restauración capitalista. Este proceso ha quedado inconcluso. La integración del ex espacio soviético y China a la economía mundial, que fue exhibido como la gran tabla salvadora a partir de la disolución de la URSS y del giro del “gigante asiático”, no solo no logró sacar al capitalismo de su impasse, sino que, terminó convirtiéndose en un factor de agravamiento. Los apetitos y aspiraciones de las elites dirigentes y las burguesías locales entran en colisión con las pretensiones e intereses del capital internacional y más aun, en particular en el caso de China, emergen como rivales comerciales y ponen en tela de juicio la hegemonía de las grandes potencias capitalistas. La escalada actual, en la que Ucrania es un eslabón, tiene como objetivo resolver esta contradicción mediante una colonización de las ex economías estatizadas, poniéndolas bajo su tutela y control. 

El hecho de que los cañones apunten contra Rusia y China, de todos modos, no disipa las tensiones entre los países imperialistas, cuyas rivalidades incluso se han exacerbado. EEUU no se priva de utilizar la guerra de Ucrania para introducir una cuña en Europa, dividir a sus miembros y avanzar en su penetración económica y política a expensas de sus socios. En sus planes figura, entre otras cosas, aprovechar la crisis con Rusia para convertir a EEUU y los pulpos petroleros norteamericanos en los principales abastecedores de combustible al viejo continente. La escalada en Ucrania es vista como una oportunidad para recobrar un liderazgo que EEUU ha ido perdiendo. Es necesario no perder de vista tampoco la disputa de fondo existente entre EEUU y las potencias europeas que lidera y de las que sería el usufructuario principal de la restauración capitalista tanto en Rusia como en China. 

La deuda: una bomba de tiempo

En la medida en que pasan las semanas, los organismos multilaterales de crédito han ido corrigiendo a la baja sus pronósticos sobre crecimiento.

El Fondo Monetario Internacional advirtió que el resto de 2022 será un período difícil para la economía, pero que 2023 será aun más difícil, con un creciente riesgo de recesión. Por ello el organismo rebajará los pronósticos de crecimiento que dará a conocer en las próximas semanas.

Las previsiones económicas del Banco Mundial son impactantes. Se espera que el crecimiento mundial caiga del 5,7 % en 2021 al 2,9 % en 2022, significativamente más bajo que el 4,1 % previsto en enero. Se espera también que se mantenga a ese ritmo durante 2023-24, ya que la guerra en Ucrania interrumpe la actividad, la inversión y el comercio a corto plazo, la demanda reprimida se desvanece y se retira la política fiscal y monetaria flexible. Como resultado de los daños causados ​​por la pandemia y la guerra, el nivel de ingreso per cápita en las economías en desarrollo este año será casi un 5% inferior a la tendencia previa a la pandemia.

Los efectos secundarios negativos de la guerra compensarán con creces cualquier impulso a corto plazo para algunos exportadores de materias primas a partir de los precios más altos de la energía. 

La visión de los economistas de la OCDE es aun más pesimista. Ahora se prevé que el crecimiento del PIB mundial se desacelere bruscamente este año llegando alrededor del 3%. Esto está muy por debajo del ritmo de recuperación proyectado en diciembre pasado. Se prevé que el crecimiento sea notablemente más débil de lo esperado en casi todas las economías. Muchos de los países más afectados se encuentran en Europa, que está muy expuesta a la guerra a través de las importaciones de energía y los flujos de refugiados. El crecimiento mundial se ralentizará aun más hasta el 2,8 % en 2023, lo que se acerca a la “velocidad de estancamiento”, ya que el Reino Unido no crecerá en absoluto, el peor resultado en el G20 (aparte de Rusia). Incluso EEUU se desacelerará a solo un 1,2 %. 

Estos pronósticos, si bien ya encienden las alarmas, muy probablemente, subestimen el alcance y la velocidad que puede tener la crisis. Más que una desaceleración y un estancamiento, tenemos que hablar de un escenario en el que se avecina una depresión, alimentada por la combinación de factores cada vez más gravitantes como la inflación y el aumento de la tasa de interés, que provocan una retracción de la inversión y del consumo.

Pero a lo que probablemente no se le da la dimensión que corresponde es a la bomba de tiempo que representa la deuda. El incremento de la tasa de interés puede ser el detonante que faltaba para hacerla explotar y desencadenar un efecto cascada en todo el planeta. Lejos de un declive sereno, estaríamos frente a un colapso general. 

La crisis de deuda afecta a los principales centros capitalistas, en primer lugar, a EEUU. Recordemos que, además del aumento de la tasa de interés, la Reserva Federal (FED) ha dispuesto clausurar la operatoria de compra de activos. Estos activos de la FED, que se situaban por debajo del billón de dólares en 2008, se han multiplicado por nueve como resultado de la flexibilización cuantitativa iniciada tras la crisis financiera mundial y de la nueva inyección de unos 4 billones de dólares en el sistema financiero tras la crisis de marzo de 2020 al inicio de la pandemia.

La Reserva Federal es ahora el mayor tenedor de deuda pública estadounidense, con 5,8 billones de dólares en bonos del Tesoro en sus libros, una cuarta parte del total de 23 billones. También posee 2,7 billones en valores respaldados por hipotecas.

Un desprendimiento por parte de la FED de los bonos del Tesoro -o si cesara su compra– provocaría muy probablemente una desvalorización de su cotización y podría precipitar un abandono de dichos títulos por parte de los inversores que habitualmente han apelado a ellos como refugio. Ya hubo un aviso en septiembre de 2019 y otro en marzo de 2020, cuando el mercado donde se canjean los bonos del Tesoro dejó de funcionar durante varios días y no se pudieron encontrar compradores para la deuda estadounidense. Esto reviste especial gravedad si tenemos presente que Estados Unidos carga con déficits gemelos (fiscal y comercial): este último treparía a una cifra récord, que se estima en la friolera de 1,5 billones de dólares y que tiene en la deuda del Tesoro su principal fuente de financiamiento. 

La amenaza de un derrumbe de los bonos del Tesoro se ha visto neutralizada mediante el aumento de la tasa de interés. Esto ha provocado un fortalecimiento del dólar en relación a las otras monedas, aunque estrictamente hablando el dólar continuó depreciándose. El poder de compra del billete estadounidense ha caído frente al alza imparable de los precios de los bienes. El dólar se va erosionando, pero las otras monedas, empezando por el euro, lo hacen a un ritmo superior. 

El fortalecimiento del dólar está permitiendo atraer capitales en desmedro de otras plazas financieras pero este recurso está lejos de ser ilimitado y puede terminar volviéndose en contra. Se intenta frenar un peligro, pero al precio de encarecer los productos norteamericanos e incrementar el rojo de la balanza comercial. Un aumento de las tasas de interés, asimismo, va a redundar en mayores desequilibrios presupuestarios, al provocar un aumento de los servicios de la deuda pública mientras alienta las tendencias recesivas que ya se están abriendo paso. El impacto contradictorio del fortalecimiento del dólar ya empieza a constatarse. Las empresas con sede fuera de EEUU han visto sus ventas impulsadas por la fortaleza del dólar. Pero las empresas estadounidenses con grandes operaciones internacionales se ven afectadas cuando vuelven a convertir las ventas en el extranjero a dólares. Las ganancias de Microsoft y Nike, por ejemplo, se han erosionado recientemente, y Apple genera más del 60% de sus ventas fuera de EEUU.

Si estos problemas pesan en el Estado norteamericano, con más razón vale para el sector privado, donde la deuda corporativa norteamericana orilla el 80% del PBI. El valor de los bonos basura de alto riesgo en EEUU, que se negocian a 70 centavos de dólar -nivel que se considera señal de peligro- ha aumentado a 27.000 millones de dólares, frente a los 14.000 millones de finales del año pasado. Una porción de esa deuda corresponde a empresas zombis que no estaban en condiciones de pagar los intereses de su deuda cuando el dinero estaba barato.

Las tasas hipotecarias de viviendas en EEUU aumentaron al máximo alcanzando el 5,78%, el nivel más alto desde noviembre de 2008. La tasa era del 3,2% a principios de año, mientras que hace un año, antes de que la Reserva Federal se embarcara en una agresiva campaña para subir las tasas de interés, la hipoteca de tasa fija a 30 años promedió el 2,93%.

Esta bomba de tiempo está presente también en Europa, en donde se teme que, con la recesión en puertas, las empresas puedan devolver los préstamos que contrajeron. Ni que hablar de su efecto sobre los países más vulnerables como Italia, Grecia, Portugal y la posibilidad de recrear una crisis de la deuda soberana en el viejo continente como la que se abrió con la crisis financiera de 2008. 

Y, por supuesto, la crisis de la deuda afecta a los países emergentes. Ahunna Eziakonwa, la directora en África del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP) puso de relieve una situación límite: “En 2010, África dedicaba de media un 5% de sus presupuestos a pagar deuda; hoy destina un 16%. Muchos países están teniendo enormes dificultades para proveer a sus poblaciones de servicios básicos”2Santodomingo, R. (07/07/2022). Toca devolver lo prestado: la crisis de deuda asfixia el desarrollo en África. El País. https://elpais.com/planeta-futuro/2022-07-07/toca-devolver-lo-prestado-la-crisis-de-deuda-asfixia-el-desarrollo-en-africa.html.

Ese 16% que, en promedio, se lleva la deuda en los presupuestos africanos esconde casos muy dispares. Potencias regionales como Nigeria o Sudáfrica manejan cifras sostenibles. Otras como Kenia caminan peligrosamente hacia el precipicio. Varios Estados (Zimbabue, Sudán o Angola) se asoman con vértigo al abismo. Y uno, Zambia, ha caído en default. El fantasma del default pende sobre la cabeza de algunas naciones latinoamericanas, entre las cuales se encuentra Argentina. 

El incremento de la tasa de interés puede ser el detonante que faltaba para hacer explotar la bomba de tiempo de la deuda. Lejos de un declive sereno estaríamos frente a un colapso general.

Al menos una decena de países emergentes se encuentra en zona de peligro de impago, ya que el aumento de los costos de los préstamos, la inflación y la deuda avivan el temor a un colapso económico.

“Las señales tradicionales de una crisis de la deuda, como el desplome de las divisas, diferenciales de los bonos de 1.000 puntos básicos y reservas de divisas desapareciendo, apuntan a un número récord de países en desarrollo que ahora están en problemas”3Jones, M. (15/7/2022). Gráficos ¿el gran default? una decena de países está en una zona de peligro. La Nación. https://www.lanacion.com.ar/agencias/graficos-el-gran-default-una-decena-de-paises-esta-en-una-zona-de-peligro-nid15072022/

El Líbano, Sri Lanka, Surinam y Zambia ya están en default. Bielorrusia está al borde mientras que Rusia incumplió recientes vencimientos y al menos otra decena de países se encuentra en zona de peligro, por el aumento de los costos de los préstamos, la inflación y la deuda. 

Los analistas calculan que hay 400.000 millones de dólares de deuda en riesgo. Argentina es, con diferencia, el país más expuesto con 150.000 millones de dólares, mientras que los siguientes son Ecuador y Egipto, con deudas de 40.000 y 45.000 millones de dólares respectivamente.

El aterrizaje brusco de la economía china no proviene solo del COVID. Entre los problemas fundamentales figura también la deuda. Para evitar los peores efectos de la recesión mundial de 2008, Pekín se lanzó a un gasto masivo alimentado por la deuda. Xi está comenzando una nueva ronda de estímulos, pero hay un límite en ese sentido por el nivel total de endeudamiento, equivalente a cerca del 350% del PBI.

El déficit presupuestario de China en todos los niveles de gobierno se amplió hasta alcanzar la cifra récord de 5,1 billones de yuanes (758.000 millones de dólares) en el primer semestre del año. 

Los gobiernos locales, que dependen en gran medida de la venta de terrenos para mantener la luz, se encuentran en una situación extremadamente difícil. Los ingresos fiscales de China, incluso según las cifras oficiales, cayeron un 10,2% en el primer semestre de 2022 respecto al mismo período de 2020.

El sector inmobiliario, que representa quizás hasta el 30% de la economía china, está en una situación de extrema dificultad. Los precios de las viviendas nuevas en 100 ciudades cayeron más del 40% en el primer semestre del año, en comparación con el primer semestre de 2021.

En junio, las ventas de los 100 mayores promotores inmobiliarios cayeron un 43% respecto del año anterior. Los grandes promotores, provocados por la quiebra del gigante Evergrande Group, han ido incumpliendo la deuda, uno tras otro. Por ejemplo, Shimao Group, con sede en Shanghái, no pagó este mes los intereses ni el principal de un bono de 1.000 millones de dólares. 

De momento, cientos de miles de compradores han paralizado el pago de las hipotecas de más de 200 proyectos inacabados en toda China. Los futuros propietarios de viviendas creen ahora que es poco probable que los promotores en dificultades terminen los apartamentos que han contratado para comprar.

Los bancos de toda China se han visto afectados por el boicot. Algunos estaban en problemas incluso antes de esta reacción, sin poder devolver los depósitos. Más de 3.000 depositantes protestaron en Zhengzhou, la capital de la provincia de Henan. Ha habido manifestaciones de depositantes en toda China.

Es poco probable que los bancos chinos -y el sistema bancario chino- resistan los problemas del sector inmobiliario. Incluso los bancos de Shanghái, la capital financiera del país, han tenido que limitar las retiradas de fondos. No es de extrañar que los inversores extranjeros, a partir de marzo, se hayan deshecho de los bonos chinos.

Escenario convulsivo

De modo tal que lejos de un declive sereno debemos prepararnos a un escenario convulsivo atravesado por bancarrotas, quiebras, cierres de empresas y derrumbes bursátiles, unido a despidos masivos y a un salto en el desempleo. 

La caída del precio de las materias primas industriales anticipa este escenario y empiezan a mostrar señales inquietantes que apuntan a una recesión global. En lo que va de año, la cotización del aluminio se ha desplomado un 13%, la del cobre un 17% y la de las barras de acero un 18%, lo que indica que la demanda empieza a flaquear.

A diferencia de lo que ocurre con las materias primas energéticas, como el petróleo o el gas natural, que siguen en niveles elevados por las distorsiones que ha provocado la guerra de Ucrania y las sanciones a Rusia, las materias primas industriales llevan varios meses mostrando una notable debilidad. Un informe del banco estadounidense Goldman Sachs revisó a la baja sus previsiones para el precio del hierro. Sus expertos consideran que un deterioro de la economía mundial sumado a los problemas de China para desembarazarse por completo del COVID acabarán por reducir los precios.

Otros materiales utilizados en diversas industrias, como el zinc, el estaño o el plomo, también acumulan en 2022 importantes caídas. Además el costo de los fletes empieza a caer y, en lo que va de año, acumula una baja del 30%, reflejando la retracción del comercio mundial. 

El aspecto positivo de esta noticia -a saber, que contribuirán a limitar la inflación- queda empañado por el hecho de que la causa de ello es la consolidación de las tendencias recesivas. 

Las autoridades monetarias de EEUU, reacias a admitir esta perspectiva, han empezado a formularla como posibilidad. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powel habla, en forma cautelosa, de un aterrizaje suave. 

En un comentario publicado en Bloomberg, el presidente de la Reserva Federal de Nueva York de 2009 a 2018, Bill Dudley, escribió: “Si todavía mantiene la esperanza de que la Reserva Federal sea capaz de diseñar un aterrizaje suave en la economía estadounidense, abandónenla. Una recesión es inevitable en los próximos 12 a 18 meses”4Dudley, C. (22/06/2022). Economía de EE.UU. se dirige a un aterrizaje forzoso. Perfil. https://www.perfil.com/noticias/bloomberg/bc-economia-de-eeuu-se-dirige-a-un-aterrizaje-forzoso-b-dudley.html. Dudley también dijo que cuando la política monetaria restrictiva comience a reducir la demanda -el objetivo declarado de la Fed- “el ajuste de la producción probablemente sea abrupto, debido a las condiciones financieras restrictivas, la política fiscal restrictiva y el ahorro de los hogares agotado”.

El ex secretario del Tesoro Lawrence Summers, que denunció las afirmaciones de una inflación “transitoria” en 2021, advirtió: “Necesitamos cinco años de desempleo por encima del 5% para contener la inflación, es decir, necesitamos dos años de desempleo del 7,5%, o cinco años de desempleo del 6%, o un año de desempleo del 10%”5Aldrick, P. (20/06/2022). EE.UU. necesita desempleo del 5% durante años para aliviar inflación: Summers. Bloomberg Línea. https://www.bloomberglinea.com/2022/06/21/eeuu-necesita-desempleo-del-5-durante-anos-para-aliviar-inflacion-summers/#:~:text=%E2%80%9CPara%20contener%20la%20inflaci%C3%B3n%20necesitamos,pronunciado%20el%20lunes%20en%20Londres.

El desplome de las bolsas

Los derrumbes bursátiles han sido de un modo general en la historia del capitalismo un anticipo del colapso de la economía real. La caída actual de las bolsas mundiales no es una excepción. 

Wall Street atraviesa el peor año desde la crisis financiera internacional de 2008 y el peor comienzo de año desde la Segunda Guerra Mundial. Las caídas en las acciones en términos generales, y en especial en el sector tecnológico, se han tornado significativas y hablan de un desplome. El Nasdaq, por ejemplo, acumula una pérdida cercana al 30%.

Las criptomonedas no han sido inmunes a este proceso. La capitalización global del mercado se ha desplomado desde los 3 billones de dólares del pasado noviembre de 2021 hasta unos 900.000 millones, una pérdida de casi el 70%.

La agitación en el mercado de monedas digitales se ha intensificado a partir del anuncio de los incumplimientos en el pago de sus préstamos por un total de 670 millones de dólares de uno de los fondos más importantes de cobertura de criptomonedas, Three Arrows Capital. Dicho fondo ha arrastrado a sus prestamistas, cuyo valor accionario se ha ido a pique y ha creado un clima más general de inquietud en el mercado cripto. Hay un temor fundado al efecto contagio, lo cual explica este derrape generalizado. Celsius Network, que opera como una especie de banco de criptomonedas, anunció que “debido a las condiciones extremas del mercado” estaba pausando todos los retiros. Una suerte de corralito. 

Se ha derrumbado el mito de que las criptomonedas, por tratarse de un sistema descentralizado al margen del sistema financiero oficial, eran una salida frente a la inestabilidad, desvalorización y manipulación de las monedas reguladas por los Estados. Incluso se promocionó como una forma de “oro digital”. Pero sus oscilaciones han demostrado su dependencia del dinero barato de la FED y otros bancos centrales, evidenciando que no pasa de ser un activo especulativo más. 

De conjunto a nivel global, se evaporaron capitales por una cifra cercana a 20 billones de dólares, lo que equivale a un PBI norteamericano. Estamos frente a una tendencia sostenida en el tiempo. A diferencia de otros cimbronazos a lo largo del año 2021, en los que las caídas fueron transitorias y neutralizadas por recuperaciones de los valores, esta vez asistimos a una declinación muy pronunciada que se sigue agravando.

Empresas líderes en la picota

El rasgo distintivo del derrumbe accionario que describimos es que no han quedado inmunes las empresas líderes. Más aun, la depreciación de sus acciones es uno de los factores determinantes del fenómeno.

Las ventas masivas de acciones de las grandes firmas del sector han arrastrado este año al índice Nasdaq (National Association of Securities Dealers Automated Quotation). Después de mantenerse como las favoritas en los portafolios de los inversionistas globales, ahora las grandes firmas de tecnología operan con pérdidas.

Tan solo diez de las empresas más líquidas del mercado, representadas en el índice Fang+, han borrado 2,7 billones de dólares de valor de mercado durante 2022. Entre estas están Facebook (hoy Meta Platforms), Amazon, Apple, Netflix y Google (Alphabet), además de Nvidia, Tesla, Alibaba, Baidu y Twitter; todas operan en terreno negativo.

La de mayor caída es Netflix, pues su acción se ha depreciado 69,04%, lo que significa una pérdida de 184.599 millones de dólares en su capitalización bursátil. Por debajo de la plataforma de streaming, se ubican con las mayores bajas Nvidia y Meta Platforms, con ajustes superiores al 40%. Los papeles de la empresa de comercio en línea Amazon pierden 33,53% este año, mientras que los del fabricante de autos eléctricos Tesla caen 31,45%. Ambas han perdido 563.572 millones de dólares y 310.832 millones, respectivamente, en su capitalización bursátil.

El éxito de este selecto núcleo ha servido en el pasado para encubrir la declinación empresaria. En el mercado proliferaban empresas cuya valoración accionaria no se compadecía con la economía real. Parte de ellas -se calcula al menos un 20%- revestían la categoría de empresas zombis cuyos resultados ni siquiera alcanzaban a cubrir los vencimientos de su deuda, que debían ser refinanciados. Pero importa señalar que la crisis fue haciendo su trabajo implacable de topo y ha empezado a impactar también en esas empresas líderes. La sobreproducción y sobreacumulación de capitales ha ido acompañada de una caída de la tasa de ganancia de tal magnitud que ha arrastrado a las estrellas del mercado.

La tensión entre estas corporaciones viene creciendo. El CEO de Apple salió a denunciar a Facebook por haberle facilitado a Trump el uso de su red para impulsar su prédica y violentar la privacidad de sus clientes. Un artículo de The Economist analiza lo que hay detrás de estos choques entre gigantes, sugiriendo que su motivación sería no tanto cuidar los derechos de los usuarios sino una disputa por el control del mercado. Este es el caso de la disputa entre las dos empresas que dominan Asia, Alibaba y Tencent, pero es aun más evidente en el caso de los cinco gigantes occidentales Alphabet (Google), Apple, Microsoft, Amazon y Facebook, cuyo valor de mercado es de 7,6 billones de dólares y son los principales pilares de la euforia especulativa. El problema es que el 40% de los negocios de estas empresas se realizan en competencia directa con los otros gigantes, el doble que en 2015.

La tendencia que progresa es la de “ganar en actividades dominadas por los competidores. Amazon crece en publicidad online, que era el dominio de Facebook y de Alphabet (80% de sus ventas); Microsoft y Alphabet aumentan su participación en servicios en la nube, que era exclusiva de Amazon, con la que, a su vez, Walmart, la mayor empresa de distribución del mundo, comienza a competir en ventas online. Mientras tanto, Microsoft ha estado tratando de comprar dos redes sociales, Tik Tok (compartir videos) y Pinterest (fotos), y Huawei quiere crear un nuevo sistema operativo para no depender de Google”6Louça, F. (14/3/2021). Las empresas de tecnología se quitan los guantes. Cambio político. https://cambiopolitico.com/las-empresas-de-tecnologia-se-quitan-los-guantes/154156/

Hay dos razones para estas estrategias agresivas. “La primera es el hambre de ganancias, cuando los resultados operativos disminuyen pero las capitalizaciones bursátiles se disparan: los resultados de Alphabet se han reducido en 13 puntos porcentuales en diez años, los de Apple en 10 puntos porcentuales desde su pico en 2012. La segunda razón es la competencia: en muchos de estos negocios, la segunda y la tercera empresa se están poniendo al día con la primera, y un oligopolio es una guerra permanente”7Ibid..

Choques y divisiones 

La decisión de aumentar la tasa de interés frente a la inflación ha abierto una deliberación en los círculos de poder mundiales. La posición mayoritaria en EEUU es la de promover un ascenso de la tasa de referencia y la Reserva Federal se ha puesto a la cabeza en este sentido, aunque la consecuencia de esto sea una mayor recesión y la apertura de otros flancos de crisis. 

La Unión Europea es reticente a seguir los pasos de EEUU. Si bien el BCE ha cedido a las presiones globales y ha empezado a implementar una suba de su tasa de interés, lo cual, impacta sobre los presupuestos públicos, al aumentar las erogaciones que se deben destinar a pagar los servicios de la deuda pública. Esa suba, es inferior al reajuste hecho por EEUU pero lo más importante, es que la UE ha debido volver sobre sus decisión original de suprimir la compra de activos y flexibilizar la medida ante la disparada de las primas de riesgo- y el estallido de una crisis- de las deudas soberanas de los países del sur de Europa, que son miembros más vulnerables económicamente de la UE (España, Portugal, Grecia e Italia). 

El Consejo de Gobierno del BCE ha dado luz verde a reinvertir los vencimientos de deuda del extinto programa para combatir la pandemia (PEPP, en sus siglas en inglés). Es decir, que esa cartera, que asciende a 1,7 billones de euros, se podrá destinar sobre todo a los países que más acusen los ataques de los mercados, y, en una segunda fase, se pondrá en marcha un nuevo mecanismo anticrisis, de modo de atajar una “fragmentación” de los mercados de deuda.

Sin embargo, la situación en el seno de la UE dista de ser un lecho de rosas. Persisten fuertes diferencias entre sus miembros, entre las cuales, figuran las resistencias y los recelos de las naciones más sólidas, empezando por Alemania, para bancar a las más rezagadas.

Pero más allá de las tensiones internas, la tensión mayor es la que enfrenta a la UE, como un todo, con EEUU. El aumento de la tasa de interés norteamericano no solo apunta al frente interno sino que tiene como función atraer capitales del resto del mundo hacia el mercado norteamericano. El fortalecimiento del dólar va de la mano de una cadena de devaluaciones de las otras monedas del mundo, empezando por el euro. Estamos frente a una guerra financiera y monetaria que tiende a acentuarse. 

Comentarios finales

Se ha hecho hincapié en el freno y la amenaza que representa para la economía mundial el aumento de la tasa de interés. Esto encubre más de lo que explica. Puesto que lo que está en la base es el impasse capitalista y la declinación de los niveles de rentabilidad. De lo contrario, con tasa de beneficios razonables, las empresas estarían en condiciones de desarrollar su actividad, expandir sus negocios y pagar sus compromisos, incluyendo sus deudas. En cambio, ahora asistimos a trabas y a un freno creciente en el proceso de acumulación que ha sido neutralizado en parte con un creciente endeudamiento pero que se ha vuelto imposible de sostener. Está a la vista que el obstáculo no son las tasas de interés. Recordemos que el hecho de que hayan llegado a cero no permitió que la economía despegara; y tampoco es el obstáculo ahora pues tomando los actuales niveles de inflación las tasas de interés son fuertemente negativas. Que tasas con signo negativo comprometan la economía mundial hablan de su crisis y fragilidad. Las restricciones monetarias que se están disponiendo, por otra parte, tropiezan y se vuelven impotentes frente a la inmensidad del capital ficticio que está en circulación y que asciende a varias veces el PBI del planeta.

La decisión de aumentar la tasa de interés acelerará las tendencias recesivas, con su secuela de bancarrotas, cierres y despidos, pero difícilmente logre contrarrestar la disparada inflacionaria.

El aumento de los costos de los préstamos, la inflación y la deuda avivan el temor a un colapso económico en una decena de países emergentes, entre ellos Argentina.

La inflación no tiene su origen en una demanda excesiva y menos aun en un aumento de los salarios. Las ventas reales minoristas (es decir, después de tener en cuenta la inflación) se mantienen estancadas. Los salarios no están a la altura de las tasas de inflación en todas las principales economías, más aun está perdiendo notoriamente poder adquisitivo. Incluso el mercado laboral, considerado fuerte en los EEUU, se está debilitando. Las solicitudes de beneficios por desempleo ya están en aumento.

La inflación proviene de una restricción de la oferta. Mucho antes de que se desataran la guerra y la pandemia, ya asistíamos, como señalamos más arriba, a una huelga de inversiones, asociada a un descenso del lucro. La baja de la producción es una reacción de los capitalistas al hecho de que se fueron estrechando las oportunidades de una explotación redituable8Heller, P. (2/2022). Inflación mundial y su impacto en la crisis capitalista. En defensa del Marxismo. https://revistaedm.com/edm/58/inflacion-mundial-y-su-impacto-en-la-crisis-capitalista/. La guerra potencia esta tendencia al horadar la producción de bienes, romper el abastecimiento y afectar los precios de los combustibles, fertilizantes y de las materias primas que terminan provocando un aumento de los costos industriales, por un lado, y severas restricciones del consumo, por el otro. La tendencia a la restricción de la oferta no excluye sino que incluso alienta la remarcación de precios en la medida en que el mercado se torna cada vez más concentrado. En lugar de aumentar la producción, lo más lucrativo es aumentar los precios. “Aunque la evidencia empírica es incompleta y se requieren datos más recientes de los márgenes de beneficio de las empresas para extraer conclusiones de lo ocurrido tras la pandemia, no se debe descartar de antemano la potencial relevancia del incremento de concentración en algunos sectores industriales, con el consiguiente aumento de poder de mercado y de fijación de precios, como candidato a contribuir a la inflación”9Martínez-Zarzozo, I. (17/07/2022). Beneficios empresariales e inflación. El País. https://elpais.com/economia/negocios/2022-07-17/beneficios-empresariales-e-inflacion.html#:~:text=Resumiendo%2C%20aunque%20la%20evidencia%20emp%C3%ADrica,en%20algunos%20sectores%20industriales%2C%20con

Resumiendo, el aumento de la tasa de interés es una reacción frente a la crisis capitalista y no a la inversa. La crisis en curso es un resultado de las contradicciones insalvables e irreprimibles del capitalismo que se han ido acumulando y que no encuentran una resolución. Este nuevo giro en la política monetaria abre aristas explosivas y no debemos descartar que los gobiernos deban dar marcha atrás, aunque probablemente sea tarde para reparar los daños.

La guerra representa un salto de la crisis capitalista mundial que expone a la humanidad a penurias inauditas y catástrofes alimentarias, energéticas, étnicas, migratorias y humanitarias e incluso pone en peligro la continuidad de su existencia. Dramáticamente queda expuesta la divergencia entre el interés colectivo y el interés particular del capital, gobernado por el lucro. El escenario actual pone en tela de juicio las bases económicas, sociales y políticas del régimen vigente y coloca a la orden del día la necesidad de una salida de los trabajadores en cada país y en el mundo entero.  Plantea la actualidad y la vigencia de la lucha estratégica por el gobierno de trabajadores y por el socialismo.

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