El gobierno del frente popular de Lula no solamente tiene a su cargo la comandancia militar de las fuerzas de ocupación en Haití.
Además encabeza allí, por medio del PT, el armado de una “salida política” -lo que en la jerga del imperialismo ha pasado a conocerse como “nation building”, o sea la creación de un Estado ‘nacional’ a partir de las potencias ocupantes-. En la historia de América Latina, la creación de Panamá, por parte del imperialismo yanqui, o la ‘reconstrucción’ de Paraguay, por parte del imperialismo británico y el auxilio de la oligarquía argentina y los esclavistas brasileños, en 1870, luego de la Guerra de la Triple Alianza, demuestran que no son antecedentes los que faltan. En cierto modo, la mayor parte de los estados latinoamericanos fueron paridos por una suerte de “nation building” desde el exterior.
Para armar esta “salida”, diversos dirigentes del PT -entre ellos, Marco Aurelio García, José Genoino y Paulo Ferreira- han realizado numerosos viajes a Haití. Según una reciente publicación (Brasil do Fato, 8/12/04), están “articulando” la formación de un “partido de izquierda unificado (…) que tenga chances de vencer en las elecciones”, que el mandato de la ONU ha fijado para finales de 2005. Los grupos haitianos que participarían de esta “articulación” integran el Foro de San Pablo (FSP), el colectivo de partidos de izquierda de América Latina, en el cual participa también el Partido Comunista de Cuba. En la dirección de ese Foro, el llamado “Grupo de Trabajo”, revistan, además del PT, los partidos de izquierda cuyos gobiernos han enviado tropas a Haití, como el PS de Chile y el Frente Amplio de Uruguay. El ‘partido unificado’ de los haitianos del FSP, que pretende montar el PT, sería una criatura ‘izquierdista’ de la ocupación, o sea un partido de cipayos.
El izquierdismo latinoamericano se ha convertido en un instrumento de represión contra el pueblo haitiano y de pisoteo de su autodeterminación nacional en beneficio de la dominación continental del imperialismo.
La ‘reaparición’ del Foro de San Pablo en Haití es harto interesante, porque en sus casi quince años de vida no pudo representar otra cosa que una sala de conferencias que dividía sus menesteres en talleres de ‘reflexión’; ahora que pretende intervenir como fuerza efectiva, lo hace para emprender el rescate artificial de un Estado que funcione como una superestructura montada desde afuera, luego del fracaso de las tentativas similares que emprendió el imperialismo desde la caída de la dictadura de Duvalier en los ‘70.
En el Foro revistaban dos partidos haitianos: el Lavalas, de Aristide, y Pueblo en Lucha, de Gerard Pierre Charles, una escisión del Lavalas. La crisis haitiana puso a esos partidos en trincheras opuestas: Pueblo en Lucha participó activamente en la agitación que acabó con la expulsión de Aristide, en febrero pasado, en una operación montada por Colin Powell, el secretario de Estado de Bush. En esta crisis, el Foro de San Pablo tomó rápidamente partido por la oposición. Su Grupo de Trabajo denunció que “la crisis política que vive la nación haitiana surge del flagrante desconocimiento de las instituciones democráticas por parte del gobierno de Jean Bertrand Aristide y de la constante violación de los derechos humanos que practicó en los últimos años” (Resolución sobre Haití, 17/2/04). La invocación de la ‘democracia’ para apoyar el golpe de Estado y la invasión de tropas norteamericanas y francesas decidida unilateralmente en Washington y París, proviene de las mismas organizaciones que, en otro febrero, pero de 1992, apoyaron al gobierno venezolano del criminal Andrés Pérez contra lo que caracterizaron como un “golpe de Estado”: la insurrección popular que encabezara el entonces coronel Hugo Chávez Farías. Precisamente por su carácter intervencionista y golpista los países del Caricom (Caribe) y Venezuela rechazan la intervención de la ONU y aun hoy se oponen al envío de tropas a Haití. El ahora general Chávez acaba de reclamar, en la conferencia de presidentes de América Latina, en Río de Janeiro, el retiro de las tropas de ocupación y la convocatoria en Haití de una Asamblea Constituyente. La revolución nacional es lo contrario del “nation building”.
¿Cuál es el contexto político interno en el que deberá operar el “nation building” de Lula y Marco Aurelio García (éste acaba de obtener un reconocimiento por su rol en el desmontaje de la insurrección boliviana, el 17 de octubre de 2003)?
Las cárceles haitianas se encuentran colmadas de partidarios de Aristide. La mayoría de los presos no tienen proceso: en la Penitenciaría Nacional de Puerto Príncipe, sólo se hallan procesados 21 de los 700 detenidos. El 1 de diciembre, en esa prisión, durante la visita de Powell, la policía masacró a “docenas de detenidos” (The Observer, 19/12/04)7 Ni la ONU, ni el gobierno de Brasil, ni el PT ni el Foro de San Pablo han dicho una palabra para condenar esta masacre de prisioneros desarmados.
Desde septiembre, más de 600 partidarios de Aristide fueron asesinados (ZNet, Canadá, 7/12/04); las manifestaciones desarmadas son reprimidas a balazos. La ONU designó como comisionado para la “reconstrucción de la policía” en Haití al norteamericano David Beer, que antes de llegar a Puerto Príncipe se desempeñaba en Irak como “asistente de la lucha contra la insurgencia” (ídem). Bajo su supervisión, se ha montado un operativo que la publicación canadiense define como “el exterminio de los partidarios de Aristide” (ídem).
Las tropas brasileñas, argentinas, chilenas y uruguayas participan activamente en la represión: a principios de diciembre, tropas de la ONU atacaron por aire, mar y tierra con el respaldo de blindados, el barrio de Cité-Soleil, uno de los bastiones de la resistencia al actual gobierno.
Estas son las condiciones políticas en las que opera el “nation building” del PT brasileño y del Foro de San Pablo.
El Partido Obrero rompió hace diez años todo vínculo con el Foro de San Pablo, luego que la conferencia anual realizada en Montevideo rechazara la moción del PO de expulsar al Movimiento Bolivia Libre (MBL), por su participación gubernamental en la represión a una huelga general en el Altiplano. La ruptura del Partido Obrero anticipó que el Foro de San Pablo evolucionaría de la charlatanería de café a la implementación práctica de las políticas del imperialismo desde posiciones gubernamentales.