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La experiencia del nuevo gobierno “progresista” de la India


India ha sido presentada en los últimos años como un ejemplo de desarrollo económico y social El gobierno estaba en manos de una coalición mayoritaria de centroderecha, constituida en torno al Partido del Pueblo Indio (BJP), una formación histórica que une en su naturaleza al fundamentalismo indio y al fascismo y que, por ello, fue utilizada por el imperialismo inglés contra el movimiento nacional en los años ’30 y ’40. Esto llevó a que los indo-fascistas fueran marginados de la vida política india durante largas décadas. Pero el progresivo fracaso de ¡a política del partido histórico de la “burguesía nacional” y de la independencia neocolonial, el Partido del Congreso, con sus consiguientes crisis y divisiones, ha permitido a esta formación reaccionaria reforzarse fuertemente en la últimas dos décadas y convertirse, hasta cierto punto, electoralmente hablando, en el primer partido indio, llevando a fuerzas menores de centroderecha y partidos de base “regional” o étnica a coaligarse con él. La propaganda del BJP ha combinado la acción racista más criminal contra la población islámica de la India, con verdaderos pogroms que han causado decenas de miles de víctimas; una demagogia populista hacia la población pobre, sobre todo aquella perteneciente a las castas “superiores” según los criterios de la reaccionaria religión india; y una “suranchére” nacionalista. En su realidad operativa, el gobierno de coalición de centroderecha, y el BJP dentro de éste (vistiendo una máscara de “moderación"), desarrolló una política neoliberal de privatizaciones y creciente apertura a los capitales extranjeros. Más allá de la evolución de los indicadores económicos, han sido las masas populares las que han pagado el costo de tal política. Ello ha llevado, para la sorpresa de muchos observadores y comentaristas internacionales, a un desplazamiento de votos hacia la izquierda que ha otorgado nuevamente ¡a mayoría relativa al Partido del Congreso, quien ha vuelto al gobierno después de ocho años encabezando una coalición de centroizquierda que goza del apoyo externo de los dos partidos “comunistas ” importantes: el Partido Comunista Indio y el Partido Comunista (Marxista).

 


Algunas fuerzas y corrientes reformistas de origen neoestalinista, en varios países del mundo, se refieren a la experiencia india buscando presentarla como una “alternativa” a la política de coalición gubernamental abierta con los partidos de la burguesía. En realidad, la experiencia de la India muestra justamente la verdadera naturaleza burguesa, antiobrera y antipopular de cualquier política de colaboración de clase con la burguesía, sea llevada adelante como coalición abierta, formalmente “parcial” (apoyo externo) o encubierta (gobierno de izquierda). Además, confirma nuevamente la naturaleza reaccionaria del estalinismo, tanto del pasado como de sus residuos actuales.


 


¿Los PC de la India son una alternativa?




La división del movimiento stalinista en dos partidos comunistas deriva de la escisión del Partido Comunista indio en 1964. El origen de esta ruptura se encuentra en el conflicto por cuestiones limítrofes que enfrentó a India y China a principios de la década del ‘60. Frente a ese conflicto, la mayoría del partido tomó una posición de apoyo a su burguesía, bajo indicación de la burocracia de la URSS, que rompía en ese entonces con la china. Una gran minoría del partido, ligada a esta última, se opuso al chovinismo abierto de la mayoría y rompió con ella, constituyendo el Partido Comunista (Mar-xista). El vínculo con la burocracia del PC chino terminó rápidamente cuando, en el período de la llamada “revolución cultural”, ésta eligió apoyar a sectores minoritarios que sostenían la perspectiva de una guerra de guerrillas de base campesina, y que fueron expulsados en 1968.

Desde entonces, el PC(M) es un partido estalinista independiente de las diversas burocracias dominantes; Sitien surgió a partir de una expulsión, gracias a sus posiciones, menos oportunistas el PC(M) contó desde el principio con un apoyo popular y electoral levemente superior al del PCI (ambos suman en promedio algo menos de un 10%).

 


A pesar del carácter “progresivo” de la escisión del PC(M), su estrategia nunca trascendió el reformismo estalinista y, es más, con el tiempo fue desplazándose cada vez más hacia la derecha. Para mostrar la naturaleza de la política de los dos partidos estalinistas basta recordar que ya en los años ‘60, mientras el PCI participaba orgánicamente de la mayoría de gobierno comandada por el Partido del Congreso, el PC(M) prestaba a dicho gobierno una especie de “apoyo externo”.




El terreno en el cual el reformismo de los dos PC indios se ha demostrado más claramente es el del gobierno de los estados (provincias). El “comunismo” estalinista indio ha tenido tradicionalmente una fuerza muy heterogénea, concentrándose principalmente en los estados de Kerala, en el sudoeste, y de Bengala Occidental (cuya capital es Calcuta), en el noreste. Desde fines de los años ‘50 hubo un gobierno directo del PC (Kerala) y desde fines de los ’60, aun con algunas interrupciones, los dos estados han sido dirigidos por coaliciones de izquierda dominadas por los dos partidos “comunistas” (en Kerala hay un equilibrio entre ambos, aunque con una fuerza mayor del PCI desde los ’70; mientras que en Bengala domina el PC[M]). La relevancia de un rol de gobierno en uno de los estados de la Unión India resalta teniendo en cuenta el carácter plenamente federal de esta nación, debido al cual cobra un valor fundamental la legislación estatadual…




El ejemplo más importare es el de Bengala, un estado con cercare 55 millones de habitantes. En 1967 ganó las elecciones el Frente Unido, una coalición de izquierda que tenía por fuerza principal al PC(M) y abarcaba al PCI y a varias organizaciones menores. Luego de un intervalo tras una derrota electoral en 1972, la izquierda volvió al poder a fines de los ’70 como Frente de Izquierda y desde entonces ha gobernado Bengala ininterrumpidamente. El balance de varias décadas del más izquierdista de los dos gobiernos estatales dirigidos por los PC indios es claro.




En el terreno de las relaciones sociales, respecto del sector industrial, el gobierno de Bengala se ha limitado a un apoyo (leyes y financiamiento) del “capital nacional”. No ha habido ningún cambio sustancial en lo que respecta a los derechos y condiciones de la clase obrera.




En cuanto a la reforma agraria, el PC(M) no se ha colocado en el campo de una revolución agraria ni tampoco en el de una reforma burguesa radical, como se proponía, por ejemplo, el Chile de Allende con el acuerdo de la propia Democracia Cristiana, que preveía la expropiación -con indemnización- de todas las propiedades mayores a cien hectáreas (mientras que las organizaciones campesinas reclamaban la de todas las propiedades de más de 30 hectáreas).




En Bengala, el camino de una reforma burguesa moderada había sido trazado por el Partido del Congreso en los años cincuenta: la adquisición progresiva de la tierra durante un largo período. El resultado es que hasta el día de hoy relaciones sociales semifeudales subsisten en casi la mitad de las tierras cultivables, junto a latifundios, explotación salvaje de los obreros agrícolas a través de intermediarios, y estructuras difusas de aparcería que, a pesar de un amplio movimiento de aparceros, el PC (M) se ha negado a modificar para no “aislarse de las clases medias” (¡sic!).


 


También es significativa la evolución negativa del proceso de expropiación.




Mientras el 44% de las tierras expropiadas fue adquirido durante los cinco años del gobierno del Frente Unido entre 1967/1972 y el 26% en los quince años precedentes, bajo el gobierno del Partido del Congreso, en los últimos veinte años ese valor corresponde a cerca del 12% del total (el resto fue expropiado por gobiernos de distinta matriz política). Sin financiamiento estatal, cargado dé deudas y en manos de usureros -muchos de los cuales son ex propietarios que se han reciclado gracias a los resarcimientos obtenidos-, el campesino bengalí, aun aquel de las tierras expropiadas, continúa viviendo en la miseria. Más grande aún es la que padecen los semiproletarios de las grandes barriadas pobres de Calcuta y el resto de las ciudades, como es de público conocimiento. Unos pocos subsidios “selectivos”, en vez de una política general de trabajo y saneamiento, no han modificado en absoluto la situación. Mientras tanto, capitalistas -“nacionales” o no-, latifundistas y usureros continúan viviendo en el bienestar. Esas enormes diferencias sociales y de riqueza que marcan vergonzosamente la realidad india valen también para el caso de Bengala.




Este es el balance real de la política de los “comunistas” indios, incluidos los de la izquierda del PC(M).


 


El apoyo externo al nuevo gobierno




Como se ha dicho, las elecciones del pasado marzo expulsaron del gobierno a la coalición de derecha encabezada por el BJP. La política neoliberal de éste, más allá de los mitos sobre el “milagro indio”, ha empujado a las masas populares a votar por el Partido del Congreso y los dos partidos comunistas. Se creó así la posibilidad de un gobierno de coalición “progresista” -que, como hemos señalado, no es una novedad-, sin que la estructura social “capitalista primitiva” de la India haya registrado cambio significativo alguno.

Probablemente el PCI habría deseado entrar en el gobierno, pero la posición del PC(M) ha llevado a ambos a una política de apoyo externo.




Inicialmente, la reacción del capital financiero internacional e indio fue de preocupada sorpresa, lo que llevó a una caída de la Bolsa de Mumbay; pero pronto volvió a la completa calma (con el consecuente repunte bursátil). El propio caso Sonia Gandhi (es decir, la fallida asunción del cargo de primer ministro por parte de la líder del Partido del Congreso) se enmarca en este cuadro. En efecto, si bien el principal motivo fue no dar pretextos al BJP en cuanto al origen extranjero (italiano) de la Gandhi, otro elemento fue el de la plena garantía a los mercados financieros con relación a la estabilidad y “competencia” de la nueva tropa gubernamental.




De hecho, el nuevo primer ministro indio es Manmohan Singh, y el nuevo ministro de Economía, Palaniappann Chidambaram. Ambos son-conocidos como “los padres de las liberalizaciones indias”, a raíz de la política neoliberal y de apertura al capital financiero internacional que llevaron adelante como ministros de Economía en los gobiernos del Partido del Congreso de 1991 a 1996.




Algún iluso podría pensar que el hecho de que el BJP haya sido derrotado precisamente por haber llevado a cabo una política neoliberal habría de moderar a los dos líderes del nuevo gobierno. Obviamente, no fue así. Chindambaran manifestó inmediatamente que su objetivo es “crear un ambiente favorable a las inversiones en India”. En consecuencia, está aprobando leyes que modifican los límites legales para la inversión extranjera (del 49% al 74% en el caso de las telecomunicaciones, del 40% al 49% en la aviación civil, del 26% al 49% en los seguros).




Se podría también haber esperado ingenuamente, luego de la demagogia belicista del BJP, que al menos en lo que respecta a la guerra el triunfo del partido del “Mahatma” Gandhi, apoyado por los comunistas, diese lugar a una reversión parcial de tendencia. Lo cierto es que el nuevo presupuesto prevé un aumento de los gastos militares del 17,29%.




Y los “comunistas” estalinistas indios de todos los pelajes están soportando -según los diarios, frente a una base desorientada- todo esto, preparando tal vez el terreno para una ulterior revancha de la derecha en las próximas elecciones, como cómplices voluntarios de una política antipopular y una alternancia reaccionaria.




Por lo tanto, todo demuestra que la alternativa del “apoyo externo” a un gobierno burgués respecto del ingreso abierto al mismo, no constituya las que una forma análoga de colaboración de clase, y que sólo la independencia total y una política de oposición, reivindicada siempre por el marxismo, puede defender los intereses de la clase trabajadora y la perspectiva del socialismo. Si fuese necesario, incluso la experiencia de la India serviría para confirmarlo.


 

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