Partido de la Izquierda Europea


Flanco izquierdo de la burguesía


El pasado 29/30 de octubre se realizó en Atenas el primer congreso del “Partido de la Izquierda Europea” (PIE).


Esta federación internacional de partidos se había constituido en mayo de 2004 en Roma. El motor impulsor de la iniciativa fue el Partido de la Refundación Comunista, la organización italiana cuyo secretario, Fausto Bertinotti, es el presidente del nuevo Partido de la Izquierda Europea. Alrededor de él se han agrupado una serie de fuerzas que provienen, esencialmente, de la crisis del stalinismo internacional: el Partido Comunista francés, el Partido Comunista español, el Sinaspismos griego, y segundo en importancia detrás del PRC italiano, el Partido de la Democracia Social (PDS) alemán, al que se ha sumado, recientemente, el sector izquierdo de la socialdemocracia, liderado por el ex ministro Oskar Lafontaine, dando vida al nuevo Partido de Izquierda (Die Linke), que obtuvo un buen resultado en las elecciones alemanas pasadas. Alrededor de ellos, hay varios partidos menores, tanto de Europa occidental como de los ex Estados obreros deformados (pero ninguno de Rusia). Recientemente, se agregaron también dos partidos provenientes de la “extrema Izquierda” portugués, una estructura federal que incluye principalmente a los “pablistas” y ex maoístas locales; y “Respect”, el frente popular constituido en Inglaterra por el Partido Socialista de los Trabajadores (SWP) con sectores pequeñoburgueses y burgueses musulmanes, y que tiene como representante al demagogo católico de izquierda George Galloway.


El PIE es un producto del colapso del stalinismo. En Italia, el viejo Partido Comunista (PCI), expresión de una situación particular, con raíces profundas en la sociedad burguesa, se había transformado en Partido Democrático de la Izquierda (PDS; luego, Democráticos de Izquierda, DS) después de 1989, concluyendo así su conversión, luego de un largo período de transformación política y social, en un partido burgués, con características peculiares, ya que contiene en su interior una corriente socialdemócrata. En ese marco, la parte más radical de la izquierda del PCI fundó el PRC, donde confluyeron las principales fuerzas de la extrema izquierda. En Francia y España, los dos partidos comunistas locales perdían su espacio político de modo significativo, abandonando el papel que habían jugado en la fase precedente. No es casualidad que los tres partidos mencionados hayan compartido la experiencia del llamado “eurocomunismo”, es decir del intento fracasado de constituir una corriente intermedia entre la socialdemocracia clásica y el stalinismo, sin romper completamente los vínculos con la burocracia del Kremlin.


 


En una situación histórica diferente, las fuerzas del PIE vuelven a proponer algo parecido al intento eurocomunista (con el heredero reformado del viejo partido de la burocracia stalinista de Alemania del Este): quieren representar un reformismo esencialmente social demócrata j unto con la reivindicación de un “movimiento comunista refundado”. Pero estando ausente la referencia social como la que una vez tuvo la burocracia rusa, el aspecto dominante es el primero.La escisión reciente con la SPD alemana por parte de Oskar Lafontaine y la formación por parte de sectores de la izquierda de ese partido del WASG, después fusionada con la PDS en el Partido de Izquierda, da la pauta de la naturaleza de la nueva formación.


 


Este reagrupamiento de tipo socialdemócrata tiene como referencia política central al Partido de la Refundación Comunista (PRC), de Fausto Bertinotti. El PRC no estuvo nunca formalmente dentro del gobierno de “centroizquierda”, pero sostuvo, entre 1996 y 1998, la mayoría parlamentaria de aquel gobierno liderado por Romano Prodi. Pero hoy participa plenamente en la coalición burguesa de centroizquierda, liderada de nuevo por Prodi, que lleva el nombre de “Unión”. Esta se perfila como la probable ganadora de las próximas elecciones de 2006. De ese modo, el PRC entraría a formar parte del gobierno. El PCF, en Francia, ya participó con ministros propios en los gobiernos recientes de la “izquierda plural”. Pero el PRC logra todavía combinar un extremismo formal (fue el PRC que desarrolló una batalla para que todo el PIE asumiera posiciones contra el tratado constitucional, haciendo, por ejemplo, cambiar de posición al PDS alemán, inicialmente a favor de la constitución europea), con una alianza con las fuerzas burguesas y centristas liberales y clericales. Es un punto de referencia para lo que se perfila como una nueva socialdemocracia demagógica y moderada, que al mismo tiempo se presenta como izquierdista, en un juego de péndulo centro-izquierda/centro-derecha que es el funcional, pero contradictorio, al cuadro del régimen capitalista europeo.


 


El documento programático que se votó en el congreso refleja bien la naturaleza del PIE. Es un texto donde se ve claramente una perspectiva puramente pacifista y reformista, en donde el socialismo no existe, ni siquiera como horizonte lejano al cual llegar después de mucho tiempo. Pero el corazón del documento está en su capítulo final, que se titula “Construir las alianzas”. En él se afirma: “Nuestra tarea es contribuir al nacimiento de una mayoría popular, de izquierda y social, que es y debe ser más amplia que nosotros: con otros partidos políticos, con el Foro Social europeo y los movimientos sociales, con las feministas, los sindicatos, las asociaciones populares, etc. Una mayoría popular crecerá con alianzas y convergencias entre todos los que quieren construir otra Europa”. Es decir, un nuevo “Frente Popular” con el cual arrastrar a la clase obrera y a los movimientos populares a los brazos de la burguesía.


 


La alternativa a una Europa del capital y a sus crisis no llegará ciertamente de esta nueva fuerza política neosocialdemócrata, reformista y movimientista pequeñoburguesa, sino que llegará al viejo continente gracias a la Internacional revolucionaria del proletariado, la IV Internacional refundada.


 

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