Con una muy pequeña diferencia de votos, el socialdemócrata Tarja Halonen ganó las elecciones presidenciales en Finlandia en la segunda vuelta y venció al candidato derechista. Este es el segundo período de seis años en el cual el pueblo vota por Halonen. En total, la dinastía socialdemócrata lleva 30 años en la presidencia.
De todos modos, no había diferencias entre los dos candidatos. La única cuestión era quién hacía el trabajo sucio. En los últimos 25 años, el poder presidencial ha disminuido. Hoy en día, el Presidente sólo puede decidir sobre los asuntos exteriores que no están relacionados con la Unión Europea. El Presidente sólo puede tomar estas decisiones con el consenso del gobierno, el cual es dirigido por un primer ministro del centro.
En la retórica de los principales candidatos, Halonen fue el único que no ha sido un abierto partidario pro Otan (con la excepción del candidato de la extrema derecha). Una gran parte de los capitalistas que consideraban a los socialdemócratas como un importante factor de equilibrio, han cambiado de opinión y apoyaron al candidato de la derecha, Niinistó. Además, una gran parte del ala derecha de la socialdemocracia no estuvo a favor de su propio candidato. En la segunda vuelta de las elecciones, todos los partidos burgueses y especialmente el derechista Kokoomus, junto con el centrista Keskusta, apoyaron a Niinistó.
La política exterior finlandesa siempre ha seguido a los alemanes, con la única excepción de los asuntos referidos a la vecina Rusia. Ahora, después que Merkel fue electa en Alemania y luego de la ruptura del eje Alemania-Francia en el referéndum de la pasada primavera, las élites nacionales comenzaron a revisar las relaciones transatlánticas. Halonen también mantiene abierta la puerta a la Otan. Solamente la obstinada perseverancia del pueblo, que no quiso arriesgarse a la solución de la Otan, fue lo que evitó la elección del derechista Niinistó.
La posición del primer ministro de centro, Vanhanen, pende de un hilo: corre el riesgo de no ser reelecto en la dirección de su propio partido, lo cual pondrá en una posición inestable a todo el gobierno.
La Alianza de Izquierda decidió no participar en las elecciones con sus propios candidatos, sino que votó a favor de Halonen. La Alianza de Izquierda es la parte más derechista y más fuerte de los herederos intelectuales del stalinismo, que fue en sus tiempos el más fuerte de toda Escandinavia. La falta de una dirección obrera fue también obvia en el caso del Partido Comunista de Finlandia (los verdaderos herederos del stalinismo), dado que ellos no participaron ni tampoco expresaron ninguna opinión acerca de cómo deberían votar sus miembros. Sólo en la segunda vuelta el Partido Comunista dijo a la clase obrera: “No voten a la derecha”.
El comportamiento absolutamente sectario del Partido Comunista encontró una perfecta relación en la declaración de la Unión Comunista, otro heredero del stalinismo. Esta gente votó por la extrema derecha debido a su postura contra la Unión Europea y la Otan.
Nuestra organización no pudo reunir las 20.000 firmas que exigía la ley electoral. Así, decidimos votar en blanco en la primera vuelta. En la segunda vuelta llamamos a un voto crítico a favor de Halonen contra el candidato burgués de la clase dominante.
La falta de una alternativa de izquierda fue visible para todo observador atento de la campaña electoral. Los únicos comentarios anti Otan provinieron del partido ultraderechista. Los temas esenciales como de racismo, el militarismo, las contradicciones entre trabajo y capital, no fueron planteados en absoluto.
Están dadas las condiciones para una política revolucionaria.