La Amazonia Legal brasileña equivale al 59% del territorio nacional y al 66% de la cuenca amazónica. La vegetación previa a la deforestación (1970) estaba compuesta por 4.200.000 km2 de selva y 800.000 km2 de un bosque más bajo y adaptado a condiciones de sequía. En 2000, casi el 15% del bosque había desaparecido (551.000 km2). Hoy la deforestación avanza a 19.000 km2 por año.
La construcción de carreteras abrió la Amazonia a la explotación indiscriminada de los recursos naturales: madera, minerales, energía hidroeléctrica, combustible, ganadería, soja. En 20 años, la producción maderera amazónica -en manos de multinacionales como Nevada Manhattan, Janus Internacional, Kiani- pasó de cubrir del 14 al 85% del total. La explotación de bauxita (para producir aluminio), hierro, oro y otros minerales también produjo una feroz degradación ambiental, contaminación y sedimentación de las aguas. La minería consume mucha energía, que se obtiene del carbón vegetal y construyendo grandes represas hidroeléctricas (ver recuadro).
Una vez que los madereros talan la selva, las tierras son ocupadas por terratenientes para convertirlas en campos de soja o pastoreo. Los incendios intencionales liquidan 80 mil km2 por año, con su consiguiente contaminación de 620 millones de toneladas de gases carbónicos. Los monocultivos industriales agrícolas y forestales a gran escala (soja y eucaliptos) provocan más deforestación, pérdida de biodiversidad, contaminación, escasez de agua e impiden la regeneración del bosque. La expulsión a sangre y fuego de los campesinos y pueblos indios es obra de los ejércitos irregulares de empresarios y terratenientes que cuentan con la vista gorda del gobierno federal. El 67% de las tierras pertenece al 4% de los propietarios, que usan como mano de obra esclava a los campesinos expulsados de sus parcelas. Trabajan en las fazendas a cambio de comida, carpas y herramientas a créditos impagables. Si intentan escapar son asesinados por los ejércitos privados. En la última década, fueron asesinados dos mil campesinos y seringueiros (extractores de savia de heveas -látex-), muchos provenientes del Nordeste o de las villas miseria de Río y San Pablo.
El factor más importante de deforestación es hoy la soja. El “rey de la soja” es Blairo Maggi, gobernador del Estado de Mato Grosso y dueño del Maggi Group, principal productora de soja a nivel mundial. Maggi, con el beneplácito del gobierno petista, y financiado por el BM y el CFI, dispone de una red de 900 agricultores obligados a venderle su producción en las condiciones que fija. En su primer año como gobernador (2003), la deforestación se duplicó (Europa Press, 9/3).