El Partido Obrero conquistó dos bancas en las elecciones realizadas el 19 de febrero en la provincia de Tucumán para elegir convencionales constituyentes. En algunos departamentos, la votación osciló entre el 10 y el 13%; con votaciones de hasta el 25% en algunas regiones. La votación del PO causó una verdadera conmoción en la provincia. La única encuesta previa que se hizo pública, adjudicaba al PO apenas un 0,5% de intención de voto. El resultado transformó al Partido Obrero en la tercera fuerza electoral de la provincia.
Un régimen de camarillas
Tucumán está gobernada por una camarilla, cuya cabeza es José Alperovich, un ex radical y ex ministro de Economía del anterior gobierno justicialista. Todos los grandes intereses capitalistas de la provincia están obteniendo enormes beneficios. Alperovich ha logrado, en dos años, una fabulosa concentración de poder. Es la cabeza de una camarilla íntimamente integrada a los grandes negocios de la obra pública, el sistema financiero, la promoción del juego, el negocio citrícola y hasta el comercio de autos usados.
Se pretende que la reforma es necesaria para enterrar la Constitución que hizo aprobar el genocida Bussi en 1990. Se trata de una patraña, porque el punto crucial de la reforma es la eliminación de la cláusula que prohíbe la reelección a todos los cargos políticos provinciales y municipales, tanto ejecutivos como legislativos. O sea, eliminar el obstáculo a la perpetuación en el poder.
Aunque el objetivo reeleccionista unió a las distintas camarillas que componen al PJ local, el mero anuncio de que los convencionales de Alperovich impulsarían la reelección indefinida de su jefe tensó la situación con las camarillas, que impulsan la reelección por única vez. Consciente de la fragilidad de su alianza con el PJ, Alperovich formó el partido Participación Cívica, como una suerte de reaseguro.
Una oposición en descomposición
El arco de partidos de la oposición patronal optó por retirarse de las elecciones. Es que los grandes grupos capitalistas apoyan a Alperovich porque están obteniendo beneficios como nunca antes. Alperovich les ofrece la continuidad de una política.
La disgregación de la oposición patronal y la cooptación de una parte de ella por el oficialismo, se repite en otras provincias, como Salta, Santa Cruz o Santiago del Estero. En todas ellas, el PO ha obtenido votaciones significativas y cargos parlamentarios provinciales y municipales, y es reconocido como una de las principales fuerzas políticas de oposición y organizador de las luchas populares en esas provincias.
El mismo proceso de concentración del poder en manos de la camarilla gobernante y de disgregación de la oposición patronal tiene lugar a escala nacional. Pero la desaparición de la oposición burguesa no significa la desaparición de las reivindicaciones populares ni, mucho menos, la voluntad de los trabajadores de movilizarse para defenderlas. De esta contradicción nace la posibilidad de que la izquierda obrera y revolucionaria de la Argentina logre desplazar a los partidos patronales para convertirse en la principal oposición -una oposición socialista- al gobierno de la burguesía nacional.
Una política obrera y socialista
La intervención del Partido Obrero en la Constituyente se empeñará en que las masas puedan contrastar el abismo que existe entre la Constituyente de la camarilla político-económica de Alperovich y las aspiraciones que animan, cotidianamente, a esas masas a la acción. Procuraremos que las reivindicaciones populares sigan apuntando al gobierno, que es quien tiene el poder efectivo del Estado.
En esa dirección, nos vamos a valer de la Constituyente como una tribuna de denuncia política y de propaganda socialista. O sea, oponiendo a la política capitalista de los representantes oficiales la posición de los socialistas sobre el régimen social y político.
Nuestra política es convertir a la Constituyente en la tribuna que permita organizar una oposición obrera y socialista de masas.
Daniel Blanco, Convencional Constituyente de Tucumán.