Argentina en la tormenta


Un programa obrero frente a la crisis


Kirchner repite todos los días que Argentina está “protegida” de la crisis mundial. Lo mismo dijeron otros en el pasado: el FMI, Cavallo y De la Rúa – y el propio Kirchner desde su guarida en Santa Cruz.

 


Pero la crisis ya ha comenzado a tener consecuencias demoledoras.




Los títulos de la deuda pública renegociada se han derrumbado y hoy se cotizan con el mismo descuento que los bonos de la deuda que entró en default. Ei derrumbe de estos títulos significa un aumento, en la misma proporción, de las tasas de interés. Los consumidores que financian su consumo a través de tarjetas de crédito serán desplumados. Lo mismo los deudores hipotecarios. Las empresas trasladarán el mayor costo del financiamiento a los precios. Las principales víctimas de la caída de los títulos públicos son los trabajadores del régimen de jubilación privada y pública: las AFJP y el Anses han metido sus aportes en los títulos públicos que se derrumbaron.




Se ha terminado el financiamiento externo, incluso el del chavismo. Venezuela suspendió sin fecha una emisión de “bonos del sur” compuesto de títulos argentinos y venezolanos.




Esto significa que el gobierno argentino deberá hacer frente a los pagos de la deuda externa con “recursos propios”: 4.000 millones de dólares en lo que falta de 2007 y el doble en 2008. El gobierno recurrirá al Banco Central y al Anses para proceder al pago de los próximos vencimientos de la deuda. Los jubilados, sin el 82% y sin movilidad, deberán apretarse el cinturón para que los especuladores internacionales puedan seguir cobrando.




La fuga de divisas y la devaluación del peso impulsan todavía más la inflación y la desvalorización de los salarios reales.




Aunque Kirchner denunció un “golpe de mercado”, terminó cediendo rápidamente ante los especuladores. El Banco Central anunció que inyectará pesos en el mercado. Como Cavallo en el 2001, los ‘nacionales y populares’ están organizando una fuga “ordenada” de capitales.




Una recesión mundial reducirá las exportaciones -la base de la “recuperación” kirchnerista. Los precios de los granos ya han comenzado a caer. Brasil, el principal socio comercial argentino, enfrenta un huracán financiero.


La caída de las exportaciones, el encarecimiento del crédito, la fuga de capitales y la inflación plantean la perspectiva de una recesión. Una consecuencia será la caída de la recaudación impositiva y, por lo tanto, del famoso “superávit fiscal”. Para seguir pagando la deuda externa y mantener los subsidios a los capitalistas, el gobierno “nacional y popular” deberá atacar todavía más a fondo a los trabajadores estatales, a los jubilados, a

la educación y a la salud públicas.




Kirchner dice que “Argentina está inmune” porque tiene 40.000 millones de reservas en el Banco Central, pero la mitad de los mismos está comprometido por las deudas del BCRA. De la Rúa tenía lo mismo en 2001.


 


Programas y política




Los trabajadores argentinos entran en un nuevo escenario. El ciclo económico que favoreció la política de Kirchner ha concluido definitivamente.

 


La burguesía tiene un programa para hacer frente a la crisis: aumentar las tarifas; “reconocer” la crisis energética y aplicar un plan contingente; renegociar con el Club de París y normalizar la deuda con los bonistas que quedaron fuera del canje de deuda; reducir el gasto público y hacerlo compatible con los ingresos fiscales (Clarín, 17/8).




El “pacto social” que reclama la candidata oficial y que ya han comenzado a negociar la UEA y la CGT tiene como objeto “minimizar los costos políticos de estas imprescindibles correcciones” (Clarín, 17/8).


 


Toda crisis plantea la cuestión esencial de quién paga la “salida”.




Frente a la política del gobierno que facilita la salida de capitales y que amenaza con la ruina a los trabajadores y clases medias, reclamamos el control de cambios, la prohibición de la salida de divisas financieras, la apertura de los libros de los bancos, el cese del pago de la deuda externa.




Frente al encarecimiento del crédito y del costo de vida, reclamamos la nacionalización de los bancos, apertura de los libros y cuentas de las grandes empresas, un salario mínimo igual a la canasta familiar, el 82% jubilatorio, la prohibición de despidos y suspensiones.




Frente a la dictadura de los parásitos financieros, que constituyen el verdadero poder cualquiera sea el partido que se encuentre en la Rosada, reivindicamos el gobierno de los que viven de su trabajo: el gobierno obrero y de los trabajadores.


 

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