Estados Unidos: La última capitulación de la United Auto Workers


La renegociación de los convenios automotrices


 


Las tres grandes automotrices norteamericanas -General Motors, Ford y Chrysler- se han presentado a las negociaciones para la renovación de los contratos colectivos con un conjunto de exigencias que plantean la liquidación de conquistas obreras históricas.


 


Reclaman la extensión a toda la industria del sistema salarial de “dos niveles”, por el cual los obreros nuevos cobrarán salarios inferiores a los ya contratados. Este sistema rige, con el consentimiento del sindicato automotriz (UAW), en la planta de Chrysler Belvidere y en las autopartistas Delphi y Visteon, donde los obreros nuevos cobran la mitad que los antiguos.


 


Reclaman que la UAW acepte la contratación de trabajadores temporarios y de empresas subcontratistas en las mismas plantas y líneas de montaje sindicalizadas. En algunas plantas de Ford y GM ya se emplean temporarios y subcontratistas, con el consentimiento de la UAW.


 


Exigen, también, el cierre de más plantas y la liquidación del “banco de empleos”, que permite a los trabajadores de plantas cerradas o con producción reducida mantener su empleo (y cobrar la totalidad del salario) durante un período determinado.


 


Con todo, su principal reclamo es sacarse de encima el seguro de salud de los empleados y jubilados que, aducen, agrega un costo adicional de 2.000 dólares a cada vehículo.


 


Pretenden transferir sus obligaciones de salud a un fondo administrado por el sindicato (llamado Veba, por su sigla en inglés). Las empresas realizarían un aporte inicial a ese fondo, que luego quedaría librado a su suerte. Ese aporte inicial rondaría entre el 50 y el 70% de las actuales obligaciones patronales (Detroit News, 13/7); es decir que transferiría entre un 30 y un 50% del costo actual de salud (y la totalidad de los aumentos posteriores) a los trabajadores. Recientemente, la UAW aceptó hacerse cargo (con un fondo de estas características) del seguro de salud de los trabajadores y jubilados de la autopartista Dana; la empresa puso como aporte inicial el 70% de sus obligaciones.


 


Las patronales declaran que todas estas concesiones son imprescindibles para competir con las empresas extranjeras, particularmente japonesas, instaladas en los Estados Unidos. En julio, por primera vez, las empresas extranjeras vendieron más autos que las norteamericanas en los propios Estados Unidos.


 


Si el sindicato y los trabajadores no aceptan estas imposiciones, las patronales amenazan con “mover la producción para el mercado norteamericano fuera de los Estados Unidos. Nadie dice ‘China’ pero todos lo tienen en mente” (The Wall Street Journal, 14/7).


 


Extorsión


 


Los malos resultados de las empresas en los últimos trimestres obedecen, en gran medida, a la financiación de los retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas que las tres empresas produjeron durante el año pasado. Hubo 81.000 retiros, “el mayor éxodo en una industria en muchas décadas” (The New York Times, 1/4).


 


La productividad de los trabajadores de las plantas de las “Tres Grandes” es similar e incluso superior a la de los trabajadores de las plantas japonesas, según el Harbour Report, el informe anual más respetado sobre la productividad en las plantas automotrices.


 


Las patronales dicen que los fondos de salud están “desfinanciados” por  114.000 millones de dólares. ¿Qué significa? Que durante años, cuando los beneficios eran altísimos, las empresas no realizaron los aportes que correspondían. Los utilizaron para comprar otras empresas automotrices, extenderse en otras ramas, recomprar sus propias acciones y pagar dividendos extraordinarios. Se han robado el dinero de los trabajadores y ahora pretenden convalidar ese robo transfiriendo el seguro de salud al sindicato.


 


Según The Wall Street Journal (14/7), las patronales están buscando que el gobierno subsidie una parte de los gastos de salud. En 1980, Chrysler recibió subsidios estatales para escapar a la quiebra; el entonces presidente Cárter puso como condición para otorgarlos que la UAW diera grandes concesiones a la empresa. ¿Será diferente ahora?


 


Delphi y Lazard


 


¿Cómo enfrenta la burocracia este chantaje? El acuerdo recientemente firmado con la autopartista Delphi da una pista. 


 


Con la excusa de que la empresa se encuentra en concurso de acreedores, aceptó una reducción del salario horario de 27 a 14,50 dólares y la continuación del sistema de “dos niveles” (con salarios todavía inferiores para los futuros contratados). También aceptó el cierre de casi todas las plantas en Estados Unidos (excepto cuatro) y la reducción del número de trabajadores sindicalizados de 18.300 a 1.600 durante la vigencia del actual contrato (hasta 2011).


 


Luego de este acuerdo, las acciones de las automotrices pegaron un salto; los especuladores llegaron a la conclusión de que “el acuerdo anticipa concesiones significativas de la UAW en las negociaciones colectivas con las ‘Tres Grandes’…” (The Wall Street Journal, 26/6).


 


Otra pista: la UAW contrató al banco de inversiones Lazard Ltd. como asesor financiero en temas relacionados con el seguro de salud. “El sindicato estaría contratando a Lazard para asesorarse sobre el establecimiento de un fondo de salud independiente”, que es el reclamo de las patronales (Detroit News, 28/7).


 


Un retroceso histórico


 


En 2005 y 2006, las automotrices norteamericanas sufrieron grandes pérdidas como consecuencia de “un reordenamiento global de la industria en los Estados Unidos y mundialmente, que ha vuelto obsoleto el modelo de negocios de Detroit” (The Wall Street Journal, 21/7).


 


Durante los últimos veinte años, las “Tres Grandes” dejaron de fabricar autos pequeños, que rinden pequeños beneficios por unidad. Se concentraron en la fabricación de camiones, camionetas y autos grandes, que tenían una mayor demanda y cuyos beneficios por unidad eran muy superiores. Así obtuvieron enormes beneficios. A mediados de los “90, la rentabilidad de Chiysler (que se concentró en la producción de camionetas) era superior a la de cualquier otra automotriz en el mundo (The Wall Street Journal 14/7).


 


Los fabricantes asiáticos se concentraron en los autos pequeños; introdujeron significativas mejoras en sus vehículos, en particular en lo que respecta al ahorro de combustible y desarrollaron autos híbridos (que pueden funcionar a ñafia y a electricidad). Con el aumento del precio de los combustibles, cayó verticalmente la demanda de camionetas y autos grandes; las “Tres Grandes” no pueden competir con les asiáticos en el segmento de autos pequeños. Aunque los autos japoneses tienen un precio de venta mayor que los


norteamericanos, su demanda crece porque consumen menos.


 


Con la liquidadón de conquistas históricas, las patronales pretenden hacer que los trabajadores paguen el costo de su “reconversión”.


 

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