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Entre guerras y revoluciones, el 1° de Mayo impuso las 8 horas de trabajo

“Un anticipo de la revolución”

El congreso de fundación de la Internacional Socialista (II Internacional) realizado en 1889 votó como una de sus resoluciones:

Se organizará una gran manifestación internacional con fecha fija de manera que, en todos los países y ciudades a la vez, el mismo día convenido los trabajadores intimen a los poderes públicos a reducir legalmente a 8 horas la jornada de trabajo y a aplicar las otras resoluciones del Congreso Internacional de París”. La jornada se realizaría el 1° de mayo de 1890.

Desde entonces, el 1° de mayo se transformó en una jornada internacional de huelgas y manifestaciones obreras, que año tras año se fue extendiendo (sumándose más países) y profundizando (huelgas y choques contra la represión estatal-patronal).

Siendo las 8 horas el reclamo central, en cada oportunidad se fueron incorporando también reivindicaciones acordes al momento político. Desde fines de la primera década del siglo XX, una consigna central se sumó: la  oposición abierta a la guerra mundial que diversos imperialismos estaban armando.

El 1° de mayo de 1913 encontró a los trabajadores franceses movilizados, no solo por las 8 horas, sino también contra la prolongación del servicio militar a tres años, denunciando que era parte de los preparativos de guerra. 

El 1° de mayo de 1914 Francia observó grandes movilizaciones, acompañadas en muchos casos por huelgas. El gobierno, por primera vez, concedió “feriado oficial” a sectores de trabajadores estatales. Uno de los dirigentes de la central obrera protestó: “Si los trabajadores del Estado aceptaran ser pagados el 1° de Mayo, ese día ya no sería considerado por ellos como una manifestación, sino como un día de regocijo, lo que no es el caso”. La gran mayoría de la masa obrera trabajaba 10 horas diarias. Pero en las consignas se destacaban la oposición a la guerra, que se erguía en forma amenazante.

En toda Europa las manifestaciones del 1° de Mayo fueron masivas: por las 8 horas, contra la guerra.

La guerra y la crisis de la II Internacional

La II Internacional había votado en sus congresos resoluciones contra la guerra, comprometiéndose a fortalecer los lazos internacionalistas entre la clase obrera de todos los países y a combatir a sus propias burguesías tras el objetivo de la revolución social.

Pero… ante el estallido de la guerra, la casi totalidad de las direcciones obreras de la II Internacional se olvida de estos votos internacionalistas e hizo causa común con sus burguesías. Un vendaval chauvinista se descargó sobre las organizaciones y las masas obreras. El mundo fue a una carnicería nunca antes vista en la historia de la humanidad.

Solo pequeñas minorías de los partidos socialdemócratas mantuvieron sus posiciones internacionalistas, se negaron a votar los presupuestos de guerra y llamaron a movilizarse por la paz, contra la guerra, en primer lugar contra las clases dominantes de sus propios países. 

El 1° de mayo del 2015, a 9 meses de iniciada la guerra mundial, no hubo casi actos del 1° de Mayo. En la mayoría de los casos porque las direcciones obreras socialdemócratas no querían perturbar los esfuerzos de guerra y el clima de “unión nacional” que habían establecido en forma chauvinista con sus respectivas burguesías. En una minoría de casos porque la represión (estado de sitio, etc.) impidió su realización. Entre estos últimos se encontraba, en Alemania, el agrupamiento disidente de la dirección del PS, encabezado por Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht, quienes en marzo, sacaron un pronunciamiento internacionalista llamando a luchar contra la guerra. Llamamiento saludado especialmente por Lenin y el Partido Bolchevique ruso. Este agrupamiento realizó algunas pequeñas acciones contra la guerra.  

En cambio la dirección oficial y mayoritaria del PS publicó en su órgano central una declaración contraria a la movilización del 1° de mayo: “vistas las circunstancias particulares, la dirección del Partido recomienda abstenerse este año de interrumpir el trabajo. Por estas razones, nuestros periódicos no aparecerán el 1° de mayo”. 

Similar posición tuvo el PS francés. Uno de sus dirigentes escribió en el periódico L’Humanite, sobre el 1° de mayo: “No hay otra manifestación posible que la de nuestra voluntad resuelta a la victoria total que nos librará, y con nosotros a Europa, de la indignidad de la existencia del imperialismo militarista alemán”. No solo no se oponía a la guerra imperialista, sino que propugnaba su profundización.

La CGT francesa convocó hacía del 1° de Mayo no a un día de paro y de reivindicaciones, sino de “esperanza” y “recogimiento”. No se planteaba, por supuesto, el reclamo de las 8 horas. La dirección burocrática-chauvinista del sindicato declaró, explícitamente, rehusarse a “suspender aun por un día, la extracción de carbón, tan necesaria para la defensa nacional”.

En Rusia, Letonia y Polonia, hubo vibrantes llamados a un 1° de Mayo contra la guerra imperialista. 

El 1° de Mayo de 1916 encontró a Europa totalmente sumergida en la sangrienta guerra. En el ínterin las corrientes socialistas que se reclamaban internacionalistas y contra la guerra imperialista habían realizado dos conferencias: Zimmerwald (septiembre 1915) y Kienthal (abril 1916). Sus resoluciones contrarias a la guerra fueron difundidas y tuvieron cierto impacto en amplios sectores obreros afiliados a los PS.

Ese 1° de Mayo hizo su aparición un nuevo semanario, Le Populaire, órgano de las minorías antichauvinistas dentro del PS. En la edición de su primer número recriminaba el cuadro impuesto por la mayoría por el cual: “Por segunda vez, el Día pasará sin que se eleve la gran voz de los proletarios del mundo entero, organizando sus fuerzas y preparando su liberación”.

Hubo debates dentro de las organizaciones sindicales, pero las direcciones chauvinistas, lograron –en votaciones divididas- imponer que: “Lo mismo que el año pasado para esta fecha, no es cuestión este año de hacer un llamado a nuestros camaradas en pro del paro del 1° de Mayo”. 

Pero en algunos países hubo reacción internacionalista. En Italia –que había entrado casi un año después en la guerra mundial, a pesar de la fuerte oposición de su clase obrera- el 1° de Mayo fue masivo: pararon todas las fábricas, incluso aquellas que trabajaban directamente para la guerra.

En Alemania, Carlos Liebknecht hizo un vibrante llamado a los trabajadores alemanes. Después de denunciar a los socialdemócratas que traicionaron al socialismo y a la solidaridad internacionalista precipitando a los pueblos en la podredumbre de la guerra mundial, planteaba: “Trabajadores, camaradas, y vosotras, mujeres del pueblo, no dejéis pasar esta conmemoración del 1° de Mayo, la segunda de la guerra, sin emplearla en una manifestación del socialismo internacional, en una protesta contra la masacre imperialista. Este 1° de Mayo, por sobre las fronteras y los campos de batalla tenderemos una mano fraternal al pueblo de Francia, Bélgica, Rusia, Inglaterra, Serbia, de todo el universo….”. Y llamaba al pueblo alemán a la sublevación para imponer la paz.

Este manifiesto fue impreso y repartido en forma clandestina en las fábricas. En Berlín iba a acompañado por una pequeña esquela que convocaba: “Para el 1° de Mayo, a las ocho de la noche. Que todo el que esté contra la guerra venga a la Postdamer Platz”.  

Respondiendo al llamado más de un millar de personas se encolumnaron y marcharon cantando La Internacional, levantando consignas contra la guerra. Liebknecht que estaba en medio de los manifestantes fue detenido el 3 de mayo, “juzgado” y sentenciado a prisión. Las movilizaciones que se replicaron en diversas ciudades alemanas fueron reprimidas. 

En Viena, en Praga, etc. se vieron movilizaciones del 1° de Mayo contra la guerra.

El 1° de Mayo de 1917 la guerra estaba en su punto más carnicero, pero la novedad era que en Rusia había estallado la revolución y se había derribado al Zar. Allí se desarrollaron las mayores manifestaciones de la historia rusa. El soviet de Petrogrado llamó al 1° de Mayo de acuerdo al calendario gregoriano que se usaba en Europa (y no al juliano de la época zarista) para coincidir con los proletarios del mundo. El día fue decretado feriado, y hasta el general Kornilov (reconocido por su dureza reaccionaria) y gobernador militar de Moscú dictó una “orden” para tomar parte en las manifestaciones. Multitudes nunca vistas marcharon, desde las grandes fábricas, los barrios, los centros de enseñanza, campesinos, soldados, etc. Con sus banderas y consignas: “¡Abajo la guerra! ¡Viva la Internacional!! Viva la Asamblea Constituyente! ¡Libertad, Tierra y Paz! ¡Todo el poder a los soviets! ¡Viva el gobierno provisional! ¡Abajo el compromiso con la burguesía!”… Consignas -algunas contradictorias- que evidenciaban la fuerte lucha política que se estaba desarrollando sobre las masas revolucionarias. A lo largo de las marchas se realizaban actos en las esquinas que continuaron hasta muy tarde de noche.

El embajador de Francia escribió en su diario su impresión: “Esta jornada me deja una profunda impresión: señala el fin de un orden social y el hundimiento de un mundo”. 

Las tropas rusas marcharon ese día con banderas rojas; en el frente de Rumania, liberaron de su prisión al dirigente bolchevique Christian Rakovsky.

En el resto de Europa se destacó, entre los países en guerra, Austria-Hungría. En Viena el paro fue total, incluyendo las fábricas de municiones. En masivos mítines se proclamó la solidaridad con la revolución rusa y se planteó la lucha por detener la guerra imperialista. En Budapest también.

En Alemania, con Liebknetch preso, el gobierno movilizó a las fuerzas represivas para bloquear y reprimir cualquier atisbo de movilización obrera.

En Zurich, Berna, Madrid, Estocolmo, etc. volvieron a flamear banderas rojas.

En Francia la CGT reintroduce en su propaganda el reclamo de las 8 horas de trabajo, pero ni llama, ni organiza la movilización del 1° de Mayo. Aún así hubo pequeños eventos en varias ciudades. En París se trató de marchar hacia la Plaza de la República cantando La Internacional y a los gritos de “Abajo la guerra”, pero fueron dispersados por la policía.

El 1° de Mayo de 1918 encuentra momentos decisivos en la guerra. En el Este europeo, la república soviética se ve obligada a firmar, el 3 de marzo, la onerosa paz de Brest-Litovsk, que permite a parte de los ejércitos alemanes volcarse hacia el frente del Oeste. Y lanzar estos una ofensiva que los llevó a menos de 100 kilómetros de París, que por primera vez fue bombardeada. En estas circunstancias, las direcciones socialdemócratas temen ser acusadas de haber provocado la derrota francesa, y toman tibias medidas para el 1° de Mayo. Se organizan “actos”… en los locales del PS y los sindicatos. Algunas organizaciones decidieron “secretamente” la huelga para burlar la fuerte censura gubernamental. Estas huelgas “espontáneas” fueron reprimidas y tuvieron su secuela en los paros por la libertad de los presos que manifestaron el 1° y los volantes distribuidos en las fábricas y sobre los soldados. Estas últimas recibieron el nombre de “huelgas por la paz”.

Las 8 horas producto de la revolución    

La revolución rusa instauró de inmediato la jornada de 8 horas. En noviembre se produce la revolución en Alemania, cae el Kaiser y las banderas rojas flameaban en las unidades militares y ciudades. Un gobierno provisional con mayoría del PS socialimperialista se apresura en decretar las 8 horas para que no fueran impuestas por la marea revolucionaria. En Polonia, Finlandia hay resoluciones en el mismo sentido.

En abril de 1919, el gobierno conservador francés se adelantó a la agitación social y resuelve las 8 horas. El 1° de Mayo el paro será masivo. Los diarios por primera vez no se editan. Solo con autorización especial se permite la edición del órgano de la CGT: “La voix du peuple” (una parte de esta edición es secuestrada por la policía por no cumplir con las normas de la censura aún vigentes). El gobierno prohíbe concentraciones centrales. Los intentos de avanzar al centro son ferozmente reprimidos, organizándose una lucha campal durante horas: dos muertos, centenares de heridos, numerosos detenidos que serán llevados a “consejos de guerra”. El cortejo fúnebre de los dos mártires obreros es impresionante. Un historiador señala que “si la CGT lo hubiera ordenado, la clase obrera no habría reanudado el trabajo el viernes 2 de mayo, en respuesta a las brutalidades policiales”. La amenaza de la huelga general y de la revolución se dibujan plenamente en el panorama francés.

Austria, Checoslovaquia, etc. El 1° de Mayo de 1919 los grandes países europeos han reconocido la vigencia legal de la jornada de 8 horas.

El 1° de mayo y la Internacional

En marzo de 1919 se funda en Moscú, con la asistencia de partidos obreros de 30 países, la III Internacional. El hilo internacionalista ha sido restablecido. Este primer congreso saca un manifiesto dirigido “al pueblo trabajador de todo el mundo”. En el mismo se plantea la continuidad del 1° de Mayo: “La tercera internacional comunista asume el cargo de organización de las celebraciones del 1° de Mayo a nivel internacional”.

“‘¡Ocho horas de trabajo!’ ese fue el lema del primero de Mayo en épocas pasada”, dice el Manifiesto. “¡Abajo la guerra imperialista! fue el clamor de los obreros de todo el mundo el primero de mayo. Abajo su guerra, abajo la guerra que los imperialistas aliados quieren declarar a la república soviética de la Rusia y de Hungría, eso decimos ahora…”. En el marco de la continuación de las guerras imperialistas contra la Rusia soviética, la Internacional Comunista convoca: “Obreros y soldados de Francia, Inglaterra, Norteamérica, Italia, Serbia, Rumania y Polonia. Den vuelta su rifle contra sus propias burguesías. Su enemigo está en su propio país. Agiten la insurrección en la retaguardia contra sus propios gobiernos burgueses…”.

Aprobado el 10 de abril, fue publicado en el primer número de “La Internacional Comunista”, órgano teórico de la Internacional, en ruso, alemán, inglés, español, chino y francés, el 1° de mayo de 1919.

La amenaza de la revolución

30 años después que la II Internacional convocara a la jornada internacional del 1° de mayo, la consigna central de la jornada de 8 horas es una realidad. Conseguida luego de grandes luchas y mártires de la clase obrera.

El fin de la guerra hace temer a las clases burguesas la bronca existente entre las tropas que vuelven del frente a las ciudades. Los tramos finales de la guerra mostraron crecientes motines contra la carnicería. El primer ministro inglés declara entonces: “El mundo se halla en un estado de trastorno e inquietud, y yo no quisiera predecir lo que sucederá de aquí a uno o dos años”.

El pánico a la revolución social y la resistencia de la Rusia de los soviets hacen que la burguesía mundial introduzca en el propio tratado de Versalles el llamado a declarar en todos los países la jornada de 8 horas. En el artículo de un “tratado” de paz asquerosamente imperialista se coloca: “La adopción de la jornada de 8 horas o de la semana de 48 horas como objetivo a lograr en todas partes donde aún no haya sido obtenido”. 

Anticipo de la revolución

Muchas burocracias obreras han planteado que al haber obtenido las 8 horas, la vigencia del 1° de Mayo se iría agotando. Lo que no entendieron es que el valor del 1° de Mayo reside en su declaración como clase internacionalista y que en forma independiente de la burguesía, sus partidos y gobiernos se moviliza en forma independiente ante los poderes del estado por sus reclamos y por la revolución socialista.

Clara Zetkin, la gran revolucionaria alemana, escribió en defensa del 1° de Mayo que al reclamar las 8 horas el proletariado que produce todas las riquezas de la sociedad solo pedía un anticipo de inmensa deuda que la burguesía había contraído: “Pido un anticipo sobre tu deuda, una garantía de mi completa emancipación, que te arrancaré un día. Pido la jornada de 8 horas… a fin de que los obreros y sus hermanas de sufrimiento y de miserias puedan educarse y organizarse, para que su mirada se haga clarividente, su pensamiento libre y audaz, su corazón entusiasta y dispuesto a los sacrificios por la lucha de emancipación…. También y sobre todo las pido para hacer más enérgica y eficaz mi lucha de clases por la conquista del mañana. Porque no puedo abandonar las armas antes de que el orden capitalista haya caído por tierra”.

Recuperemos el 1° de mayo como jornada de lucha clasista de la clase obrera y los explotados: reducción de la jornada laboral y reparto de las horas entre todos los trabajadores para eliminar la desocupación, sin reducción salarial; salario igual a la canasta familiar indexado acorde al aumento del costo de vida; abajo la guerra imperialista, por gobiernos de trabajadores.

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