“Historia del Movimiento Obrero Boliviano”


Lo que comentamos aquí son los 19 años de historia del movimiento obrero boliviano que constituye el cuarto tomo de la obra de Guillermo Lora; fue publicado después que ya tuvimos conocimiento de su quinto tomo (1952- 1979) y analizado en el número anterior de nuestra revista.


 


En esta obra, Lora nos muestra el período posterior a la guerra del Chaco y la experiencia de la clase obrera boliviana con el nacionalismo, o con el llamado “socialismo militar”, como pasos de un camino lento y persistente de la clase obrera hacia una política independiente; cómo el proletariado sintió la necesidad de estructurar su partido. En grandes trazos, esa tendencia no encontró expresión ideológica adecuada hasta 1946, dominando hasta ese momento la doctrina política defendida por las camadas burguesas o pequeño-burguesas. Describe la lucha cotidiana de la clase obrera, la biografía de los principales personajes del momento, dedicando un capítulo entero al análisis de las condiciones de vida y trabajo en las minas, para demostrar que la experiencia diaria en la actividad sindical y la decepción frente a la conducta gubernamental v de los diferentes partidos populares crearon las condiciones necesarias para que se concretara la independencia programática del proletariado.


 


La importancia del análisis de este período histórico nos parece fundamental en la medida en que la experiencia revolucionaria de las masas posterior a 1952 puede ser sintetizada como la lucha por superar políticamente el gobierno nacionalista, en los hechos, antinacional y antiobrero.


 


La situación política después de la guerra del Chaco


 


Lora apunta que la pos-guerra estuvo marcada por el hecho que la guerra llevó a un primer plano de la escena política a la clase media. La movilización de masas estuvo bajo el comando, bajo la dirección, pequeño-burguesa. Sucede que, después de 1935, se produce un retroceso en el campo del socialismo, donde el proletariado se somete a una nueva alineación, los partidos obreros aislados se unen a grupos y partidos nacidos de las entrañas de la pequeña burguesía que se orientaba a disolverse en el capitalismo de estado. El ejército, que perdió la guerra, se convierte en árbitro del juego político, en el mayor partido.


 


Líderes obreros famosos por su radicalismo y por su marxismo buscaban en la jerarquía castrense el apoyo de “revolucionarios” y de “amigos del pueblo”, lanzando sobre los agrupamientos políticos tradicionales (oligárquicos) la responsabilidad sobre los desastres de la guerra.


 


Después de la guerra del Chaco la desvalorización monetaria estaba en la raíz de la agitación social impulsando a los sindicatos a reorganizarse. El impetuoso despertar de las masas en la lucha por mayores salarios y contra la especulación en todos los sectores de la economía hizo que tanto el tambaleante gobierno del liberal Tejada Sorzano como los conspiradores (que en mayo del 36 llevaron al poder al coronel David Toro, en un gobierno de coalición entre el ejército, el partido Republicano Socialista y la Conf. Socialista Boliviana de Baldivieso) tuvieran que tener en cuenta el sindicalismo. Lora concluye que ese impetuoso despertar no se tradujo en una organización política disciplinada y homogénea; por el contrario, las direcciones sindicales del momento demostraron su voluntad de ser “domesticados”. La dirección sindical dejó que otros (los militares) resolviesen el problema así poder, colocándose en la posición de instrumentos de apoyo para el gobierno nacionalista, ya que creían que por la presión podrían transformarlo en socialista.


 


Aquí es importante detenernos para examinar la afirmación que hace Lora de que el gobierno militar de Toro fue, en la realidad, el ensayo fascista más atrevido que conoció el país. Durante el gobierno de Toro fue creado el Ministerio de Trabajo, visto tanto por los obreros que estaban dentro como fuera de las federaciones como una conquista de ellos. La creación del Ministerio vino acompañado por el decreto de sindicalización obligatoria y por la institución del trabajo obligatorio que pretendía convertir el país en un verdadero cuartel. El Ministerio ocuparía la función de organizar la colaboración de clases, quedando a cargo de los sindicatos mejorar la producción para "armonizar” los intereses entre capital y trabajo. Los sindicatos pasarían, de instrumentos de defensa de los obreros contra el estado y los patrones, a ser herramienta para armonizar los movimientos del capital con los trabajadores. Se proponía sustituir el viejo sistema parlamentario democrático liberal por otro “funcional” con elecciones a través de los sindicatos.


 


Los líderes obreros, hechos ministros, divulgaban a los cuatro vientos que el Estado debería jugar un papel funda-mental, puesto que neutralizaría el atraso cultural de los trabajadores, incapaces por sí mismos de construir buenas organizaciones. Llegaron a difundir la tesis de que el Ministerio de Trabajo aseguraba la transformación de la sociedad en socialista; cuando Toro, verdaderamente, procuraba disciplinar los obre-ros para someterlos a los planes gubernamentales. Es importante llamar la atención del hecho de que no sólo el proletariado inculto de la atrasada Bolivia era incapaz de dirigir la revolución para estos pretendidos ‘‘socialistas’', como afirma varias veces Lora durante la obra, sino que para estos señores ‘‘defensores” de los intereses del proletariado, no serían posibles “buenos” sindicatos sin la ayuda del gobierno de los patrones. Toro obtuvo la cooperación de intelectuales y políticos que se consideraban marxistas, que alimentaban la esperanza de poder transformar sin dolor desde arriba la sociedad. En marzo del 37, el gobierno confisca la concesión a la Standard Oil Company of Bolivia por el desvío de petróleo extraído, empresa extranjera considerada por el movimiento popular como responsable por la guerra del Chaco y su desastroso final. En ese momento la jerarquía militar abandonó a Toro, tomando el poder Busch.


 


Lora analiza que a pesar de la declaración de Busch de que tomaba el poder (1937) para salvar la ideología de mayo (1936) -armonía entre capital y trabajo— el ejército se fortaleció mientras que los dirigentes y líderes civiles buscaban la sombra protectora de las fuerzas armadas para actuar. Si en el 36 el militarismo se vio obligado a apoyarse en los partidos para tomar el poder, en el 37 con Busch la operación se dio al margen de ellos. A pesar de Busch no tener nada hecho que equivaliera a la nacionalización del petróleo, también fue identificado como caudillo de izquierda, que en materia social no hizo más que hacer aprobar una legislación laboral (elaborada durante el gobierno de Toro con participación obrera) 9ue incorporaba muchas reivindicaciones del movimiento obrero, a pesar de Ocluir a los trabajadores agrícolas, artesanos, empleados públicos y ejército. Consiguiendo la oposición de los propietarios de minas, que promovieron un nuevo golpe castrense que tuvo, como Señala Lora, como verdadero significado, el de ser un golpe de la burguesía contra el reformismo y las temeridades del buschismo (que decretó la concentración total de las divisas, como forma de controlar las exportaciones por miedo de las medidas estatistas).


Caen por tierra las tesis de los intelectuales que se juzgaban, por derecho divino, dirigentes del proletariado para llevarlo a fronteras extrañas, tales como la de que la liberación de Bolivia atrasada se daría por la legislación social, por las medidas protectoras del Estado a través de reformas. Para los obreros, que vieron en las medidas adoptadas por los gobiernos llamados del ‘‘socialismo militar” su propia conquista, la serie de reveses y desilusiones hicieron que se convenciesen de que obrero disfrazado de ministro era un adorno para encubrir un gobierno extraño a las masas.


 


Lora coloca a José Aguirre Gainsborg como el único intelectual que llegó a la conclusión de que también en la atrasada Bolivia cabía al proletariado la misión de dirigente y por lo tanto debería organizarse en un partido político independiente, de clase. Aguirre fue el único que señaló el error de marchar detrás de la junta militar de Toro. Fue ganado en Chile por la oposición de izquierda y fundador del POR, sepultado entonces por la insurgencia del socialismo pequeño-burgués.


 


El surgimiento de la CSTB


 


Es en el cuadro descripto que comienza a aparecer, a delinearse, la fisonomía del proletariado. En 1936, bajo el patrocinio del gobierno de Toro se funda la central Sindical de los Trabajadores Bo-livianos, que tiene en su 2o Congreso su apogeo y última reunión unitaria. En este Congreso, el más importante de toda la existencia de la CSTB, pues trató de configurarla ideológicamente, fue aprobada una Declaración de Principios, redactada dentro de la línea pirista (PIR – Partido de Izquierda Revolucionario-Stalinista) que refleja fielmente el democratismo pro-yanqui. Con el fin del gobierno de Busch, la CSTB creía que el dilema estaba entre un ministerio izquierdista y otro de derecha, cabiendo a ella el papel de presión. En Bolivia el sindicalismo organizado se afilió a la Confederación de los Trabajadores de América Latina (CTAL), gracias al trabajo previo realizado por los stalinistas. La Confederación se encontraba bajo el control de éstos, que después de caracterizar la segunda guerra mundial como la lucha entre la democracia y el fascismo se declararon contra la huelga, como una forma de luchar por el aumento de la producción para contribuir a la victoria de los "aliados”, o sea del imperialismo yanqui, enrolado en la propuesta de defensa de la unidad nacional por la democracia.


 


Tanto el PIR boliviano como la CTAL combatían los gobiernos nacionalistas como nazifascistas. Durante el año 1942 hubo, en Bolivia, una gran huelga de los trabajadores de las minas de Catavi y Siglo XX que, evidentemente no contaba con el apoyo del PIR que seguía las directivas de Moscú de cooperar con el imperialismo evitando huelgas y conflictos en las minas. La CSTB comienza, entonces, a ser superada por los grandes movimientos masivos y Lora acrecienta que ella misma comenzaba a sentirse extraña a los trabajadores mineros. Lo importante era asegurar los altos índices de producción de los mineros al servicio del imperialismo en guerra con los países del Eje.


Frente a esta política del PIR fue posible al MNR iniciar, de hecho, su carrera como partido popular y "revolucionario”.


 


Después de la masacre de los trabajadores de Catavi el parlamento debate la cuestión. Lora analiza que si la ficción de que es posible la independencia de los tres poderes (siendo que el poder real lo tiene el ejecutivo) y de ver el papel del parlamento como el de fiscalización de lo hecho por el ejecutivo, no sirve para controlar a éste, si sirve para conseguir que un partido con poca militancia como el MNR sea convertido en organización popular. Mientras que la derecha y el stalinismo divulgaban la tesis de que fue el nazifacismo el pro-motor de los acontecimientos de Cata- vi, el MNR supo sacar la ventaja política posible. El POR (Partido Obrero Revolucionario) hasta entonces desconocido edita un documento sobre la masacre que en el curso de los debates parlamentarios fue divulgado.


 


El gobierno de Villaroel y la creación de la FSMB


 


En diciembre de 1943 hay un nuevo golpe que instaura el cogobierno RADEPA-(Logia Razón de la Patria)- MNR; los jóvenes militares buscaban formar un partido que pudiese asegurarle el apoyo de los trabajadores y de la clase media. Se declaraban simpatizantes de Alemania e Italia. El gobierno de Villaroel tuvo en la oposición la unión de la derecha con el stalinismo que exigía el fin del nazifascismo y la completa solidaridad con los EEUU y la constitucionalización del país. Lora señala que el gobierno de Villaroel estaba de espaldas a las masas y dada la lucha contra la derecha y la necesidad de encontrar apoyo interno para impresionar al imperialismo lo obligaba a movilizar las masas, creando en esa medida, en su propio seno, un elemento activo que podía acabar con el gobierno pequeño- burgués y superarlo.


 


Las grandes concentraciones obreras que hasta los años 40 se diluían en un sindicalismo de tipo horizontal, a pesar de que fueron muchos los esfuerzos para estructurar una central obrera del sub-suelo, tuvo en 1944 la fecha de fundación de la FSTMB. El proletariado boliviano comienza a delinear el camino de su independencia, siendo que su congreso fue desconocido por la CSTB, dirigida por los stalinistas. El stalinismo estuvo ausente en el Congreso ausencia que se debe a la absurda tesis de “fascistización” de los obreros, acusando al POR de actuar bajo la inspiración gubernamental. Para el Congreso de fundación fueron invitados Villaroel y el Ministro de Trabajo, lo que evidentemente, deja en claro el carácter- nacionalista y oficialista de la reunión. Lora concluye afirmando que los dos primeros congresos de la FSTMB que se realizaron partían de la certeza de que el gobierno era el protector de la Federación y su aliado. A partir del tercer congreso realizado en Catavi (marzo del 46), pocas semanas antes de la caída de Villaroel, marca el punto de partida del viraje de los mineros para la izquierda. La creciente oposición al sindicalismo dirigido por el ministerio de trabajo y al entreguismo del régimen RADEPA- MNR se cristaliza en el tercer congreso minero de Catavi-Llallagua donde por primera vez en un congreso obrero se habló de las limitaciones del nacionalismo y de la necesidad de poner fin a las maniobras capitalistas que tienden a desvirtuar conquistas sociales alcanzadas. En este congreso fueron aprobadas las “Tesis de Pulacayo” presentadas por el POR, cuya primera grande significación es comenzar retomando la experiencia truncada por la guerra del Chaco.


 


Las Tesis de Pulacayo ligan las luchas cotidianas a las tareas históricas del proletariado. Ligando las tareas in-mediatas a la necesidad de derrumbar el capitalismo, de poner fin al régimen burgués apuntando la necesidad de conquista del poder político. La experiencia del 36 es analizada criticando la piedra de toque del colaboracionismo, esto es, la del Estado como árbitro ideal, donde los ministros “obreros1' no fueron más que simples adornos de gobiernos antiobreros. Las Tesis están basadas en la revolución permanente que opone la lucha de clases al colaboracionismo. O sea pone por tierra la creencia de que obreros y empresarios están igualmente interesados en la mayor productividad, pues esto supone que de ella depende el bienestar social para ambos sectores.


 


Para la Tesis, el “peligro" para los sindicatos no estaba en ser políticos y sí en la poderosa influencia ejercida por el gobierno restaurador de los privilegios de la oligarquía a través de su quinta columna pirista; la CSTB stalinista no pasaba entonces, de una agencia gubernamental. La aprobación de las Tesis de Pulacayo no implicó la renuncia a la lucha política o a la acción parlamentaria, pero sí de la constatación de que cabía la acción directa al primer plano.


 


El POR boliviano y la FSTMB formaron el FUP (Frente Único Proletario) para las elecciones, lo que es visto por Lora como posible en la medida en que el MNR se encontraba momentáneamente ausente en el movimiento obrero, dando la impresión de sólo existir ahí el POR (En las elecciones del 47 la FUP consigue elegir siete diputados y dos senadores). Lora al hacer la biografía de Juan Lechín Oquendo apunta su papel empírico de oscilación entre las posiciones del nacionalismo y los postulados de la izquierda marxista que, se tomó líder por la bancarrota del stalinismo como dirección sindical, por la falta de un partido obrero y por la propaganda y ayuda del aparato estatal.


 


El lechinismo es presentado como un grupo sin ideología política definida e interesado en emanciparse del control de las bases para actuar de acuerdo con los intereses de los seguidores que rodeaban al "lider”. Si el gobierno nacionalista parte eje un furioso antiimperialismo para acabar subordinado al Pentágono (evolución, además, común a todos los movimientos populares dirigidos por la pequeño-burguesía), Lechín, al presenciar el recorrido de la clase obrera hacia una actuación independiente del régimen, actúa como contra-revolucionario, demostrando su empeño para entregar trabajadores a la tutela pequeño burguesa (junto con Paz Estensoro, estructuró el cogobierno COB-MNR).


 


La gran cuestión planteada por Lora en esta obra es cómo se puede entender el hecho de que después de la aprobación de las Tesis de Pulacayo continúe en boga el llamado mito Villarroel, el de atribuir al partido pequeño burgués el programa revolucionario de la clase obrera. Lora analiza que antes de 1952, todo lo que hacía el POR llevaba al crecimiento numérico del MNR -aunque no político-. Toda la radicalización de los trabajadores acabó fortaleciendo a un partido y a un gobierno extraño al proletariado, empujando la vanguardia obrera al aislamiento. Los trabajadores identificaron el cogobierno COB- MNR (la ESTMB fue la columna vertebral de la COB) como suyo. Lora concluye que sólo la experiencia de las masas sobre las limitaciones e incapacidad de un régimen nacionalista, podía permitir la superación de hecho del MNR y del mito. La experiencia revolucionaria posterior al 52, como ya señalamos, sintetiza justamente la lucha de las masas por superar políticamente el gobierno nacionalista.

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