El presente número de la revista En Defensa del Marxismo está centrado en el hecho político, económico y social internacional más importante del año: la guerra en Ucrania. El conflicto bélico se acerca a los seis meses desde su comienzo y no parece tener un final cercano. Más bien sucede todo lo contrario, ya que existe la posibilidad de una ampliación a nivel mundial.
En este contexto el Partido Obrero realizó su XXVIII Congreso Nacional. En él y tras un debate colectivo, se establecieron resoluciones para preparar la intervención política en la lucha de clases, tanto a nivel nacional como internacional. Como reflejo de ese trabajo, se incluyen en este número dos documentos del XXVIII Congreso: el “Manifiesto político” y el “Llamamiento internacional”. Estos documentos presentan una línea de análisis e intervención política que se profundiza con todos los demás artículos.
Para comprender la guerra entre Rusia y Ucrania/Otan es necesario contextualizarla en el proceso de restauración capitalista de los ex Estados obreros en Europa Oriental y China, un proceso que desde el Partido Obrero caracterizamos que no sería ni lineal ni pacífico. La situación actual no hace más que confirmar esto. Con la invasión a Ucrania, el Kremlin y los burgueses oligarcas rusos pretenden defender sus propios intereses en esta restauración. En este sentido, nada progresivo puede provenir de su parte. Pero no se puede explicar la invasión rusa sin los avances de la Otan de los últimos 20 años sobre estos mismos territorios, con miras también en las tajadas que Occidente pueda sacar. En esta ofensiva imperialista de la Otan recae la principal responsabilidad de la guerra en curso. El artículo de Pablo Heller “A cinco meses del comienzo de la guerra” profundiza estas cuestiones, así como también la catástrofe económica que la guerra está generando en todo el mundo.
Los efectos del conflicto bélico se ven en primer lugar en las partes directamente involucradas. Rusia, por un lado, sufre las sanciones económicas impuestas por Occidente que están afectando su producción y generando desempleo. Por el lado de los países de la Otan, que durante la primera mitad del conflicto se mostraron en unidad en cuanto al apoyo financiero y militar a Ucrania, comenzaron a presentar diferencias sobre la duración del conflicto y sus objetivos, debido a los efectos de la guerra en sus propios países, principalmente en relación con el abastecimiento de energía.
El tema de la energía, sin embargo, no tiene solamente consecuencias económicas sino también ambientales. La guerra ha generado un incremento en la contaminación y ha desenmascarado la mentira de las campañas ambientalistas verdes y la demagogia de los Estados imperialistas que se han subido a ellas. La extrema dependencia energética de los países de la Unión Europea con respecto a Rusia está significando un retorno a una producción de energía más contaminante. El artículo de Roberto Gellert “La barbarie de la guerra Rusia-Otan y sus consecuencias ambientales” explica en detalle todo este proceso.
Tanto la marcha y el futuro de la guerra como de la crisis mundial están atados, no solo a las decisiones políticas y militares que tomen los gobiernos y los capitalistas, sino también a la intervención de la clase obrera, tanto en sus luchas nacionales como internacionales. Es en este sentido que le dedicamos un espacio destacado al debate de las posturas que tomaron los partidos de izquierda alrededor del mundo frente a la guerra. El artículo de Pablo Giachello “La estrategia de la izquierda ante la guerra” analiza de qué manera la mayoría de la izquierda mundial ha caído en posturas que son contrarias a desafiar a la guerra y, por lo tanto, contrarias a los intereses de las mayorías trabajadoras. Por un lado, una gran parte de la izquierda que se reclama trotskista optó por colocarse en el campo imperialista de la Otan, bajo el eufemismo de apoyar “la resistencia ucraniana” contra la invasión rusa, pasando por alto que Ucrania actúa en Europa Oriental como una semicolonia del FMI, y que en esta guerra Zelensky no es más que un soldadito de la Otan que está sacrificando al pueblo ucraniano. Otros partidos de izquierda, sin embargo, optaron por caracterizar a Rusia como un país oprimido por el imperialismo, y de esta manera lo exculpan de toda responsabilidad en su avance sobre Ucrania, ya que este habría sido defensivo. Se esconde el carácter imperialista de la guerra que pretende avanzar en la monopolización del proceso de restauración del capitalismo en Rusia (y en China), hoy dominado por la oligarquía creada por la burocracia.
No es la primera vez que la izquierda debe plantarse ante el desafío de enfrentar a la guerra imperialista. Por eso, analizar lo sucedido en otras guerras aporta una gran clarificación política. El artículo de Gerardo “Pino” Oroz “Sobre el ´derrotismo revolucionario´” repasa las posturas nacionalistas que los diferentes partidos de izquierda tomaron ante la Primera Guerra Mundial, en apoyo a sus burguesías y traicionando la causa de la clase obrera mundial. Desarrolla a su vez, la posición sostenida por Lenin que caracterizaba a la guerra como reaccionaria y que por lo tanto la postura revolucionaria frente a ella no podía ser otra que la de la derrota de los gobiernos involucrados en la contienda, es decir, el “derrotismo revolucionario”. Este debate fue la sentencia de muerte de la II Internacional y dio nacimiento a la III Internacional. Publicamos también en este número extractos del famoso texto de Lenin “La bancarrota de la II Internacional”, que entendemos aportan a los debates actuales frente a la guerra en Ucrania.
Nuevamente asistimos a una guerra reaccionaria entre potencias. Ante este escenario, la izquierda debe luchar por el derrocamiento de los gobiernos que impulsan el conflicto bélico, comenzando por los de Putin y Zelensky, y por la confraternización de los pueblos y la instauración de gobiernos de trabajadores en todo el mundo.
Es muy importante tener en cuenta que muchos de los problemas que estamos analizando son previos a la guerra. La economía mundial ya estaba entrando en una recesión, no solo antes de la guerra sino incluso antes del estallido de la pandemia. Es nuevamente Pablo Heller quien en su artículo “La economía mundial entre la guerra, la inflación y el Covid” analiza el estado de la crisis capitalista mundial agravado por la guerra.
La delicada situación en Estados Unidos es analizada en el artículo de Guillermo Kane “El guerrerismo de Biden: la fuga hacia adelante de un régimen que hace agua”. El gobierno de EEUU viene fracasando en llevar adelante sus promesas de campaña de mejora de la situación de las masas, mientras que con su cruzada contra Rusia y China, intenta exhibir algún éxito en materia internacional y de esta manera recuperar la hegemonía que viene perdiendo en los últimos años, así como también las ganancias para su burguesía. En este mismo sentido, en la reciente Cumbre de las Américas el gobierno estadounidense ha intentado, con escaso éxito, disciplinar a los países latinoamericanos para que condenen la invasión rusa, así como también para limitar la influencia económica china en la región.
Los problemas económicos que viene sufriendo Latinoamérica, principalmente por el sometimiento al imperialismo y los planes de “estabilidad” dictados por el FMI, fueron agravados por la guerra. Esta produjo una suba de los precios de las commodities que tuvo efectos contradictorios ya que varios países que se “benefician” con el aumento del precio de los alimentos, se perjudican con el del precio de los combustibles, y viceversa. Además de que cuando hablamos de beneficios, no estamos hablando de las mayorías trabajadoras de esos países, sino de un puñado de oligarcas y empresarios. Todo esto está socavando la gobernabilidad por arriba, así como también agitando las aguas por abajo, provocando huelgas y rebeliones populares a lo largo y ancho del subcontinente. Los efectos de la guerra y la crisis en América Latina son analizados con detalle en el artículo de Rafael Santos “La guerra y Latinoamérica”.
La aguda crisis argentina (que algunos comentaristas internacionales consideran como “el eslabón más débil de la crisis capitalista mundial”) se encuentra detenidamente analizada en el artículo de Eduardo Salas “Argentina: la crisis y la tarea de los revolucionarios”. El ascenso de Massa como “superministro” y sus reaccionarios intentos de estabilización evidencian un nuevo fracaso del nacionalismo burgués peronista del Frente de Todos, y su incapacidad para dar una salida a los efectos catastróficos que la crisis del capitalismo mundial tiene sobre Argentina. Por su parte las masas están viviendo una gran experiencia política, con la creciente irrupción de movilizaciones de resistencia frente a los ataques del ajuste fondomonetarista del gobierno, como las luchas contra la megaminería y las perforaciones petroleras en el Atlántico y, por supuesto, el movimiento piquetero. A partir de su independencia política, es este último quien representa la oposición más fuerte a los planes de ajuste de los gobiernos y está reagrupando a los sectores más explotados del país. Es evidente que el peronismo no puede abrir ningún curso progresista para enfrentar a la derecha, a la gran burguesía, ni al imperialismo. Se plantea entonces la necesidad de superar este escollo a través del impulso a la construcción de un nuevo movimiento popular con banderas socialistas.
Un análisis especial merece la situación de China frente a la guerra y la crisis mundial. En su artículo, Gustavo Montenegro examina el porqué de la postura de la abstención China en la ONU ante la condena masiva a la invasión rusa. Y de qué manera el conflicto armado afectó a Beijing, por un lado por sus vínculos comerciales tanto con Rusia como (contradictoriamente) con Ucrania, pero también porque en el marco de las crecientes tensiones con Estados Unidos, China no quiere alejarse mucho de Moscú, que no debemos olvidar es una de las principales potencias atómicas militares del mundo. Estas tensiones con Estados Unidos se han agravado con la conformación de “una Otan de Asia”, la llamada Quad, que une a EEUU con India, Japón y Australia.
Por último, incluimos el artículo de María Pelle “La represión en el cuerpo de las mujeres bajo la última dictadura cívico-eclasiástico-militar en Argentina”. El mismo está centrado en analizar las causas y las formas a través de las cuales la última dictadura militar en Argentina se ensañó particularmente en reprimir y torturar a las mujeres. No obstante, este tipo de prácticas no han sido exclusivas de este país, ni de este período, sino que son utilizadas regularmente en tiempos de guerra por los ejércitos, como formas de someter a los pueblos enemigos.
No podemos cerrar esta presentación sin mencionar dolorosamente el fallecimiento de nuestro compañero Pablo Cámera. Pablo militó en las filas del Partido Obrero por casi 50 años, desarrollando una tenaz militancia en diversos frentes. Fue fundador y constructor de los sindicatos docentes AGD-UBA y Ademys, así como también integrante del equipo de la redacción de En Defensa del Marxismo y de Prensa Obrera. A su memoria está dedicado este número.