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¿Adónde va el “nuevo partido”?


“Socialismo e Liberdade” en Brasil


El día 19 de enero de este año se realizó en Río de Janeiro, una reunión que definió, por primera vez, alguna cosa clara sobre el nuevo partido (PSOL).


 


En esta reunión, los parlamentarios excluidos del PT, Heloísa Helena, Joao Batista (“Babá”), Luciana Genro y Joao Fontes, juntamente con otras personalidades petistas, tomaron la decisión de encaminar la construcción de un nuevo partido y publicaron una declaración de principios.


 


El primer hecho, que sirve como base para una caracterización objetiva del llamado nuevo partido, es que el partido nace dividido en dos. De un lado, está el PSTU, que alega haber sido excluido de las discusiones que dieron origen a la declaración publicada después de la reunión y, por otro lado, los parlamentarios salidos del PT y otros grupos políticos, algunos de los cuales, como uno recién surgido, “Socialismo e Liberdade”, rompieron recientemente con el propio PSTU.


 


El propio PSTU había introducido el método de las exclusiones en la formación del “nuevo partido”, como cuando años atrás, en la creación del propio PSTU, varios grupos fueron excluidos.


 


Esta ruptura, particularmente por su forma, comienza como una burocracia que toma decisiones en nombre de las personas que irán a formar el movimiento.


 


Una de sus definiciones estratégicas es la siguiente: “(…) tenemos el derecho -para no decir la obligación- de construir una alternativa partidaria, capaz de ocupar el espacio abandonado” (itálicas nuestras). Esta formulación deja claro que pretende recomponer el PT de 2001 en oposición al PT que ganó las elecciones del 2002.


 


Para el nuevo partido, la tarea es defender el PT que participó en las elecciones, pero no el PT que gobierna. “No aceptan, dice, que esa victoria se transforme en un episodio más de frustración del pueblo brasileño” (íbidem). ¡La “victoria” es la elección de Lula juntamente con el Partido Liberal, apoyado por toda la burguesía, en particular los grandes bancos nacionales e internacionales!


 


El programa que presentan confirma cabalmente esta idea. Aparte de una u otra frase puramente decorativa sobre la “independencia de los trabajadores ante la burguesía”, el programa esbozado en el documento es el mismo programa vacío de contenido que caracterizó al PT: “contra el modelo neoliberal y el gobierno que lo aplica”, “defensa de las reivindicaciones y las banderas de la clase trabajadora”, “profundo respeto a las minorías y al derecho de opinión”, “justicia social”, etcétera.


 


Lo más característico del rumbo asumido por el nuevo partido es su estrategia política, que propone la “absoluta incompatibilidad (…) de la radicalización del proceso democrático (…) con el capitalismo” y la lucha por un “socialismo con democracia”. Así, el socialismo vendría como el resultado de la expansión (radicalización) de la “democracia”. La lucha por el socialismo sería, por lo tanto, la defensa y la profundización de la democracia burguesa, o sea del Estado capitalista y del régimen político burgués.


 


De allí que no sea de extrañar que el documento siquiera haga mención a la lucha por un gobierno obrero, o sea, la dictadura del proletariado y la revolución socialista. El “socialismo con libertad” es una propuesta que ya se tornó tradicional y sirve para oponer la democracia burguesa a la lucha efectiva y revolucionaria por el poder de la clase obrera. Opone la democracia abstracta a la lucha revolucionaria de la clase obrera, que termina, como siempre ocurrió, oponiendo la democracia burguesa y capitalista a la lucha socialista de los obreros.


 


Dice explícitamente el texto: “no existe transición para un modelo democratizante cuando la dinámica aplicada se fundamenta en paradigmas de un monetarismo ortodoxo y conservador” (íbidem). La crítica al capitalismo es sustituida por la denuncia del monetarismo, con lo cual la “radicalización de la democracia” es postulada como la superestructura de un capitalismo no gobernado por el monetarismo (sea lo que fuere que esto signifique). No es casual que el documento critique a numerosos partidos, pero no al PDT, partido burgués (del fallecido caudillo nacionalista Brizzola), que seguramente será incluido en las alianzas del nuevo partido “contra el modelo neoliberal” y en la lucha por el “socialismo con democracia (¿o libertad?)”.


 


No es casual que apoyen el “nuevo partido” personalidades cuyos nombres valen más que mil programas, como Carlos Nelson Coutinho y Leandro Konder, los cuales estuvieron siempre, desde un punto de vista ideológico, en la extrema derecha de toda la izquierda nacional, desde que salieron del ultra-oportunista PCB en la década del ’70, donde formaban el ala llamada “eurocomunista”.


 


Esta concepción queda absolutamente clara cuando dicen que “creemos en la lucha de la clase trabajadora como un instrumento privilegiado” (íbidem). No se trata, entonces, de la lucha de clases, sino de “un instrumento” para una política. No hay distinción alguna entre este planteo y la política de “movilización del pueblo” propio del nacionalismo y de los partidos pequeño-burgueses democráticos como “instrumento” de una política burguesa.


 


El documento termina con el deseo de que el nuevo partido quede “libre de cualquier doctrinarismo y espíritu de secta”, lo que suena extraño cuando el punto de partida es la exclusión de los disidentes de opinión.


 


Es necesario en Brasil un programa socialista y revolucionario, cuyo principio fundamental debe ser la expropiación de la burguesía y la forma política necesaria para realizar esta transformación histórica: la dictadura del proletariado.


 

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