“La Reforma Agraria es parte de la lucha de clases general”

Entrevista a Gilmar Mauro, dirigente de los “Sin Tierra” de Brasil


En diciembre de 1988,se realizó en Presidente Prudente, en el interior del estado de Sao Paulo, una reunión internacional para debatir las perspectivas de la crisis mundial y la necesidad de una organización obrera internacional (ver Comunicado en esta edición de Prensa Obrera). Al término de este reunión, En Defensa del Marxismo entrevistó a Gilmar Mauro, uno de los principales dirigentes del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) del Brasil para conocer, en sus propias palabras, las perspectivas del movimiento de lucha de los campesinos brasileños.


 


P: ¿Cuál es la situación actual del MST, qué problemas enfrenta y cómo se propone resolverlos?


 


R: En los últimos años, el MST creció bastante; logramos salir de la lucha corporativa, reivindicativa, en el campo, para movernos a las ciudades. Con eso obtuvimos mucho apoyo y solidaridad. Estamos en una fase de transformar la lucha por la tierra en una lucha de toda la sociedad. La lucha por la tierra es una lucha reivindicativa concreta; ha sido el sueño de muchos campesinos por mucho tiempo. Pero por otro lado, la realización de la reforma agraria en Brasil forma parte de una lucha de clases general. 


 


Creo que evolucionamos en esta perspectiva y los desafíos que nos impone la coyuntura son muchos. Uno de ellos es, efectivamente, transformar el apoyo que hemos recibido en una acción concreta, de actores del proceso de la lucha de clases y por la reforma agraria.


 


Vemos una perspectiva un poco complicada para el año 1999. La reelección de Cardoso y la elección del MST como uno de los enemigos principales del gobierno es una responsabilidad muy grande. Creo que va a haber un proceso de represión contra el MST, va a haber intentos de incriminarlo, en la perspectiva de aislarnos de la sociedad y con eso plantear la intervención, incluso militar, contra nuestro movimiento. Entonces, es una coyuntura muy difícil que vamos a tener que enfrentar con una mayor participación de otros sectores sociales y con mucho trabajo de bases y lucha de masas. Creo que eso es lo principal. Masificar las ocupaciones de tierra y enfrentar al gobierno y a su política con la lucha de masas y abrir la perspectiva de que otros sectores se sumen a esa lucha. Así lograremos apoyo para la reforma agraria y romper el corporativismo de las organizaciones para enfrentar la política del gobierno.


 


P: ¿Cuál es el nivel actual de extensión del movimiento?


 


R: Nunca nos preocupamos por saber los números o tener afiliaciones porque pensamos que lo más importante es tener la base organizada. Hoy tenemos en Brasil 300.000 familias que ya conquistaron su tierra a través de la lucha y las ocupaciones. Si dijera que esas 300.000 familias están organizadas en el MST, mentiría. Quizás la mitad de ellos estén organizados. Otra parte, eventualmente, participa en alguna de las movilizaciones políticas.


 


Hoy tenemos alrededor de 70.000 familias acampadas, en ocupaciones de tierras y al borde de las rutas y tenemos en las ciudades una base organizada dispuesta a nuevas ocupaciones, que es imposible de precisar en este momento.


 


Esta es la extensión del movimiento desde el punto de vista corporativo de la organización, pero creo que lo más importante es que logramos tener una cierta influencia en sectores que, pese a que no están en ningún campamento, desarrollan una actividad con nosotros.


 


Aunque no hablaría de esto con la prensa burguesa, tenemos la perspectiva de organizar el movimiento urbano de lucha por la vivienda. No queremos reinventar la rueda sino buscar la unidad de los distintos movimientos existentes y desarrollar en las ciudades un gran MST, con otro nombre claro, que también pueda hacer el enfrentamiento político al gobierno.


 


En la década del 60, el Che decía que si podíamos crear dos, tres Vietnams, le provocaríamos muchos problemas al imperialismo. Nosotros vemos al MST como un pequeño Vietnam dentro de Brasil para enfrentar a la elite brasileña y al imperialismo, con la perspectiva de alterar la correlación de fuerzas con vistas a obtener nuestros objetivos mayores.


 


P: Ustedes plantean la lucha por la reforma agraria como una lucha contra el capital terrateniente y su monopolio de la tierra. ¿En esta medida, la plantean como una lucha unida de los trabajadores de la ciudad y del campo contra el capitalismo?


 


R: Vemos las cosas de otra manera. La lucha por la reforma agraria nos ha traído muchas enseñanzas.


 


La primera es que no existe espacio para una lucha corporativa. La tendencia de los movimientos corporativos es a encerrarse en sí mismos y en la medida en que no tienen una perspectiva política, que no entienden el problema de raíz, incluso no logran la resolución inmediata de esos problemas.


 


La segunda es que no tenemos ilusión de que las ocupaciones de tierras vayan a resolver el problema de la reforma agraria, que será obra y fruto de la lucha de los trabajadores y de una nueva estructura de poder. Pero tampoco podemos esperar una nueva estructura de poder para después hacer la reforma agraria. Transformamos la lucha inmediata por la tierra en una lucha política, por la concientización de los trabajadores, para acumular fuerzas y producir una modificación en la estructura de poder.


 


De esa forma vemos la lucha por la reforma agraria e, incluso, la lucha urbana. El desempleo es grande en Brasil y en toda América Latina. Pero la bandera del desempleo es un tanto subjetiva, es difícil movilizar, a menos que propongas la ocupación de las fábricas, lo que es un tanto difícil de hacer. La tierra, en cambio, es algo concreto; es algo que organiza al campesino, que ya se imagina con su pedazo de tierra, con su cooperativa. La lucha por la vivienda es similar. Cuando hablás de la vivienda, y hay muchos problemas de vivienda, el trabajador ya se ve construyendo su propia casa. Es una consigna movilizadora. Pero si tú no tienes una perspectiva política, la lucha se encierra en el terreno económico y, desde el punto de vista político, no va a servir para nada.


 


P: Cuando Cardoso asumió el gobierno, prometió asentar miles de familias. ¿Cuál es su balance del gobierno de Cardoso?


 


R: El de Cardoso fue el gobierno que más asentó, que más tierras regularizó en Brasil. Pero, al mismo tiempo, fue el gobierno que más desasentó. Al mismo tiempo que fueron asentadas 136.000 familias, 420.000 campesinos perdieron sus tierras y, además, se perdieron un millón de empleos por la política económica implementada en Brasil.


 


Nosotros nunca tuvimos la ilusión de que la elite brasileña fuera a resolver el problema de la reforma agraria. Por el contrario, para ella no existe un problema agrario que precise ser resuelto. El modelo de desarrollo agrario brasileño fue establecido en la década del 60 por dos hombres de la elite: Delfim Netto y Alison Baldinelli. Se basa en cuatro ejes: producción para la exportación, producción de materias primas para la industria, producción para el mercado interno y liberación de mano de obra del campo para las ciudades. Aunque este modelo esté en crisis, para la elite brasileña no existe un problema agrario que precise ser resuelto.


 


Para nosotros, los trabajadores, existen los problemas de la concentración fundiaria, de las formas de producción, de los modelos tecnológicos, de las condiciones de vida del campo, del éxodo rural, de la política agrícola, industrial, de comercialización, crediticia que creemos que deben ser resueltos por la reforma agraria, que debe ser hecha por los trabajadores. La elite no la hará, aunque ahora tenga gente que se decía comunista, aunque creo que nunca lo fueron pese a actuar en partidos que se llamaban comunistas.


 


P: ¿En base a su experiencia, el MST ha desarrollado un planteamiento político más general?


 


R: No hay recetas, aunque sí existen principios orientadores. Primero: tenemos claro hacia adónde vamos y que sólo podemos construir con el conjunto de los trabajadores. No tenemos dudas de que el camino es luchar por el socialismo. Hay que construir el socialismo en Brasil, en América Latina y en el mundo. Segundo: que no vamos a conseguirlo con negociaciones o cualquier otro mecanismo sino con lucha de masas. Tercero: que debemos acumular fuerzas, ocupando espacios geográficos y políticos; formando cuadros y militantes preparados para intervenir. Organizando al pueblo. Teniendo la mística triunfadora, las ganas y la garra para alimentar el sueño de que la transformación social es posible.


 


Los desafíos son muchos; por ejemplo, ¿cómo organizar a los excluidos? Una parte quiere volver al campo y se organiza para luchar por la tierra. Otra parte no quiere volver al campo y se organiza para luchar por la vivienda. Pero otra parte no quiere ni una cosa ni la otra; entonces, tenemos que encontrar las reivindicaciones y los métodos y formas de organización que la movilicen.


 


Otro aspecto es el de la organización territorial. Corporativamente, los sindicatos están agotando sus posibilidades de evolucionar en términos de lucha. No se agotaron completamente, pero van por ese camino. Claro que una huelga de los metalúrgicos es muy importante. Pero en el mismo territorio, además de los metalúrgicos, están los maestros, los desocupados, varios sectores. Debemos encontrar la forma de movilizarlos y organizarlos.


 


P: En la reunión que acaba de concluir, se planteó la realización de una Conferencia Obrera y de Izquierda en Atenas, en el próximo mes de marzo, en la perspectiva de poner en pie una organización internacional de trabajadores que se plantee la estrategia de la revolución socialista internacional y de una respuesta estratégica, de conjunto, frente a la crisis capitalista. ¿Cuál es tu balance de la reunión?


 


R: Creo que es más que necesaria la construcción de un espacio de articulación de las luchas, de una organización internacional, de un partido internacional como quiera llamárselo que rescate las perspectivas del internacionalismo proletario y de la revolución en todo el mundo.


 


Es muy importante y creo que tenemos buenas perspectivas, más en este momento. Es un proceso que debemos debatir y construir en cada país. No creo que sea fácil; si lo fuera, las anteriores organizaciones hubieran resistido más tiempo. Sin embargo, no existen cosas imposibles cuando se quiere hacer; no existen barreras que no puedan ser superadas si hay claridad acerca de lo que se quiere. No sólo en el grupo que hoy debatió aquí sino en otros, que por diversos motivos estuvieron ausentes, donde existen militantes y dirigentes con las mismas perspectivas internacionalistas. Si tuviéramos un método correcto y capacidad de llevar adelante iniciativas, podríamos construir una gran organización internacional, que sea una herramienta para hacer efectivas las ideas de muchos revolucionarios que lucharon y soñaron con un mundo socialista.


 


P: Gilmar, ¿querés agregar algo más?


 


R: Un saludo a todos y agradecer la solidaridad que hemos recibido de la Argentina. Es muy importante y seguramente vamos a necesitar más, como ustedes también la van a necesitar. Y en lo que podemos, comprometo toda la solidaridad que podamos dar para el triunfo de sus luchas. Porque el futuro nos pertenece.


 

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