-Estamos en presencia de Karina Nohales, una compañera chilena que tiene una trayectoria como activista desde el movimiento de mujeres en Chile, actualmente vocera de la Coordinadora Feminista 8M, también en el movimiento sindical, además es abogada de profesión, y en las últimas elecciones fue como candidata a convencional constituyente por el Distrito 10, en la lista de movimientos sociales Unidad Independiente. Hola, Karina, agradezco la oportunidad de charlar con vos. Teniendo en cuenta lo que significó y sigue significando la rebelión iniciada el 18 de octubre de 2019 y el proceso político que se abrió a partir de allí, que por sus características de masividad, extensión territorial, duración en el tiempo y la profundidad de los planteos políticos que allí se alzaron, te pregunto: ¿cómo ves ese movimiento de lucha actualmente?
-Gracias por la invitación. Es difícil pensar por dónde empezar. Ha sido un período de tiempo muy breve en que han acontecido demasiadas cuestiones inéditas en los últimos años y, tal vez, siempre es bueno partir pensando en ese momento desde el 9 de octubre de 2019 cuando Sebastián Piñera, a través de la televisión, dijo que Chile es “un oasis en una América Latina convulsionada” y nueve días después sucede este estallido, que se tornó revuelta, que vino a abrir este momento político tan especial, dando cuenta que existe un abismo, por supuesto, entre los sectores dominantes y lo que se estaba cocinando a fuego muy lento por abajo. Porque este estallido y esta revuelta tienen historia. Hoy día, de cara al proceso constituyente se ha utilizado mucho esta fórmula de la “hoja en blanco”. Pero nosotros afirmamos que para el pueblo no hay “hoja en blanco”, tenemos memoria.
Esta historia de estas últimas décadas ha sido la de las luchas sectoriales, que se han manifestado con mucha potencia en distintos momentos. Tenemos, desde 2005 en adelante, las luchas de los trabajadores subcontratados, de los sectores estratégicos de la economía, pasando por las huelgas del cobre, las forestales, después las portuarias. Tenemos la lucha contra la educación de mercado protagonizadas por los secundarios en 2006 y por el sector universitario en 2011. Tenemos las luchas mapuches desde 1997 en adelante, con muchísima fuerza, y que de hecho da la sensación que el asesinato de Camilo Catrillanca en noviembre de 2018 es el principio del fin del gobierno de Piñera, cuando todo el país pudo ser testigo de un montaje policial destinado a garantizar la impunidad, una vez más, de las fuerzas represivas que tienen militarizado Wallmapu. Desde ahí en adelante hemos vivido muchísimos conflictos territoriales, de índole socioambiental, pasando por el Aysén, Chiloé, Freirina, han sido muchos. Y también, por supuesto, la irrupción de la lucha feminista, justo antes de este estallido social. Es el movimiento que logra mayor masividad en la historia de esta transición democrática de estos últimos 30 años y que viene, yo creo, a plantear una perspectiva general, que logra articular muchos momentos de estas demandas, que se habían presentado de manera dispersa. Estoy olvidando el movimiento NO+AFP (Administradoras de Fondos de Pensión), que también emerge a partir de 2016.
Sin embargo, el 18 de octubre, para todas las personas que nos tocó estar en algún lugar, tomando parte de las manifestaciones, se abrió algo que no pensamos que en tan poco tiempo después se iba a traducir en una vuelta del tablero tan importante a nivel electoral, que es una de las formas en que se expresa también ahora la revuelta, no es la única. Y que encima nos iba a tocar sostenerla con una pandemia de por medio y con lo que es su contrapartida, la represión. Entonces, yo diría que hemos ido quemando etapas de manera muy rápida, como movimiento social, como sectores populares. Nuestra propia actividad ha producido desafíos políticos de una envergadura muy importante, que encuentran a la clase trabajadora y a los pueblos en Chile con una débil organicidad. Existen organizaciones sociales, existen partidos de izquierda. Uno podría decir “son más, menos reformistas, me gustan más, me gustan menos”, pero existen. Pero todo eso que existe no es comparable con la trayectoria organizativa, deliberativa, programática, que antecede, por ejemplo, al triunfo de Allende. Estamos descubriéndonos y encontrándonos con ejercicios de imaginación política, que están permitiendo hoy sostener y articular programas, las formas organizativas de las que nos vamos a dotar para todo este ciclo que se viene. Porque, sin dudas, las que existen, aparecen todavía insuficientes. Lo que la clase trabajadora tiene claro en Chile es un balance, un balance de los últimos 30 años.
Creo que Chile se ha presentado ante el mundo como un modelo que logró combinar dos cosas que son difíciles de combinar, por un lado un neoliberalismo muy brutal, muy salvaje, con una gobernabilidad bastante estable por muchas décadas. Me parece que esa es la anomalía en primer lugar. Lo que hemos visto es a los pueblos en todos los lugares del mundo levantarse contra las reformas neoliberales, impidiendo su avance, luchando por detenerlas. Creo que en Chile la tarea es un poquito distinta, a pesar que el horizonte antineoliberal es probablemente más transversal como sentido común de masas. Aquí no se trata de detener o impedir reformas neoliberales, sino se trata de desmontar un neoliberalismo que fue instalado hasta el final. No tenemos nada que defender de lo que existe.
Creo que es una experiencia novedosa, que va a ser muy importante también a nivel internacional. Son muchas las discusiones que han atravesado al movimiento popular en este corto tiempo. Por supuesto una es cómo nos organizamos, enfrentamos a la represión, a la política de impunidad, que nuevamente la historia no parte de cero, la impunidad de ayer es la que habilita la impunidad de hoy. Es el saber que se puede desplegar una política de terrorismo de Estado sin consecuencias. Sabemos que en Chile Pinochet nunca fue juzgado por crímenes de lesa humanidad. La única razón por la que fue llevado ante la Justicia fue por ladrón. Y, hoy día, empiezan a aparecer un poco esta misma dinámica, lo que hace noticias son los robos, las fuerzas armadas y de seguridad. Sin embargo, la impunidad es completa respecto de la violación sistemática a los derechos humanos y además en un contexto de prisión política. Entonces, esa es una tarea política de primer orden. Otra tarea política es pensar cómo sostener dinámicamente vivo, organizado y articulado a los distintos sectores de los movimientos sociales para conquistar la lucha por la libertad de las y los presos y en contra de la impunidad en las calles, a través de la movilización. Ese ha sido el espacio predilecto de actuación de todo este movimiento social. Pero al mismo tiempo nos toca, por primera vez en 50 años, pensar un despliegue de estos sectores en un espacio que es institucional, que es la Convención Constitucional. Por supuesto es un espacio institucional extraordinario, de carácter sui generis, que dura un tiempo muy breve, que no está destinado a administrar lo que hay, sino está destinado a pensar en sentar las bases de una nueva institucionalidad. Esos son desafíos difíciles, además de este contexto difícil que ha golpeado fuertemente a los trabajadores y los pueblos. Esto puedo de decir de entrada.
-Como característica de este proceso que nombraste, que se sigue viviendo descarnadamente en Chile es la cuestión represiva. En algún punto si uno tuviera que decir y analizar cuáles son los pilares que sostuvieron a un gobierno acorralado por la movilización popular, indudablemente es la cuestión represiva y también la política que se dieron los sectores políticos que se decían y se siguen diciendo opositores, pero que no sólo le dieron la posibilidad de canalizar institucionalmente la bronca popular con el “Acuerdo por la Paz social y la Nueva Constitución”, con una funcionalidad política muy evidente que era el que sostener al gobierno de Piñera. La cuestión represiva no empezó, como decías, en 2019, cuando uno ve las imágenes de cómo respondieron a reclamos sociales importantes y que movilizaron a miles, como la revolución pingüina, la represión que viene sufriendo el pueblo mapuche por sus reclamos por los territorios que les corresponden ancestralmente. Entonces, ¿cómo ves este escenario represivo, ¿cómo abordar la lucha por los presos políticos? Sabemos que hay sectores que han conquistado bancas como convencionales constituyentes que plantean que no puede empezar a sesionar la Convención con presos políticos. ¿Cómo ves esa lucha? También porque hay sectores que dicen “Piñera ya está, hay que esperar a que termine, y si tiene que responder, que lo haga internacionalmente porque acá no hay ninguna posibilidad que responda por los crímenes de los que es responsable político. Y considerando, también, que en estas elecciones salieron fortalecidos sectores que en el Congreso levantaron la mano para la sanción de las leyes represivas. Entonces, ese pasaje de cuentas también cómo opera en este nuevo período.
-Justamente, la represión no es nueva en Chile, si tenemos que comparar, me ha tocado estar algunas veces en Argentina, la cultura represiva, el nivel de intolerancia, hasta qué punto hemos estado acostumbrados en este país a la respuesta brutal por parte del aparato del Estado siempre, hasta en las condiciones más insólitas. Como hace tres años nos juntábamos diez personas, en una esquina, para una manifestación de lo que fuera y nos cagaban a palos. Eso, creo, se ha normalizado mucho la represión y que no es normal en el contexto de varios países, como América Latina en muchos momentos, no en todos por supuesto. Y la prisión política tampoco es nueva, prisión política ha habido en todas estas décadas respecto del pueblo mapuche y ahí la responsabilidad ha sido de las dos derechas, la de la ex Concertación, estos partidos social-liberales, comandados por la alianza del Partido Socialista y la Democracia Cristiana, como del bloque que se autoidentifica plenamente como de derecha. Creo que es muy importante decirlo, porque es necesario matizar en una cuestión muy delgada. Chile ha sido un país ultraneoliberal todas estas décadas, lo sabemos, pero nunca ha sido un país de derecha. Esa es mi opinión. Si historizamos largamente, la única vez que la derecha, con un programa plenamente burgués, puede llegar al poder es en los años ’58, con Alessandri, después gana la Democracia Cristiana, pero gana con un programa hurtado a la Unidad Popular. Sólo puede ganar robándole el programa e implementando de una manera muy mezquina las demandas más sentidas, como la reforma agraria y la chilenización del cobre que hacían ellos en ese momento. Gana la Unidad Popular y después pasamos a una dictadura muy larga, y de ahí en más la gente vota Concertación, y cuando lo hace, por más que su programa es de administración y de profundización de este neoliberalismo implementado en dictadura, la gente vota Concertación como si estuviera votando “no derecha”, siempre.
Entonces, una cuestión es diferenciar este programa y otra es diferenciar con qué conciencia está votando la gente cuando vota por alguien. Y la derecha logra ganar una vez en este período, que es el primer gobierno de Piñera y efectivamente logra gobernar. Me atrevo a decir de manera absolutamente responsable que los gobiernos de esta derecha han gobernado con un programa, en algunos momentos, incluso más tímido o menos ofensivo respecto de la clase trabajadora que los programas del Partido Socialista. Nosotros revisamos el programa en materia de derechos laborales o el programa del trabajo en general de la derecha, es un programa que se queda corto en relación a lo ofensivo que fueron los programas de Lagos, por ejemplo, en el año 2000, etcétera. Y la segunda vez que la derecha logra llegar es cuando se revienta todo, y esta derecha despliega los militares a la calle y se levanta todo el país diciendo “nunca más”.
Esta comprobación tan importante de que Chile finalmente no era de derecha, también es bueno como hacerla presente, para que no parezca esto que está pasando como una sorpresa y para que no aparezca la respuesta represiva tampoco, como atribuible a una cuestión absolutamente extraordinaria a lo que ha sido la experiencia en este tiempo. La diferencia es que hoy en día esta represión la están viviendo masivamente sectores muy amplios de la población que probablemente antes de participar de manera presencial, en distintas formas de manifestación, se imaginaban que cuando denunciábamos la represión, decían “algo habrán hecho los que están siendo reprimidos”, como “no son blancas palomas”.
Hoy día, es una experiencia colectiva y de masas el saber quién es fuerte, incluso si no estás haciendo nada, eres objeto de la represión, como ha pasado con las más 600 víctimas de trauma ocular. Entonces, me parece que esa experiencia colectiva es el pie más importante para pensar una movilización de masas por la libertad de las y los presos políticos. Yo creo que ahí hay un desafío, porque es mi impresión que todavía no se ha transversalizado a nivel de movilización esta demanda, por mucho que la estén poniendo por delante las organizaciones sociales, como la Coordinadora Feminista 8 de Marzo también, entre tantas otras. Creo que hay un importante ejercicio de poder, de alguna forma convertir la lucha por la libertad de las y los presos como algo identitario, que porta básicamente un sector o un grupo de sectores muy reducido. Yo tengo una crítica respecto de cómo se ha llevado adelante esta lucha, creo que le falta amplitud y que las organizaciones que han sostenido en primer lugar esta lucha no sé si se han resistido de alguna forma a dotarla de esta amplitud. Esa es una necesidad.
Otra cuestión que está pasando y estoy pensando en hartas esferas, una es la de la movilización. Otra esfera tiene que ver con lo institucional, porque existe una ley de indulto, que se está tramitando en el Parlamento, que no satisface plenamente la libertad de todos las y los presos pero sí cubre una cantidad importante de casos. ¿Cuál es la posición del movimiento social en general frente a esta ley? Creo que no se está debatiendo ampliamente en todos los espacios sociales y que a partir ahora de la Convención Constitucional se ha dado también una tribuna de masas más amplia a poner la centralidad en la libertad de las y los presos y a fijarnos de qué se trata esta ley de indulto. La Coordinadora Feminista 8 de Marzo, por ejemplo, en particular no tiene una posición, porque lo debatimos y estábamos absolutamente divididas en torno de apoyar o no esta ley. Y no sé cómo se estará siendo en los demás espacios.
Un tercer momento tiene que ver con qué va a pasar en las elecciones presidenciales y parlamentarias. Quiero decir esto con la siguiente reflexión, para el mundo popular organizado en general, las elecciones no han sido procesos relevantes y es a través de la elección de constituyentes que, de manera más organizada, se empieza a deliberar la posibilidad de participar en estos espacios, provocando el resultado que conocimos y que imagino también vamos a comentar. Y es en este contexto y en el ciclo abierto por la revuelta que va a tener lugar una elección presidencial y una elección parlamentaria. Y yo creo que si en esas elecciones se llega a expresar de manera similar lo que se expresó en la elección de la Convención, el camino para la libertad de las y los presos va a ser mucho más esperanzador en lo que se puede hacer también desde el punto de vista institucional, sin desplazar por ello la necesidad de la movilización.
Creo que depende en este momento de varios factores y que sin dudas es algo que hay que poner por delante. Pero no sólo eso, diría que son tres elementos. Nosotros estamos planteando: la libertad de las y los presos políticos de la revuelta y mapuche; la desmilitarización de Wallmapu, pensamos que es necesario que la Convención se instale bajo ese requisito, y en tercer lugar, el fin de las expulsiones masivas de ilegales de personas migrantes que está llevando a cabo este gobierno desde que aprobó la nueva ley migratoria, que es una ley antiderechos.
-Justamente con esta cuestión represiva y esto que vos señalabas que el pueblo chileno no era de derecha, una de las consignas que viene atravesando todo este momento y que tiene que ver con el despliegue de las fuerzas de manera tan violenta; es muy cierto esto que vos señalás que en otros contextos de otros países no se vive la cotidianeidad como se vive en Chile. Es cierto que hay un bagaje de la lucha contra la dictadura y después contra la impunidad de los genocidas también tiene una huella en ese aspecto. Pero esta cuestión de la disolución de Carabineros, específicamente, te quería preguntar porque es una consigna que está muy presente, ninguna fuerza política puede no pronunciarse al respecto, al menos nadie que dijera tener algún sesgo popular en sus planteos políticos puede defender a Carabineros, pero lo más profundo que plantean es a la necesidad de una reforma, modernización, como habló propiamente Piñera en la cuenta pública. ¿Cómo ves estas salidas? Algunos hablan de intervención civil de las fuerzas, ¿esto se arregla con cambiar los programas de formación de los pacos?
-La posición de la Coordinadora Feminista 8 de Marzo es la disolución de Carabineros. Pensamos que es una institución criminal y que simplemente debe desaparecer, que no es transformable, y menos aún de esos conceptos de modernización en boca de personas, como Piñera, sabemos que lo que significa, que es básicamente darles más presupuesto, munirlos de más facultades represivas y garantizar las condiciones de impunidad. No es un problema de control civil, es un problema de clase. No sabría que más agregar de una fuerza que está organizada de manera tal que su objetivo no es de ninguna manera proteger a la población, incluso si pensamos como en la delincuencia, como todo este relato securitario sino simplemente administrar la muerte y las políticas represivas hacia los sectores populares basados en una organización absolutamente de clase, dentro de su cadena de mando. Tienen que dejar de existir, y particularmente nosotras hemos denunciado además la violencia política sexual en este período, que ha seguido estando muy invisibilizada, a pesar de una de las performance, como la de Las Tesis1Se refiere a la performance “Un violador en tu camino” del colectivo Las Tesis que recorrió el mundo en 2019. Dice como parte de su letra “El violador eres tú/Son los pacos (carabineros)/Los jueces/El estado/El presidente/El estado opresor es un macho violador”., que recorrió el mundo y que está denunciando esto, que está ligado con el carácter patriarcal del Estado también. Pero no nos olvidemos que después del 8 de Marzo de 2020, que fue la última gran movilización antes de la pandemia, tiene que renunciar a su cargo la ministra de la Mujer de este gobierno, Isabel Plá, en una interpelación que se le hace el Congreso producto de la denuncia de violencia política sexual por agentes del Estado, principalmente Carabineros, y respecto de la cual ella sostuvo en la misma interpelación ante el Parlamento una política de negacionismo. También por esas razones debe desaparecer.
-Del escenario político postelecciones del 15 y 16 de mayo, lo que uno puede decir como una cuestión evidente es que hay un corrimiento del escenario político hacia la izquierda, obviamente que el dato político es el que venimos señalando, la irrupción de los independientes en la categoría de convencionales constituyentes. Habían cuatro categorías en juego, ¿cómo analizás esto? Porque uno pensaba en los términos en que estaba diseñada la convocatoria, donde los partidos que la organizaron establecieron obstáculos que eran muy difíciles de sortearlos y sin embargo sucedió. Si uno tiene que ponerlo en alguna imagen, pensaron abrir una rendija para que entre algún aire y se ventile un poco el tufillo que había, sin embargo, entró un ventarrón y sucedió lo que era muy difícil que irrumpan los independientes de la manera que lo hicieron y la derrota que significó a la derecha y a la Concertación que, en forma separada, no lograron hacerse con el tercio, de forma separada, digo, porque imagino que, como vos caracterizabas, no puede pensarse como algo raro, que armen un bloque hacia adentro y ahí sí tendrían un tercio. ¿Cómo ves este escenario potselectoral y teniendo en cuenta que estas elecciones van a marcar las presidenciales y que ahora el que encabeza las encuestas es Jadue, y cómo plantearse ahí la lucha. Porque contra Piñera es muy evidente, hasta incluso, entre comillas, hasta fácil ser opositor a Piñera, pero cómo se encara la lucha con un gobierno que se plantea popular. También estos resultados electorales pueden pensarse como que vuelven a dar la posibilidad de que se creen expectativas hacia la institucionalidad y, en definitiva, generar expectativas en este proceso, como canal institucional, también es uno de los objetivos que tenían o que se puede pensar que tenían.
-Yo pienso que el resultado de las elecciones de la Convención Constitucional expresan el éxito de una política, más que una política es una brújula estratégica que distintos sectores organizados del pueblo llevaron adelante, muchas veces a pesar de las expresiones políticas o partidarias, como de una izquierda más anticapitalista, que fue la política de confiar en sus propias fuerzas con independencia y con autonomía de todos los sectores que han administrado los treinta años de neoliberalismo para sortear los obstáculos de ese proceso.
Nosotras tuvimos desde el primer momento una lectura muy crítica del Acuerdo por la Paz social y la Nueva Constitución porque entendíamos, en primer lugar, que ese contenido de la paz social era zanjar una impunidad, como que se cubre un itinerario muy claro de impunidad respecto del gobierno de Piñera y la derecha se veía a sí misma concediendo algo muy colosal, que era la posibilidad de cambiar la Constitución, pero pedía a cambio un compromiso a todos los demás sectores parlamentarios con esta paz social, con aplastar la revuelta y garantizar la impunidad y, además, una nueva Constitución que clausurara por arriba, entre cuatro paredes, de manera elitista lo que los pueblos habían abierto por abajo.
Ese era el deseo de quienes suscriben ese acuerdo. Sin embargo, la pandemia lo primero que hace es trastocar el itinerario constitucional y desplazar la fecha de las elecciones, lo que supone un traspié para lo que era una de las expectativas de la derecha, es que la nueva constitución iba a estar lista cuando Piñera termina su mandato e iba a llevar su firma, y eso ya no pudo ser. Y por otro lado, los vetos que se mantienen, como el de los dos tercios, entre otros, se hacen humo, vemos un acuerdo construido, como dijo una compañera “sobre pilares de arena”. Con toda esta crítica, nosotras nos llamamos a “aprobar” (votar por la aprobación) para el plebiscito de octubre de 2020 y a saltar todos los torniques2Torniques: molinetes del subte. Los secundarios organizaron el salto de los torniques contra el aumento de pasajes desde el 9 de octubre de 2019, proceso de lucha que derivó en el estallido del 18 de octubre., eso es lo que nos dijimos, al engordar los términos de este acuerdo. Lo que vemos el 15 y 16 de mayo efectivamente la revuelta en toda su diversidad, en todo su caos, en este carácter absolutamente “no homogéneo”, pero la revuelta entra en masa a la Convención. Es un resultado que nos sorprende, pero es una sorpresa de quien observa el producto de su propia actividad, esa sorpresa la provocamos nosotros, todos los sectores populares que confiando en el poder que pudimos experimentar estando en revuelta, eso iba a poder imponerse. Me parece que ahí ese campo popular actuó de manera correcta, incluso no estando coordinado plenamente; muchos pensamos lo mismo al mismo tiempo en que la revuelta sí tenía esa potencia.
Eso se verificó y por lo menos la derecha gobernante sin el tercio que necesitaba y sobre todo desfonda a la ex Concertación, porque ésta no es sólo en el Partido Socialista, siempre va a ser importante leerla en esta alianza Democracia Cristiana-Partido Socialista. La Democracia Cristiana obtiene un escaño, el partido que dirigió la transición democrática, y eso deja también al Partido Socialista en algunos problemas, porque por mucho que sea un partido neoliberal, es un partido que tiene todavía sectores de base, están hacia la izquierda respecto de sus direcciones. Hemos visto hoy cómo se están constituyendo, desde los espacios de base, comités para apoyar la candidatura de Daniel Jadue, del Partido Comunista, a pesar de que el Partido Socialista tiene su propia candidata, esto está generando un lío interno, están sancionando militantes de ese partido. Entonces no deja al Partido Socialista en una posición fácil, tampoco a la derecha, porque la Democracia Cristiana igual ha sido ese puente histórico y hoy en día no cuenta con esa puerta dentro de la Convención, o sea un escaño no es ese puente.
No caben dudas que las direcciones del Partido Socialista van a actuar en consecuencia, que es alinearse con el programa de la explotación, como lo han llevado a cabo todos estos años, pero que a lo mejor vamos a ver un cascarón cada vez más vacío. Aquí lo que se está probando ya no son nombres de partidos, no son autodefiniciones, lo que se está sometiendo a prueba son fuerzas reales, porque lo que se ha quebrado a partir del 18 de octubre en adelante fue la conjura de la transición democrática de dejar atrás y no reeditar nunca la lucha de clases y lo que ha vuelto a estar presente en Chile es la lucha de clases. Yo creo que el desafío está sobre todo para el campo popular, como decías, ser oposición es una cosa, ir midiendo el nivel de fuerzas reales en cada paso y en distintos despliegues, desde la calle hasta una institución, va poniendo otras tareas por delante que no nos había tocado enfrentar en este período.
Ahora, la expresión electoral a nivel presidencial que resulta de este ciclo, es esta alianza del Partido Comunista con el Frente Amplio. Esto es un giro inédito en un tiempo tan corto. El otro día recordaba que para las elecciones presidenciales anteriores, las de 2017, el candidato de la ex Concertación, Alejandro Guillier, que le fue muy mal, pero la derecha desplegó una campaña de terror respecto del candidato Guillier, que decían que si él ganaba Chile se iba a convertir en Chilezuela, imagínate la Concertación era Chilezuela. Hasta tal punto se han desplazado las coordenadas políticas, dejando vacío, entre comillas, el centro, esta idea del centro, y hemos entrado en una dinámica de polarización, que sólo va a ir acentuándose y en la medida en que sectores como la alianza entre el Partido Comunista con el Frente Amplio puedan llegar al Poder Ejecutivo, esa polarización se va a acrecentar muchísimo más, porque esa polarización no depende sólo del programa o de los que realmente estén dispuestos a subvertir partidos como el FA o el PC, sino que depende justamente de lo que pasó en la Unidad Popular.
Cuando triunfa algo así, el pueblo se siente dueño de eso y son sus expectativas las que incluso pasan por encima de esas direcciones, se desata algo. Yo creo que aquí el pueblo está dispuesto a desatar muchas cosas. Entonces, más allá de lo más o menos radical que puede ser un gobierno de ese tipo, a mí no me caben dudas que va a desatar expectativas. Va a haber más atrevimiento popular. Hablando desde el movimiento social, creo que éste tiene que estar preparado para tres cosas en un escenario de este tipo, si eventualmente sucede: la primera es poder empezar a constituir movimientos de masas como tales. Estoy pensando en el feminismo. Nosotras somos una organización de Santiago que tuvo la capacidad de convocar en cuestiones que son importantes, pero somos una organización de Santiago. Hay coordinadoras feministas como la nuestra en todas las regiones del país. Nosotras todavía no hemos dado ese salto de decir cómo nos articulamos todas orgánicamente y nos constituimos en una sola gran organización de masas que no vaya solo con la transversalización de ese feminismo que es anticapitalista, antiracista, anticarcelario, que es inclusivo respecto de todas las disidencias sexuales ya no para trasversalizar los movimientos sociales que existen sino en estos millones de mujeres muy jóvenes que empiezan el camino de politización a través del feminismo hoy. Y creo que es una tarea que podrían darse muchísimos movimientos. Y constituir estos movimientos a nivel de masas, pero que sean capaces de mantener la independencia y la autonomía respecto de las expresiones partidarias que van a conducir este período.
Ese es un equilibrio complejo y necesario. Es complejo porque… voy a decirlo así: la izquierda va ganando, cuando se genera esa sensación de avance de la izquierda, se genera también el deseo de ser parte, y a mí me ha tocado estos días como verlo también. Pero, por otro lado, hemos visto las experiencias del llamado ciclo progresista latinoamericano muy reciente, en que la forma es clientelizar la relación con los movimientos sociales ha supuesto un anquilosamiento y ha permitido un giro conservador mucho más rápido. Entonces esta necesaria autonomía justamente es de mantener vivos los espacios deliberativos y de auto-organización, que vayan siempre empujando el horizonte de transformación radical más allá de lo que puedan plantear incluso gobiernos como éste, como un eventual gobierno del PC y el FA.
Todavía en Chile es tabú hablar de un momento en que el gobierno de Allende tuvo un giro autoritario, y es importante traer a colación esa experiencia. La candidatura de Allende se levanta en base a los comités populares, que eran espacios auto-organizados de deliberación, sin tutelas necesariamente partidarias. Lo primero que se hace cuando Allende triunfa es desmantelar esos comités. Cuando se plantea pasar las empresas estratégicas al área de propiedad social con participación de los y las trabajadoras en la administración de estas empresas, se plantea para una cantidad limitada de empresas y los trabajadores toman todas esas empresas igual, incluso las que no iba a pasar a áreas de propiedad social, ahí vemos cómo nacen los cordones industriales y ante eso se responde con una ley “Millas” que obliga a devolver a los trabajadores de las empresas tomadas. Entonces, creo que es necesaria esa autonomía también para que no se produzca una subordinación del horizonte posible, de lo que es capaz la fuerza popular auto-organizada. Pero el tercer elemento, que ése es el equilibrio complejo, es al mismo tiempo no sostener una política, que por más autónoma que sea, sea sectaria, completamente, respecto de un gobierno que sin dudas va a ser más progresista de lo que hemos visto estos años. Y cuando digo no sectaria me refiero a que cuando una alternativa se aparece a ojos de masas como de izquierda le va mal, le va mal a todo lo que es izquierda, en el fondo lo que fracasa es la idea de la izquierda. No sé qué va a pasar si llegara a ganar alguien como Jadue, pero sin dudas tendríamos desde el movimiento social un desafío muy importante y equilibrios muy complejos que debatir y desplegar.
-Justamente esto de las expectativas que despiertan, en particular con una Constituyente funcionando, pero más en general también. Porque si uno piensa en la consigna “No son 30 pesos, son 30 años”, obviamente más allá de la cuestión de la impugnación de una constitución heredada de la dictadura, en realidad hay una impugnación con esta consigna a todos los gobiernos que se sucedieron y que gobernaron con ese andamiaje jurídico y que con el nombre o el mote de “progresista” llevaron a fondo, como vos señalabas, las políticas privatistas. Entonces, cómo articular desde las organizaciones sociales, muchas de las cuales se plantearon con escepticismo y hasta con rechazó el proceso constituyente, y este sectarismo capaz en algún punto que vos señalabas, entonces cómo articular esto con la Constituyente funcionando.
-Estas elecciones demostraron que la revuelta sigue abierta, en primer lugar, algo que nosotras siempre afirmamos, que también el contexto de pandemia nos podría hacer dudar de eso. Esta revuelta está en un terreno de tornarse en un proceso, desbordando tanto el diseño oligárquico que pactaron los partidos del orden, pero también desbordando el fatalismo de diversos sectores de izquierda extraparlamentaria, que están muy acostumbrados a vaticinar derrotas, es como “ya listo, siempre nos cagaron, no hay nada qué hacer”. Me gusta mucho correrme de esa frase tan bonita de Trotsky que dice “quien se arrodilla ante los hechos consumados es incapaz de enfrentar el porvenir”. Creo que el pueblo decidió no arrodillarse ante lo que parecía un hecho consumado, y estuvo bien. Y ahora lo que va a acontecer por primera vez en 50 años en Chile, desde la Unidad Popular, es el pueblo el que va a llevar la batuta en un debate que es programático, ideológico y político.
Como tú bien decías, esta no nunca fue una revuelta contra un gobierno, nunca fue una revuelta contra la derecha, fue una revuelta contra los 30 años y entre los impugnados están todos los sectores que administraron esto. Es superimportante decirlo, sino ellos aparecen fijándose a sí mismos como una alternativa a esa derecha que impugnamos y mentira, son parte de los impugnados. Y eso se expresa mucho en el resultado sindical, porque si bien entra la revuelta, entra la lucha feminista, socioambiental, las asambleas territoriales, incluso personajes de la revuelta, no entra nadie del mundo sindical. La CUT levantó 22 candidaturas, no entró nadie, NO+AFP levantó 19 candidaturas entró una, la ANEF (Agrupación Nacional de Empleados Fiscales) levantó no me acuerdo cuántas candidaturas pero como nueve, entró una, la Confederación Nacional de Funcionarios de la Salud Municipal (CONFUSAM) levantó seis candidaturas, no entró ninguna. En el caso del sector privado como la Unión Portuaria, Sindicato de Trabajadores de Starbucks… no entró nadie. Creo que aquí se está pasando cuenta de otro momento de la transición, que no es lo mismo, los portuarios, por ejemplo, de la CUT, pero existe una noción general acerca del sindicalismo de estas décadas ha estado subordinado también a estas políticas de la transición y a sus partidos y ahí pagaron la cuenta todos los sectores, incluso los que no han sido parte de esa política. Por ahí va una de las tareas políticas.
A mí me preocupa mucho pensar quién va a portar la titularidad legítima del debate del trabajo asalariado dentro de la Convención, un debate que es tan importante, sin autorrepresentaciones propias, como no pasa con otros movimientos. Y este es un elemento central para pensar en la organización de la clase, su programa y las tareas que están por delante. Ahí hay un sentido de urgencia como de desafío para el movimiento popular, el poder rehacer un campo sindical que sea democrático, que sea capaz de acoger orgánicamente a todos los trabajos, porque hoy día hablar de espacios organizados de trabajadores formalmente asalariados es hablar de una minoría de la realidad laboral en el país y en el mundo. Avanza el concepto de población sobrante, en Chile el 40 por ciento de la fuerza de trabajo es informal. Tenemos todos los trabajos no remunerados, respecto de eso también hemos levantado un programa. Curiosamente entran dos compañeras de una organización de trabajos no remunerados, como contraste también a este mundo sindical que queda afuera. Cuando queda fuera lo que estamos diciendo es que parece algo externo a la revuelta, que la gente en la urna votó revuelta. Estamos en una centralidad que a mí me perturba y me tiene muy preocupada. En este momento no estaría muy contenta de que sea el Partido Comunista el que porte la titularidad de este debate en la Convención porque han sido parte de este sindicalismo que ha sido castigado, con justa razón.
-La preocupación porque no haya nadie del mundo sindical, entendiendo fuera de la burocracia sindical que fueron todos castigados y entraron todos en la bolsa, pero este concepto más amplio de que para defender los intereses de determinado sector se tendría que contar con representantes hacia adentro, en este caso de la Convención Constituyente. Lo digo porque una de las características señalada como progresiva y como que le da una nota característica extra e histórica al proceso constituyente, que se va a elegir una convención paritaria y con representación de los pueblos originarios. Y acá quiero introducir como un elemento de polémica: de la mano con la irrupción de una cuarta ola de mujeres, la conquista de la paridad como algo progresivo ¿Es realmente así? Me doy cuenta que esto tiene una valoración muy importante; sin embargo, si pensamos en esos términos, podemos concluir que la representación de mujeres por sí misma va a llevar hacia dentro de la Convención la disputa por los intereses de las mujeres trabajadoras. Además la paridad se aplicó para bajar mujeres, ya que la corrección por género se usó en favor de los hombres, en definitiva, termina también en algún punto siendo un techo; pero más la cuestión de fondo, que esto por sí mismo garantice que va a ingresar la agenda de las mujeres, sobre todo las más pobres, las precarizadas. ¿Qué se discute dentro de la coordinadora de las que sos parte?
-Lo primero para decir es que el hecho de que exista paridad en este proceso es inédito, no había ningún proceso constituyente paritario en el mundo. Lo segundo es decir que no es una casualidad, porque este es el primer proceso constituyente que tiene lugar en el mundo desde que entramos a este momento de irrupción global del feminismo de masas, es lo que nosotras caracterizamos. En tercer lugar decir que lo que esto expresa, porque la paridad es algo que tuvo muy poca difusión en el sentido que se aprobó muy rápidamente. El acuerdo fue firmado el 15 de noviembre de 2020, el 18 de diciembre entra la ley de paridad, el 20 de marzo estaba promulgada. Este movimiento de masas feminista de los últimos años en Chile ha tornado la vida de las mujeres como un problema político ineludible y que es un problema del que ya no pueden escapar ningún sector al que no le guste el feminismo porque lo que hemos hecho es sacar al feminismo y a la vida de las mujeres de esa posición de particularidad durante tanto tiempo para decir “podemos hablar de todo”, no sólo podemos sino que lo hacemos y levantamos programa también.
Quiero referirme a dos cosas: la primera es que hay dos momentos desde la paridad cuando se aplica a nivel legal, que es la paridad de entrada, que todas las listas tenían que llevar la misma cantidad de hombres y de mujeres, que es necesaria y estuvo bien, y no significa un techo. En ese sentido me parece necesaria la paridad de entrada pero que puedan ser más mujeres que hombres en las listas también me parece bien. Y segundo, la paridad de salida, es que la Convención tenía que quedar integrada por 50 y 50, 45 y 55, y efectivamente esta paridad de salida que tiene un límite aparece como un techo, y como tú dices, la corrección de paridad tiene que aplicarse para compensar a la subrrepresentación masculina porque fueron muchas más las mujeres electas que los hombres. ¿En qué sectores fueron electas más mujeres que hombres? En la lista del Partido Comunista con el Frente Amplio y ahí como más de izquierda, todas las listas de independientes de izquierda, listas del pueblo, listas de movimientos sociales, todas con más mujeres y también en los escaños reservados a los pueblos originarios, al menos al pueblo mapuche, en todos los escaños, el pueblo mapuche elegía siete representantes y fueron electas seis mujeres, el único hombre electo fue Adolfo Millabur, entonces se tiene que aplicar también ahí la paridad para compensar la subrrepresentación masculina. ¿Y qué sectores eligen más hombres? La lista de la ex Concertación en todo el país y la lista de la derecha. Eso también da cuenta que votar por mujeres, por izquierda, es también un reconocimiento de sectores que no necesariamente son feministas o que no necesariamente son mujeres, de que el feminismo tiene una legitimidad para hablar de todo, y no los que nos han dicho, entre comillas, los problemas de la mujer.
Sin embargo, nosotras hemos sabido siempre de paridad no es sinónimo que las mujeres que van a entrar ahí sean feministas, que estén de acuerdo con las demandas históricas que ha levantado el feminismo, que por supuesto no están desligadas de las demandas de las mujeres trabajadoras, incluso en esa paridad entran también mujeres que son antiderechos; sin embargo, defendemos la paridad a pesar de eso, porque incluso esas mujeres antifeministas, entran gracias al feminismo, porque la paridad la conquista el feminismo, no ellas. Eso da cuenta una vez más de la potencia feminista tan davidosa que incluso alcanza a aquellas que no están de acuerdo, como todos los derechos civiles, los reproductivos, que son derechos necesarios. En segundo lugar, y creo que es lo más importante, nos brinda la posibilidad de sostener esta disputa programática, política e ideológica en un espacio como la Convención también entre mujeres, el enfrentarnos entre nosotras también en primera persona y no a través de la mediación de la voz masculina como ha sido siempre. Y cuando mujeres sostienen debates y disputas, incluso se enfrentan en las posiciones, yo creo que todo un país pueda ver eso es un elemento de politización muy importante para todo el resto de las mujeres del país. Me parece que sí, es progresivo.
-Quería hablar también del balance que tienen ustedes, porque vos fuiste por una lista independiente. Por otra parte, la Lista del Pueblo, otra lista de independientes, es la gran triunfadora, fue sorpresa por la cantidad de escaños conquistados, como consecuencia tal vez de poder estructurarse en todo el país, la utilización disruptiva de la franja televisiva, hay varios factores que entraron en juego. Porque plantearse como independiente te da una autoridad por sí misma aparentemente. La mayoría de los sectores independientes están más ligados a los procesos de lucha, a las organizaciones territoriales y, sobre todo, los que surgen al calor de la revuelta para también bajo el ropaje de independiente había sectores bastante conservadores. Entonces, ¿cómo hacen el balance desde tu sector?
-Ser independiente te da una legitimidad superproblemática, como una virtud en sí misma. Es la ley la que le pone ese nombre a quienes compiten sin partidos. Sin embargo, nosotras nos hemos ocupado de aclarar cada vez que nos ha tocado intervenir, es la ley la pone ese mote. Nosotras nos consideramos militantes del movimiento social pero militantes. Respecto del balance, sin duda la irrupción de la Lista del Pueblo es una de las grandes sorpresas en esta elección. Ahora esta lista no es una sola y la misma cosa. Hay por lo menos 15 escaños conquistados por la Lista del Pueblo que se trata de militantes del movimiento social, con una larguísima trayectoria en distintos espacios organizados, no es gente suelta que a veces se presenta esa idea. En segundo lugar coexiste una política electoral, que efectivamente tuvo consecuencias, del levantarse la Lista del Pueblo y por otro lado listas de movimientos sociales. En la mayoría de los lugares, en el 80 por ciento del país, se logra juntar ambas y converger en una misma lista y en otros lugares no se pudo. En el distrito en que yo estoy, no se pudo, lamentablemente. Sería largo de explicar por qué, y eso termina afectando a toda la lista en que estoy, la de movimientos sociales y en que competimos separados. Sin embargo, ese es uno de los factores que determina el resultado en el Distrito 10 y que determina otro resultado en el Distrito 12, en que sale electa una de nuestras compañeras a pesar de que iban por separados. Ahí hay que ver caso por caso. El Distrito 10 es probablemente el más disputado de todo Chile, producto de ese centralismo muy brutal, y la Lista del Pueblo saca más votos que nuestra lista y lo que manda son los votos de la lista. La ex Concertación pone un rostro televisivo en la cabeza de listas que resulta electo, porque hay lugares donde la Concertación no eligió a nadie, y era importante que eligieran a uno así determina cosas. Por otro lado se produjo lo que temían muchas personas, un independiente en lista de partido arrastra a una militante de partido al tener muchos votos, muchos independientes son puestos como “palos blancos” para provocar eso, porque hay partidos a los que la gente no iba a votar, pero puede ir un independiente conocido y que genera el arrastre. Todo eso junto. En el Distrito 12, en que la ex Concertación no llevaba a nadie conocido, no eligen a nadie, y nuestra compañera que resulta electa, Alondra, ella sola saca más votos que toda la lista completa de la ex Concertación, prescindiendo incluso de su lista. Allí no se fragmentó el voto feminista como sí acá, en el 10. Fui la tercera candidata más votada del distrito, si hubiera sido por el número de cupos, tendría que haber entrado, pero se produce esto del arrastre y se produce que mi lista saca muy poco del total. Hay tres candidaturas feministas muy fuertes en el distrito y el voto feminista fue muy alto acá (en el 10), pero quedó completamente disperso.
Más allá de un análisis distrital, creo que una de las tareas ahora de la Convención es suturar los puntos de entrada, dejarlos atrás, por donde entran los movimientos sociales. Si hubo listas de movimientos sociales y Lista del Pueblo por separado en algún lugar que hoy están en la Convención hay que avanzar a constituir esa bancada de los pueblos con ellos y lo mismo para los escaños. Los movimientos sociales entraron por diferentes lugares en la Convención, ya están ahí, el momento electoral quedó atrás, y la tarea es organizar esa tarea como una sola bancada, aunque esto sea un lenguaje muy parlamentario.
-Respecto del escenario abierto, qué articulación hace falta de cara al panorama político que se viene, más concretamente al plano organizativo, porque ser independiente es un plus y la contrapartida es que pertenecer a un partido, aunque fuera de la izquierda revolucionaria, era un problema a la hora de salir a militar una lista. También teniendo en cuenta que se está discutiendo la posibilidad de la presentación y la participación de los independientes en las elecciones que quedan, la presidencial y la legislativa, pareciera muy difícil aunque existen muchas resistencias de que se pueda decir no, “vayan y hagan un partido, así no van a participar”, pero el debate está por ese lado. De las organizaciones políticas de lucha, ¿Qué tipo de organización política nos debemos los de luchadores? Porque parece que ahí hay una cosa antipartido por un lado, pero también es cierto que sale fortalecido un partido como el PC, ¿qué pensás al respecto?
-Es difícil dar mi opinión sobre esto porque soy vocera de una organización feminista que es muy diversa, muy heterogénea, tenemos un marco político común que es la autonomía respecto de los partidos que han administrado los 30 años, de los grupos empresariales, de las cúpulas eclesiásticas, que es un feminismo anticapitalista, como una larga definición de todo eso. Dentro de la Coordinadora Feminista 8 de Marzo hay militantes del Partido Comunista y del Frente Amplio; hay compañeras que son antipartido en general, así por definición porque lo consideran un espacio patriarcal y “se acabó, nadie debate más sobre eso”; hay compañeras que son de un feminismo comunitario, que todas sus apuestas, sus elaboraciones programáticas están pensando en unas claves muy diferente a las partidarias, aunque no sean antipartido, sino que transcurre por otro carril su perspectiva. Entonces, no hay una discusión que haya tenido lugar en el espacio del que soy vocera ni que vaya a tener lugar en el espacio del que soy vocera. Entendemos que es una organización de una naturaleza diferente a la partidaria y esa diversidad no despolitiza el carácter de la organización sino que cumple otro rol muy distinto a la de los partidos. Si me preguntas sobre que la clase trabajadora se debe a sí misma la conformación de un partido o más, que responda a sus intereses consecuentemente hasta el final, yo te diría que sí, pero no es el esfuerzo ni el empeño en que se avoca una organización como la Coordinadora Feminista 8 de Marzo. Sin embargo, creo que este tipo de organizaciones y de direcciones políticas no se improvisan, se forjan, se prueban con el tiempo, y tengo la impresión, tal vez pesimista, las actorías en claves partidarias de este período en el que hemos entrado están ya relativamente encima de la escena. Me llamo a pensar qué podemos hacer durante este período desde el movimiento en que me encuentro. Respeto muchísimo todas las iniciativas de poder ir forjando otras expresiones partidarias, que pienso que son necesarias, pero no me siento llamada a ese lugar, ahora, lo digo de manera muy individual.
Por otra parte, no sé qué va a terminar pasando con esta reforma que se ha propuesto porque han sido presentado tres proyecto distintos al Parlamento, para permitir la conformación de listas independientes para las elecciones parlamentarias de noviembre. Si uno lo piensa de manera muy objetiva, sería un suicidio que los partidos del parlamento aprueben algo así, porque lo más probable es que se presentase un resultado muy similar al de la Convención, pero hoy no hay que descartar nada en Chile. Si esta reforma no se aprueba y se produce la elección parlamentaria en estas condiciones, salvo que sectores como los movimientos sociales y la Lista del Pueblo formaron sus propias listas para la Constituyente, decidan ponerse bajo el alero de algún partido que preste el nombre o la conformación legal, salvo eso, el Parlamento va a quedar conformado de manera más parecida al actual de la Convención. Eso también va a suponer una tensión, un período de tensión importante, incluso de desestabilidad entre el poder constituyente y el poder constituido, uno que expresa el Chile que salió y otro es el del Chile que decidimos enterrar, entonces le añade ahí un factor adicional para tener presente como una eventualidad, desde el próximo año en adelante.
Reportaje realizado el 6/6/2021 por Olga Aguirre (Fuerza 18 de Octubre)
1. Se refiere a la performance “Un violador en tu camino” del colectivo Las Tesis que recorrió el mundo en 2019. Dice como parte de su letra “El violador eres tú/Son los pacos (carabineros)/Los jueces/El estado/El presidente/El estado opresor es un macho violador”.
2. Torniques: molinetes del subte. Los secundarios organizaron el salto de los torniques contra el aumento de pasajes desde el 9 de octubre de 2019, proceso de lucha que derivó en el estallido del 18 de octubre.