Después de dos derrotas electorales sucesivas, en las elecciones regionales y en las europeas de marzo y junio del 2004, respectivamente, la Liga Comunista Revolucionaria, la sección francesa de lo que se conoce como “Secretariado Unificado de la IV Internacional” (US-FI), realiza, según parece, un agudo giro hacia la derecha: abandonando su duradera alianza, desde 1999, con la otra organización trotskista francesa, Lutte Ouvriére (Lucha Obrera), la LCR comenzó a renovar sus lazos con sus viejos aliados en el Partido Comunista Francés (PCF) y en los Verdes (Verts) ¡sin negar la posibilidad de “compartir responsabilidades” en la gestión de un futuro gobierno de la izquierda!
En el pasado mes de junio, inmediatamente después de la dramática caída desde los tremendos 2.840.607 votos, combinado con Lutte Ouvriére, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 2002, a los 440.134 votos para los candidatos de las dos organizaciones en las euro-elecciones del 2004, diversas figuras públicas de la LCR salieron públicamente en apoyo de la nueva orientación. Charles Aguiton, el principal lazo de conexión entre la LCR y los movimientos sociales, particularmente el movimiento “anti global”, declaró: “No deberíamos aparecer más como una fuerza de protesta; más bien deberíamos igualmente presentar una alternativa creíble”. Para dejar en claro lo que decía, agregó: “¿Por qué no participar en una experiencia de gestión común?” (Liberation, 20/6). Samuel Joshua, miembro de la dirección nacional y ex consejero municipal en Marsella, es de la misma opinión: “¿Por qué no?”, dijo aprobadoramente cuando se lo preguntaron. Otros dirigentes de la LCR, como Francois Sabado, por el contrario, se apresuraron a rechazar esta perspectiva calificándola como una participación en un gobierno de colaboración de clases.
Sabado, junto con Alain Krivine, fue uno de los arquitectos del bloque electoral con la LO, ahora bajo fuego dentro de la mayoría de la dirección de la LCR.
Otro bien conocido dirigente de la LCR, Daniel Bensaid, apoya la idea de compartir “la experiencia de una gestión común” con los partidos de la izquierda oficial, pero encuentra que “el problema es el hegemonismo del Partido Socialista” (Liberation, 20/6).
Sin embargo, Bensaid firmó un artículo junto con Joshua, en defensa de la perspectiva “participacionista” (ver “Salir de las contradicciones sobre Europa”, Liberation, 8/7). Respondiendo a los comentaristas que vieron en el análisis de la LCR sobre los desastrosos resultados de su organización en las elecciones europeas de junio de 2004 “un giro histórico hacia la aceptación de responsabilidades institucionales”, Bensaid y Joshua reclaman que no hay nada nuevo en su posición en ese punto y que la LCR siempre promovió “un resultado político para las luchas, incluyendo (una salida) en términos de gobierno (…) En el actual estado de cosas, esta fórmula sigue siendo algebraica” (Liberation, ídem).
De hecho, la especificación “aritmética” de la “fórmula algebraica” de la LCR no es difícil de encontrar. Bensaid y Joshua presentan el esbozo general para un acuerdo programático de ‘gestión común’ “sobre un mandato preciso por un cambio radical de política: una defensa activa del empleo y los servicios públicos, una lucha para prohibir los despidos, por la igualdad de derechos; una refundación social y democrática tanto en Europa como en Francia (poniendo en cuestión los fundamentos de la 5“ República); una oposición decisiva al nuevo militarismo imperialista y a las expediciones de guerra neocolonial” (Liberation, ídem). El “contenido aritmético” será concretizado aún más en un Manifiesto que la LCR está preparando para presentar a la discusión pública en la izquierda a comienzos de 2005.
Ya el esbozo presentado por Bensaid y Joshua es muy claro respecto de la dirección a seguir: en ningún punto este programa cuasi keynesiano, pacifista y al viejo estilo socialdemócrata desafía el carácter de clase y la base capitalista de la Unión Europea imperialista y de la Francia imperialista. No constituiría un gran problema hacer aceptable a la LCR como valioso flanco de extrema izquierda de la nueva configuración de centroizquierda o “izquierda plural” burguesa, particularmente en la medida en que la crisis de la centroderecha actualmente en el poder en Francia se está profundizando y la clase dominante necesita buscar alternativas, incluso de corto plazo.
Ahora resulta claro lo que realmente significan los cambios en los Estatutos de la LCR, en su último Congreso. El repudio abierto de la dictadura del proletariado, lejos de ser un “ajuste” abstracto y un punto teórico de disputa doctrinaria, defendido por “dogmáticos” como los trotskistas de la CRCI, fue la preparación consciente de una acomodación estratégica al orden burgués en su actual etapa de crisis.
Los compañeros de ideas de la LCR en Brasil, de Democracia Socialista, sección del Secretariado Unificado, ya tienen puestos ministeriales en el gobierno de Lula y comparten la “experiencia de gestión común” del problema agrario, atacando al Movimiento de los Sin Tierra y compartiendo “responsabilidades institucionales” en los acuerdos del gobierno del PT con el FMI y el imperialismo.
En la medida en que la crisis se profundiza en Europa y en Francia, la “vía brasileña” de la traición aparece más y más prometedora para una “extrema izquierda” políticamente en bancarrota.