El pantano de Haití


El pantano de Haití


No es la primera vez que un cataclismo de la naturaleza dispara una rebelión popular. Es que pone al desnudo la realidad social. En Haití, el régimen impuesto a fines de febrero por los invasores franco-yanquis restauró a las viejas diques gobernantes bajo los Duvalier y los tonton macoutes. La coalición pacifista . Answer (Actúa Ahora para Poner fin al Racismo y Parar la Guerra, por sus siglas en inglés) convocó a una movilización, en Nueva York, con el fin de denunciar, que en las últimas semanas, tras la hambruna por las inundaciones y la inacción oficial, “la policía (del régimen de Latortue) y las tropas de ocupación han detenido y asesinado a docenas de militantes que se oponen a la ocupación”. Desde julio, los principales contingentes que actúan bajo el paraguas de la ONU son latinoamericanos.


En Haití, por otro lado, está en curso un proceso de levantamiento nacional. La crisis humanitaria sólo “hizo que la paciencia de los haitianos comunes llegara al colmo” (The Economist, 25/9). Antes de los huracanes, y de los miles de muertos y cientos de miles de desamparados que desataron, el gobierno de Latortue estaba en la bancarrota: de los 1.500 millones de dólares que prometieron los “donantes” internacionales para sacar al país de la guerra civil, “poco había sido desembolsado”. Peor aún, “muchas partes del país no están bajo control del gobierno”. “Para mantener el orden, los funcionarios fio la ONU contrataron a los líderes locales de las bandas armadas” que actuaron en el golpe, provenientes del viejo ejército de Cedras y los tonton macoutes (ídem). El gobierno ha perdido el apoyo de una de las principales fuerzas que impulsaron el golpe, el “Grupo 184”. Como consecuencia, ha postergado el llamado a elecciones que justificó en su momento la violación del orden constitucional en Haití.




La confusa guerra civil que tiene lugar en Haití tiene su origen en el derrumbe de la pequeña propiedad en el campo y la afluencia masiva de ex campesinos a los tugurios de las ciudades. El experimento neoliberal que pretendía crear una plataforma de exportación mediante la instalación de grandes ensambladoras, como en otros países del Caribe, acabó peor aún que en el norte de México. Los grandes capitalistas mudaron su producción al sudeste asiático (en consecuencia, hasta la República ‘Popular’ China se ha sumado a los cascos azules en Haití), luego de haberla dejado sin la autosuficiencia básica que antes la caracterizaba.




Los gobiernos ‘izquierdistas’ de América Latina están ejecutando así una tarea al servicio del imperialismo que las naciones caribeñas se habían negado a secundar.




Lo que sí ocurre, por primera vez, a escala de América Latina, es que un régimen fondomonetarista y sangriento de la naturaleza del haitiano se sostiene en las bayonetas de gobiernos ‘izquierdistas’. Los que se reclaman continuadores de Martí, Sandino y el Che, o de Perón, se han convertido, más que en lamebotas de los yanquis, en sus gendarmes.




Las tropas argentinas y brasileñas se han empeñado en el desarme de los partidarios del Lavalas, el partido de Aristide, mientras actúan en connivencia con las fuerzas derechistas. Lejos de servir a la “reconciliación nacional”, los “izquierdistas” toman partido y no hacen más que ahondar la guerra civil. El palabrerío hueco ni siquiera puede esconder las disputas que los dividen. Argentina recibiría ahora el ‘favor’ de integrar nuevamente el Consejo de Seguridad de la ONU, como miembro no permanente, mientras se opone a la pretensión brasileña de ocupar un “puesto permanente” (a lo que se niegan los yanquis). El envío de tropas a Haití prepara la intervención de las FF.AA. en la represión interior en la mayoría de nuestros países, que muchos políticos (Duhalde) piden y que otros ya ejecutan (Río de Janeiro).




A 200 años de la primera gran gesta emancipadora del continente, que tuvo lugar exactamente en Haití un 1 de enero, la integración que reclama nuestra América oprimida, indígena y negra es el camino de la revolución socialista.


 

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