La ‘cumbre’de Tunez sobre la sociedad digital
Los periódicos informaron que la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (Túnez, 16 de noviembre) iba a ser nada menos que una batalla final por el control del Internet. “Mientras EEUU exige mantener su control absoluto sobre la red, alegando que ayudó a crearla, otros países encolumnados detrás de la Unión Europea reclamaban tener parte en el gobierno” (Clarín, 15/11). La cumbre iba a sesionar “bajo la amenaza de que, si fracasan las negociaciones, hay riesgos de que Internet se divida y deje de funcionar como hasta hoy” (ídem).
¿De qué se trata?
Según Clarín, el “gobierno” de Internet consiste en el control sobre cuatro áreas:
La adjudicación de los “dominios” (las terminaciones .com, .org, .edu., .gov, etc.) y los códigos de cada país (como .ar en el caso de Argentina).
La concesión de cifras de doce dígitos (llamados IP) que constituyen las “direcciones físicas” de protocolo que lleva cada máquina conectada a Internet, como su número de identidad.
El control de los “servidores de raíz”, enormes computadoras que traducen pedidos enviados por una dirección en forma de nombre (por ejemplo, “http://www.po.org.ar “) en su dirección física de 12 dígitos, para que los pedidos lleguen a la computadora indicada y la respuesta (en la forma de una página web que uno visualice, por ejemplo) vuelva correctamente.
El control de los “estándares técnicos para asegurar la interoperabilidad de toda la red” (Clarín).
El País (17/11) habla de tres posiciones: la de los EEUU, de dejar todo en manos del Icann (Corporación para la Asignación de Nombres y Números en Internet, una organización privada, con sede en California y sujeta a las leyes locales, contratada por el Departamento de Comercio de EEUU en 1998; su contrato, firmado durante la administración Clinton, está supervisado por el Departamento de Comercio de EEUU y vence en septiembre próximo); la de China, Brasil e India, que “proponían rescatar la gestión y darla a un organismo internacional no sometido al derecho estadounidense y con presencia ejecutiva del resto de (los)gobiemos”; y la de la UE, que “defendía mantener la estructura técnica del Icann, pero crear un espacio de intervención para el resto de (los) gobiernos”.
Para defender la continuación de su control efectivo sobre Internet, EEUU sostuvo que ello era necesario para “mantener la estabilidad”, para mantener abierta la posibilidad de un alto nivel de innovación técnica, y hasta para defender la libertad de expresión.
Sin embargo, de la misma manera que se interconectan centenares de compañías telefónicas usando normas diversas en todo el planeta, para que funcione el servicio telefónico, Internet podría seguir funcionando perfectamente bajo un gobierno descentralizado de “servidores raíz”. Las traducciones se llevarían a cabo en forma completamente automatizada y el tráfico fluiría de la misma manera que siempre. Segundo, los supuestos “defensores de la libertad” apoyan una “cruzada” del “lobby religioso” para que no se permita la efectivización del dominio “xxx” para sitios pornográficos (“adultos”) (Cnet). El subsecretario de Comercio norteamericano, Michael Gallagher, escribió una carta al presidente del Icann, Vint Cerf, en este sentido.
Aparte, así como el monopolio del servicio telefónico no reside simplemente en las "normas técnicas” sino en el control sobre los medios de producción de ese servicio (las enormes redes de comunicación y el acceso a ellas), el control efectivo sobre Internet se basa en el control sobre el acceso a una enorme red de comunicación (las llamadas “columnas vertebrales”) sobre las cuales Internet funciona.
Algunos se hicieron eco del ‘catastrofismo’ norteamericano. Ricardo Braginski, escribiendo en Clarín (15/11), por ejemplo, asegura que si EEUU no continúa ejerciendo un monopolio sobre la traducción de nombres de dominio, “todo sería más confuso y lento”. Y elige un argumento para apoyar semejante afirmación que va de inmediato en su contra: “Sería algo así como si se dividieran las redes de Telefónica y Telecom, y para llamar por teléfono a un amigo hubiera que pasar antes por un sistema que indique a qué red pertenece el sistema”. Pero… ya es así. Braginski ha logrado que se vea cómo la privatización estorba siempre al buen funcionamiento de los servicios públicos. Y ¿cuánto peor sería, si todas las llamadas del mundo tuvieran que pasar por “Ma Bell” en EEUU para poder conectarse? Son muchos los recursos que se destinan actualmente, en ambas compañías argentinas, justamente para efectuar estas traducciones de líneas telefónicas, y ni qué hablar para evitar que la competencia tenga acceso a recursos que, según las normas vigentes, se deberían compartir (así lo puede testimoniar cualquiera que conoce la situación actual con la “banda ancha” ADSL, en base a líneas telefónicas digitalizadas). Esta situación de caos se multiplica cuando se trata de las redes celulares, donde un mensaje de texto de, digamos, CTI puede demorarse un día entero para llegar a la red de los demás operadores.
“Un arreglo que complace a todo el mundo”
Todos los periódicos cuentan que al día siguiente hubo un arreglo que complació a todo el mundo, evitando el “derrumbe” de la red. EEUU estaba contento porque… todo sigue como antes. “El embajador norteamericano en la Cumbre, David Gross, manifestó su satisfacción porque ‘no hay nada nuevo en este documento’” (El País).
Por otro lado, la ONU quedó encargada de abrir un “foro de debate para estudiar las políticas sobre Internet y mejorar la presencia de los otros Estados en el gobierno del mismo” (ídem). Pero “el nuevo organismo no tendrá poder alguno” (Wired, 16/11), ya que “no va a tener ninguna injerencia ni puede supervisar el accionar de Icann y no reemplaza a ningún organismo existente”. La agencia de noticias técnicas norteamericana Cnet News describe al foro como algo tan amplio que “casi todo el mundo involucrado en las discusiones puede jactarse de una victoria”. El foro será un punto central para entablar debates “sobre todo, desde la seguridad en computadoras y el crimen en línea hasta spam y otros abusos de Internet”. Ko-fi Annan, el secretario general de las Naciones Unidas, “dejó en claro que la ONU ‘no tiene interés en controlar el Internet. El día a día debe estar en manos de instituciones técnicas, no políticas”’ (El País). La cuestión para la UE es si esa institución debería ser la norteamericana Icann o la europea Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). La UE considera que el acuerdo obliga a negociar “a largo plazo y entre todos” el futuro y el “gobierno” de la red.
Pero la tibia reforma para la “descentralización” de Internet, que fue desechada de inmediato frente al rechazo norteamericano a favor de una “negociación” completamente sin significado, reflejaba en el fondo no una disputa puramente sobre la red, sino las crecientes contradicciones entre los imperialismos.
Para Cnet, cabía la siguiente pregunta: “¿Cuánto de la oposición actual sobre esta cuestión es el resultado de tensiones globales vinculadas a los EEUU, como la superpotencia solitaria mundial, y su participación en Irak?”
Estos conflictos se dan en el marco de un crecimiento del comercio basado en Internet (la agencia UPI informa que las compras navideñas por este medio para bienes y servicios no relacionados con el turismo están subiendo un 25% respecto del año pasado, por ejemplo), y ni hablar sobre el reemplazo de todo el servicio telefónico por “voz sobre IP”, una alternativa que funcionaría puramente sobre la red. Gross, justamente, es un abogado en el campo de las telecomunicaciones y ha sido lobbista de Vodaphone, una de las compañías “telefónicas por Internet” que más ha crecido en los últimos tiempos.
En cuanto a la democratización real de Internet, lejos de poder surgir de unas “reformas” de descentralización que se proponen entre los imperialismos, la única vía sería la misma que se tendría que imponer en el caso de todos los servicios públicos caros y de mala calidad en la actualidad: su control por parte de sus trabajadores y los usuarios.