España ha decido reforzar en doscientos hombres su participación en la ocupación militar de Afganistán.
Zapatero resolvió este aumento inmediatamente después de que un cohete disparado por la resistencia impactara a sólo cincuenta metros del dormitorio de un destacamento español en Farah. “Este incidente fue sólo uno más de los que se han producido en las últimas semanas en la región donde están desplegadas las tropas españolas que, aunque sigue siendo comparativamente tranquila, no escapa al deterioro de la seguridad en todo el país” (El País, 8/3).
La ocupación imperialista en Irak se encuentra sometida, de una manera creciente, a un hostigamiento sistemático. Para evitar las bajas, los comandantes han recluido a las tropas en sus propios cuarteles, de donde salen sólo para desarrollar “expediciones punitivas” contra las guerrillas locales. En los hechos, las tropas de ocupación no dominan más que la capital (Kabul) y las adyacencias de sus propios cuarteles. Como revela el caso español, en realidad, los ocupantes ni siquiera están seguros en sus dormitorios.