Justificación
La brutal represión gorila contra los trotskystas forma parte de la confirmación de nuestro pronóstico en sentido de que en las actuales condiciones bolivianas la democracia burguesa se toma inviable (V. “In viabilidad de la democracia burguesa" y “Los electoreros sirven a la burguesía y al golpismo gorila”, ambos de 1980).
La crónica del abortamiento de la presunta democracia burguesa no es otra cosa que el relato de la manera dantesca en que se ha producido la confirmación de la tesis porista por el desarrollo histórico. A su modo, es también el balance de las posiciones adoptadas por las diversas organizaciones políticas.
Bolivia se convirtió en el escenario del enfrentamiento de dos posiciones:
1) el poco desarrollo capitalista y la ausencia de una clase media rica no permiten el auge generoso de la democracia burguesa, que no puede menos que aparecer como envoltura formal del Estado nacional soberano; 2) la papeleta electoral, libre y adecuadamente empleada contribuiría a crear una democracia al servicio de los bolivianos, como una genuina expresión de la voluntad popular.
¿Quién tenía razón? Los hechos inobjetables han dado la respuesta y están ante nosotros que somos sus víctimas propiciatorias.
La lucha de clases, por tanto la política, tienen en su base una contradicción que supone constante polémica. Los actores de la política también asumen posiciones polémicas cuando se ven colocados ante la necesidad de justificar sus posturas, sus teorías, su conducta.
Antecedentes
Cuando los comandantes de algunos regimientos de La Paz, entre ellos el todopoderoso "Tarapacá", en cuyo historial se cuenta el haber definido varios golpes de Estado, le impusieron a la Presidenta Lydia Gueiler el nombramiento del Gral. Luis García Meza como Comandante General del Ejército, en reemplazo de otro jefe que en alguna forma era complaciente con el Poder Ejecutivo, se consumó ya el tan pregonado golpe de Estado Esto lo expresamos oportunamente, pero los democratizantes parecieron no percatarse de lo que había sucedido. Este acontecimiento encerraba en germen todo el desarrollo político posterior.
Una de las piezas maestras de la política boliviana es el ejército convertido en el poder por excelencia como consecuencia de la inexistencia de la democracia como forma gubernamental del Estado burgués sometido a la metrópoli imperialista y de la desintegración del nacionalismo que ha cumplido todo su ciclo, que ha dejado de ser la gran perspectiva política que apasione a las multitudes. En 1952 el MNR subió al poder en la cresta de una descomunal conmoción social y no se tomó la molestia de estructurar la democracia, no la necesitó y prefirió usar la violencia despiadada para aplastar a sus enemigos políticos.
El general García Meza, dueño del Ejército, se convirtió automáticamente en el amo del país y la Presidenta “constitucional” y su equipo ministerial pasaron a depender del rústico militar, de quien en tono halagador dijo Banzer que "al fin el ejército está comandado por un verdadero soldado”. Bien pronto se encargaría de imponer su pétrea figura y de evidenciar sus virtudes castrenses, pasando por encima de los intereses y el porvenir político de quien estaba seguro de concluir adueñándose del país inclusive mediante elecciones.
El nuevo Comandante General, que se hizo famoso por defender el principio institucionalista, aunque no constitucional, de que el ejército posee total autonomía frente al Ejecutivo y que nadie puede meter las manos en la conformación de sus mandos superiores, se apresuró en ajustar el mecanismo castrense, relegando a un segundo plano a todo elemento sospechoso de oponerse a la conjura armada que ya estaba debidamente preparada.
Lo único que faltaba era que García Meza cumpliese la marcha ritual hacia el Palacio Quemado y la fijación de la fecha del acontecimiento dependió de dos circunstancias: la acentuación del descontento popular que podía traducirse en una especie de caos social y el logro del aval del imperialismo para el golpe. Con una torpeza indisimulable, los servicios de inteligencia del ejército (Sección II) desencadenaron la ola terrorista, buscando convencer a propios y extraños y particularmente al personal de la embajada estadounidense, que ha dado pruebas de controlar policialmente a la población y a los políticos mejor que los organismos nativos, que Bolivia se encontraba frente a una descomunal arremetida comunista destinada a ahogar en sangre el proceso democrático, etc. Estos planes que han dejado muchas víctimas, no lograron su objetivo: el gobierno Cárter apostó con firmeza a la carta democrática y los partidos que cifraban todas sus esperanzas en el verificativo de elecciones limpias se esforzaron por alinearse detrás del que aparece como campeón de los derechos humanos; ya en ese momento se podía percibir que existía un frente único entre las que se autocalifican como expresiones políticas de la víctima y el verdugo, frente al que se sumaron entusiastas los “izquierdistas” pro burgueses.
Los acontecimientos posteriores probaron que los gorilas altiplánicos ya contaban con la ayuda material de sus iguales de los países vecinos.
La fiebre democratizante fue vigorosamente repudiada, desde la izquierda, por las masas radicalizadas que retomaban a su eje revolucionario tradicional y que habían ganado las calles para imponer, mediante la acción directa, soluciones a sus problemas cotidianos; y también desde la derecha por los grupos gorilas fascistas, en ese momento la expresión más acabada de la parte más cavernaria de la clase dominante (particularmente de un sector de los empresarios privados), que se les antojaba que el verificativo de las elecciones importaba dar luz verde al desenfreno comunista de los explotados. El escenario aparecía, a simple vista, dominado por el choque entre la democracia y el fascismo, éstos, como recordó el POR, no son más que formas gubernamentales del Estado burgués. Ni los “demócratas”, incluidos sus seguidores de izquierda, ni los generales gorilas buscaban una transformación cualitativa, de clase, del Estado; todos ellos, los que se afanaban por abandonarse a la papeleta electoral y los que sostenían que las elecciones estaban ya viciadas y amenazaban con desenvainar sus sables, decían que su marcha por caminos tortuosos y diferentes les llevaría indefectiblemente a la defensa de la sacrosanta democracia. No hay que engañarse, el violento choque entre gorilas y democratizantes fue, en gran medida, la pugna entre diversos sectores de la clase dominante por adueñarse del aparato estatal, por afianzarse como instrumento de opresión en manos de la burguesía contra la mayoría nacional. La contradicción fundamental fue planteada entre el gorilismo y las masas que amenazadoramente se incorporaban a la lucha. “Demócratas” y fascistas dieron su propia respuesta a la necesidad que tenían de embridar a los explotados que más amenazadoramente comenzaban a dominar el escenario. Los primeros estaban seguros que con ayuda del parlamentarismo y del control burocrático de las organizaciones de masas, lograrían encasillar a éstas dentro de las normas de la democracia burguesa, de manera que quedasen inmovilizadas y sirviendo los fines burgueses de manera indefinida. Los gorilas se encaminaban sobre todo a destruir físicamente, a las organizaciones obreras y populares, y para efectivizar sus planes estaban obligados a pulverizar también a las agrupaciones democráticas. Estas últimas, como quiera que su acceso al poder pasaba por la victoria electoral, debían apoyarse en alguna, forma en la propia movilización de la mayoría del país, lo que no suponía que en su momento no concluyeran aplastándola violentamente, esto no bien se tomase peligrosa para su estabilidad.
Poco antes del verificativo de las elecciones generales, el golpe de Estado, cuyo dirigente más visible era ya el general García Meza, estuvo a punto de estallar y fue contenido por la intervención directa del embajador norteamericano.
Esta descarada y abierta injerencia de la metrópoli opresora en la política interna de la semicolonia se la hizo a nombre de la democracia y nadie desde la izquierda, si se exceptúa el categórico pronunciamiento del POR, acertó a repudiar la política norteamericana. “Izquierdistas” y demócratas respiraron a pulmón lleno y afirmaron estar seguros de la llegada de las elecciones, que para ellos equivalía a la misma consolidación de la democracia y a la satisfacción de todas sus ambiciones, todo bajo la todopoderosa protección de los Estados Unidos. Los “izquierdistas” echaron por la borda a Marx y Lenin.
La UDP, para los "izquierdistas”, la encamación misma del proceso electoral, se esmeró en desmovilizar a las masas y sintetizó su programa en el slogan del paso pacífico de la dictadura a la democracia. Para el hipotético caso de un golpe propuso nada menos que la resistencia civil pasiva. El apego reverente a la ley, uno de los presupuestos del respeto a la propiedad privada, se exageraba con fines propagandísticos y para impresionar bien a los Estados Unidos de Norte América. Sería absurdo sostener que dicho frente ignoraba que los gorilas preparaban febrilmente sus planes golpistas, pero estaba seguro que la amalgama del voto bien dirigido con la decidida actuación del imperialismo en favor de la democratización, sería suficiente para desarmar el aparato montado por los generales fascistas. Sin embargo, esta desmovilización se convirtió, precisamente en uno de los elementos que contribuyeron al éxito del cuartelazo del 17 de julio. Para ellos, el apoyo de la administración Cárter al proceso democrático hacía definitivamente imposible el golpe fascista, los más convencidos de ello eran los “izquierdistas” enfeudados al democratismo burgués. Sencillamente era imposible que los militares de la semicolonia violentaran los deseos del amo del norte. El esquematismo de esta forma de razonar perdía de vista que el sometimiento del país atrasado a la metrópoli imperialista es antes que nada una realidad económica. El manipuleo político del país atrasado por el imperialismo es una consecuencia del control económico del segundo sobre el primero y no a la inversa, es por ello que aunque parezca difícil no es imposible, como ha ocurrido, que los fascistas bolivianos materialicen el golpe a pesar y contra los deseos del gobierno Cárter, lo que no significa que vayan a romper los lazos de dependencia económica. Todo lo contrario, uno de los puntos centrales del programa del gobierno gorila no es otro que el de dar las más amplias garantías y el clima adecuado para la inversión de capitales es decir para el saqueo imperialista.
Este falso convencimiento fue el que impidió que los burgueses democratizantes y los izquierdistas pro burgueses, vieran que García Meza, a la luz pública, había creado un aparato golpista en el que se habrían creado ambiciones desmedidas y en el que se había invertido mucho dinero al punto que no bastaba una simple orden del Departamento de Estado para que desapareciera del escenario sin resistencia. Este aparato tenía vida propia, caminaba por su propios pies a pesar de todas las razones que en contra del golpe esgrimían los políticos burgueses para convencerlos de que no era viable ni conveniente el golpe.
Quiroga Santa Cruz, el más izquierdista de la "izquierda" pro burguesa, al ingresar a la COB para la reunión del CO-NADE declaraba a la prensa que el levantamiento en Trinidad no era más que una aventura sin ninguna perspectiva y desauciaba toda posibilidad de triunfo al golpe porque: las condiciones internacionales no lo permitirían. Mientras después, ese golpe imposible, cobraba su primera víctima en la persona del líder del PS 1.
Los grupos burgueses democratizantes en general y los "izquierdistas" que los seguían se jugaron del todo a las elecciones y deshecharon airados todas las actitudes y acciones que pudieran obstaculizarlas, que se convirtiesen en pretexto para justificar el golpismo, como si éste hubiera necesitado realmente pretextos de existencia efectiva para ser desencadenado. Cuando los golpistas creyeron que las condiciones estaban maduras para sus operaciones, sacaron de la manga del saco el justificativo traído de los cabellos de la existencia de una descomunal conjura comunista con la ayuda de URSS y de Cuba. Al no apoyarse en la movilización de las mayorías, los "demócratas" comenzaron capitulando ante el gorilismo conspirador, contribuyeron a eliminar del escenario a la única fuerza que podía terminar con la amenaza gorila: las masas dirigidas por el proletariado. No es que creyeran sinceramente en las bondades de la democracia formal, los más de ellos desde el poder se esmeraron en establecer regímenes de corte nítidamente dictatorial, estaban confiados que el poderío norteamericano concluiría convirtiéndose en el basamento de un gobierno democrático boliviano.
Esto explica el que prácticamente casi todos los partidos se hubiesen concentrado en el CONADE, un bloque político de largo alcance estructurado alrededor de un programa burgués y con contornos limitadamente democratizantes y electoralistas. CONADE pretendió jugar el papel de chaleco de fuerza de los explotados y prácticamente actuó como un importante canal por el que se difundía la política burguesa, con muchas posibilidades de impacto en el seno de las masas. Este frente declaró pomposamente que recurriría a la huelga y al bloqueo de caminos por los campesinos en caso de que un golpe de Estado buscase truncar o deteriorar el "proceso de democratización". La resolución, aparentemente radical, no pasaba de ser eso: una resolución para no ser cumplida debidamente, pero que podía funcionar como una seria amenaza lanzada al gorilismo para que no efectivizara sus planes golpistas. CONADE no preparó debidamente las acciones que anunció y ni siquiera había designado una dirección clandestina que fuese capaz de orientar las acciones en caso de represión, de clandestinidad, de una prolongada guerra civil, etc. Descabezarlo fue cosa de niños para los generales.
CONADE, mientras tuvo vida y pudo actuar públicamente, tuvo algún éxito en el propósito de subordinar a la clase obrera a la burguesía y al parlamentarismo: en cierto modo la inmovilizó y jugó el papel de freno en la lucha por sus reivindicaciones inmediatas, de la misma manera que la COB, cuyo equipo burocrático estaba controlado por la UDP.
No puede haber la menor duda de que la clase obrera y las masas en general precisaban constituir un frente político, que pudiese ser la palanca que impulsase aún más su movilización y la dirección que les asegurase la victoria. No se ponía en duda la urgencia del frente sino que la discusión se centraba acerca de su orientación política y de su dirección. Los partidos de "izquierda”, que tercamente se empecinaban en permanecer dentro del democratismo burgués, imprimieron contornos populares y "revolucionarios” al CONADE, lo que contribuyó a que volviese a frustrarse la conformación del frente antiimperialista dirigido por el proletariado, es decir, de una de las condiciones para la victoria de la revolución.
Cuando el golpe gorila encabezado por García fue frustrado por la acción del embajador norteamericano, aquel resultó enarbolando la bandera de la autodeterminación de los pueblos, sobre todo porque los demócratas e "izquierdistas” aparecieron como filo imperialistas. Lenin enseñó en la IC que era indispensable saber distinguir entre nación oprimida (semicolonia o colonia) y la nación opresora (metrópoli imperialista) y que siendo la liberación nacional uno de los objetivos capitales de la primera se debía rechazar toda injerencia colonizadora u opresora del imperialismo. Un oportunismo chato y la certeza de que una real república democrática no puede darse contra la voluntad del explotador foráneo llevó a la gente concentrada en CONADE a colocarse a la cola del imperialismo intervencionista. La actual conducta de la UDP no es más que la continuación de esta política.
Los sectores revolucionarios tenían la esperanza de que las organizaciones de base de CONADE pudiesen actuar revolucionariamente, de acuerdo con la estrategia del proletariado, y así dar una orientación no burguesa a dicha institución. No ha habido el tiempo suficiente para probar las bondades de dicha táctica.
Cuando a los observadores se les antojaba que la cúpula de las fuerzas armadas había perdido la batalla, éstas remitieron una sugerente carta abierta a la Presidenta y cuyos alcances no supieron comprender debidamente los políticos profesionales que se habían embriagado con su propia palabrería democratizante. En dicho documento se pedía el aplazamiento del verificativo de las elecciones por lo menos por un año, por no haber sido debidamente preparadas, porque se observaban muchas deficiencias y menudeaban las acusaciones de fraude. El general Banzer a la sazón en Buenos Aires, se mostró molestado por tal actitud y mucho más si para ello no había sido consultado. Hasta ese momento venía moviéndose como el virtual director intelectual del equipo golpista, posteriormente será posible percibir profundas fisuras y contradicciones en las altas cumbres castrenses. Banzer apostaba también a las elecciones y sus seguidores, algunos doctores que a la sombra amasaron grandes fortunas, en público difundían generosamente sus protestas de adhesión a la democracia y de respeto a la voluntad popular; equivocadamente o no, ADN parecía estar segura de alcanzar el control del poder con ayuda de las elecciones y el juego parlamentario, tal vez alentada porque el juicio de responsabilidades a su jefe le permitió convertirse, en cierto momento, en polo aglutinante de la atención de la derecha y prácticamente llegó a tragarse a la militancia y audiencia tradicionales de FSB. En vísperas del cuartelazo, el grupo de García Meza ya estaba en posiciones muy diferentes a las sustentadas por Banzer y muy pocos percibieron que podía golpear sin pedir la venia a este último. Seguramente fue éste uno de los factores que contribuyeron a desorientar a los políticos acerca de los verdaderos proyectos de los dueños del Alto Mando: Banzer estaba empeñado en sacar todas las ventajas posibles de la cantidad de votos que había acumulado, aunque las cifras no alcanzaron a sus expectativas.
Los asesores norteamericanos y la CIA se limitaban a observar los acontecimientos desde el balcón. Los servicios de inteligencia castrenses y la elaboración y retoque de los proyectos de operaciones que llevaron a las jomadas del 17 de Julio, pasaron al control directo de un equipo de militares argentinos y elementos de la Policía Federal, dirigidos por el Tte. Cnel. Durand. El temible Luis Arce Gómez se movía como la figura visible de las tenebrosas maquinaciones que en las sombras realizaban esos elementos foráneos. Muchos agentes de la Sección II de las FFAA y los jefes de los grupos paramilitares habían recibido entrenamiento en la triple A. La escuela de inteligencia del Ejército estaba también dirigida por quienes habían sido enviados por los órganos de represión del vecino país y algunos de los bolivianos que oficiaban de catedráticos pasaron luego del golpe a desempeñarse como ministros de Estado. Las campañas terrorista y publicitaria digitadas por el Alto Mando pecaron de extrema torpeza y era posible percibir las manos de extranjeros y de políticos poco avezados. El plan consistía en dar la apariencia de que la descomunal ola dinamitera había sido desencadenada por el comunismo (para fines propagandísticos la UDP era presentada como sinónimo de ultraizquierda), en proporción suficiente para que las operaciones golpistas apareciesen como necesarias para precautelar la integridad nacional y democrática. Ni siquiera el sainete del “descubrimiento” de tres elementos vinculados a una organización “izquierdista” como autores de los dinamitazos llegó a convencer a nadie que las granadas no salían de los almacenes militares
Por si fueran pocos los indicios de que el golpe era inminente e inevitable en medio de la euforia democratizante, los generales García, Bernal, etc. se dieron la tarea de proclamar a grito pelado que el ejército estaba obligado a salir en defensa de las virtudes patrióticas y ciudadanas en caso de existir indicios de desvirtuación de las elecciones o de avance de los efectivos comunistas.
El trágico 17 de Julio
A las 6 de la mañana de este día la poco importante guarnición militar de Trinidad, en el Norte del país, se levantó en armas, lanzando una proclama a todo el país en la que se desconocía el gobierno Gueiler y demandaba la anulación del resultado de las elecciones, todo para evitar que el país cayese en manos del comunismo y así defender la democracia. Con anterioridad hubo una actitud similar en la misma región y que fracasó rápidamente.
Cuando las radioemisoras difundieron la noticia muy pocos percibieron su gravedad y los que estaban seguros que nadie podía desconocer el resultado de las elecciones no daban crédito a sus oídos. Esto explica por qué el CONADE y los partidos democratizantes, más sus aditamentos izquierdistas, tardaron tanto en volver a la realidad y lanzarse a aplastar el golpe gorila que marchaba apresuradamente y con paso seguro tras el logro de los objetivos que se había fijado. Un obrero de Colquiri, en su relato sobre estos acontecimientos, sostiene: “El día 17 la población, como el mismo centro minero, amanecieron luego de que, como todos los años, festejaron a la virgen del Carmen, cuando se consume abundante bebida alcohólica. En estas circunstancias se conoce el movimiento de Beni, al que no se le da mucho crédito…”.
Los pretextos que invocaron los conjurados carecían de importancia, lo evidente era que el golpe estaba ahí, palpable y brutal, ejecutado a sangre fría y con la decisión de imponerse no importa a qué precio. No pocas veces vimos a cabecillas de los cuartelazos dándose la mano con los que oficiaban de portavoces de la voluntad popular, buscando soluciones intermedias, salidas forzadas, todo para evitar el derramamiento de la sangre entre hermanos, etc. Esta vez los fascistas pregonaban su convicción de que la sangre debía correr generosa para poder fecundar una nueva realidad social y así fue.
Los democratizantes y sus seguidores izquierdistas se entretuvieron jugando con ficciones: no ir más allá del apotegma de que todos los hombres son iguales ante la ley, no detenerse a desentrañar el engaño que contiene y pretender resolver todas las dificultades con esa vacuidad, lo que demuestra que los demócratas llegaron a un grado extremo de cretinización; de la misma manera que importa al extremo del cretinismo parlamentario aferrarse a la especie de que ya es presidente constitucional el candidato que logra reunir algunas unidades más de votos que sus contendores, por muy pequeño que sea el volumen de los electores que se atrevieron a apersonarse a las ánforas a depositar las tiras multicolores de papel, que no por descomunales dejaban de ser papeluchos. El fenómeno dominante, con referencia a 1978 y en cierta medida también a 1979, en las elecciones del 29 de junio de 1980 fue la masiva ausencia ciudadana en el proceso electoral y la importante cantidad de ella que mostró su repudio en las mismas ánforas (votos blancos y nulos). La UDP ganó las elecciones, pero quedó en minoría (no más del 20 por ciento de sufragios) con relación al electorado de 2.600.000 ciudadanos. El último proceso electoral, relativamente el más puro de los realizados hasta ahora, resultó tremendamente débil por la poderosa tendencia abstencionista que lo minó internamente. ¿Producto de la propaganda partidista? Ciertamente que no. El hombre de la calle no sólo estaba cansado de las periódicas elecciones que concluían invariablemente en una farsa, sino que la necesidad impostergable de luchar contra la miseria siempre en aumento le colocó de espaldas al parlamentarismo. La acción directa llevó a las masas al descreimiento acerca de las bondades de la papeleta electoral, en las que, contrariamente, confiaban a pie juntillas los burgueses democratizantes y los “izquierdistas” aburguesados. Acertadamente dijo el POR que la tarea revolucionaria en ese momento era el esforzarse por dar un alto contenido político a la poderosa corriente abstencionista, antes de agotarse en la búsqueda de un puesto parlamentario, considerado por los arribistas como una canongía. Esporádicamente se escuchó que algunos grupos derechistas propugnaron el sobre vacío como voto, pero lo hicieron pretextando la defensa de la democracia que se veía amenazada, según ellos, por un descomunal fraude. Sería absurdo confundir o identificar a esas dos posiciones políticas, porque obedecían no sólo a contrapuestas posiciones de clase, sino porque invocaban motivaciones también diferentes.
Lo que queremos subrayar es que la extrema debilidad del proceso electoral se convirtió en uno de los justificativos de los golpistas. La UDP alcanza su mayor popularidad y fuerza electoral en 1978 (alrededor de 700.000 votos) y no supo defender oportunamente su victoria recurriendo a medios no parlamentarios, esto no por una férrea convicción democrática sino para complacer al imperialismo: se puede decir que es entonces que dicho frente puramente electoralista se agota y pierde una coyuntura excepcional para llegar al poder. Una serie de circunstancias, entre ellas el que apareciese ante todos como la mejor opción para oponerse al candidato oficialista-gorila Pereda que era tanto como decir Banzer. La UDP no comprendió el fenómeno y actuó en el futuro como si los votos recolectados constituyesen un compromiso político imperecedero contraído por los ciudadanos. Para las elecciones de 1979 lanzó el slogan del millón de votos y los escrutinios demostraron que había disminuido su influencia electoral con referencia al año anterior. En 1980 apenas si sobrepasó los 500.000, pese al natural crecimiento de la ciudadanía apta para sufragar. Pese a todo, siguió siendo la fuerza política ganadora; pero, al no contar con la enorme fuerza interna que nace de saberse apoyado multitudinariamente se abandonó íntegramente en manos del presidente imperialista Cárter y del apoyo al proceso de democratización por parte de los gobiernos latinoamericanos.
Al promediar el medio día se realizaron sincronizadamente vastos operativos castrenses en las ciudades de La Paz y Santa Cruz, la primera sede del gobierno y la segunda económicamente importante aunque no desde el punto de vista militar.
La realidad se presentaba desconcertante:
Se habían realizado las elecciones generales y de su vientre nació el golpe gorila.
El coronel Natusch (primero de noviembre de 1979) y el general García Meza consumaron sus golpes de Estado invocando la urgencia de preservar la integridad del proceso de democratización iniciado en 1978 y rectificar radicalmente las deformaciones sufridas por el parlamentarismo. El coronel estaba seguro que sus consignas correspondiesen o no a sus ideas más profundas, y sus primeras actitudes (no tomó presos, garantizó la libertad de prensa, el funcionamiento del parlamento, etc) le permitirían ganar el apoyo y la confianza de los sectores mayoritarios del país y ser apoyado por el mismo Legislativo, no olvidemos que el golpe contó con el apoyo inicial de Paz Estensoro. Ya entonces los alzados se vieron colocados en una difícil situación cuando el Departamento de Estado desahució públicamente la actitud asumida por los militares.
El general demostró desde los primeros intentos que su plan consistía en descabezar a las organizaciones políticas democráticas e izquierdistas y también a los sindicatos, inmovilizar a las masas y acallar violentamente a todo el país; las declaraciones de adhesión a la democracia no pasaban de ser palabras dichas a veces en tono de sorna para encubrir la impresionante brutalidad de las acciones. Todo había sido minusiosamente planificado y los actores se limitaron a cumplir los papeles que con anterioridad se les había asignado. Si tanta sangre corrida, los asesinatos, las torturas con métodos refinados, etc. no rodeasen de una descomunal dramaticidad a estos acontecimientos, nos había ganado la tentación de decir que se había montado el tinglado para que en medio de una farsa fuese coronado el mandarín de turno. No. El pueblo boliviano volvió a vivir una de sus grandes tragedias, de las que sin embargo, invariablemente sale fortalecido y rejuvenecido.
Todos esperaban que en el hipotético caso de producirse la locura del golpe de Estado sería protagonizado por elementos uniformados. García Meza después de haberse impuesto como Comandante General, estuvo muy atareado ajustando los mandos de tropa y los cargos claves de las FFAA como quien limpia su arma antes de entrar a la acción. Por esto mismo, los opositores no ocultaban que habían realizado su propio trabajo entre los oficiales y que, en determinado momento, podían inclusive inmovilizar al ejército.
Contrariamente, el grueso de los uniformados fueron marginados del asalto del poder. Grupos paramilitares, ocupando ambulancias de la Caja Nacional de Seguridad Social, asaltaron simultanea-mente el local de la Central Obrera Boliviana, ubicado en el paseo del Prado, y el Palacio de Gobierno (Plaza Murillo), en plena luz del día y en medio de espectadores que quedaron turulatos por la veloz sucesión de los acontecimientos, cronometrados al segundo.
La Sección II, dirigida visiblemente por el coronel Luis Arce Gómez, aunque entre bambalinas todo estaba planificado y resuelto por el equipo argentino y policías experimentados como el ministro coronel Loayza, fue organizando cuidadosamente grupos paramilitares, que probaron el grado de su organización en la campaña terrorista, en el ajusticiamiento de algunos opositores y otras acciones similares. La técnica que demostraron en los asaltos fue del más alto nivel y en muchos aspectos recordó a la triple A. Algunos de los cabecillas prestan sus servicios en el ejército y seguramente también actuaron, perdidos en medio de los fascinerosos, algunos oficiales vestidos de civiles.
Otro grupo de paramilitares asaltó el Palacio Quemado y se llevaron presos al Estado Mayor a la Presidenta Gueiler y a sus ministros, que se encontraban reunidos pretendiendo encontrar alguna fórmula que les permitiese llegar como gobernantes al 6 de agosto.
La universidad, uno de los centros peligrosos de actividad de los izquierdistas todavía siguió funcionando a medias hasta que conocieron los primeros datos de la acción relámpago de los paramilitares. La ocupación pacífica de las instalaciones de la UESA tuvo lugar a las 14 horas. Las organizaciones estudiantiles lanzaron pronunciamientos de repudio al golpismo y los estudiantes se apresuraron en levantar barricadas en las calles adyacentes a los predios universitarios, que más tarde las tanquetas vencieron con mucha facilidad. Los directores de la asonada habían meditado una maniobra que luego fue utilizada a fondo como justificación por las fuerzas armadas en el poder, esto, inmediatamente después del verificativo de elecciones generales: la renuncia de la Presidenta “constitucional” (la propaganda posterior sostuvo que de constitucional no tenía nada) y la entrega del poder al Alto Mando. En el momento de escribir estas notas no es posible establecer con toda nitidez las circunstancias en las que se produjo dicha renuncia, que, arrancada a la fuerza o no, lleva a su punto culminante las relaciones de la
Presidenta constitucional con el grupo de gorilas golpistas.
La Gueiler intentó consolidarse como autoridad bajo la amenaza y la tolerancia concertada del Alto Mando y particularmente del equipo de García Meza, que socarronamente dijo en alguna oportunidad que era primo de la Presidenta. Todo hace suponer que ésta pidió una gracia a sus verdugos: que le dejasen sobrevivir hasta el 6 de agosto y darse el lujo de transmitir el mando al ganador de las elecciones.
Corren rumores de que los conjurados se limitaban a recibir con sonrisas burlonas los ruegos de la dama.
Ciertas o no estas versiones, lo evidente es que la primera cabeza del Ejecutivo era una virtual prisionera de las fuerzas armadas ¡Y todavía se hacía correr un torrente de verborrea acerca de las promesas democráticas para el futuro inmediato! La Gueiler juró una y mil veces que ofrendaría su vida para poder consolidar lo que consideraba su máxima proeza: estructurar un Estado moderno conforme a las normas de la democracia formal. Más tarde dirá que no pudo vencer el terror que le produjo una pistola apuntando su pecho.
En las últimas semanas que precedieron al golpe, el gobierno convirtió al Alto Mando en un niño mimado y secretamente la señora Gueiler tomó para sí la tarea de halagarlo a fin de poder aminorar el Ímpetu que ponía en la preparación de los planes golpistas. Los recursos estatales prácticamente se habían agotado, al extremo de que no se encontraba dinero para pagar los sueldos y por decreto se obligó a las empresas cerveceras, las únicas prósperas, a depositar semanalmente en las oficinas del Tesoro el importe de los impuestos a los que están obligados. Pese a todo, la Presidenta obsequió un avión al Alto Mando y dispuso la adquisición de dos cargueros con el mismo fin.
El sentido común aconsejaba que la operación de asalto al poder se realizase después del deterioro del gobierno de la UDP (podía presumirse que se diese a breve plazo debido al tremendo malestar económico), cuando grandes sectores de la población ya no pudiesen ocultar su descontento y oposición al nuevo régimen, o bien aprovechando al inevitable conflicto político e institucional que se motivaría en ocasión del cambio del Alto Mando, particularmente del Comandante General, al que se habría visto obligado Siles. En estos casos el cuartelazo habría sido más popular y tenido mayores posibilidades de arrancar el consentimiento del imperialismo. Como se sabe las cosas sucedieron de otra manera. El descomunal aparato montado por los gorilas se movía por su propio impulso, arrastrando a quienes lo habían engendrado; las ambiciones de los grupos y personas comprometidas en la conjura obligaron a precipitar los acontecimientos. El retardo de las operaciones podía concluir desquiciando a la cumbre golpista y ya se perfilaban figuras de reemplazo de García Meza, una de esas era, precisamente, el banzerista coronel Mario Vargas, dueño y señor en ese momento de la guarnición de Cochabamba. Todo este cúmulo de circunstancias explican por qué se precipitó el golpe faltando 20 días para la transmisión constitucional del mando presidencial.
Había transcurrido gran parte de la mañana del 17 de julio y recién la dirección de CONADE atinó a reunirse en el local de la COB, después de una convocatoria por radio y en forma pública, sin que se hubiese tenido el cuidado de montar el menor operativo de seguridad, lo que viene a demostrar que se consideraba dueño de la situación, con la intención de aventar a los insurrectos de Trinidad con un enérgico comunicado, en el que, como era ya habitual menudeaban las amenazas. CONADE y la alta dirección de la COB no pasaron a ocupar su lugar en las trincheras de la lucha, se limitaron a aprobar mecánicamente el enésimo pronunciamiento de adhesión a los principios abstractos de la democracia. Se consideraban ya usufructuarios de la victoria electoral de la UDP y se limitaban a buscar los medios que les asegurasen llegar sanos y salvos al ceremonial de transmisión del mando presidencial. Los paramilitares se llevaron a todos los que asistían a la reunión y a sus ilusiones, entre ellos a Lechín, a los dirigentes sindicales y políticos, al cura Tumiri, a la secretaria, a la chica que servía el café, a los periodistas, sólo una o dos personas lograron escapar. Marcelo Quiroga, según la versión de un periodista que estuvo preso, sacó de su bolsillo un arma de fuego, la dejó en la mesa y advirtió que estaba desarmado, en ese momento algunos paramilitares pretendieron sacarlo del grupo y él se aferró a sus compañeros, es entonces que fue ultimado a balazos. Más tarde se difundió la especie de que cayó después de haber disparado contra un "capitán" del ejército. Una edición clandestina de “Aquí” sostiene que fue llevado herido a las dependencias militares y ultimado en ellas.
Las autoridades difundieron la especie de que en la COB se registró un choque entre un grupo civil nacionalista y los extremistas. Los prisioneros fueron conducidos al Estado Mayor y encerrados en las caballerizas, tirados boca abajo sobre el estiércol, con las manos en la nuca sin poder moverse y hablar porque soldados armados les impedían hacerlo. Así permanecieron durante la tarde del jueves 17 y parte del viernes. Algunos fueron bestialmente golpeados y otros heridos. A los ministros también los trasladaron a dependencias militares, donde fueron colocados de plantones, como soldados rasos, algunos posteriormente concluyeron presos en sus domicilios y otros continúan en poder de los órganos de represión hasta el momento en que escribimos estas líneas. Según un cable de AP ("Presencia” 3 de agosto) en la redada ejecutada en el Palacio de Gobierno cayeron 24 periodistas que se encontraban cumpliendo sus tareas rutinarias.
Las radioemisoras tuvieron algún tiempo para informar sobre los sorprendentes acontecimientos, lo hicieron de manera parcial e incoherente. No se precisaron muchas horas para que sus instalaciones fuesen ocupadas militarmente. Después se denunció que la radio Fides (católica) y San Gabriel (protestante) fueron asaltadas y la primera destrozada, donde apresaron a todo el personal que encontraron en las oficinas ubicadas en el colegio jesuita San Calixto. "Ultima Hora” alcanzó a lanzar a la calle su última edición de la temporada que la población hizo desaparecer casi instantáneamente. Los periódicos, sin excepción, fueron también puestos bajo severo control militar y herméticamente silenciados.
La técnica que emplearon los gorilas demostró ser muy refinada. Un tenebroso silencio facilitó el cumplimiento de todas las operaciones del golpe. Las informaciones hacia el exterior fueron también cortadas en su flujo normal. Efectivos militares y elementos de los servicios de inteligencia se apostaron en las oficinas de radiocomunicaciones y se prohibió terminantemente el envío de cables. Finalmente, el aeropuerto de El Alto fue cerrado. Bolivia quedó momentáneamente aislada del mundo, aunque tanto necesitaba ligarse a él. Pese a todo las radios de otros países destilaban con dificultad una que otra noticia; fueron las mineras las que comenzaron a informar a la ciudadanía acerca de todo lo que venía sucediendo, una información deficiente, pues no contaban con corresponsales en el interior del país y, las más de las veces se limitaban a repetir lo que captaban del exterior.
Menudearon las redadas, los apresamientos masivos, inclusive de gente desvinculada de la política, las ejecuciones sumarias, las torturas y el desmantela-miento de domicilios particulares y de oficinas fiscales (Corte Electoral, por ejemplo) y privadas, todo en medio de un total silencio aunque a plena luz del día. La carencia de informaciones dio ancho margen para que proliferasen los rumores, las insinuaciones mal intencionadas, las pequeñas hojas conteniendo noticias que se decían ser las últimas y que invariablemente llevaban al pie la inscripción de "saque copias y haga circular”. Solamente entonces se comprendió en toda su magnitud la gran importancia de los medios de difusión, su enorme poder para formar la opinión pública y también su potencialidad subversiva. Fue impuesto el toque de queda desde las 21 hasta la 6 de la mañana. Las tropas hacían vomitar fuego a sus armas toda vez que veían caminar a alguien después de la hora señalada, todo como en los dominios de Pinochet. Cada noche caían decenas y decenas de hombres, mujeres y niños por haberse atrevido a romper la orden militar.
La Junta de Comandantes y el Gobierno de las FFAA
A las radioemisoras silenciadas sustituyó una cadena para todo el territorio denominada “nacionalista” y timoneada por el castrense Batallón Colorados, que difundía únicamente noticias de los asaltantes del poder y música folklórica boliviana. La excesiva torpeza de las informaciones oficialistas permitía adivinar lo que realmente estaba ocurriendo.
El día 18 los bolivianos se informaron que desde la víspera estaban gobernados por una Junta de Comandantes de las FFAA (generales Armando Reyes Villa, Waldo Bernal Escalante, Luis García Meza, Contra Almirante Ramiro Terrazas Rodríguez), que se habría constituido según informes proporcionados por la nueva institución, después de que la Gueiler hizo entrega de su dimisión al ejército. Sólo más tarde, el 21 de Julio El Diario registró el texto de esta nota llamada a convertirse en la pieza clave de los intentos militares por legitimar el cuartelazo:
"A los señores generales Comandante en Jefe y Comandantes de Fuerza de las FFAA de la Nación.
Presente.
Señores generales:
En todo momento, el pueblo boliviano y el Alto Mando Militar han tenido conocimiento de la permanente preocupación que ha guiado todos y cada uno de mis actos, de conducir al país por la senda de la democracia y la convivencia pacífica.
Con esta decisión hice cuanto estuvo en mis manos para conducir a la ciudadanía a elecciones generales, aún, por encima del llamamiento histórico que en su momento hicieron las FFAA de la Nación para reencauzar el proceso electoral. Invoqué patriotismo y desprendimiento en procura de una solución que significara un reencuentro nacional, con la única mira de precautelar el porvenir de la democracia en libertad y justicia social. Debo confesar con amargura que mi exhortación al entendimiento no mereció una respuesta adecuada en función de la realidad que vivíamos.
Contra la permanente acusación a mi gobierno de falta de coherencia y ausencia de poder, impuse el diálogo y la persuasión como medio encaminado a evitar que circunstanciales intereses se antepusieran a los objetivos trazados por mi gobierno.
He intentado llegar hasta el final del camino con el deseo de cumplir con mi pueblo, pero, ante los hechos que se hallan más allá de mi capacidad, creo de mi deber evitar días dolorosos y luctuosos para el pueblo.
Por ello, consciente de mi responsabilidad de gobernante, me corresponde expresar con absoluta consecuencia con mis ideales, que me veo ante la circunstancia de tener que renunciar con gran sentimiento a la Presidencia de la República, resignando dicho mando a las FFAA de la Nación.
En la esperanza de que en su condición de representantes de las FFAA de la Nación, sabrán actuar a la altura de este momento histórico y por los senderos que nos han señalado los Manes de la Patria, los saludo con mis consideraciones más distinguidas.
Dios salve a Bolivia.
Lydia Gueiler Tejada, Presidenta constitucional de la República”.
Será más tarde que se pueda establecer en qué medida los golpistas dictaron el documento, aunque hay párrafos que expresan a cabalidad el espíritu mesiánico que se apoderó de la mujer que estaba segura de estar haciendo historia perdurable. El acápite que habla del "llamamiento histórico que en su momento hicieran las FFAA a la Nación para reencauzar el proceso electoral” y el empleo de la frase “resignación" del poder en favor del ejército, exteriorizan perfectamente los planes y los intereses del gorilismo. Acaso lo exacto sería decir que hubo una conciliación de puntos de vista. En fin, con el tiempo podrá decirse toda la verdad, por ahora el protagonista sigue en la nunciatura, pese a haber recibido su pasaporte para viajar al exterior, seguramente en espera de que pase el 6 de Agosto, y el cronista se mueve dificultosamente en las catacumbas de la obligada clandestinidad. "El Diario" del 6 de Agosto insertó la siguiente declaración de la Gueiler que echa luz sobre el tema que tratamos:
"Santiago, 3 (APF).- La ex presidente de Bolivia, Lydia Gueiler, afirmó que el golpe de estado dado por el general Luis García Meza comenzó a gestarse cuando éste la obligó a nombrarlo Comandante en Jefe del ejército, según se informó hoy aquí.
En la entrevista exclusiva concedida por la ex mandatario al diario La Tercera de esta capital, cuando, se encontraba asilada en la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede en La Paz, Lydia Gueiler dio a conocer algunos entretelones de la acción que el 17 de Julio pasado la marginó del gobierno. ‘El quería ser presidente y se estaba preparando para eso desde que asumió la jefatura del Colegio Militar', aseguró la ex Jefe de Estado de Bolivia.
Indicó que fue obligada a firmar su renuncia a las 23.00 de ese día. ‘Si le digo que me pusieron la pistola al pecho, le digo poco’, expresó al enviado de La Tercera.
Luego de esto, fue sacada de su casa en un vehículo militar fuertemente armado y copiosamente escoltado ‘como si se llevaran con ella todo el Tesoro de la Nación’ en el decir de su secretario –agregó el periódico.
Lydia Gueiler manifestó que ‘no había por qué dar este golpe, nada lo justificaba ahora… ni el fraude electoral del que ellos hablan, ni el caos que no existía… pudieron esperar a ver qué pasaba con Hernán Siles Zuazo… tres o cuatro meses habrían bastado. A lo mejor la oposición que le iban a hacer al gobierno de la UDP, iba a impedir que Siles gobernara y entonces muchos se habrían alegrado del golpe…pero ahora…’
Afirmó que Siles Zuazo le había confiado que tras una entrevista sostenida después de la elección con el general García Meza, éste le prometió que no habría golpe de estado y que el proceso de democratización se respetaría.
‘El (Siles Zuazo) estaba convencido de que no habría golpe, porque así se lo habían asegurado los altos mandos militares’, agregó Gueiler.
La ex presidente de Bolivia indicó que García Meza contó con una excelente asesoría para llevar a cabo su acción. El jamás estuvo en La Paz. Siempre cambió de residencia y, 'ya ve ud. que hasta su mujer v sus hijos no estaban en La Paz. Adios los mandó a Lima' agregó.
Lydia Gueiler no se pronunció sobre si el general García Meza habría recibido ayuda de un país sudamericano para llevar a cabo su acción militar. ‘Yo eso no puedo responder… imagínese, con lo mucho que quiero a Chile, con lo mucho que los quiero a ustedes, quisiera contestarles pero no puedo', expresó.
Lydia Gueiler, que vivió durante muchos años en Santiago de Chile, señaló su propósito de regresar algún día al país (Chile), pero antes viajará por Miami, para llegar luego a París donde se encuentra con su hija.
La ex mandatario concluyó que durante sus ocho meses de gobierno pudo hacer grandes progresos en el bienestar de los bolivianos y ‘mi meta era entregarle el mando de la nación a la persona que el pueblo designare… faltaban 20 días para que eso se cumpliera, por suerte, siempre dije que hasta aquí nomás llegaba, que yo creía, que había cumplido en cierta medida mi misión. Con esto abandono definitivamente la política”.
Todo se desarrolló conforme a un plan meticulosamente elaborado. Un cable de la UPI (18 de Julio) hizo saber que “La señora Gueiler, en una dramática alocusión por la radio militar, renunció a la Presidencia de la República dejándola en manos de las FFAA”.
Dos palabras sobre la señora que llegó a la presidencia con el rótulo de “constitucional”.
Lydia Gueiler es sobre todas las cosas, la ambición y el arribismo hechos mujer, caso típico de la pequeña burguesía. Esos rasgos personales encontraron el marco adecuado para desarrollarse dentro del nacionalismo, cuyas expresiones políticas más diversas la conocieron como mujer dispuesta siempre a hacer algo. No hay por qué extrañarse que a lo largo de su existencia hubiese adoptado las posiciones más contradictorias, al margen de toda consideración principista o teórica, siempre buscando acomodarse a las circunstancias y no importándole a qué precio.
Muy tarde se acordó que desde su lejana adolescencia tuvo inclinaciones socialistas. En el relato de su vida (La mujer y la revolución, 1959) nos dice que cultivó la amistad del universitario comunista José Aguirre G. (muerto en 1938), que será uno de los fundadores del FGR. Si el marxista dejó algunas ideas en la colegiala éstas no llegaron a fructificar en momento alguno.
Durante el sexenio Rosquero (1946-52) se desempeñó como empleada bancaria ocasión en la que se topó con el sindicalismo y se destacó como activista, que eso será por el resto de sus días en las trincheras políticas más opuestas.
Mientras la clase obrera se movilizaba vigorosamente teniendo como norte la TESIS DE PULACAYO, una anticipada réplica al nacionalismo burgués, las capas más impactadas políticamente de la pequeño burguesía desembocaron de manera natural en el MNR, fuerza política que entonces llegó a conocer su etapa de mayor popularidad y que ofrecía a los ambiciosos una carrera casi segura. A comienzos de 1948 la Gueiler juró lealtad al MNR, y desde entonces se moverá describiendo descomunales zigs-zags, pero sin nunca salirse del marco nacionalista. Le recibió el juramento Luis Peñaloza; ex teniente del ejército, que pasó por las filas trotskystas, y que entonces ya se había definido como uno de los dirigentes del ala derechista del MNR.
Llegó a ser una figura femenina de relieve, pero siempre como emeenerrista de derecha. Actuó bajo la dirección de Rios Gamarra y de quienes protagonizaron el golpe contrarrevolucionario del 9 de Enero de 1952. Después de la victoria de Abril hizo carrera a la sombra del poder y llegó al parlamento. Como nacionalista intervino en el movimiento femenino y llegó a la presidencia de UMBO. Zarandeada por la lucha fraccional oficialista, llegó a alinearse junto a Lechín y actuó como dirigente del PRIN. De esta época arranca su leyenda de luchadora de izquierda. No dubitó en romper su partido para ir a aliarse con Paz, en vísperas de las elecciones de 1979, segura como estaba de poder mejorar su carrera. Nuevamente parlamentaria, fue llevada a la presidencia de la Cámara de Diputados como figura decorativa. Después del golpe de Natusch, la casualidad hizo que fuese designada Presidenta Interina, en una salida nada constitucional del impasse político de ese momento y siempre como instrumento del pazestensorismo.
Los militares pusieron al país en “Estado de Guerra Interno” (Cable de UPI), lo que justificaba el toque de queda, la vigencia de la Ley de Seguridad del Estado y las ejecuciones sumarias. El jueves las nuevas autoridades decretaron feriados los días viernes y sábado y convocaron a todos a concurrir a las oficinas y fábricas. Los obreros y sectores de la clase media, a su tumo, estaban seguros de que no asistían al trabajo cumpliendo la orden de Huelga General en oposición a los golpistas. La Junta de Comandantes, o mejor, el equipo de Arce Gómez se empleó a fondo para controlar la situación durante ese fin de semana. En ese empeño arrancó al prisionero Lechín un documento clave: la exhortación a abandonar la Huelga y el Bloqueo de Caminos. La cadena radial nacionalista difundió in extenso el mensaje: “En aras de la paz, que no se ha logrado conseguir a pesar de nuestros esfuerzos y pensando en la inutilidad de un derramamiento de sangre que en determinado momento ocasionaría cualquier resistencia de los bolivianos que no están inmersos en la política; exhorto a los Comités de Defensa de la Democracia a reconsiderar las medidas tomadas con respecto al Bloqueo de Caminos y a la resistencia civil en todo el país. No quiero que esta exhortación se considere como una traición a la clase trabajadora por la que siempre he luchado, sino que por el contrario como un intento de parar los ríos de sangre que se ciernen sobre nuestro país. Volveremos a hablar de nuestros problemas y ambiciones en otro momento, pero ahora evitemos derramar inútilmente sangre obrera. Vuelvo a repetir: Exhorto a los campesinos, obreros, al pueblo en general a abandonar los bloqueos y la resistencia civil.
Juan Lechín O., La Paz, 17 de Julio de 1980.”
Dentro del país todos estaban seguros que el documento había sido fraguado y en el exterior se tenía el mismo criterio.
En el testimonio de un obrero de Colquiri se lee: “El ejército estaba buscando cómo debilitar la resistencia, en el Ínterin se conoce que Siglo XX-Catavi habrían firmado un convenio de suspensión de la Huelga, la gente no cree, como no cree en la declaración de Lechín, el ánimo de los trabajadores sigue firme, al igual que en Viloco y otras pequeñas minas con las que tenemos contacto”.
Circularon los más variados comentarios acerca de la forma como se arrancó la declaración-clave al dirigente obrero. Los más dijeron que fue bestialmente golpeado, que se lo colocó al borde de la muerte.
“Aquí” sostuvo que se le amenazó con asesinar a su hijo, etc.
El gobierno debutante adopto el rótulo de Reconstrucción Nacional, extrañamente coincidente con el que ostenta el régimen de Nicaragua, que casi inmediatamente después será señalado como enemigo de Bolivia.
El gobierno militar, lejos de repudiar formalmente las formas democráticas, aunque en los hechos ya estaban destruidas, expresó que su objetivo era-nada menos que el establecimiento de un régimen basado en la voluntad popular, sólo que su materialización sería el producto de un largo proceso de preparación. Eso se desprende del documento titulado “Normas Fundamentales del Gobierno de Reconstrucción Nacional”, fechado el 18 de Julio:
“El Gobierno de las FFAA ejecutara las tareas que sean necesarias a la concreción de un proyecto nacional de desarrollo y potenciamiento, tomando en cuenta la seguridad interna y externa:
a) En lo político, sentar las premisas para el establecimiento de la institucionalidad democrática en Bolivia.
b) En lo económico procurar el desarrollo integral de la nación en función del bienestar del hombre boliviano.
c) En lo social, establecer los mecanismos que aseguren la convivencia armónica de nuestra sociedad”.
Todo esto para lograr no sólo el desarrollo y la integridad territorial, sino también para efectivizar el retorno al mar, aunque ya no mediante la guerra como anunciara García Meza con anterioridad, sino mediante la definición de una estrategia especial, es de suponer que en el campo diplomático.
A las protestas de adhesión a los principios de la democracia surgieron las hechas en sentido de que se procuraría “La plena aplicación de la Declaración de los Derechos Humanos y de la ONU”. Tales arengas estaban destinadas a la exportación, buscando neutralizar principalmente a los norteamericanos, pues internamente el terror se implantó sin ningún atenuante; fue el último esfuerzo que hicieron los gorilas para pasar como demócratas.
Se esperaba que luego de descabezado el movimiento sindical las masas podrían ser fácilmente ganadas, por eso se recalcó que se buscaba una sociedad “justa”: “El Gobierno de las FFAA reconoce
la necesidad de crear una sociedad justa en la que los beneficios del desarrollo sean equitativamente distribuidos, incorporando a la vida activa de la Nación a los trabajadores del campo, las minas y las ciudades, para una efectiva práctica de la justicia social, la real participación del pueblo en el proceso democrático…”
Igual que en los días precedentes al golpe, la cúpula castrense se esmeró en aparecer como abanderada de la soberanía nacional: “Reducirá la dependencia externa, además restituirá los fundamentos de la libre determinación y soberanía nacionales, erradicando la desnaturalización política y la subversión y promoviendo la reactivación del desarrollo integral, basada en el examen de las condiciones propias de la Nación, preservando los valores tradicionales y su contenido cultural autóctono”. Aquí ya era posible percibir que los generales esperaban que la masa campesina pudiese convertirse en el mayor soporte social del nuevo gobierno.
En la enunciación de las medidas a tomarse de inmediato no había casi nada nuevo, todos los candidatos que terciaron en las elecciones prometieron lo mismo: Frenar el proceso inflacionario; rentabilidad de las empresas estatizadas; limitación del crecimiento del gasto público; elevación de los ingresos ordinarios y ‘moralización y control de los mecanismos de recaudación tributaria”; programas de “inversión estrictamente prioritarios en el marco de generación de divisas”; adecuación de la “política monetaria a la real capacidad productiva” y orientación del “crédito preferentemente a los sectores productores de bienes”; renegociación de la deuda externa y "política de endeudamiento externo compatible con la utilización de recursos externos en proyectos rentables”; intervención estatal en el ordenamiento del sector privado; “integración territorial del país a través de obras de infraestructura en los campos del transporte, energía eléctrica, comunicación y obras de regadío”; desarrollo minero y agropecuario.
Se puso énfasis en la promesa de adoptar medidas encaminadas al “Desarrollo integral basado en la solidaridad, justicia social, y distribución equitativa de ingresos, con miras a disminuir la desocupación y las marcadas contradicciones propias de países en vías de desarrollo”, que como aseveración tampoco constituye ninguna novedad.
El gobierno dio pruebas de que estaba seguro de que el apoyo campesino podía materializarse solamente a cambio de grandes concesiones, por eso y desde el primer momento, se nota un esfuerzo por delinear un programa de real mejoramiento del habitante del agro:
"Formación de unidades económicas de producción y detener el fraccionamiento de la tierra”. Para los generales esto sólo puede lograrse mediante el desarrollo capitalista en el campo, lo que parece haber sido planteado de manera clan por el presidente García Meza en Orureña (2 de Agosto), cuando dijo que
"Es preciso fomentar el surgimiento de la empresa agrícola” y que se procedería a crear un banco de crédito campesino. Siguiendo las promesas hechas anteriormente por militares y políticos civiles se prometió acentuar la educación, la reivindicación de los valores culturales y la puesta en marcha de la tan pregonada "Universidad Campesina”.
La dictadura militar no ocultó su decisión de actuar como gobierno totalitario:
"En la fase inicial las FFAA asumirán la responsabilidad del gobierno. Dictará los correctivos necesarios y los organismos públicos y de otros niveles estatales y para-estatales a fin de que dimanen eficiencia y anules privilegios.
Decidirá la remoción de los órganos directivos del sector administrativo público, con prescindencia de toda acción político partidaria”.
La cosa no quedó a nivel técnico, sino que la purga se extendió a toda la administración pública y con motivaciones estrictamente políticas. El ministerio del Interior demandó las listas de los funcionarios y se las purgó por los servicios de inteligencia, los más favorecidos fueron sancionados con despidos y otros concluyeron entre rejas.
Hasta ese momento todos, propios y extraños denunciaban en los tonos más diversos la creciente inmoralidad de los funcionarios públicos. Los gorilas no perdieron la oportunidad de aparecer como elementos empeñados en sacar al país del atolladero y de curarle de todos los males: "Aplicará las normas legales que hagan efectivas las responsabilidades referidas al desempeño de la función pública”.
El equipo castrense que se hizo cargo del poder mostraba tremendas contradicciones que pueden dar al traste con todas sus solemnes declaraciones. La cúpula militar arranca de una sociedad tremendamente empobrecida y muchos de sus componentes, con poquísimas excepciones, ya han dado pruebas de su tremenda sed de enriquecimiento y de su inclinación a la inmoralidad. Pese a esto, un gobierno de corte fascista, obligado a resolver los agudos problemas sociales emergentes de una difícil situación económica, no podría menos que imponer drásticas medidas de austeridad y buen manejo de los pocos dineros estatales. Algunos, entre ellos García Meza, se inclinarán por esta conducta, pero motivará resentimientos y resistencia de quienes se vean frustrados en sus ansias de rápido mejoramiento económico. Pocos días antes del golpe, las comilonas, los regalos, los negociados, se convirtieron en otros tantos recursos para unir a los conjurados. En su cumpleaños (8 de Agosto) el general presidente pidió como obsequio una oración para Dios y una hora más de trabajo para la grandeza de la Patria.
En política internacional se prometió el respeto de los tratados y compromisos internacionales contraídos. Se hizo un otro y último esfuerzo por neutralizar a los países vecinos:
“El nuevo gobierno fortalecerá y dinamizará los pactos de integración física, económica y social suscriptos tanto a nivel regional como subregional, en el entendido que los referidos acuerdos deben contribuir al desarrollo y a la unidad de los estados de América Latina”.
Las circunstancias obligaron a subrayar la necesidad de precautelar el principio de no intervención foránea y autodeterminación de los pueblos:
“Debe destacarse la necesidad de afianzar la independencia y soberanía Nacional frente a los intereses y a las pugnas ideológicas de las grandes potencias, evitando que el territorio de la República se convierta en escenario de dichos antagonismos a fin de preservar la seguridad interna y externa del país y el derecho a la libre determinación del pueblo boliviano”.
Un decreto de la Junta de Comandantes emitido en la mañana del 18, designó como Presidente de la República al general de Brigada Luis García Meza Tejada. El general de aviación Waldo Bemal vio así frustradas sus ambiciones de llegar hasta ese cargo. Hubieron roces y acuerdos circunstanciales. Bemal se esforzó durante el gobierno de Gueiler de ganar posiciones como opositor y como posible sustituto de García, puso esmero en endurecer sus ataques al extremismo y a los políticos.
En los días posteriores la Junta de Comandantes siguió actuando, incluso por encima o al lado del equipo ministerial como si fuera una junta suprema de asesoramiento. Si vuelven a presentarse discrepancias de consideración dentro del ejército adquirirá nuevamente enorme importancia decisoria.
Como prueba de que todo había sido anteladamente preparado, por la tarde juraba el primer gabinete golpista (en el otro polo Natusch pasó días y días buscando ministros), constituido en la siguiente forma: Ministro de Relaciones Exteriores, general Javier Cerruto Calderón; Ministro del Interior, coronel Luis Arze Gómez; Ministro de Defensa, general Armando Reyes Villa; Ministro de Planificación, general Oscar Larraín Frontañilla; Ministro de Finanzas, general José Sánchez Calderón; Ministro de Educación, coronel Ariel Coca; Ministro de Transportes, coronel Rene Guzmán; Ministro de Industria y Comercio, coronel Mario Guzmán; Ministro de Trabajo y Asuntos Sindicales, general Augusto Calderón; Ministro de' Previsión Social y Salud Pública, capitán de fragata Avelino Rivero; Ministro de Minería y Metalurgia, coronel Carlos Morales Nuñez del Prado; Ministro de Asuntos Campesinos y Agropecuarios, coronel Julio Molina; Ministro de Energía e Hidrocarburos, capitan de fragata Lider Sosa; Ministro de Urbanismo y Vivienda, general Arturo Veizaga Barrón; Ministro de Información y Deportes, Lic. Fernando Palacios; Ministro de Integración, capitán de fragata Francisco Mariaca; Ministro Secretario de la Presidencia de la República, coronel Mario Escobari Guerra.
Como se ve, fue formado un gobierno estrictamente militar, habiéndose puesto especial cuidado en marginar a los sectores políticos, aunque se les presionó para que prestasen apoyo al nuevo orden establecido.
El presidente García leyó un discurso-programa que echa mucha luz acerca de la conducta de los generales oficiando de estadistas. El orador se esforzó por demostrar que no hubo ningún “alzamiento militar”, como se atrevió a calificar el matutino “Presencia” (23 de Julio; este diario volvió a reaparecer recién esa fecha), sino una especie de sucesión constitucional ocasionada por la “voluntaria entrega del poder” hecha por la Gueiler a las FFAA. Reiteró el tema de la vigencia de una auténtica democracia, pero añadiendo la necesidad de hacer respetar la Constitución:
“Para el momento histórico que se vive era necesaria esta actitud de las FFAA, a fin de definir la vida nacional en la estrategia de la seguridad integral con desarrollo y por la defensa del imperio de la Constitución Política del Estado, restituyendo la plena expresión de la voluntad popular manipulada y distorsionada por otro fraude electoral basado en la conculcación flagrante de la Constitución… y de toda la estructura jurídica Nacional”.
Los generales tomaron para sí la representación de la ciudadanía que la suponían desilusionada por el reiterado fracaso de las elecciones y recordando que nunca las avalaron, llegando a sacar la conclusión de “que las elecciones para presidente, vicepresidente, senadores y diputados en nulas de pleno derecho, razón por que los poderes del Estado no podían caer bajo el control de usurpadores de la voluntad soberana y falsificadores de la democracia”. El ejército, actuando como máximo e infalible poder, decreta la anulación de las elecciones y erige su voluntad en ley suprema! Toda esta arbitrariedad es consumada a nombre de la democracia! Ya se conoció la repulsa internacional al golpe y es por eso que García se detiene a subrayar que cuenta con el apoyo de “una ancha base popular pronta a responder a las provocaciones demagógicas y la subversión de fuera y dentro del país combatiendo las violaciones de los derechos humanos, ante todo, defendiendo el derecho humano social, la seguridad y tranquilidad colectivas que estuvieron en grave peligro ante la conjura antipatriótica”.
No puede negarse que el párrafo resume Demagogia y cinismo. Los autores del genocidio de todo un pueblo hablando de respeto a los derechos humanos y de seguridad y tranquilidad colectivas.
Lo que el terrorismo dirigido desde las cumbres castrenses y la propaganda mal intencionada no pudieron convencer, ahora aparece como una verdad impuesta desde arriba: la acción militar se limitó a ser la respuesta a la conjura extremista internacional: “Tarea Magna, por lo demás, que sin embargo nos ha sido impuesta por el terrorismo subversivo de la izquierda internacional que no escatima ni escatimará esfuerzos para convertir a Bolivia en una nueva Nicaragua o en otra Cuba, nos impuso el caos económico, la aguda y desesperante pobreza del pueblo, el deterioro salarial inocultable…”
Fue presentado un cuadro tenebroso de la realidad Nacional como antecedente de la conjura, como si fuera el llamado al patriotismo de los generales.
El general anunció que se acabó la época de las aventuras electorales no para sostener abiertamente que se abría una dictadura por tiempo indeterminado, sino para añadir que su finalidad era para preparar al pueblo para la democracia, establecer un régimen de contornos populares para que los obreros y campesinos saliesen del hambre y conociesen una ilimitada prosperidad económica.
Es fácil comprender que los generales buscan descabezar a las direcciones obreras, campesinas y políticas para adueñarse más fácilmente de las masas, a fin de poder obligarles a trabajar más y disciplinadamente.
Esperan que sobre el sudor y la sangre de los bolivianos pueda aumentar la producción e imponerse la prosperidad económica. La dictadura apoyada por el descontento de amplios sectores sociales y descargando la violencia estatal contra las organizaciones revolucionarias, configura perfectamente lo que es la esencia del fascismo gorila.
Ese mismo día 18, el Arzobispo de La Paz, Monseñor Jorge Manrique Hurtado, lanzó una exhortación acusatoria sobre los sucesos vividos y que fue leída en todas las iglesias y publicada por algunos periódicos. Se aseguró que ejemplares falsificados fueron distribuidos abundantemente, sobre todo en los barrios populares. El texto que copiamos ha sido tomado de Presencia:
“La Iglesia de Bolivia contempla con dolor y honda preocupación los acontecimientos políticos que están sucediendo en el país.
Han sido detenidos e incomunicados muchos ciudadanos, cuyo número no ha podido ser establecido todavía. Varios religiosos y sacerdotes, también en número no confirmado, han sido detenidos y se ignora el paradero de alguno de ellos.
Las emisoras de la Iglesia, radio FIDES y Radio San Gabriel han sido asaltadas y brutalmente destruidos los equipos e instalaciones de Fides; directivos y periodistas de ésta han sido detenidos.
El periódico católico Presencia ha sido ocupado por gente armada.
Una casa religiosa ha sido allanada por fuerzas militares, aunque luego se han retirado.
La falta de libertad y de medios de información mantiene al país en un silencio temeroso y, en este momento, carecemos de informaciones completas sobre los acontecimientos.
Pero tengo el deber de condenar los atropellos que se cometen y el propósito de acallar la voz de un Pueblo como es el Boliviano, sencillo y Patriota, que demanda Justicia y Bienestar social.
La Iglesia tiene el Deber de orientar esas justas demandas sobre las bases de la doctrina social que han elaborado los Papas, el Concilio Vaticano II, y los documentos de Medellín y Puebla, así como las orientaciones dadas por el Papa, Juan Pablo II, últimamente.
Ante los difíciles momentos por los que pasa el país:
— Pido con toda energía a los responsables de la actual situación, que ahorren a este pueblo mayores dolores y padecimientos.
— Exijo con toda energía se ponga en Libertad a los que han sido detenidos sin causa penal alguna.
— Demando la reparación de los daños inferidos a las emisoras de la Iglesia, también su inmediata puesta en funcionamiento y su libre expresión. ‘Presencia’ debe ser desocupada y debe garantizarse su inmediata libre circulación.
— Protesto por el escandaloso uso de las ambulancias por fuerzas militares armadas para fines de represión y para el cumplimiento de misiones militares no humanitarias.
—Pido al Pueblo todo que vigorice sus mejores energías en la práctica de la caridad fraterna, que recurra el poderoso medio de la oración para lograr la serenidad que exigen estos momentos.
—Imploro al todopoderoso convierta los corazones de aquellos que se han dejado arrastrar por los sentimientos de odio y pido a la Santísima Virgen intermedie con su Hijo Jesucristo para que ampare al pueblo de Bolivia y lo libre de mayores males”.
Manrique pertenece a los cuadros derechistas de la alta jerarquía eclesiástica que prácticamente monopoliza el grueso de los descomunales recursos de la poderosa Iglesia, que para formar las corrientes de opinión dispone no solamente del pulpito y del confesionario, muy importantes por sí mismos, sino de modernísimos medios de comunicación social (periódicos, radios e innumerables instituciones). Su valiente actitud frente al atropello del gorilismo, que osó meter las manos en las pertenencias del clero, se vio inmediatamente potenciada y prácticamente apareció como el símbolo de la resistencia a la arbitrariedad y de la justicia divina y terrena, tanto en el ámbito nacional como internacional.
El Consejo Episcopal Permanente se reunió de inmediato, bajo la presidencia de Monseñor Luis Rodríguez y contando con la presencia del Cardenal José Clemente Maurer, Presidente Honorario de la Conferencia Episcopal de Bolivia y de Monseñor Alejandro Mestre, entre otros. La reunión se solidarizó con Manrique y censuró acremente a los golpistas.
La Iglesia, representada por su derecha, apareció como la cabeza dirigente de la oposición democratizante y liberal. Se trata de una oposición poderosa y sumamente poderosa porque actúa libremente en todos los rincones del país. La Iglesia es una potencia internacional y esto se puso en evidencia casi de inmediato. El gobierno tardó en ceder ante la presión clerical; los sacerdotes fueron liberados (8 de Agosto) y se prometió que ya no serían apresados otros.
El 31 de Julio el Papa expresó su apoyo al episcopado Boliviano y elevó oraciones por la salvación de los bolivianos del infierno en que vivían. El cable de EFE: ‘‘Ciudad del Vaticano. El Papa Juan Pablo II envió hoy jueves un mensaje de aliento a los obispos bolivianos por su defensa de los derechos humanos del pueblo de Bolivia.
El Papa hizo llegar el mensaje a través del Nuncio Apostólico en La Paz, Monseñor Alfio Rapisarda (el
Nuncio cumple funciones de Decano del Cuerpo Diplomático y prestó amparo a Lydia Gueiler, Red.) al transmitir la noticia, la radio vaticana recordó que el pasado Domingo los Obispos de Bolivia hicieron un llamamiento conjunto en favor del respeto a los Derechos Humanos y del reestablecimiento del orden Constitucional. Además, exhortaron a todos los sectores de la vida pública a trabajar por la pacificación para devolver la tranquilidad al país”.
Todavía la prensa del 5 de Agosto (v. Presencia) seguía registrando pronunciamientos de respaldo a la actitud de Manrique de procedencia boliviana e internacional (Consejo Mundial de Iglesias, Hermanas de Maryknoll, Consejo Superior de Maryknoll, Misereor, Obispo Auxiliar de Madrid, Paz para el Mundo, Iglesia Metodista de los EEUU, de religiosos de París, de Lima, de Caracas, de México, etc. Los documentos hablan desde el apoyo a la persona del arzobispo por haber sido ofendido hasta los expedidos de retorno "A las libertades constitucionales”.
El 8 de Agosto el CELAM expresó su solidaridad con “Las decisiones del Episcopado Boliviano” (Presencia, 9 de Agosto).
Para tener una idea de lo poderosa que es la Iglesia suficiente recordar que el gobierno militar se limitó a agachar la cabeza ante la tormenta y no se atrevió a acusar al Vaticano y a sus dependencias nacionales de intervención foránea en los asuntos internos de Bolivia. Los yanquis y otros gobiernos fueron repudiados por esta causa y los pronunciamientos de organizaciones obreras e izquierdistas de todo el mundo simplemente silenciadas e ignoradas.
Bajo cuerda lo más que pudo hacerse fue mover algunos curas bolivianos, “nacionalistas”, que acusaron a Manrique y a otros sacerdotes extranjeros de ser simples instrumentos de los extremistas y de meterse en política, violentando así las recomendaciones del Papa.
En este terreno la mayor de las maniobras consistió en designar como Subsecretario de Culto a un sacerdote afín al oficialismo, para dar a entender que el régimen castrense no sólo se apoyaba en los católicos, sino que estaba dispuesto a satisfacer sus demandas o necesidades.
La huelga general y la represión en las minas
La resistencia y repudio en las minas al golpe gorila fue la única acción de gran envergadura y que se desarrolló más o menos orgánicamente. Sólo después de 19 días de huelga pudo Comibol anunciar que habían sido reanudadas las labores en todas las minas. Según “Presencia” (5 de Agosto), el comunicado oficial al respecto decía: “Todos los distritos mineros dependientes de Comibol reanudaron ayer (4 de Agosto, día lunes, Red.) sus actividades, con lo que quedó superada una situación conflictiva que se presentó desde el pasado 17 de Julio, según informó la Dirección de Relaciones Públicas de esa empresa.
El reinicio de actividades en las minas nacionalizadas, fue paulatino. Hasta el pasado fin de semana (2 de Agosto, Red.) las labores eran normales en los principales centros mineros, restan sólo la reanudación del trabajo en los distritos de menos importancia, según el informe.
Ayer se completaron las negociaciones en los distritos que permanecían inactivos.
La reactivación de las minas fue posible por la suscripción de convenios entre las autoridades de la Comibol, jefes militares y representantes de los trabajadores mineros. Los convenios garantizan la estabilidad de las fuentes de trabajo y la libertad de los mineros y comprometen a estos a dedicarse exclusivamente a las actividades de producción.
No se conoce todavía el monto de las pérdidas ocasionadas por la paralización de las minas. Se informó que en tas próximos días se conocerán datos precisos al respecto”.
El día 18 la cadena radial minera informó que efectivos militares ocuparon la localidad de Uncía, capital de la minera provincia Bustillo y que está al lado de Miraflores y a unos 6 kilómetros de Siglo XX y Catavi. Este distrito no sólo que es la mina que más produce, sino que políticamente constituye la vanguardia de todo el proletariado nacional, acaso por ser la concentración obrera más grande y también por su propia historia.
Los gorilas asaltantes del poder y todo el país sabían perfectamente que la resistencia no estaría aplastada mientras permaneciese en pie Siglo XX, pero habría sido imprudente atacarla frontalmente, por eso se le fue tendiendo un cerco de fuego y utilizando una serie de recursos para amedrentar a los trabajadores combatientes. La arremetida comenzó por el sector más débil, por las dispersas minas del Sud. Los generales demostraron, inclusive, a través de las operaciones bélicas que desencadenaron, que veían en los mineros a sus peores enemigos y que realmente los temían.
El 19, a horas 16:20, las radios mineras informaron que efectivos del regimiento Loa habían ocupado Santa Ana, pero luego fueron desalojados por las amas de casa. Posteriormente los militares retomaron esta plaza. El corresponsal de “El Diario" en Oruro transmitió la noticia de que "Luego de combates con trabajadores mineros, las tropas militares controlan los centros mineros de Telamayu y Huanuni” (21 de Julio). Más tarde se comprobó que la información sobre Huanuni no era del todo exacta. Por su parte, Presencia 923) sostuvo: “Efectivos militares procedieron, en los últimos días, a la ocupación paulatina de los distritos mineros… Las radioemisoras sindicales de los trabajadores mineros que, desde el pasado jueves, trabajaron en cadena difundiendo consignas de apoyo a la Huelga General decretada por la COB informaron que el primer distrito ocupado por las tropas militares fue el Consejo Central Sud, sede de la empresa minera Quechiela de la Comibol.
Transmisiones radiales captadas en La Paz dieron cuenta que, a horas 16:15 del Sábado 19, se produjo un primer enfrentamiento entre efectivos militares y trabajadores mineros, aproximadamente una media hora más tarde, dejó de transmitir la radio Animas”.
Desde Telamayu se anunció que fueron apresados catorce trabajadores entre dirigentes y elementos de base.
Un regimiento logró reducir a Chocaya. Los campesinos de Sud Lípez se movilizaron hacia los centros mineros próximos.
Las tropas del ejército se aproximaron amenazadoramente a Huanuni, conforme iba anunciando, minuto tras minuto, Radio Nacional. Una y otra vez la cadena minera sostuvo que ese centro fue copado por efectivos militares. La verdad es que se realizó una especie de operación comando, con apoyo de la aviación: ingresaron avanzadas armadas con la finalidad de silenciar la radio y capturar a algunos elementos, cosa que efectivamente sucedió y dejó algunos muertos y heridos.
Una asamblea de los obreros de Siglo XX acordó convertir al distrito en dirección de la huelga de resistencia decretada por la COB y por la FSTMB. Es ya una tradición que toda vez que se presentan grandes movimientos sociales, Siglo XX emerge como su virtual dirección, lo que permite que aflore lo mejor de las adquisiciones logradas a lo largo de la lucha de clases en Bolivia.
La misma reunión acordó enviar a una delegación a entrevistarse con los militares acantonados en Uncía, a fin de exigirles que abandonasen el distrito, retirasen su piquete de Catavi y diesen garantías a los obreros. La radio 21 de diciembre (Catavi), que difundía por onda corta y se desempeñaba como timonel de la cadena minera, anunció que tal encuentro se realizaría por la tarde.
Poseemos un documento sobre lo que ocurría en Colquiri y que ilustra acerca de los que fueron los sucesos en las minas. Copiamos lo fundamental:
“El día 17… luego del medio día de conocer la determinación de la COB ordenando la huelga general y el bloqueo de caminos como respuesta inmediata al golpe gorila. Los trabajadores reunidos en una asamblea general poco concurrida (el día anterior fue festivo, Red) organizó su comité de Huelga, poniendo a su disposición Radio Vanguardia, desde donde se convocó a los campesinos a proceder al bloqueo de caminos.
El día 18 la gente fue tomando mayor conciencia de lo que estaba sucediendo en el país y en el resto de las minas. Entre las 10 y 11 horas realizamos una asamblea en el local de la emisora, circuntancias en las que apareció un avión militar que lanzó dos bombas y en un segundo ataque ametralló el lugar donde estaba el equipo trasmisor, no muy distante de algunas viviendas de la empresa y de personas particulares el resultado fueron dos muertos: el trabajador Elíseo Clemente y Antonia Quispa de Cachi, esposa de un obrero. Esta actitud de los golpistas, lejos de sembrar desmoralización, tonificó a toda la población y entonces se decidió a tomar en serio la organización de la defensa del distrito ante la posibilidad de nuevos ataques del ejército. Nos preparamos para tal emergencia y nuestra radio se orientó al trabajo de dar instrucciones y organizar a los campesinos de la región que no cesaban de llegar para mostramos su adhesión y retomaban a las comarcas portando las decisiones adoptadas. Sin embargo, los informes que nos llegaban no eran muy halagadores, el bloque no tuvo la misma fuerza que en noviembre del 79.
El lunes 21 realizamos una nueva asamblea masiva, en la que se acordó continuar con la Huelga General.
Nos llegaron noticias en sentido de que en San José habrían levantado la Huelga, según esas versiones Ordoñez, Secretario General del sindicato habría aceptado las propuestas de los gorilas sin consultar a las bases. Indicaron que, luego de firmado el convenio, habría ingresado la segunda punta a la mina; sin embargo, los de la primera punta del día siguiente habrían desconocido lo acordado y nuevamente se habrían sumado al movimiento.
Martes 22. Nuevamente la aviación volvió a ametrallar, sin haber logrado su objetivo de matar más trabajadores. El ejército estaba buscando cómo debilitar la resistencia.. El ánimo de los trabajadores sigue firme, igual que en Viloco y otras minas. No sabemos nada de Huanuni y menos del Consejo Central. Los amigos de los golpistas hacen circular el rumor de que en las otras minas ya están trabajando normalmente y que tampoco existen bloqueos en la troncal Oruro-La Paz-Cochabamba. Tomamos decisiones para impulsar el bloqueo y observamos que el ejército se va pertrechando mejor para atacamos. El 29 ó 30 los efectivos de soldados llegan hasta Khakka Puncu en horas de la tarde y se llevan el teléfono, este puesto de sereno está ubicado antes de emprender la subida propiamente a Colquiri.
Conformamos equipos de reconocimiento que llegan hasta el lugar aludido y comprueban que además del teléfono se llevaron varios sacos de papa; trigo, cinco cerdos, etc., que pertenecían al sereno. Un poco después regresaron en un jeep con más un oficial y pocos soldados que chocaron con los trabajadores que se retrasaron en el repliegue; ante los diparos y el ruido de las explosiones se retiraron los del jeep a su puesto de concentración, a unos diez kilómetros, un lugar denominado Santa Fe.
Los militares nos convocaban, una y otra vez, a parlamentar. Consultadas que fueron las bases, se rechazó todo diálogo.
La última proposición vino el jueves o viernes (13 ó 18), la portadora fue la religiosa que venía de La Paz con otros trabajadores y en Caracollo les invitaron a conversar con el Comandante de la ciudad de Oruro, donde dijeron que proponían el diálogo. Nuevamente se consultó a los obreros en una masiva asamblea, que airados volvieron a rechazar la propuesta.
Se acerca el día del desenlace. El primero de agosto recibimos un telefonazo de la cumbre que informaba que el ejército se estaba acercando en caimanes. Llamamos a la movilización general. La gente responde en forma magnífica y decidimos atacar al ejército en su reducto de Santa Fé, decisión adoptada a las 17 horas. Conformamos piquetes armados en tres columnas , aunque tenemos pocas armas. Nos encaminamos con el propósito de sorprender a los soldados y animados por los informes que teníamos de que estaban dispuestos a rendirse al primer ataque, lo que no era exacto. La maniobra sorpresiva falló porque uno de los nuestros disparó antes de tiempo y alertó a los centinelas, que gritaron ¡A las armas!
Fuimos repelídos duramente con ametralladoras, morteros. La retirada nos aniquiló, aunque no tuvimos bajas. Algunos se replegaron recién a la madrugada, muy agotados. La guardia de vigilancia salió a sus puestos muy disminuida. A eso de las 10.30 nos telefonean de que el ejército avanza sobre Khakka Puncu, luego sigue avanzando y se percibe que la defensa es muy débil. Se llama a la movilización gene al y la respuesta ya no es la misma que en días anteriores, sobre todo por que hay fatiga.
Nos reunimos en el salón de la Radio y ya se escuchaban las voces de los blandos, de los fascios, en sentido de que hay que parlamentar para evitar un baño de sangre. Respondo que no se podrá evitar la masacre y los hechos me dan la razón. Hay muertos y heridos en el hospital.
Nos bombardean con informes de todo tipo. Alguien nos dijo que en Uncía, el pueblo (obreros y campesinos) habría asaltado el cuartel y sacado armas y que los dirigentes traicionaron al firmar el acuerdo con los milicos, particularmente Gilberto Bernal…”.
El lunes 21, contrariando las disposiciones del gobierno militar, el país prácticamente se encontraba paralizado. Las minas no solamente se que estaban en huelga sino que rechazaron violentamente a los efectivos regulares. En la ciudad de La Paz, el objetivo prioritario del oficialismo, las fábricas permanecieron sin actividad, la administración pública funcionó a medias, los bancos y los almacenes no atinaron a abrir del todo sus puertas. El servicio de transporte, pese a que los choferes propietarios ya juraron adhesión al dueño de tumo del poder, funcionó irregularmente por la mañana y por la tarde cuando los conductores se mostraron atemorizados por algunos atentados, paralizó del todo. Las autoridades no tuvieron más remedio que declarar suspendidas las actividades, así sucedió dos días más.
Las barricadas en los barrios marginales y hasta en la Plaza Perez Velasco no cesaban de aparecer. La gente se agrupaba sin cesar para mostrar su hostilidad a los carros llenos de soldados y a las tanquetas que operaban sin tregua. Se disparó contra toda agrupación y así cayeron las más de las víctimas. Con todo, la resistencia continuó con reciedumbre durante todo el día.
Por las noches los carros provistos de reflectores y luces de Bengala recorrían las calles en busca de la guardia de los franco-tiradores y los efectivos dirigidos por elementos del servicio de inteligencia asaltaban todo domicilio sospechoso, dejando detrás de sí únicamente escombros, robaban todo lo que podían y apresaban a quien tuviese la desgracia de toparse con ellos.
Por la noche el carnicero Arce dio su golpe maestro: La TV, cuyas transmisiones seguramente eran seguidas por toda la población sedienta de noticias, transmitió un film de la entrevista que sostuvieron el Ministro del Interior y Lechín, sobre el paradero de este último circulaban las versiones más contradictorias y las más sostenían que había sido asesinado. En la cámara de la TV apareció sentado junto a Arce, fumando un cigarrillo, enflaquecido, y mostrando cierto nerviosismo. El ministro utilizó al dirigente de la COB y de CONADE para cumplir tres de sus objetivos más ambicionados: Que estaba vivo, esto porque los generales respetaban los derechos humanos; que no había recibido malos tratos; y, principalmente, que ratificaba su pedido a todos los trabajadores a abandonarla resistencia. Ultima Hora (22 de julio) al dar cuenta del importante acontecimiento dijo: “Desde el pasado jueves 17, cuando a medio día un grupo de paramilitares tomo la sede de la COB, circularon versiones que afirmaban que el líder obrero había muerto. Con la aparición de Lechín en el programa de anoche, quedaron desvirtuadas esas versiones…”
Juan Lechín, asimismo, reiteró declaraciones difundidas y aparecidas en medios oficiales de información, y dijo que para evitar un inútil derramamiento de sangre pedía a los obreros la suspensión del bloqueo de caminos y el paro general de labores…
Al comenzar el programa en el que a-pareció frente al Ministro del Interior, declaró que no había sido objeto, durante su detención, de malos tratos, agresión opresión sicológica”.
La actuación de Lechín ha motivado una apasionada discusión. Algunos que no han seguido su tortuosa y contradictoria historia o que parecen desconocer su verdadera posición política (conservadora por su vergonzante nacionalismo movimientista), sostienen que las circunstancias, las presiones y la tortura le obligaron a ello. Que sepamos unicamennte el POR creyó de su deber señalar que Lechín había cometido una traición más contra los trabajadores. Los obreros de las minas parecieron ignorar en el calor de la batalla lo que dijo su dirigente.
Nos parece oportuno transcribir la versión que dio de la entrevista El Diario (23 de julio) y no sabemos por que fue ligeramente retocada. Lechín llamó invariablemente “mi coronel’ al Ministro y le agradeció efusivamente cuando éste le entregó un ejemplar de El Diario de fecha 21:
Autoridades demostraron que J. Lechín esta vivo
A continuación transcribimos la entrevista realizada en TV., por el Ministro del Interior, Coronel Luis Arce, con el dirigente obrero J. Lechín, habiendo demostrado de esta manera, el gobierno, que el lider sindical se encuentra en perfecto estado de salud.
—Ministro: Don Juan, ¿cómo se encuentra Ud? ¿cómo lo están tratando?
-J. Lechín : Quiero responder con la franqueza necesaria en este caso Cnel, que desde que he llegado he recibido buen trato. En ningún momento me tocaron, ni me molestaron, no sufrí impacto sicológico de ninguna clase.
-Ministro: Las radios mineras, Don Juan, indican de que Ud. está muerto, indican también que el mensaje que Ud, ha lanzado al pueblo trabajador es falso. Yo quisiera que Ud. de a conocer esta situación.
—J. Lechín: Lo que yo hago, lo repito. He sido bien claro y bien consciente. El motivo que me ha inducido a suspender este paro, yo tendré oportunidad hoy día, mañana o dentro de un mes o varios meses, tendré ocasión, tengo que hacerlo, tengo que dar una explicación completa y cabal a mis compañeros por haber cambiado la determinación que tomamos en CONADE posteriormente.
—Ministro: Don Juan…
—J. Lechín: Hasta ahora estoy muy bien, hasta este momento le digo que no he sufrido, no he recibido presiones materiales ni morales.
—Ministro: Don Juan, nosotros queremos evitar un derramamiento de sangre, deseamos como todos los buenos bolivianos que en este país exista cordura, exista trabajo. ¿Qué les puede decir a base de esto que yo le digo a los trabajadores bolivianos?
—J. Lechín: Uno de los más interesados en este país para evitar el derramamiento de sangre, sin lugar a dudas es la clase trabajadora y el pueblo humilde, las únicas armas que tienen son sus manos para ganar y sustentarse. A veces lucha por los medios legales que tiene y los mismos derechos que le asisten a los trabajadores para mejorar sus condiciones de vida que, como todos sabemos, el pueblo boliviano está al borde del hambre. Por eso lucha y por eso trabaja. De modo que a los que más nos interesa la pacificación sin lugar a dudas es a este pueblo humilde y a esta clase trabajadora y como dirigentes es esa nuestra principal preocupación. Para mi, la vida de los humildes y de los pobres y la vida de cualquier persona no tiene precio.
—Ministro: Don Juan, las FFAA han recibido el gobierno de la Pte. Gueiler por que verdaderamente estaba en descalabro. La actitud de las FFAA no es encaramarse en el poder. La actitud de las FFAA es para reestablecer el orden y los que más se deben beneficiar pienso y especialmente, que debe ser la clase trabajadora y el campesinado. ¿UD. coincide conmigo, Don Juan?
—J. Lechín: En cierto aspecto,Cnel., ¿ Claro, naturalmente ud. como militar, tiene otras características en su lenguaje Nosotros queremos, hemos luchado y trabajado por un mejoramiento del pueblo y no solamente del pueblo. Nosotros sabomos que si no hay un mejoramiento del país y un mejoramiento sostenido de la clase obrera y del pueblo humilde de este país, por eso creemos en el destino de la patria, y es innegable, los trabajadores no tienen otro medio de subsistencia que su tierra, no tienen la posibilidad de emigrar, no tienen la posibilidad de nada de eso, de tal modo que están aferrados sólidamente a su tierra, a las condiciones que se les de acá de trabajo, de vida y mejoramiento.
—Ministro: Su hijo, en Francia, acaba de tomar la embajada y dice que le mandemos su cadáver, ¿qué hacemos con ud, Sr. Lechín?
—J. Lechín: Mandarme como estoy, Cnel., yo creo que sería… Bueno, este mensaje, yo creo que va a llegar a oídos de mi hijo que es lo único que tengo. Le siento un gran cariño y una gran admiración.
—Ministro: Vamos a hacerle saber a su hijo que está ud. muy bien. Le quedo muy agradecido, una vez más vamos a demostrar al pueblo boliviano de que la falacia y el engaño están en boca de la ultraizquierda, de aquellos que buscan el enfrentamiento entre los bolivianos. Uds. han visto al Sr. Lechín, máximo dirigente de la COB que se encuentra en las dependencias del Departamento Segundo y que se encuentra en perfecto estado de salud. Demuestro al mundo entero de que se quiere enfrentar a los bolivianos.
Clarín de Bs As., según cable de AP, registró el siguiente comentario sobre estos sucesos:
BS. AS., 23 (AP).- Bajo el interrogante de : ¿Otra muerte para Juan Lechín? el diario Clarín se refiere hoy al sorpresivo llamado en favor del cese de la Huelga General formulado por el detenido dirigente sindical boliviano.
Acompañado por el Ministro del Interior del nuevo régimen militar, Cnel. Luis Arce Gómez, Lechín fue presentado en el canal oficial de televisión de La Paz a través del cual exhortó a los afiliados a la COB a dejar sin efecto la huelga general en protesta por el golpe militar del pasado jueves. El enviado de Clarín refirió que el líder obrero llamó al ministro “mi coronel”, en tanto que el militar respondió con un condescendiente “Don Juan”
Luego de asegurar que no había sufrido “presiones materiales ni morales”, Lechín dijo que "ya tendré oportunidad hoy día, mañana, dentro de un mes o dentro de varios meses, tengo que hacerlo, tengo que dar una explicación cabal a mis compañeros por haber cambiado la determinación que tomamos en el CONADE (de decretar huelga general y bloqueo de caminos).
Afirmó también que sentía, “un gran cariño, una gran admiración” por su hijo, quien en París, junto con otros bolivianos ocupó la embajada de Bolivia en protesta por el golpe militar.
El hijo de Lechín afirmó que su padre había muerto. "Muy bien, don Juanito, vamos a hacer saber a su hijo que Ud. está muy bien”, declaró el Ministro del Interior, según la versión del enviado de Clarín en La Paz.
Luego de preguntarse si los trabajadores bolivianos acatarán el pedido de su veterano dirigente, Clarín añade:
“Algunos observadores estiman que las palabras del veterano líder obrero tienen un peso sicológico decisivo y más allá que su figura parece entroncada a la historia, antes que a la compleja realidad, habrán de influir en el ánimo de las masas laboriosas.
Otros, en cambio, sostienen que la pública aparición de Lechín y su llamado sella, dramática y angustiosamente, su dilatada trayectoria, provocando su definitiva muerte sindical”.
Finalmente, este es el artículo aparecido en el Nº 689 de Masas:
La inconducta de Lechín
El 21 de Julio fue posible constatar que la resistencia de la población al gorilismo era imponente y, según todos los observadores, constituía el presagio de una lucha sostenida y larga. Las radioemisoras del exterior indicaron que el 95 por ciento de la actividad económica quedó paralizada. Los usurpadores del poder fracasaron en su intento de normalizar la vida nacional. Las ametralladoras, el asesinato, las torturas, la sañuda persecución, las amenazas, etc., no lograron romper la decisión de la mayoría nacional en sentido de luchar hasta derrocar y aplastar a los generales golpistas. Esta debilidad interna, del gobierno, que tan irónicamente se autotitula de “Reconstrucción Nacional”, se veía acentuada por su total orfandad en el plano de las relaciones internacionales. Las dificultades de toda especie que encontraban los flamantes “estadistas” en su intento de poner en marcha al aparato estatal, no tardó en repercutir negativamente en el seno de las FFAA, su aparente unidad de los primeros momentos comenzó a resquebrajarse, circuló el insistente rumor de que la División asentada en Cochabamba, timoneada por Mario Vargas expresó sus reparos a lo que hacía García Meza. No olvidemos que Vargas es un
incondicional de Banzer, que parece estar marginado de la ofensiva golpista.
Los efectivos militares y policiales se emplearon a fondo para obligar a los o-breros a trabajar; menudearon los tiroteos y se tuvo que utilizar la violencia para impedir que volviesen a levantar barricadas en la ciudad de La Paz, como sucedió en los barrios populares. Las fábricas permanecieron cerradas. El tráfico fue restablecido parcialmente, pese a todas las protestas de adhesión al “nacionalismo” por parte de los choferes-propietarios. La actividad bancaria fue mínima. Los almacenes permanecieron cerrados en su mayoría. Inclusive las oficinas estatales apenas si dieron muestras de vida.
Las escuelas y la Universidad permanecieron cerradas por voluntad de las autoridades que a-sí esperaban anular activos centros de resistencia.
El cuadro más impresionante era el preferido por las minas, que lograron movilizar’ integralmente a toda la población y a concentrar a importantes sectores del campesinado. La lucha fue librada tercamente para arrancarle al gorilismo toda influencia sobre el agro. La TV y la "red nacional de radio-difusión se esmeraron en presentar a “dirigentes” indígenas como adictos al oficialismo. Las mujeres de Santa Ana lograron desalojar a las tropas del ejército, que muy difícilmente lograron controlar los campamentos. La huelga se generalizó y con decisión de ser indefinida, esto pese a los muertos a las presiones y los cercos de fuego.
Es en este ambiente que el 22 de julio por la noche, la TV Boliviana, transmitió un film que mostró al coronel Arce, Ministro del Interior, y al Sr. Lechín, dialogando frente a frente. El dirigente sindical comenzó ratificando que había pronunciado un mensaje a los trabajadores en los siguientes términos: “En aras de la Paz, que no se ha logrado a pesar de nuestros esfuerzos, y pensando en la inutilidad de' un derramamiento de sangre que en determinado momento ocasionaría cualquier resistencia de los bolivianos que no están inmersos en la política, exhorto a los CONADES a reconsiderar las medidas tomadas con respecto al bloqueo de caminos y la resistencia civil en todo el país. No quiero que esta exhortación se considere como una traición a la clase trabajadora, por la que siempre he luchado, sino por el contrario como un intento de parar los ríos de sangre que se ciernen sobre nuestro país. Volveremos a hablar de nuestros problemas y ambiciones en otro momento pero ahora evitemos derramar inútilmente sangre obrera. Vuelvo a repetir, exhorto a los campesinos, obreros, al pueblo en general a abandonar los bloqueos y la resistencia civil. La Paz, 17 de julio de 1980”.
Cuando dicho mensaje se difundió todos dijeron, que era una falsificación extrema que fue repetida por toda la prensa extranjera también. Cayó como un balde de agua fría sobre todo el país cuando se escuchó y se vio la confirmación hecha por Lechín.
Se sabe con certeza que el dirigente político y sindical fue maltratado y vejado en las reparticiones del Estado Mayor, pero este se esmeró en subrayar que fue tratado con toda cordialidad, que no tuvo que soportar presiones de orden moral o material. Los carniceros del pueblo, los sátrapas y sádicos enfermizos fueron presentados como carceleros humanitarios, en fin, como buenos amigos.
En el diálogo Arce-Lechín, este último sostuvo que los obreros y la mayoría Termal estaban interesados, más que nadie, en la inmediata pacificación, porque Sólo buscaban ganarse el sustento de cada día. Arce dijo que él, portavoz del gorilismo asesino, coincidía con esas apreciaciones. La pacificación, el desarme del pueblo, el cese de la resistencia, de las huelgas, de los bloqueos, de toda hostilidad a los asaltantes del poder, no harían otra cosa que contribuir a la estabilización de la dictadura, allanarían el camino para que los bolivianos soportemos todas las consecuencias de un régimen fascista y bestial A eso conduce la pacificación Sr. Lechín. Como se ve el dirigente de la burocracia sindical apareció como un instrumento en manos del gorilismo, les ayudó a sacar las brasas del fuego, a superar el mayor de sus obstáculos: la insurgencia popular. Acallada la protesta, gracias a la ayuda de Lechín, el gorilismo tendrá el tiempo suficiente para descabezar al sindicalismo y el movimiento revolucionario; cuando se afirme en sus propios pies tendrá la oportunidad de acabar con la misma burocracia traidora.
El tenebroso Arce, el autor de todas las atrocidades, cometidas en estos días y antes, estaba feliz y acentuaba su tono cariñoso y protector toda vez que se dirigía al “dirigente máximo de la COB”. Lechín es ahora dirigente reconocido por el gorilismo, cuando en los hechos y en el lenguaje de los decretos han sido canceladas las direcciones sindicales, cuando se ha dejado en suspenso el fuero que se venía reconociendo por las actividades gremiales, cuando se amenaza con la cárcel y la muerte a todo activista que haga propaganda en favor de la huelga Lechín y los gorilas son ahora buenos amigos, esta es la horripilante conclusión a la que se llega observando atentamente la inconducta del burócrata conservador. No en vano Paz, Siles y Lechín se prestaron a reorganizar al ejército, de cuya entraña ha salido el monstruo gorila. Lechín, de progenitor, se ve convertido en lacayo de los masacradores de obreros.
¡Si el gorilismo logra estabilizarse uno de sus autores será el traidor Lechín!
El 22 se pudo constatar que en La Paz las actividades tendían a normalizarse y crecía insostenible la protesta popular por la inconducta del traidor. En las ciudades ya se palpan las consecuencias de la prédica de Lechín, todas ellas perjudiciales políticamente para las masas, favorables para los generales gorilas, convertidos en amos del “dirigente máximo de la COB”. Ayer como hoy, se limita a desarrollar la política de sectores burgueses. Con todo, hay casi seguridad que los mineros no hagan caso de los planteamientos de Lechín y sigan su propio camino revolucionario. Así se darán las condiciones para desterrar del seno del movimiento obrero al traidor.
En algunos distritos mineros la maniobra de Arce no surtió efecto alguno En Siglo XX no se pudo observar la entrevista porque los trotskystas volaron la repetidora de TV. Cuando los propagandistas difundían el tenor de la conversación de Lechín con el Ministro del Interior se limitaban a responder: "quién le hace caso al Viejo…”, añadiendo un grueso adjetivo.
Ese mismo 21 fueron desconocidas las directivas sindicales, más concretamente, se las declaró en receso.
El fuero sindical fue suspendido. Se volvió a hablar del servicio civil obligatorio, aunque más tarde se lo llamó servicio patriótico. También se ordenó el congelamiento de los dineros de las organizaciones obreras. En el exterior se comentó que esta medida podría facilitar al gobierno neutralizar a sus adversarios. También se dispuso la vigencia condicional de la Constitución de 1967, la que fue dictada durante el régimen de René Barrientos, reconocido como uno de los precursores del gobierno de Reconstrucción Nacional.
El 22 de Julio se pudo constatar que la aparición de Lechín en la TV y sus declaraciones causaron un tremendo impacto no sólo entre los trabajadores, sino en toda la población, que se mostraron sorprendidos, desorientados y desalentados. Cuando la resistencia marchaba vigorosa, cuando todos tenían ganas de luchar y derrotar a los golpistas, desde la cumbre democratizante se pedía doblegarse, agachar la cabeza y soportar los golpes. Seguramente también en las minas no dejó de molestar la inconducta del Secretario Ejecutivo de la FSTMB, que tantas heroicas batallas había librado en el pasado, pero los obreros parecieron no haberse percatado de los manipuleos del Ministerio del Interior con la finalidad de desarmarlos políticamente.
Ultima Hora (22 de Julio) dijo lo que sigue después de su encuesta realizada durante la mañana: “El sector obrero, que ayer pareció dispuesto al acatamiento del paro general, fue sorprendido anoche con la aparición en las pantallas televisivas del canal estatal de su máximo líder el veterano dirigente minero J. Lechín Oquen do…
La entrevista, de indudable impacto sicológico en los televidentes, tuvo por propósito demostrar el buen estado físico del líder minero y difundir su exhortación a la suspensión de la huelga y el bloqueo…"
Sigue la información del mismo órgano de prensa: "El gobierno militar intentaba hoy por segundo día consecutivo normalizar las actividades laborales en el país y neutralizar los alcances de una huelga general decretada en defensa del interrumpido proceso democrático.
Esta capital (La Paz), de 700.000 hab., pareció recuperar hoy paulatinamente su habitual imagen de trabajo con un disminuido servicio de transportes urbanos y todavía reducido el funcionamiento del comercio, la banca, la industria y la administración pública.
Al comenzar la mañana, la actividad era un tanto similar —aunque con mayor ritmo— a la registrada ayer en que intensos tiroteos registrados en la zona céntrica provocaron el desbande de trabajadores, empleados y oficinistas y la posterior parálisis de esta capital.
Un recorrido por el cinturón industrial dejó hoy entrever una mayor concurrencia obrera, aunque varios establecimientos fabriles dijeron que subsistía un 'importante margen' de ausentismo, presuntamente derivado de las dificultades en el transporte desde las zonas suburbanas y barrios periféricos".
Los fuertes tiroteos nocturnos se debieron, según fuentes oficiales a las operaciones de rastrillaje que tuvieron lugar en los barrios marginales, en busca de “extremistas y francotiradores". El periódico que mencionamos sostuvo que en esas refriegas murieron por lo menos tres extranjeros. Uno de los temas preferidos de los organismos de represión fue la especie de que la agitación se debió a la presencia de comunistas extranjeros que habrían venido al país para entrenar a los izquierdistas en actos de terrorismo. El Ministro del Interior no ocultó que continuaban las actividades terroristas: “Admitió la existencia de grupos de agitadores en las zonas fabriles pero que las FFAA están dispuestas a garantizar la normalidad y tranquilidad ciudadanas.
También hizo referencia a un atentado terrorista que se registró anoche (22 de Julio) en la zona de Pampajasi, situación que estuvo a punto de alterar el suministro de agua potable a la ciudad, pero las previsiones que tiene SAMAPA evitaron que esta situación prospere” (informe de la reunión de gabinete, Presencia, 23 de Julio).
Siglo XX y Colquiri fueron los distritos que mostraron mayor firmeza en la lucha. Emisarios de este último distrito se desplazaron hacia La Paz para tomar contacto con la resistencia que se la suponía en pleno vigor. Seguramente las minas al sentirse aisladas se inclinaron a negociar, en las mejores condiciones posibles, las bases de acuerdos para retomar al trabajo.
En la Unificada (Potosí) las tropas tuvieron que ocupar, cierto que pacíficamente, las instalaciones de Pailaviri y Velarde para obligar a los trabajadores a suscribir el acuerdo de cese de la huelga, que tuvo lugar el 2 de Agosto.
Siglo XX, San José, Colquiri, Coro-coro, Bolívar y otras minas lograron contener a las tropas en las proximidades y evitar que los campamentos fuesen asaltados.
En casi todos los centros mineros se concentraron miles de campesinos y el bloqueo de los caminos se efectivizó sin atenuantes. El 9 de Agosto el Servicio de Caminos informó que se empleaba a fondo para habilitar las carreteras a las minas. En las zonas propiamente agrarias los bloqueos tuvieron carácter esporádico y parcial, algunos caminos resultaron dañados; las voladuras de los puentes fue obra de los obreros, particularmente de los mineros, como en los Yungas, en la ferro-vía de las proximidades de Oruro, de Tupiza, etc. En el distrito de Catavi se podían leer enormes cartelones convocando a los soldados a no disparar contra sus hermanos. Las radioemisoras difundían arengas dirigidas al ejército y por sus micrófonos hablaron los elementos que tenían a su cargo los piquetes de control. Como se ve, la huelga se tradujo en una poderosa y multitudinaria movilización.
El mismo seis de Agosto, el gobierno seguía confrontando dificultades en el frente minero, cuando las ciudades parecían totalmente controladas y los campesinos vendían normalmente sus productos a los mercados. Tomamos de El Diario (6 de Agosto) la siguiente información: “Anoche (4 de Agosto), efectivos de las FFAA ingresaron a la mina de Caracoles en la que no encontraron resistencia.
El comandante del Primer Cuerpo (con sede en Oruro, Red.), Gral. Hernán Ferrel Lobo, informó que algunos dirigentes fugaron y que están próximos a caer. "Pasados los sucesos de anoche, informes de última hora indican que existe completa tranquilidad”.
La noche del 5 de agosto por la TV se leyó un comunicado del Comando General del Ejército haciendo saber que el subteniente Luis Fernando Encinas Pereyra murió, “derribado a traición en una emboscada por terroristas al servicio de las internacionales marxistas, cuando marchaba al frente de sus tropas cerca de Caracoles”. Al día siguiente se dijo que un sargento había caído en similares circunstancias.
El panorama resulta claro: en la persecución de los dirigentes obreros y el asalto a los campamentos de Caracoles hubieron refriegas y en una de ellas murieron elementos del ejército. De manera innoble el Alto Mando utilizó esos cadáveres para justificar el genocidio del pueblo boliviano; “Sirve también este doloroso ejemplo como advertencia para todos los bolivianos honrados, civiles y militares, acerca de la amenaza latente y constante de un enemigo artero y cobarde, habituado a atacar por la espalda y en el momento más inesperado, debiendo extremarse las medidas de precaución individuales y colectivas ante personas o movimientos sospechosos que deberán ser denunciados a la autoridad policial o militar más cercana. Por su parte las FFAA y de Orden Público mantendrán su más atenta e intensa vigilancia para defender el derecho del pueblo de Bolivia a vivir y progresar en paz y unidad.
En la discusión de los acuerdos de cese de la huelga participaron personeros de las FFAA, de Comibol y de los trabajadores. las más de las veces los representantes de estos últimos fueron elegidos en asambleas.
Los obreros se reunieron una y otra vez para deliberar acerca de las proposiciones de las autoridades. Los diversos documentos suscriptos parecen vaciados en el mismo molde, todos ellos hablan de las concesiones que se tuvieron que hacer y del mínimo de garantías que se pudo defender. Transcribimos el acuerdo concluido en San José y que bien puede servir de modelo:
Oruro, 27 (El Diario), El siguiente es el texto del convenio de “pacificación y armonía social” que suscribieron representantes del gobierno, jefes del Primer Cuerpo de Ejército, Comibol y delegados de los trabajadores de la empresa “San José”; a fin de lograr la normalidad en las labores de ese importante distrito:
En la ciudad de Oruro a hrs. 24 del día 24 de julio del año en curso, se reunieron los personeros mencionados anteriormente con el objeto de encontrar puntos coincidentes destinados a lograr un ambiente de normalidad de las labores en la empresa minera San José, habiéndose llegado luego de amplio análisis al siguiente acuerdo basado en los siguientes puntos:
Primero.- El Gobierno Nacional y las FFAA de la Nación, garantizan la estabilidad laboral de todos los trabajadores de la Empresa Minera San José, sin efectuar ni transferencias de dirigentes a otras empresas.
Segundo.- Estudio de la co-gestión obrera ofrecida por el Sr. Presidente de la República del modo más adecuado y acorde a los intereses de la empresa del sector laboral, visando la participación activa de los trabajadores, de acuerdo a las características especiales técnicas y administrativas que permitan la representación de éstos, elegidos por ellos mismos.
Tercero.- Libertad para los trabajadores detenidos, que pertenezcan a otros sectores laborales de Oruro, que no tengan vinculación con hechos delictivos comprobados o que comprometan la seguridad nacional.
Cuarto.- Los trabajadores de la empresa minera San José, recibirán el pago de las obligaciones contraídas por la empresa, primer y segundo 25 por ciento y bono patriótico sin modificación alguna, de acuerdo a las disposiciones legales en vigencia.
Quinto.- A la firma del presente documento los trabajadores se comprometen a levantar la huelga decretada y normalizar las labores productivas en la empresa minera San José.
En conformidad de todos los anteriores puntos se firma el presente documento, quedando concluido el problema planteado en la Empresa Minera San José.”
Seguramente en los planes iniciales del Alto Mando estaba la ocupación rápida de los centros mineros, el total aplastamiento de los obreros, el apresamiento y el asesinato de los cuadros dirigentes, para luego imponer una severa disciplina en el trabajo. Esta no es una conclusión arbitraria, sino la consecuencia de los grandes planes con los que los gorilas llegaron al poder. El Ministro del Interior, el hombre fuerte del régimen, ha revelado algo de esto en una entrevista concedida a la TV la noche del 5 de Agosto. Cuando se le preguntó si eran ciertos los insistentes rumores sobre la prolongación del tiempo del toque de queda, respondió con firmeza y hasta eufórico que no se acortaría ni alargaría porque esa disposición formaba parte de los planes del Alto Mando y que buscaban nada menos que disciplinar a los bolivianos para que después pudiesen usar las más amplias libertades. Que la revolución buscaba reestructurar toda la vida nacional y que por eso se impondría una servera disciplina, una especie de regeneración de los bolivianos.
La terca resistencia de los mineros y el hecho de que su unión con los campesinos amenaza convertir la lucha en demasiado larga, obligó a los generales a modificar sus esquemas originales, las FFAA fueron detenidas en las puertas mismas de los campamentos y se procedió a utilizar recursos de presión para obligar a los huelguistas a entablar negociaciones. El Sud, Huanuni y Caracoles quedaron simplemente como ejemplos de lo que podía haber sucedido de no mediar la resistencia organizada. El cerco de fuego no se atrevió a cerrarse sobre Siglo XX. Catavi quedó como la más seria amenaza. Así, el núcleo fundamental de la clase obrera permanece, una vez más, relativamente intacto, en espera de poder incorporarse totalmente para reiniciar su arremetida contra las fortalezas del gorilismo.
La recia resistencia ofrecida por los mineros al gorilismo les ha permitido imponer el respeto de la inamovilidad en el trabajo, el que no se apresara a los obreros, la no hostilización a los dirigentes y algunas otras pequeñas concesiones más, pero han tenido que aceptar la cesación de la actividad sindical. Las radioemisoras y bienes sindicales han pasado en depósito a manos del verdugo.
Esto contrasta con lo sucedido en las ciudades, donde los organismos de represión han podido ejecutar su tarea sin ningún impedimento; todo como consecuencia del precipitado e inesperado fin del paro general.
Los gorilas han encontrado en los burócratas sindicales a sus mejores aliados, conforme demostró el último conflicto huelguístico.
La asamblea general de Siglo XX acordó que para firmar cualquier convenio con los jefes castrenses se debía exigir el respeto de la libertad de todos los trabajadores en escala nacional.
Los burócratas violentaron esa decisión y estamparon sus firmas al pie del documento que había sido redactado por las autoridades castrenses, en el que se violentaba la demanda de los obreros.
A la próxima asamblea esos malos elementos se presentaron con el convenio ya firmado, razón por la que se los censuró acremente y concluyeron siendo repudiados por los asambleístas. Pecistas y miristas fueron inclusive físicamente agredidos.
La capacidad de resistencia y de lucha de los mineros ha permitido que en sus distritos actualmente se pueda vivir con alguna libertad, al margen del famoso toque de queda, etc.
¿Hasta cuándo imperará esta relativa libertad? Si se produce una nueva derrota que alcance a los mineros, los gorilas desconocerán todas las concesiones que ahora se han visto obligados a otorgar.
La huelga en las minas ha sido rica en enseñanzas y puntualizamos algunas:
En el momento más tenso de la lucha de clases, las bases obreras han hecho saltar en pedazos, acaso sin proponerse, toda la influencia de los sectores burgueses democratizantes. En la propaganda se hablaba de rechazar la invasión armada, de la COB y de la FSTMB y únicamente los locutores de Radio Nacional (Huanuni) se acordaron, de tarde en tarde, del CONADE. De una manera natural las masas, marchando bajo la dirección proletaria, se encaminaron más allá de los límites del democratismo burgués.
Cuando los campesinos se desplazaron hacia la izquierda, quedó sellada la alianza obrero-campesina, habiéndose dado los ejemplos más elevados en Colquiri y Siglo XX. Esa alianza no es otra cosa que la movilización de los hombres del agro detrás de la dirección proletaria.
Cuando Siglo XX decide convertirse en la dirección de la lucha de todos los bolivianos, y no es la primera vez que esto sucede, se materializa la tendencia de la clase revolucionaria a convertirse en la dirección política de toda la Nación oprimida. En esta medida quedan superadas las posiciones más avanzadas de la izquierda burguesa.
Los sindicatos, los comités de huelga, los piquetes de autodefensa, se transformaron en las únicas y soberanas autoridades de todas las regiones en conflicto. Las asambleas generales efectivizaron la democracia más amplia en favor de los trabajadores. Estas son expresiones de los órganos de poder de las masas. En Siglo XX tal proceso se dio con toda nitidez: en cierto momento habían dos gobiernos, uno que representaba al poder central a través de los mandos militares y el otro embrionario que era el poder obrero.
Los mineros, como tantas veces anteriormente, actuaron conforme a las decisiones de sus asambleas y al impulso interno dado por el propio movimiento, al margen de la carencia de una dirección centralizadora de la FSTMB o contra los pedidos de Lechín. Hay, pues, una poderosa tendencia latente a sobrepasar a la burocracia sindical, a echarla por la borda.
Las luchas futuras permitirán el desarrollo de estos embriones de las organizaciones de masas y el afloramiento de la experiencia acumulada por los explotados en su lucha contra el gorilismo.
Si los distritos como tales sobrepasaron a la burocracia, las bases sindicales se mostraron siempre más radicales que los dirigentes locales, estos no en pocas oportunidades traicionaron a la masa sacrificada y heroica.
Tenemos en nuestras manos un relato de primera mano que ilustra la forma como lucharon los mineros, se refiere a los encuentros habidos entre efectivos del Regimiento Camacho y los mineros de Caracoles:
Los días sábado y domingo (2 y 3 de agosto) se bombardeó y ametralló las minas Pongo, Molinos, Pacuni, y Argentina.
El lunes a las 8:00 de la mañana hubo un enfrentamiento. Las tropas y los blindados entraron masacrando los campamentos. El combate duró desde las ocho de la mañana hasta horas 18:00. Se registraron bajas de ambas partes. Los mineros lucharon hasta acabar toda su munición.
Es entonces que aparece un helicóptero ametrallando a los mineros, mujeres y niños fueron llevados a la iglesia del lugar; cuando los soldados ingresaron a dicha población comenzó el saqueo de las casas. Los cadáveres fueron recogidos en camiones caimanes y llevados con rumbo desconocido. Los prisioneros, casi todos niños y jóvenes, fueron trasladados a La Paz, en un número aproximado de 100. Las mujeres fueron violadas y azotadas con “guías” de dinamita.
El martes, 5 de agosto, los soldados asaltaron la iglesia y el colegio de monjas de la localidad de Quime, que queda algunos kilómetros más allá de las minas. Los curas, acusados de alentar a los mineros, tuvieron tiempo de escapar monte adentro.
Aproximadamente mil soldados, trasladados en alrededor de 25 o 30 caimanes, intervinieron en esta horrenda masacre, llena de incontables excesos. Seguramente fue aquí donde los gorilas mostraron mayor crueldad; estaban enfurecidos porque descubrieron que los obreros poseían algunas ametralladoras y dos morteros.
Por razones obvias no consignamos los nombres de las personas que nos proporcionan estos datos y que fueron protagonistas de la lucha contra el fascismo golpista.
La prensa
El 21 por la mañana el Ministro de Informaciones se reunió con los representantes de la entidad empresarial denominada Asociación Nacional de la Prensa y les aseguró que el gobierno respetaba la libertad de prensa, pese a todo lo sucedido y que también soportaban los periodistas.
La concesión hecha por los diarios fue la autocensura, que no por primera vez se impone en Bolivia con todo su rigor.
Hubo otra reunión similar con ASBORA y también se prometió que las radios podrían funcionar con toda libertad, que cesaría la cadena nacionalista.
El gobierno militar ha dado pruebas suficientes de que tiene una particular concepción de la libertad de prensa. Los periodistas pueden transmitir informaciones a condición de que no contraríen los planes e intereses gubernamentales. El periodismo apetecible sería aquel que da cuenta únicamente de los hechos, ocultando los que puedan desagradar a las autoridades, y absteniéndose de comentarlos.
En esas reuniones y en otras se demandó la libertad del gran número de periodistas que habían sido apresados por los organismos de represión. Las autoridades libertaron a los que creyeron que nada tienen que ver con la política y dijeron que evaluaban los casos de los sospechosos de tener la menor vinculación con las tendencias extremistas. Para el Coronel Arce y sus secuaces son partidos extremistas el MIR, el MNRI, etc.
La actitud de los propietarios de periódicos y radios es explicable cuando se trata de la actividad de los hombres de prensa, están de acuerdo que deben ser libertados los “apolíticos”, los que han dado pruebas de ser únicamente profesionales. Pero, la actividad periodística y la militancia, una de las emergencias de la ciudadanía amparada por la constitución, no son incompatibles. Las autoridades han sometido a una estrecha vigilancia a los corresponsales de prensa y han comenzado a expulsar a los que se atrevieron a transmitir algunas noticias que no fueron del agrado de aquellas, ese es el caso de los periodistas de la UP y de Reuter-Latin, etc.
La autocensura es muchas veces más perjudicial para la difusión de la verdad que la censura abierta de las autoridades. Los directores y los encargados de la redacción de los periódicos sólo dan paso a las informaciones oficiales y rechazan todo lo que se refiera a los puntos de vista de los opositores.
Presencia apenas si ha publicado la lista de los sacerdotes presos (diez de un total de 500 detenidos) y se niega a registrar los nombres proporcionados por familiares, bajo el argumento de que primero se deberá conocer la lista oficial, que tarda demasiado en llegar, lo que redunda en perjuicio de las condiciones de salud de los apresados. Ante el sistemático silencio oficial, los organismos internacionales demandan se publique la lista de muertos y presos.
El 30 de julio El Diario de La Paz apareció como vocero oficioso del gobierno, defendiendo cerradamente los excesos cometidos por los nuevos gobernantes. Sus columnistas, particularmente el envilecido Fernando Diez de Medina, hacen gala de sus ideas e inclinaciones fascistas y se esmeran en echar lodo a los caídos y a los extremistas. Mueve a risa leer los editoriales del decano de la prensa atacando frontal y sañudamente al imperialismo y a los EEUU. A nombre del cristianismo y de los derechos humanos se justifican y loan los excesos que viene cometiendo el Alto Mando Castrense.
Podría haberse que Hoy, de propiedad del Gral. Banzer, se hubiese convertido en el puntal periodístico del gobierno castrense, pero, contrariamente observa un tono más moderado que El Diario, seguramente como resultado d las discrepancias de ADN con los golpistas.
Ultima Hora se esfuerza por acomodarse lo mejor que puede a la nueva situación y se resiste a registrar en sus páginas algo que pudiese molestar a los nuevos dueños del poder.
Si se exceptúa a El Diario, el gobierno desearía que todos los periódicos dejasen de aparecer y contra ellos va aplicando sutiles métodos de presión.
En un país en que la gran minería, es decir, gran parte de la economía, ha sido estatizado, el Estado no sólo es el mayor empleador, el mayor comprador, sino también el mayor avisador; tiene en sus manos la llave maestra que puede condenar a un periódico a una difícil y larga agonía por carencia de recursos.
Las ediciones de Presencia, el mejor periódico del país hasta el 17 de Julio, aparecen muy disminuidas, con pocas páginas, sin todas sus secciones habituales y casi sin noticias políticas. En cada número se leen las disculpas por omitir tal o cual sección.
El día 30 de Julio se publicó un decreto obligando a los semanarios, cartas confidenciales y publicaciones ocasionales, a renovar sus registros ante el Ministerio de Informaciones. Esto equivale a la clausura. El gobierno tiene en la mano la posibilidad de impedir la publicación de las hojas que le resulten molestas.
Los semanarios y las hojas confidenciales permitían la difusión de noticias y comentarios que la gran prensa, que obedece a poderosos intereses económicos y que siempre está tan estrechamente vinculada al oficialismo, no publicaba. Constituían valiosas fuentes de información y hasta de discusión. Su desaparición convierte en gris la vida de las noticias y del periodismo.
El gobierno no ha cumplido hasta ahora con la promesa de permitir el libre desenvolvimiento de las radioemisoras. Nadie ignora que este medio de comunicación tiene una enorme importancia en un país de elevado porcentaje de iletrados y donde la red de caminos es pequeña. Por otro lado, una radio es muy difícil de ser controlada, no ya por organismos de represión, sino inclusive por su director, esto porque su técnica preferida consiste en dar la noticia al segundo. Se puede decir que las autoridades han acallado de manera secante a las radios.
Aparentemente ya no existe la red nacionalista de radiodifusión, pero las pocas emisoras que han salido al éter como independientes se han comprometido a no propalar noticias propias y están obligadas a tomar cadena con la oficialista Radio Illimani para la difusión de los boletines que emite el gobierno.
El Ministro de Informaciones ha dicho que no se trata de un control o disminución de la libertad de prensa, sino de que se ha descubierto que desgraciadamente el 99 por ciento de las radios habían estado funcionando ilegalmente, sin tener su documentación de registro al día. Nuevamente las autoridades tienen la posibilidad de impedir la salida de toda radio que pueda ser víctima de la sospecha de opositora.
La lucha política se torna difícil en un país sin prensa, sin radio y sin posibilidad de conocer y difundir noticias que corresponden a la realidad; esto sin correr muchos riesgos; contrariamente, estas circunstancias, facilitan las tareas de estabilización gubernamental y de limpieza de los opositores por parte del ejército. Por todo esto, tendrá que pasar algún tiempo antes de que pueda establecerse la llamada “libertad de prensa”. El silenciamiento de las radioemisoras mineras ha constituido un rudo golpe en este aspecto.
Los sectores que se ven mayormente perjudicados por el aplastamiento de los medios de comunicación social son los burgueses democratizantes. Con anterioridad manejaban a su antojo a una serie de organizaciones paralelas, la Comisión de Derechos Humanos, por ejemplo, y estas veían potenciada su actividad gracias a la caja de resonancia de la prensa y de la radio que ellos controlaban directa o indirectamente. Lo que decimos se confirma porque en la actualidad tales organismos parecen haber desaparecido del todo, únicamente está presente la derechista alta jerarquía de la Iglesia, que no ha perdido del todo sus tradicionales canales para difundir noticias y rumores.
En tales condiciones necesariamente el rumor se convierte en un instrumento poderoso para quienes saben manejarlo. En nuestra historia hay casos en que sectores de la clase dominante han sabido minar al gobierno enemigo mediante la campaña de chismes. Eso sucedió en 1946. La pequeña burguesía, los grupos que giran alrededor de algunos intelectuales, y los círculos formados teniendo como eje a ciertos empresarios, que ofician de mecenas de malentretenidos, gentes aficionadas al buen vivir en los salones, etc. saben manipular los rumores y tienen posibilidades de inundar con ellos toda la sociedad. Pero, si no se maneja con cierta habilidad pueden resultar perjudiciales para sus prohijadores. Algo de esto ocurre hoy entre nosotros.
Todo el mundo andaba nervioso porque sacudieron a toda la sociedad los rumores sobre el apresamiento de García en Cochabamba, las rebeliones de los regimientos Tarapacá y Colorados en La Paz, el ingreso de Siles desde Perú por determinado punto de la frontera, el funcionamiento del parlamento, el descontado reconocimiento del nuevo gobierno por parte de Venezuela, la transmisión del mando por la Sra. Gueiler, etc.
El malestar e inquietud llegó a tales extremos de que el Gral. Presidente que no se había movido de La Paz, tuvo que trasladarse al Tarapacá fingiendo un desayuno-trabajo, y desde allí arengar a la prensa, a la TV, a la radio y a todo el país subrayando que la unidad de las FFAA era inquebrantable alrededor del gobierno de Reconstrucción Nacional. La prensa del 6 de agosto registra un comunicado en el mismo sentido del Comando General del Ejército.
Claro que no funcionó el Parlamento, la Gueiler permaneció en la Nunciatura bien custodiada y no hubo
rebelión militar. De esta manera el rumor se gasta y los que lo difunden, todo el mundo sabe quienes son, pierden toda credibilidad.
Los partidos revolucionarios, que se organizan tanto para la actividad legal como la clandestina están debidamente preparados para seguir realizando campaña política subterránea. La prensa obrera llena el vacío dejado por el perididsmo legal. Es claro que el periódico revolucionario no puede ni debe limitarse a ser un simple canal de difusión de noticias, preocupado de no salirse de la objetividad, de no banderizarse con ninguno de los bandos en combate, etc. No, tiene que cumplir la función de vehículo transmisor de las ideas que son propias de la dirección política. Por otra parte, el movimiento revolucionario precisa de hojas impresas para dilucidar los problemas políticos, para ajustar cuentas con las otras tendencias, para realizar el balance de todo lo acontecido, de ahí que sean necesariamente polémicas. Esta actividad periodística permite a la vanguardia asimilar críticamente todo lo logrado por las masas en su lucha cotidiana.
Los campesinos
García Meza, en Ucureña el 2 de agosto, proclamó que su gobierno era de los campesinos, que éstos y el ejército constituían la vanguardia del pueblo boliviano.
Por otra parte, oficialmente el gobierno ha declarado que está en vigencia el pacto militar-campesino, un instrumento que los golpistas vinieron manejando desde mucho antes del 17 de julio.
No puede haber la menor duda de que los generales se han empleado a fondo en el propósito de ganar la confianza de la mayor parte de los sectores campesinos. Los amagos golpistas del período electoral ya contaron con algunos enclaves en el agro del norte cruceño, donde lacraran, inclusive blaaviesr las cosa que también sucedió en menor medida en la región cochabambina.
En las ciudades los golpistas sólo han movido, al menos hasta ahora a la costra sobomable de la población. Contrariamente, se puede decir que en el campo cuentan con puntos de apoyo de alguna importancia; hay que exceptuar de esta afirmación a la región altiplánica próxima a La Paz, que parece permanecer reacia en su aplastante mayoría a las tentaciones que oferta el general. Han habido concentraciones campesinas en la región beniana, en Santa Cruz, en alguna población del valle cochabambino y en Ucureña. El oficialismo, siguiendo una vieja tradición, llega al campo con algunos regalitos, con obras concluidas o proyectadas, con halagos y promesas muy generosas. Es claro que un campesino mayoritario y militante constituiría un valioso apoyo para cualquier gobierno, como ya se demostró en la época del Gral. Barrientos.
El pacto militar-campesino, que se inició después del golpe contrarrevolucionario de 1964 (Barrientos-Ovando), constituye una de las formas más sofisticadas que puede esgrimir la jerarquía castrense, actuando como portavoz de los interesa de la clase dominante, para someter a su voluntad secante y totalitaria a la masa campesina, y porque puede aparecer, al mismo tiempo, como recurso liberador de ésta al ofrecer una serie de mejoras materiales e inmediatas. El empleo de los recursos estatales en obras a realizarse en el campo adquiere automáticamente una inconfundible proyección política reaccionaria.
Mucho se ha criticado al pacto, pero esto no quiere decir que hubiese perdido del todo su vigencia. Ha sido uno de los mayores aciertos de los generales el volver a retomar la maniobra ideada por Barrientos para poder controlar de cerca a la masa campesina; para cerrarla a la propaganda de los opositores. A medida que los militares logren dar un contenido material a la fórmula del pacto militar-campesino, avanzarán en su propósito de llegar a ser amos indiscutidos del agro.
Existe una razón, relacionada, con el carácter de clase del campesino, que puede permitirle oscilar entre los sectores democratizantes y fascistas de la clase dominante, de la burguesía. La gran masa de pequeños productores empobrecidos conforman la pequeña burguesía rural, que por ser tal no puede desarrollar consecuentemente una política propia, adquirir conciencia de clase y expresar políticamente sus intereses, es decir, de una manera generalizada y nacional. Por esto, de una manera natural, sigue a las clases polares de la ciudad: burguesía y proletariado. La primera, por ser dueña de los medios de producción y porque las ideas dominantes son las suyas, normalmente arrastra detrás de sí a las .masas del agro, cuya capacidad y tenacidad de lucha son período de 'hiena por las garantías democráticas conoció del profundo desplazamiento de los campesinos y los proletarios hacia posiciones burguesas democratizantes, una especie de izquierda burguesa, muy bien representada por la UDP. A diferencia de la clase obrera, los campesinos no han logrado en su totalidad abandonar esa posición y desplazarse hacia el proletariado. Lo que ha sucedido últimamente en las minas, constituye un anuncio promisor de lo que sucederá en el futuro.
Durante las campañas electorales una parte del agro, aunque minoritaria, se alineó detrás de los grupos derechistas burgueses (Banzer, Paz Estenssoro). Es en estas capas en las que los generales lograron recolectar a sus primeros seguidores. Los caciques corrompidos comenzaron a girar alrededor del Alto Mando para poder satisfacer sus ambiciones personales y con la esperanza de que por este canal podrían volver a las graderías del Palacio de Gobierno.
Como se ve, existe una razón de clase que puede permitir a los gorilas apoyarse, de la misma manera que lo hizo Barrientos e introduciendo las variantes que imponen los tiempos nuevos, de manera creciente en la masa campesina.
Como quiera que demagógicamente García Meza y sus seguidores dan rienda suelta a un fingido indigenismo, algunos grupos y líderes campesinos creen que ha llegado el momento de utilizar la espada de los generales para entronizar sus ideas, inclusive los racistas. En los primeros momentos apareció en la TV Eufronio Vélez Magne, que fuera candidato a vice-presidencia por el MITKA, para tronar contra los políticos e intelectuales y anunciar que se abría, a través de los gorilas golpistas nada menos que el período histórico del poder indio; parece que los dueños del poder se dieron cuenta rápidamente que esta propaganda no les favorecía.
Si las llamadas organizaciones de obreros independientes no pasan de ser vulgares mascaradas, la Confederación Campesina oficialista, en la que pueden verse elementos totalmente corruptos pero vinculados al agro, tiene posibilidades de mover alguna gente, como lo ha probado la concentración de Ucureña por ejemplo. Vélez ha desaparecido del escenario, seguramente porque sus postulados resultan comprometedores en extremo para los actuales gobernantes, Pero se mueve activamente la Confederación y han pedido ser reconocidos oficialmente como organización sindical.
Las dificultades económicas que tendrá que afrontar el gobierno pueden impedir que satisfaga las exigencias y necesidades de los campesinos, en esta medida pueden nuevamente alinearse gradualmente detrás de los opositores burgueses democratizantes. El que vuelvan a concentrarse alrededor del proletariado, como lo hicieron en la segunda quincena de Julio, es un poco más improbable y una cuestión de futuro.
Intervención imperialista
El gobierno Cárter se limitó a cumplir lo que había anunciado; producido el golpe retiró a su embajador de La Paz y cortó la ayuda económica. Los países imperialistas de Europa, incluso la parsimoniosa Inglaterra siguió el mismo camino. En los mismos días se indicó que Londres había levantado el bloqueo de armas en favor de Pinochet.
Los países del acuerdo de Cartagena repudiaron a los generales gorilas por haber interrumpido el proceso de democratización y así se sumaron a la condena que poco antes acordó la OEA. La representación de Nicaragua jugó un papel de importancia en todos estos trámites y planteó la necesidad de que la reunión de cancilleres acordase sanciones más concretas. La Paz se limitó a romper relaciones con Nicaragua, cuya cancillería respondió que no deseaba mantener relaciones con fascistas.
El capitalismo democratizante se alineó con firmeza contra el nuevo régimen de La Paz, colocándolo en una difícil situación, pues ve, por el momento, cortadas las posibilidades de recibir la tan necesitada ayuda económica de las fuentes “democráticas".
El golpe del 17 de julio-se relievó porque permitió al Cono Sur adquirir consistencia y cohesión ideológica frente a la avalancha democratizadora dirigida por Washington. Los gobiernos militares de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay pueden sentirse fortalecidos porque han encontrado la oportunidad de afirmarse en sus posiciones y convertirse en factor decisivo dentro del Continente y del mundo. La política exterior de Cárter ha recibido un serio revés que pesará negativamente en su campaña electoral. Los regímenes militares esperan la victoria de Reagan como el anuncio del cambio político de los EEUU frente a América Latina, victoria que fortalecerá a García Meza.
Hay indicios de que el Brasil puede ocupar el lugar de mantenedor económico de Bolivia, que desde hace algún tiempo le interesa como cabeza de puente para afirmarse como dominador continental. García Meza ha anunciado que venderá gas a dicho país, a fin de poder hacer frente a las necesidades económicas inmediatas.
Copiamos las declaraciones del presidente argentino Videla que ponen en claro su estrecha identidad ideológica con los golpistas del 17 de julio:
“Córdoba, 6 (TELAM) – El presidente Jorge Rafael Videla declaró ayer en esta capital, al concluir la visita que durante dos días realizó a la provincia que las autoridades argentinas veían con simpatía al gobierno militar Boliviano y sostuvo que en ningún momento ‘se propició en Bolivia ni se asesoró acerca de cómo llevar a cabo la acción militar que derrocó a las autoridades porque los golpes no se hacen por receta ni existen métodos que puedan aconsejarse para llevarlos a cabo'.
Agregó Videla que ‘la información llegada del exterior sobre el tema debe haber nacido por confusión o distorsión ya que desde hace mucho tiempo la Argentina mantiene comisiones de asesoramiento militar en Bolivia, como las tuvo en Paraguay, en Panamá y EEUU. Son grupos de trabajo que se envían a pedido de los gobiernos para asesorarlos en determinadas prácticas o hacerles conocer experiencias que nuestro país ha vivido en el marco militar.’
‘Lo que ocurrió realmente con Bolivia, sostuvo a continuación, es que entre las dos opciones que estaban por darse en el vecino país: la formalmente correcta, que era la asunción de un gobierno surgido de elecciones pero que presentaba para nosotros un alto grado de riesgo en cuanto a la posibilidad de difusión de ideas contrarias a nuestro sistema de vida y la existencia de un gobierno militar, hemos visto con simpatía esta última opción, porque no queremos tener en Sudamérica lo que significa Cuba para Centroamérica. Entonces, adoptamos la actitud que consideramos lógica. el reconocimiento como una forma concreta en hechos nuestra simpatía. Y no descartamos que a ello siga el aporte de alimentos y aún de créditos para que el pueblo boliviano pueda reflotar.
Es decir, no estamos ayudando a los militares bolivianos. Estamos ayudando al pueblo de Bolivia para que no caiga en lo que nosotros casi estuvimos a punto de caer’."
Han reconocido al gobierno castrense únicamente los países del Cono Sur y el Egipto, Israel, China Nacionalista, Filipinas, Guatemala y algunos otros. Se puede afirmar que, partiendo de las tradicionales vinculaciones internacionales de Bolivia, esta ha quedado relativamente aislada.
Los boycoteadores han dicho con claridad que persiguen el retorno del país altiplánico a las prácticas democráticas y los norteamericanos no han medido sus palabras el referirse a qué tipo de gobierno preferirían. Se trata, no hay la menor duda, de un franco intervencionismo de la Metrópoli en los asuntos internos de la semicolonia y la cosa no es ninguna novedad, siempre ha sido así. Los revolucionarios no pueden ver con indiferencia tal actitud colonizadora y prepotente de la nación opresora y menos solidarizarse con ella cuando está en juego la soberanía de la nación oprimida. La izquierda proburguesa se sumó a la posición lógica que adoptó la burguesía democratizante: alinearse detrás del amo foráneo y actuar como su aliado porque promete restaurar la “democracia” altiplánica. El imperialismo continúa en su función de sustituto político de la burguesía caduca.
Parece que se esperaba que el boycot internacional pudiese acabar rápidamente con los gorilas golpistas, como quiera que estos se han estabilizado, por lo menos aparentemente, esta tendencia ha ingresado a su etapa de declinación. Se ha adelantado que la OEA no tomará mayores sanciones contra el gobierno de La Paz. El Departamento de Estado se resiste a reconocer a un gobierno en la clandestinidad y el sabotaje económico está muy lejos de ser total.
El tremendo error cometido por la “izquierda” pro-burguesa ha permitido que los gorilas aparezcan como abanderados de la liberación nacional, como enemigos jurados de la opresión imperialista, es decir, como nacionalistas puros. Al boycot han respondido con energía y hasta han llegado a expulsar a tres marines yanquis (5 de agosto).
Este “anti-imperialismo” rápidamente se ha convertido en un pretexto para una amplia campaña demagógica. Ha sido incluido como un punto del programa de los golpistas la necesidad de luchar por un gobierno independiente de toda influencia imperialista y foránea. Tal vez alguien diga que ha llegado la oportunidad de crear el Estado Nacional Soberano, sólo que eso no será posible por no existir posibilidades de un pleno y libre desarrollo capitalista, sobre todo si el régimen permanece enfrentado a las potencias poderosas que podrían prestarle decisiva ayuda económica y técnica. El sueño de la autarquía boliviana parece rondar por la mente confusa de los generales, pero no sería más que un sueño reaccionario
Hay un otro movimiento internacional que repudia a los golpistas y que apoya decididamente a la resistencia del pueblo boliviano, estamos hablando de las tendencias obreras y revolucionarias. Es en este elemento en el que deben apoyarse los revolucionarios. Si la actitud del imperialismo puede concluir acentuando el sometimiento de Bolivia a la Metrópoli, la movilización de las masas de otros países en su favor, fortalecerá todo el movimiento revolucionario internacional, que es lo que cuenta.
''Democracia" a la boliviana
Cuando el Gral. García Meza se estaba encaramando en la Comandancia Gral. de las FFAA habló de una “democracia a la boliviana”.
No solamente las acciones brutales del nuevo gobierno contra las masas y los partidos de izquierda y democráticos, sino los mismos enunciados de los documentos programáticos del gorilismo, y vienen a demostrar que nos encontramos frente a una forma gubernamental fascista del Estado burgués. Si los fascistas hablan de “democracia” es porque sus necesidades de supervivencia les obliga a presentarse en el plano internacional como defensores de los derechos humanos y como portavoces de las mayorías nacionales. Los generales hipócritamente van haciendo algunas concesiones puramente formales a los portavoces foráneos de la democracia. La viveza criolla está segura de poder engatuzar a los gringos.
¿Qué sería la democracia a la boliviana? Algo así como una Constitución Política que sólo tiene vigencia en la medida en que no violenta los intereses de los dueños del poder, cuya voluntad se convierte en ley suprema.
Esa “democracia” tendría que adaptarse a una Bolivia convertida en un descomunal cuartel o campo de concentración, donde imperen el servicio patriótico y una disciplina de cuartel como pregona el Cnel. Arce. Las “libertades” estarían condicionadas a los planes y dictados del gobierno gorila. García ha dicho que se respetarán los derechos de los trabajadores, pero también que se les impondrá el estricto cumplimiento de sus obligaciones. Ya está anunciado que la quiebra de las empresas estatizadas y de la economía del país será superada a costa del mayor sacrificio de los explotados.
La “democracia a la boliviana” puede sintetizarse en la siguiente fórmula: primero seguridad interna, que supone el uso de la brutal violencia para imponer la “paz social”, y sólo después las garantías constitucionales. En su mensaje García expresó: “el gobierno de las FFAA ha declarado pleno respeto a los derechos civiles de los ciudadanos, y garantizará el ejercicio de los derechos y libertades. Pero este derecho inalienable del hombre, es ejercido a su manera por la izquierda internacional, porque con este principio se pretende menoscabar la seguridad interna del país, buscándose carta blanca para cometer actos de terrorismo y crímenes políticos”. Así el respeto irrestricto de los derechos humanos es calificado como comunismo. Subordinar a la seguridad interna, a la voluntad del gorilismo, el respeto a la libertad del hombre, significaría prácticamente desconocerla, hacer que deje de ser inalienable. El gorila apostrofó: “ ¡No toleraremos el libertinaje, ni permitiremos que se confunda la tolerancia con la debilidad!".
La “democracia a la boliviana” nos llevaría a trabajar siempre más y en silencio. Los que piensan y exijan el derecho de difundir libremente sus ideas, que se las supone subversivas, son los peores enemigos de esta “democracia”.
Los generales dicen que no son enemigos del sindicalismo, pero su existencia está condicionada a que se despolitice, a que se someta a los dictados gubernamentales. Los gobiernos burgueses nacionalistas de los países atrasados (el de García es Nacionalista de extrema derecha) llevan la tendencia de estatizar los sindicatos, porque así pueden fortalecer y cumplir más fácilmente sus planes. Esta estatización llegará a su extremo máximo bajo el actual régimen. La voluntad de los trabajadores de base, punto de arranque del auténtico sindicalismo, se verá sustituida por los dictados gorilas. Los sindicatos deberán dejar de ser núcleos de resistencia y de defensa de los derechos y conqusitas de los obreros, porque el gorilismo se propone imponer un régimen de mayor trabajo, la cancelación de importantes conquistas e inclusive el despido masivo de las empresas estatizadas. García ha dicho que sólo en COMIBOL hay 4.000 obreros excedentes. Ese sentido tiene la tan pregonada despolitización de los organizaciones obreras.
La universidad
Tomamos el mensaje del 6 de agosto del Gral. García una declaración programática sobre la Universidad y que ya señala cuál será la suerte en el futuro próximo: “los claustros universitarios se habían desvinculado de la realidad nacional y de sus necesidades y lo que es peor dejaron de lado la educación superior para convertirse en centros del foquismo internacional. Grupos políticos y partidarios habían convertido a la universidad en centros de agitación y difusión de ideologías extremistas, llegando, incluso, a financiar y organizar festivales internacionales políticos, malversando ignominiosamente los fondos que el pueblo boliviano aporta generosamente para la preparación de profesionales.
Sus claustros se transformaron en centros de cultos y adoración de efigies de Castro, Marx, Lenin, Che Guevara y Trotsky, reemplazando a los manes de la patria. Y la tricolor nacional fue cambiada por la bandera del extremismo, la docencia universitaria fue puesta al servicio del favoritismo político izquierdizante y donde los Catedráticos independientes más capaces fueron destituidos para ser reemplazados por quienes eran obsecuentes con la anarquía y la demagogia.
Ante esta situación, el gobierno de reconstrucción nacional dictará las medidas adecuadas que permitan devolverle a la Universidad la función que el pueblo boliviano espera de ella para la formación profesional de sus hijos”.
El golpe ha destruido momentáneamente el régimen de la autonomía universitaria y del cogobierno paritario docente-estudiantil, máximas conquistas de los estudiantes y de las masas en el plano de la educación superior. Volverá a reponer, en sus grandes líneas, la Universidad Banzerista.
La preocupación mayor del gobierno es liquidar a la Universidad como poderoso foco de resistencia y de movilización de los sectores mayoritarios de la población, por eso plantea como tarea prioritaria su despolitización. A los generales les agradaría una Casa Superior de Estudios dedicada únicamente a vomitar de tarde en tarde camadas de tecnócratas con mentalidad cuadriculada, una universidad de neto corte norteamericano, dedicada preferentemente a los deportes y a un programa agobiante de estudios y exámenes a fin de que los jóvenes no puedan tener tiempo de ocuparse de los problemas sociales y nacionales.
Bajo un régimen totalitario fascista no puede haber universidad autónoma, pues tiene que funcionar como una dependencia gubernamental, como un centro de control y persecución de los estudiantes, como ya sucedió bajo el gobierno de Banzer. Ese es el destino de la Universidad.
Necesariamente será destruida la libertad de pensamiento y de cátedra por ser incompatibles con el fascismo. Podrá darse una educación técnica mediocre, pero la ciencia quedará marginada de la Universidad gorila, porque no puede florecer de espaldas a una amplísima libertad. Los profesores y alumnos harán todo lo posible por no pensar para evitar ser víctimas de la represión cavernaria. La militancia política de catedráticos y estudiantes constituye una garantía de honestidad y es un certificado de su apego a la investigación y a las tendencias progresistas o no. La universidad apolítica es una Universidad castrada.
Sólo queda luchar sin tregua por la reposición de la Universidad autónoma, convertirla en una reivindicación de alcance nacional y propia de las masas.
Con fecha 25 de julio, cincuentenario de la autonomía, el funcionario Ramón Rada pidió al general García la reposición del régimen autonomista, no sin antes recordarle que fueron otros militares los que consagraron tal sistema y olvidó decir que al Cnel. Toro se le debe la autonomía económica, etc. Ese es el camino del servilismo pequeño burgués; la autonomía será repuesta o no conforme al nivel que alcance la lucha revolucionaria de las masas. Esta reivindicación adquiere carácter nacional y se inscribe entre las democráticas que imponen las actuales circunstancias.
No nos engañemos, el oficialismo encontrará secuaces entre los malos universtarios y estos se prestarán a respaldar sus medidas anti-autonomistas, igual cosa se observa entre los maestros, donde ya se mueven unos pretendidos “comités de base . Una supuesta Comunidad Universitaria Autonomista ha salido a la palestra, el de agosto, para denunciar que el malestar de la universidad se debe a la acción de los extremistas, etc. Toda esta basura será barrida por el impetuoso empuje de las masas.
Las tareas
Los sectores burgueses democratizantes y los “izquierdistas” que están detrás de ellos sueñan con establecer un gobierno de coalición clandestino, que pueda dirigir una larga lucha contra el gorilismo. Su maniobra pretenden consumarla como una conspiración de las altas cumbres políticas y de espaldas a las masas. Esta conducta, por muy “democrática" que sea no tiene nada de revolucionaria y es extraña a la actividad de los explotados. Por estas consideraciones no podemos compartirla. Otra cosa sería concluir un acuerdo con ellos sobre algunas actividades concretas. El objetivo central por el momento consiste en configurar el frente antiimperialista, al que pueden ingresar los democratizantes, a condición de que se subordinen a la estrategia del proletariado. No luchamos por el verificativo de una cuarta elección general, sino por aplastar por la acción de las masas al gorilismo y al capitalismo
La táctica tiene que consistir en lograr que las masas se movilicen y arremetan de nuevo contra la dictadura, sólo en función de esta movilización podrá esperarse que el ejército se escicione y flote de su seno la tendencia izquierda que existe.
Esta táctica debe consistir en afirmarse en todos los brotes de resistencia en los centros de trabajo, que se dan por reivindicaciones por demás modestas. Estos brotes deben ser potenciados y generalizados. Sólo así se logrará una nueva arremetida revolucionaria contra los usurpadores del poder.
Hoy más que nunca no hay que apartarse de las masas, sino que, contrariamente, habrá que penetrar con vigor en ellas y seguir todos sus movimientos, todas las modificaciones que se produzcan en su
conciencia.
Este trabajo nos permitirá el real fortalecimiento de nuestro Partido, requisito imprescindible para la victoria revolucionaria. En esa lucha ajustaremos debidamente nuestro programa e iremos afinando nuestra táctica al calor de la experiencia histórica.
Un severo trabajo clandestino, sin que esto suponga no aprovechar toda coyuntura de legalidad para llegar más fácilmente hasta el grueso del país, nos permitirá templar y seleccionar a nuestros cuadros. La fortaleza de nuestra organización no arranca sólo del vigor y justeza de nuestro programa, sino de la existencia de cuadros capaces de llevarlo hasta las masas y de efectivizarlo. La verdad está de nuestra parte, por eso debemos prepararnos debidamente para la victoria de nuestra causa. También tendremos que esforzarnos por lograr que el POR se fusione con el movimiento revolucionario internacional y en este trabajo nos toca desenmascarar a los falsos trotskystas electoreros.
La nueva situación política creada en el país y que se caracteriza por el predominio del gorilismo y su control del aparato estatal, lo que importa el desconocimiento de las garantías democráticas y sindicales, la virtual cancelación de la autonomía universitaria, etc., esto cuando las masas han ingresado por lo menos a un estado de inmovilización, impone que se señale con precisión cuáles son los objetivos por los cuales luchar cotidianamente.
La batalla se librará alrededor de la defensa de las garantías democráticas y sindicales más elementales, de las conquistas sociales, del derecho al trabajo, del pedazo de pan (salario), del derecho a la existencia de las organizaciones obreras y de su libre desenvolvimiento, de la reposición del fuero sindical, de la entrega de los bienes sindicales a los trabajadores, del reconocimiento de la autonomía universitaria y del co-gobierno paritario docente-estudiantil, de la libertad de cátedra. La lucha por la libertad de los presos políticos y sindicales, por su mejor trato en las cárceles, por la oposición a que sean enviados a campos de concentración y sometidos a trabajos forzados, como ha anunciado el gobierno, por que sean sometidos a los tribunales ordinarios de justicia, etc., puede ser el punto de partida de una gran movilización.
Esta lucha por reivindicaciones tan elementales debe tener la tendencia a generalizarse, a convertirse en política, en esta medida servirá para convertirse en el punto de arranque de la futura ofensiva que, al estar dirigida por la clase obrera, tenderá a romper el marco de la democracia formal, aunque será la única forma de efectivización en favor del grueso de la población de las garantías constitucionales y sindicales.
Si se nos plantease la cuestión de si se debe o no incluir la reivindicación del respeto del resultado de las últimas elecciones, responderemos que sí. Que traducir en hechos esos resultados es siempre mejor y mas “democrático” que la permanencia de los gorilas en el poder. Pero, el respeto de los resultados del “proceso democrático” debe lograrse por medios nada democráticos, por la movilización y acción directa de las masas. Sin embargo, esa reivindicación no debe servir de pretexto para subordinar a la clase obrera a la dirección política de la burguesía. La lucha de los explotados, aún teniendo el pretexto del respeto de los cómputos electorales, deberá estar subordinada a la estrategia de la revolución y dictadura proletarias.
Hay algo que es preciso dejar claramente establecido, la poderosa presión de los sectores burgueses democratizantes y del imperialismo internacionales tiende a que los bolivianos abandonemos toda política revolucionaria y nos limitemos a luchar por la estructuración de la sociedad limitadamente democrática, a poner en pie un gobierno burgués a gusto de los EEUU. A esta presión hay que oponer la estrategia revolucionaria y ver con claridad que esta finalidad se logrará a través de la lucha por imponer la materialización de las elementales garantías democráticas y sindicales.
El “gobierno en la clandestinidad” puede ser una consigna que adquiera una gran capacidad movilizadora, esto cuando corresponde a una determinada situación política, o bien concluir como una fórmula hueca, como una alegoría literaria, cuando es lanzada sin tener en cuenta el estado real por el que atraviesan las masas. Como toda consigna, no puede tener un valor permanente, por encima de la cambiante política.
El “gobierno clandestino” de Siles habría adquirido significación durante el período de las huelgas y bloqueos de caminos, de la gran movilización de las masas esto por su capacidad potenciadora de la actividad de esta, porque les habría dado un objetivo palpable por el cual luchar.
Cuando la mayoría nacional retrocede, cuando se afianza el gorilismo, el “gobierno clandestino” se queda como fórmula sin contenido, como consigna equivocada. Ahora corresponde trabajar para poner en pie a las mayorías y para ayudarles a organizarse y politizarse pues sólo así se logrará que pasen en breve tiempo a la arremetida frontal contra el gorilismo.
El “gobierno clandestino” apoyado en las masas en pie de combate, habría adquirido poder por representarlas, por tener la posibilidad de convertirse, cada día en mayor medida, en una verdadera autoridad para los explotados. Ahora, nada de esto puede darse y se esfumará en la medida en que el gobierno central descargue su puño de hierro sobre la mayoría nacional y sobre los propios “clandestinos”. Inclusive un “gobierno en el exilio” tendría dudosa viabilidad.
Siles autoproclamado gobierno durante las grandes huelgas, habría logrado que su parcial victoria electoral se trocase en victoria nacional palpable. Como esa oportunidad ha sido perdida, el excelente pretexto del “respeto a los resultados de las elecciones” puede esfumarse en la misma medida en que se esfume el “gobierno clandestino” por su gradual insuficiencia gubernativa. El gobierno no debe ser una ficción, incluso partiendo como simple propuesta debe tender a convertirse en realidad tangible. El juego y el ridículo en política tienen siempre efectos desastrosos.
Los poristas habríamos sido la oposición obrera al gobierno burgués de Siles, pero después del 17 de Julio no hubiéramos tenido más remedio que apuntalarlo dado su carácter de ariete en manos de las masas y dirigido a derribar al gorilismo, salvando, claro está, nuestra estrategia, que es la del proletariado. Pero, ahora Siles se trueca en una ficción, en lugar de empeñarse en la lucha política, se diluye en la maniobra burocrática. ¿Cómo pueden las masas asirse de algo que no ven ni tocan? El jefe de la UDP está jugando a la clandestinidad, no está proyectándose desde ésta hacia el porvenir. El “gobierno clandestino” sólo puede ser una cosa: la dirección de la UDP pero incluso a ésta todavía le falta tomar el poder para ser gobierno.
El “gobierno clandestino” u otro cualquiera lanzado desde la oposición sirven si pueden impulsar a la mayoría nacional hacia el poder, pero no si le dicen que ya son gobierno, pese a que tienen que soportar todos los días la feroz represión y opresión del gorilismo asentado en el poder. El “gobierno clandestino” es, pues, una consigna fallida.
Cuando se dice “yo soy gobierno clandestino", interesado en no dejar huella de lo que hago y deambulando subrepticiamente para que el gorila no me agarre, condiciones elementales de la clandestinidad, he dejado de decir a los explotados que se incorporen para imponer una determinada forma de gobierno, a estructurar de nuevo al Estado capitalista que es preciso destruir. Este contrasentido no es más que la traducción de la fórmula gubernamental de la táctica central de la UDP: la resistencia civil pasiva. Bueno, esta es una curiosidad burguesa digna de Gandhi, pero no es propia de los revolucionarios bolivianos, no expresa su voluntad de derribar al gorilismo en las calles y menos de conquistar combatiendo la liberación de Bolivia y del proletariado.
No, el POR no puede seguir a la UDP en su gravísimo equívoco. No bien se esfume el “gobierno clandestino”, se habrá esfumado la posibilidad de que la burguesa UDP llegue a ser efectivamente gobierno. Peor para ella, pero es nuestra obligación decir toda nuestra verdad al pueblo boliviano y ella está dicha en el presente escrito.
En una etapa de convulsión social lo que ahora se llama “gobierno clandestino” tendería a afirmarse en determinado territorio arrancado al control del gorilismo, entonces sí sería realidad, independientemente de su contenido de clase. El “gobierno clandestino” vaciado en frío está condenado a perecer como tal, como clandestino, sin que nadie se percate del suceso, lo que es sumamente lamentable.
Cuando el “gobierno clandestino” se proclama “constitucional” quiere decir que practicará una democracia propia de las catacumbas. Hablando en nombre del “pueblo” no tiene posibilidades de consultarlo ni de poner en marcha al Legislativo, que se lo supone constituido por representantes de la soberanía popular. Este gobierno constitucional-clandestino será necesariamente despótico y autoritario, por no poder llevar vida legal pública y multitudinaria. “Constitucional", pero carente de poder y fuerza para imponer la vigencia de la Constitución. La historia les ha jugado una mala pasada a los democratizantes. Hasta un partido clandestino se ve obligado a cercenar la democracia interna. El sentido común sienta una premisa: el gobierno clandestino no puede ser constitucional y si lo fuera tendría que comenzar encarcelando a los usurpadores del poder.
10 de Agosto de 1980.