Este segundo número de "Internacionalismo" constituye un paso de afirmación política en la meta establecida por la TCI de luchar por la reconstrucción de la IV° sobre la base de principios políticos claros. Se condensa, en este número, un nivel de elaboración .mayor que en el precedente, y se destaca también la incorporación de nuevos colaboradores —militantes de las organizaciones de la Tendencia.
Los cuatro meses que han transcurrido entre el primero y segundo número de la revista, han sido de una riqueza excepcional en lo que se refiere a la crisis mundial del imperialismo y al desarrollo de la revolución. En las páginas que siguen se encontrará una elaboración cuidadosa de estos acontecimientos.
El trabajo teórico que aquí se vuelca busca destacar, invariablemente, en cada hecho o combate, el punto de vista del trotskismo, es decir, de los intereses de conjunto e históricos del proletariado internacional.
El centro del escenario mundial del período transcurrido lo ocupa, por lejos, el desarrollo de la revolución política en Polonia. Se trata de un fenómeno auténticamente histórico-universal: el proletariado, que supera su atomización y fragmentación, y se levanta como clase (cualquiera sea la distorsión que introduzcan sus direcciones transitorias) contra el régimen contrarrevolucionario de la burocracia. Se trata de una confirmación abrumadora de las previsiones y de las reivindicaciones consignadas en el Programa de Transici6n.de la IV° Internacional. Constituye un acontecimiento de dimensión internacional, que tiene por consecuencia impulsar todo el proceso de reestructuración del movimiento obrero mundial, que, en un sentido concentrado, significa la liquidación de sus direcciones traidoras, cristalizadas en los años de grandes derrotas del movimiento obrero. En esta gran recomposición convulsiva del movimiento obrero internacional (porque se procesa como un componente de la degradación del capitalismo y de tremendos combates de masas) se asienta, como su elemento subjetivo y creador la lucha de los trotskistas por la reconstrucción de la IV° Internacional.
En el Medio Oriente, en Irán; en Centroamérica, en Nicaragua y El Salvador; la revolución mundial tiene, junto con Polonia, sus expresiones más elevadas y encarnizadas de lucha. En todos ellos el problema de la dirección del movimiento revolucionario se plantea de un modo descomunal. En Polonia, la Iglesia, disminuida por la insurgencia del movimiento de masas, se vale de la presión del imperialismo y del stalinismo para, junto a la confusión inicial inevitable de todo gran movimiento de masas, introducir una cuña a través del ala oportunista del movimiento sindical independiente. En Irán, los sectores más avanzados entre las grandes corrientes de masas, se manifiestan incapaces de seguir un curso independiente del liderazgo de Komeini. En Centroamérica, en fin, las direcciones pequeño burguesas persisten en una política de colaboración con las fracciones burguesas opositoras, e incluso con algunas fracciones del gran capital de la región y del imperialismo. De conjunto, estos planteamientos políticos se producen en el contexto de revoluciones que están lejos de haber agotado sus fuerzas, factor que permite que las masas puedan educarse y sacar sus conclusiones en períodos históricos más breves. En sentido contrario, no existe en ninguno de estos países una vanguardia proletaria en el pleno sentido de la palabra, es decir con concepciones poli-ticas claras y consecuentes. Y esto no se puede improvisar. Es posible que se deba hacer el gasto de retrocesos y derrotas, estructurar a partir de aquí al partido revolucionario (el programa), y arrancar con esta herramienta en la siguiente fase del ascenso.
Pero una constatación se impone; la historia no se limita a girar como tiovivo. En todo el ascenso posterior a la segunda guerra, las direcciones que se encontraron a la cabeza de las masas fueron el stalinismo y el nacionalismo burgués de características conservadoras y declamatorias. Estas fuerzas están hoy, en todas partes, o emblocadas con la reacción o como sodas superminoritarias de direcciones de tipo diferente -pequeño burguesas radicales, centristas. Expresan una fase diferente del movimiento de las masas, una evolución, si no en los planteamientos políticos, sí en las conclusiones prácticas más avanzadas de aquellos. Toda la capitulación política de lo que llamamos pseudotrotskismo consiste en esto de que, si en la postguerra se postergaron ante el nacionalismo burgués y el stalinismo, ahora lo hacen ante estas nuevas direcciones transitorias del movimiento revolucionario.
La TCI lucha por superar esta fase y por estructurarse en función de la reconstrucción, de la IV Internacional, partido mundial de la revolución socialista. Es por esto que, ocupando siempre el primer lugar en toda batalla sea parcial, elemental, defensiva o directamente revolucionaria de los explotados, se esfuerza por destacar los intereses de conjunto del proletariado mundial, que se condensa en darle su plena actualidad al objetivo de la dictadura del proletariado.
30 de noviembre de 1980