A la Dirección Nacional A las Direcciones Regionales Al conjunto de la militancia
Nuestro documento de Febrero —La Situación Política y las Tareas del Mir”-al poner de relieve la importancia del ascenso que protagoniza la clase obrera, destacaba que la Ley de Aumentos de Sueldos y Salarios “al no alcanzar a cubrir el último aumento de los precios deja abierta, la perspectiva de un nuevo y más vigoroso ascenso de las luchas obreras por la defensa del poder adquisitivo del salario. El paréntesis que la Ley abrió en 1a efervescencia obrera registrada desde Abril de 1979 se cerrará no bien los trabajadores evidencien (lo que ya ha comenzado) en los a-bastos y mercados, que fueron víctimas de un engaño.
La huelga textil, especialmente, y el conjunto de luchas que se han producido en los dos últimos meses, muestran que ese paréntesis se ha cerrado; y el combate obrero contra el plan económico del gobierno vuelve a ocupar un lugar central en la situación política. La movilización de 20 mil obreros de SIDOR y otras plantas metalúrgicas en Junio, el Paro de 24 horas convocado por Fetramona-gas, el Paro nacional de 24 horas de 35 mil trabajadores de la salud el 23 de Mayo, la huelga de Ensambladora Carabobo son algunos de los principales combates de este período. Particularmente debe destacarse la importancia del Paro de 24 horas en Aragua en solidaridad con los textileros, porque muestra la voluntad de las más amplias capas de trabajadores de movilizarse por la defensa del sala rio; y la llamada “Toma de Caracas” —donde 50 mil estudiantes, profesores y trabajadores de las universidades manifestaron su repudio a la política educacional del gobierno— porque muestra la magnitud nacional del descontento que se manifiesta entre los sectores medios de la población.
No se trata de una sumatoria de importantes luchas aisladas, sino de manifestaciones de un proceso general de la clase obrera (que se extiende también al estudiantado y a sectores campesinos). Las reivindicaciones de cada lucha tienen el denominador común de la defensa del salario y de los derechos sindicales contra la ofensiva reaccionaria del gobierno.
La conclusión principal de un correcto análisis de la situación del movimiento obrero desde mediados del año pasado, es-que los trabajadores marchan hacia un enfrentamiento general con el gobierno y su plan de carestía, desocupación y entrega al imperialismo.
En la actualidad, la política económica del gobierno parece encontrarse empantanada ya que además de la resistencia obrera contra la liberación de precios y los despidos (la mantención de un ejército de desocupados apunta a elevar la “productividad” y “eficiencia” de la industria mediante la superexplotación), el gobierno. recibe ahora también las críticas de algunos sectores empresariales por la no liberación total de los precios (los ganaderos por los de la leche y la carne; los farmacéuticos, etc), y de otros contra la baja de los aranceles de importación, que de concretarse acabaría con buena parte de la industria instalada en el país Se habla incluso de una posible modificación del plan económico y del fin del llamado “enfriamiento" de la economía (así lo anunció Montes de Oca). Pero es importante señalar que lo que los empresarios reclaman para la reactivación no son aumentos salariales -que eleven la capacidad adquisitiva de las masas—, ni el control de los precios, que reduzcan sus superbeneficios; sino la reapertura del chorro de los créditos baratos del Estado, de las exenciones impositivas, de los incentivos, etc. en resumen, el masivo financiamiento de sus negocios por parte del Estado.
La verdadera importancia del ascenso obrero sólo puede apreciarse a la luz de la crisis y descrédito del gobierno copeyano, que a poco más de un año de haber subido muestran la creciente inviabilidad frente a las masas del eje AD-COPEI en que se sustenta el remedo de democracia INSTAURADO en 1958; el régimen poli tico mediante el cual el imperialismo y los capitalistas garantizaron la sujeción política y la explotación de las masas durante los últimos 20 años.
Estos son los elementos que caracterizan la actual coyuntura, en la cual el partido debe darse una política que ayude a la clase obrera a abrirse un camino político propio, independiente de la burguesía y sus partidos. Sólo así podremos constituirnos en auténtica dirección revolucionaria de los explotados.
Combatir la política de la dirección de la CTV
La burocracia de la CTV ha percibido —antes que muchas agrupaciones de la izquierda— la verdadera dimensión del ascenso obrero iniciado el año pasado. Como lo señalamos en nuestro documento de Febrero, el lanzamiento de la movilización por la Ley de Aumentos de Sueldos y Salarios —que descolocó a muchos izquierdistas rabiosamente “antiburocrático s”— tuvo por objetivo desviar el movimiento de lucha de los trabajadores hacia los canales parlamentarios, donde la Ley fue negociada y considerablemente reducida en sus alcances (el monto del aumento, la inmovilidad).
Esa iniciativa “combativa” fue combinada con el comienzo de negociaciones con Fedecámaras y una presión sobre el gobierno reclamando una “Concertación”; es decir, un pacto social que permitiera contener la lucha obrera. El gobierno no ha aceptado, hasta el momento, la propuesta del pacto social —posiblemente porque necesita antes hacer avanzar más su programa económico—, pero la patronal se mostró dispuesta al acuerdo con la CTV para enfrentar las luchas obreras. El acuerdo de la CTV con los industriales del sector textil, firmado pocos días antes del inicio de la huelga, que preveía la renuncia por parte de los trabajadores a las principales reivindicaciones contenidas en el Contrato (40 horas semanales, aumento de Bs.50) y el compromiso sindical de aumentar la productividad y de gestionarle créditos a los Mishkin y Zarikian, es un claro ejemplo de la orientación de la dirección de la ctv:
Con la huelga de más de un mes, los textileros demostraron su repudio a tal política de “concertación” antiobrera. Pero la huelga no logró quebrar el boicot de la dirección de la CVT, a pesar de que concitó la solidaridad de toda la población trabajadora. Sólo en Aragua se logró arrancar a Fetra-aragua un paro regional de solidaridad.
Que la huelga no haya podido triunfar mediante, la movilización general de los trabajadores y por lo tanto que no haya podido imponer sus reivindicaciones (no se consiguieron las 40 horas y el aumento fue de sólo BS. 13 de los 50 que se reclamaban) se debe a la política de la dirección de la CTV, que la aisló. Pero las direcciones del conflicto tienen en esto parte de la responsabilidad, porque no fueron capaces de quebrar el sabotaje de la CTV, con movilizaciones y reclamos públicos para que se resolvieran otros paros regionales de apoyo a un paro Nacional.
La burocracia no estaba en condiciones de oponerse abiertamente a la huelga, no llamó a que se levantara; se vio obligada a declarar (y sólo a declarar de palabra) su apoyo, lo que muestra su debilidad Pero se esforzó por mantenerla aislada, y varias de las direcciones del conflicto le hicieron el juego evitando que la presión obrera se concentrara en la CTV para obligarla a tomar medidas de movilización.
La orientación que se discutirá en el próximo Congreso de la CTV en Margarita nada tiene que ver con una actitud combativa frente al plan económico antiobrero y proimperialista. El eje del Congreso será la discusión de una propuesta de “modelo” para el país, (siguiendo la moda de las Cámaiks Empresariales) y un planteamiento sobre la co-gestión, cuyo propósito es alejar a los trabajadores de los métodos de la acción directa, y fomentar la conciliación de clases con los patronos y su gobierno.
A pesar de la política capituladora y desmovilizados de la dirección' cetevista los sindicatos son el canal principal de la movilización obrera, toda vez que son las únicas organizaciones de masas de que disponen los trabajadores. Un aspecto del ascenso es un crecimiento de la actividad sindical de los trabajadores, que necesitan que sus organizaciones encabecen la lucha por las reivindicaciones. La afluencia de los obreros a los sindicatos y sus expectativas en que la burocracia asuma un papel de dirigente en la lucha, abre las más grandes posibilidades para el desarrollo de una corriente clasista en el movimiento obrero, ya que las expectativas e ilusiones de los trabajadores chocan Tapidamente con la política conciliadora de las direcciones burocráticas.
El partido tiene ante sí una gran posibilidad de implantarse profundamente en las fábricas (como lo plantea el Plan de Luchas Populares aprobado por la Dirección Nacional) a condición de que sepa orientar y encabezar el movimiento antiburocrático, contra el colaboracionismo de las direcciones proburguesas de los sindicatos.
Ninguna de las corrientes de la izquierda -y tampoco nuestro partido— ha realizado una campaña de masas entre los trabajadores con vistas a reclamar que el VIII Congreso de la CTV adopte medidas de movilización contra el plan económico. Entendemos que éste es ún grave error que nuestro partido aún está en condiciones de corregir.
El MAS en cambio, no sólo no ha realizado ninguna actividad de masas hacia el Congreso de la CTV, sino que ha integrado finalmente la llamada plancha de consenso, gracias a lo cual recibirá un puesto en la dirección de la CTV a cambio de haber perdido su independencia política frente a AD y COPEI. ¿Qué lucha contra la burocracia adeca y copeyana se puede realizar cuando se forma parte de la dirección de la CTV por acuerdo político con esas corrientes?
No son puestos burocráticos lo que buscamos, sino la construcción de una nueva dirección de la clase obrera.
Como correctamente señala el documento de la dirección Nacional, la presentación de planchas en los sindicatos debe estar en relación con la real implantación del partido en el frente; de lo contrario corremos el riesgo de desarrollar una política de componendas con los burócratas. En este punto la política que sigue el MAS debe servimos de ejemplo de lo que no debemos hacer si pretendemos desarrollar la lucha por dotar a los sindicatos y a la CTV de una dirección clasista.
La clase obrera hacia la izquierda y la "izquierda" hacia la derecha
No sólo el gobierno, los partidos burgueses y los dirigentes sindicales conciliadores han percibido el viraje producido en la situación política. Muchos dirigentes de la izquierda han redefinido sus orientaciones frente a la nueva situación.
La “Carta Política N° 6” de la CPN caracteriza correctamente como frente-populista -es decir, proburguesa— la nueva propuesta de José Vicente Rangel de un frente de “salvación nacional” que renunció a todo planteamiento socialista o clasista. La Carta Política mencionada señala también que “partidarios de este agrupamiento son grupos e individualidades tales como García Pohce y Vanguardia, Américo Martín y la Democracia en Movimiento, Maneiro y la Causa R., Irrigarren y el GAR, Carlos Blanco y Proceso Político”. También señala que “se presume que podría contar con el apoyo del' PCV”, que el MEP en ciertas condiciones podría integrarlo, y finalmente, que Pet-koff políticamente está cerca de éste planteamiento (aunque lo distancia no su concepción, sino la necesidad de competir con José Vicente por la candidatura para 1983).
A excepción de nuestro partido, toda la izquierda aparece en la actualidad buscando un reagrupamiento Apolítico hacia la derecha, de conciliación de clases, de “salvación nacional”, etc. Se constata el curioso fenómeno de que la “Izquierda” marcha en el sentido exactamente opuesto a la clase obrera. Mientras la primera busca lazos con los partidos burgueses, la segunda evoluciona hacia la independencia política respecto a la burguesía.
Como dijimos antes, la situación política abre grandes prospectivas para una política revolucionaria; pero la política que está desarrollando la ‘izquierda” aparece como contrapuesta a las tendencias y evolución de la clase obrera. En o-tras palabras: estos grupos de la izquierda están diseñando una política contraria a la independencia política de los trabajadores. Aunque puede llegar a tener un éxito momentáneo (éxito en el sentido de concitar el apoyo de importantes sectores inclusive en la clase obrera) como resultado de la descomposición de los principales ' partidos de la burguesía AD-COPEI, conduce inevitablemente a las masas al callejón sin salida del cretinismo parlamentario, de la confianza en las instituciones de la ' burguesía (aún está fresca la experiencia de la Unidad Popular Chilena para ver los resultados de la conciliación de clases).
La actuación parlamentaria del MAS es elocuente, con el voto a los Créditos Adicionales en Octubre-79 (grave error también participaron nuestros diputados) y más grotesco aún con la participación en el “madrugazo”.No sólo no se está utilizando el parlamento como tribuna para la propaganda revolucionaria y para favorecer la organización independiente de los explotados, sino que se ha llegado al triste papel de cómplices de las maniobras gubernamentales. Hasta1 el momento, los explotados no ven en los parlamentarios de la izquierda a sus representantes, a los defensores de las causas, obreras, a quienes denuncian la corrupción y la entrega al imperialismo, en resumen, a quienes desnudan públicamente la verdadera esencia del régimen político actual. Lo que ven son demagogos, interesados 'por una migaja de poder; por una migaja del poder que ejercen los explotadores.
(Entendemos que sobre este punto es muy importante abrir el debate interno en el partido, para esclarecer cual debe ser la orientación de nuestros camaradas parlamentarios).
Realicemos una campaña por un paro nacional
La situación política requiere una decidida intervención de nuestro partido, que recién ahora se plantea salir de la parálisis en que quedó sumido luego de las elecciones nacionales y del proceso divisionista de Américo Martín.
Es un importante paso adelante la aprobación del “Plan de Luchas Populares” porque pone de relieve la necesidad de centrar nuestra actividad en el movimiento obrero, con los métodos de la movilización. Consideramos sin embargo, que es un error formular simultáneamente 14 planteamientos, referidos a otros tantos de los principales problemas que afectan a las masas, y darles a todos la misma jerarquía.
Debemos partir de la realidad de la movilización actual de las masas, cuyos centros son la lucha obrera por la defensa del salario y contra los despidos, y "él combate que está planteado en el terreno de la educación (principalmente en las universidades, por el presupuesto y el respeto a la Autonomía, y en el Magisterio). Esto no quiere decir que se dejen de lado las restantes reivindicaciones —cada una de las cuales debe desarrollarse en el respectivo frente- sino que se encare la agitación central, nacional, del partido alrededor de los que son los ejes también nacionales de la lucha de los explotados.
Se trata de desarrollar una actividad de agitación, propaganda y organización nacional, que fortalezca la tendencia de la clase obrera y las masas .hacia una lucha nacional; que la ayude a dirimir sus fuerzas en un solo haz y a poner en pie de lucha a sus organizaciones de masas.
En este sentido, la consigna central de nuestro trabajo debe ser el Paro Nacional por un Aumento de Emergencia, la Escala Móvil de Salarios y el Reenganche de los Despedidos, Este planteamiento nos permite realizar una profunda actividad desde el nivel fabril, hasta la intervención política más general del partido; organizando las fábricas, interviniendo en los sindicatos y Federaciones Regionales, realizando tareas de agitación, etc. El primer paso debe ser reclamar públicamente a la CTV que el VIII Congreso ponga fecha a un Paro Nacional por esas reivindicaciones.
Por una correcta política de unidad
La Unidad es un asunto de discusión en el seno de la izquierda desde hace años (y uno de los puntos principales de la política del partido, de acuerdo a los últimos documentos de la Dirección) pero fuera de las declaraciones y de algunos acuerdos circunstanciales, no se han hecho progresos de importancia, y en los momentos fundamentales continúa presentándose dividida -elecciones nacionales, votaciones de importancia en el Congreso, lucha sindical, etc).
La unidad debe plantearse a partir de las necesidades de la clase obrera y las masas, de su combate presente contra los explotadores y su gobierno, y basarse en los métodos de la acción directa.
No cualquier unidad de la izquierda es progresiva. La Carta Política N° 6 de la CPN lo demuestra claramente al remarcar el contenido proburgués de la orientación actual de todas las organiza-dones de la izquierda. La unidad alrededor de esos planteamientos, lejos de ser positiva, constituiría una traba para la evolución de la clase obrera. Cometeríamos un grave error planteando la unidad como el simple resultado de un acuerdo entre todos los grupos de izquierda por los puntos que tienen en común; hoy, ese programa común sería de conciliación de clases, de desmovilización de los trabajadores, de adaptación al parlamentarismo burgués.
El objetivo de todo planteamiento unitario es el agrupamiento y movilización de las masas en su totalidad —no solamente de los militantes y organizaciones de la izquierda—; por eso las consignas deben responder a las necesidades objetivas del movimiento en su conjunto y no a un compromiso entre las direcciones políticas.
Tampoco podemos esperar que los partidos de izquierda abandonen por si solos sus posiciones proburguesas.
La unidad no es un debate bizantino con los otros grupos de la izquierda, sino una lucha política que debe librar el partido revolucionario en el seno de las masas, señalando un camino de combate que recoja sus aspiraciones profundas y les de una perspectiva de triunfo. Lo que debe hacer el partido al plantear la unidad a las otras organizaciones, es mostrar la necesidad de la acción conjunta y poner en evidencia como sus actuales políticas conducen a la desmovilización de los trabajadores y a la derrota.
Es correcto como objetivo plantear una unidad que vaya más allá de las reivindicaciones inmediatas, pero es absurdo una unidad por un programa amplio, socialista, con quienes no estén dispuestos a la movilización directa por las reivindicaciones inmediatas; pues los programas "socialistas” en boca de quienes no impulsen la lucha obrera son apenas un taparrabos del reformismo.
El primer paso para la lucha por la unidad, hoy, es reclamar la acción conjunta por el Paro Nacional por el aumento de Emergencia, la Escala Móvil de Salarios y el reenganche de los despedidos; es el establecimiento de una política común en las organizaciones sindicales para desalojar a la burocracia proburguesa y conquistar la democracia sindical y la independencia, política de los sindicatos; es la adopción de un plan de luchas para todos los sectores de la educación por el aumento del presupuesto, por la plena autonomía universitaria y por las reivindicaciones de los docentes.
La crítica de los planteamientos proburgueses de las organizaciones a quienes proponemos la unidad, es parte inseparable de la lucha por la unidad, pues ayuda a esclarecer a las masas —así como también a los militantes—, lo que equivale a avanzar en la construcción del partido revolucionario.
Octubre de 1980
Solicitud:
La TENDENCIA TROTSKISTA del MIR considera como un paso muy importante la reaparición regular del periódico nacional del partido, IZQUIERDA porque este puede ser un instrumento de gran valor en la reorganización partidaria y en la difusión de las ideas miristas entre las masas. En ese sentido, pensamos, que es necesario el debate en el partido sobre los objetivos y características de nuestra prensa, como se señala en la Carta Política N° 6.
Entendemos también que el periódico debe reflejar la vida del partido (la vida política), así como las opiniones de los distintos sectores que lo conformamos, en el marco de la orientación general del partido. Así como en las páginas de IZQUIERDA tienen cabida las opiniones de los compañeros criticando al trotskismo, o los aportes de compañeros sobre diferentes problemas nacionales, internacionales o teóricos; nosotros solicitamos el derecho a plantear también nuestras posiciones sobre algunas de esas cuestiones.
Solicitamos a los compañeros de la Dirección la consideración de este planteamiento para establecer una modalidad de participación de nuestra corriente en el periódico.