Brasil: Balance de las elecciones del 15 de noviembre


Contribución del CEN de la Organización Internacional de Brasil


Desde un punto de vista formal el resultado de las elecciones del 15 de noviembre constituye una derrota aplastante del gobierno militar. El partido oficialista -PDS- sumó aproximadamente un tercio del conjunto de los votos mientras que los cuatro partidos que se reclaman de la oposición -PMDB, PDT, PT y PTB- alcanzaron un total próximo al 60 por ciento (el 40 por ciento el PMDB, los votos blancos y nulos -entre 8 y 10 por ciento- cubren la diferencia). El partido de la dictadura perdió en todos los Estados más importantes del país con excepción de Rio Grande do Sul. En este último, no obstante, el candidato oficialista no sólo es minoritario -el PMDB, el PDT y el PT suman 60 por ciento de los votos- sino que arrancó una diferencia de apenas 11.000 votos sobre el PMDB, que fue denunciada como fraudulenta. En los Estados del Nordeste, donde el oficialismo triunfó, fue igualmente derrotado en prácticamente todas las capitales y en las ciudades más populosas. En Bahía y Pemambuco, por ejemplo, el PMDB ganó en 9 y 7 de las 10 ciudades más grandes de ambos estados, respectiva-mente. En el Centro-Sur, el avance de la oposición a nivel municipal fue arrollador: en San Pablo, el PMDB ganó en 60 por ciento de los más de 500 municipios del Estado, donde hasta ahora predominaba absolutamente el oficialismo.


Carácter de las elecciones


Las elecciones, en las cuales por primera vez desde 1964 se elegían en forma directa a los gobernadores, constituyeron una pieza del operativo de la "apertura política” iniciado por Geisel y desarrollado por Figueiredo. Se trata de un proceso que responde al interés del conjunto de la burguesía, dirigido a introducir las modificaciones necesarias de un régimen político agotado, sin que* este se derrumbe en el curso de la transición política. Por esto, la oposición burguesa aceptó una serie de condicionamientos y arbitrariedades impuestas por la camarilla militar, destinados a mantener bajo su control los aspectos decisivos del poder del Estado. De aquí que el proceso electoral fuera sometido a una serie de regimentaciones destinadas a manipular el sufragio universal hasta límites inconcebibles. En verdad existe una suerte de voto "calificado” y, como en el famoso libro de George Orwell, todos los votos son iguales pero algunos son más iguales que los demás. La representación de los Estados en el Congreso es deliberadamente desproporcional y privilegia a aquellos más atrasados en los cuales la corruptela y él clientelismo del gobierno juegan un papel preponderante. Esta desproporcionalidad explica que el gobierno haya "conquistado” casi el 50 por ciento de la Cámara de Diputados. Además, dispone de mayoría absoluta en el Senado, en el cual un tercio de los senadores son los llamados "biónicos” —elegidos a dedo por Geisel en 1978- y cuyo “mandato” se extiende hasta 1986.


La cédula electoral era por sí sola una verdadera estafa porque no figuraba en la misma la sigla partidaria y el elector era obligado a escribir de su propio puño el nombre completo o el número de cada uno de los seis candidatos por los cuales debía votar (gobernador, senador, intendente, diputado federal, diputado estadual). El voto era "vinculado”, es decir, se debía votar obligatoriamente por todos los candidatos de un mismo partido. Esto "aseguró” el voto oficialista entre amplios sectores de la población rural, pequeñas y medias ciudades y en el Nordeste particularmente, donde el candidato local, apoyado en la máquina de corrupción, gubernamental "ataba” su voto al de todos los candidatos del partido. Según voceros del propio gobierno, este voto "vinculado” salvo al gobierno de una catástrofe total.


A todo esto debe agregarse el hecho de que por una ley promulgada varios años atrás estuvo prohibido el acceso de candidatos a la radio y televisión mientras el gobierno disponía de horarios para la propaganda dé sus "obras” y del "progreso” realizado desde el golpe militar de 1964. Más todavía: como el colegio electoral que debe' elegir el próximo Presidente en 1984 es, el propio Congreso más 6 delegados por Estado, el gobierno resolvió "enmendar” la Constitución meses antes de las elecciones y resolver que esos 6 delegados debían ser del partido con mayor número de votos, esto para evitar que en algunos Estados la oposición coaligada enviase su propia representación. Resultado: en el colegio electoral el PDS tendrá la mayoría absoluta: 348 electores sobre 686 (479 diputados, 69 senadores, 138 representantes estaduales).


Es cierto que la oposición reforzó considerablemente, a pesar de todo, su representación en el parlamento y conquistó importantes Estados, pero los gobiernos estaduales se encuentran totalmente sometidos al centralismo burocrático impuesto por la camarilla militar. La Constitución vigente retira del poder legislativo inclusive la exclusividad de… legislar ya que concede al Presidente "en casos de urgencia o de interés público relevante” el derecho de expedir decretos-ley sobre seguridad nacional (sic), finanzas públicas, normas tributarias, cesión de cargos públicos, etc. También reserva al Presidente el derecho exclusivo de elaborar leyes sobre cuestiones financieras, relativas a las Fuerzas Armadas, a la organización administrativa o judicial, a la amnistía relativa a crímenes políticos, etc… Asimismo puede establecer él "estado de emergencia” (una suerte de estado de sitio) sin consultar al Congreso y por otro artículo "constitucional” se prohíbe la apreciación judicial de cualquier "acto institucional” del Ejecutivo. Fue también la legislación dictatorial la que llevó a los Municipios y Estados a convertirse en verdaderos apéndices del poder central ya que se reservó el derecho de retener y manejar el 95 por ciento de la recaudación tributaria de los municipios y aproximadamente el 60 por ciento de los tributos del conjunto de los Estados. De aquí que los gobernadores sean una suerte de delegados del Ejecutivo nacional, pues carecen casi completamente de autonomía económica.


Es necesario por lo tanto caracterizar las elecciones y su resultado en función de toda la operación de salvataje de la camarilla militar, que constituye uno de los aspectos decisivos de la apertura política en curso.


La continua desintegración de la dictadura


La burguesía en su conjunto se mostró satisfecha con el resultado electoral. Oficialistas y opositores no han titubeado en embellecer los comicios y mistificar esta caricatura de democracia. No se debe despreciar el hecho de que para él conjunto de las fracciones burguesas todo el operativo de la: "apertura política”, ha sido coronado con elecciones "tranquilas”, sin que la estantería se venga abajo, gracias al carácter fraudulento y profundamente antidemocrático de todo este proceso. La oposición burguesa desarrolló un enorme esfuerzo para sostener a muerte el proceso de convergencia con la camarilla militar. El PMDB, victorioso en los principales estados, puso particular empeño en colocar en candidaturas claves a una serie de elementos provenientes del propio frente gubernamental y que ya formaron parte, en diversas oportunidades, de la primera línea del gobierno militar. El nuevo vicegobernador de Paraná -Jaime Canet- fue gobernador del Estado con Geisel, el gobernador electo de Espíritu Santo -Gerson Camata- es un ex diputado federal de ARENA, el senador más votado de San Pablo -Severo Gomes (apoyado por el PC)- fue Ministro de Castelo Branco y de Geisel, el próximo gobernador de Minas Gerais es el ex jefe del PP, creado bajo la inspiración de Golbery como base alternativa de sostenimiento al gobierno, el flamante gobernador elegido por el PMDB en Pará contó con el apoyo del gobernador actual — Alacid Nunes— que salió recientemente del PDS.


Las elecciones expresaron en este sentido un reacomoda- miento de las relaciones interburguesas. El ascenso del PMDB refleja, justamente, el cambio dé frente de un conjunto de sectores de la burguesía. El programa del partido fue estructurado en función de esto y de ahí que reclame como prioritario una reforma tributaria y una política de disciplinamiento del capital extranjero. Propugna un intervencionismo estatal que atenúe la bancarrota financiera de los estados y municipios V la tremenda presión del imperialismo (Brasil tiene una hipoteca de 90 billones de dólares). Esta es la razón por la cual el PMDB y el conjunto de la burguesía reclaman una "reforma constitucional” que "legalice” una recomposición de poder, incorporando a las fracciones disidentes y marginadas en la actualidad! Toda la línea del PMDB se orienta a impulsar este procesó bajo la forma de un acuerdo general negociado con los militares. El ya citado Tancredo Neves -futuro gobernador de Minas por el j PMDB— ya se pronunció contra las elecciones directas para  Presidente en favor de un acuerdo negociado en el Congreso" para elegir al sucesor de Figuiredo. El conjunto de gobernadores pemedebistas rechazó explícitamente el planteo de formar un "frente común” en oposición al gobierno militar. Montoro, electo por el PMDB en San Pablo, llegó al extremo de plantear la estupidez de que tal frente sería una "nueva forma de autoritarismo”.


Que está oposición haya canalizado el voto popular es un claro indicador, del dominio de la política burguesa sobre el movimiento dé las masas. El stálinismo se metió hasta el pescuezo en el PMDB pomo elemento de refuerzo de esta situación. En nombre de la supuesta lucha democrática cumplió la función de ocultar la enorme adaptación del PMDB y sus compromisos con la dictadura, más definidos y claros en la misma medida en que se tomaba una alternativa de poder para sectores enteros de la clase dominante.


Esta línea de convergencia entre oposición y dictadura, que es la sustancia misma de la “apertura política'’ del régimen, opera como un reaseguro de la crisis política del régimen militar y es justamente lo que ha dejado satisfechos a los explotadores brasileños, pasada la “prueba” de las elecciones. Sin embargo, esta apreciación de los acontecimientos que, con palabras más o palabras menos, ocupa los editoriales de los más diversos órganos de la prensa burguesa del país es una verdad a medias. No cabe duda que el operativo de la “apertura” consiguió interesar a las masas y someterlas al cuadro de unas elecciones ultrarregimentadas y que sus resultados muestran, con la polarización a nivel nacional entre el PDS y el PMDB, que en el seno de las propias masas la política burguesa es hegemónica. Las masas no votaron con independencia de la burguesía y esto significa una victoria de conjunto de los explotadores contra el proletariado. No se verificó la perspectiva de que el PT canalizara una ruptura con la burguesía. Se trata de un factor de gran importancia en el balance de conjunto de las elecciones. La votación del PT a nivel nacional quedó abajo del 5 por ciento de los votos. En San Pablo obtuvo el 10 por ciento de la votación estadual y quedó en cuarto lugar, atrás inclusive del ex presidente Janio Quadros del PTB, un cadáver político manipulado por el gobierno para disminuir el poderío electoral del PMDB paulista. En otro estado, sacudido por violentas luchas por la tierra -el pequeñísimo Acre, al sureste de la región amazónica -donde el PT esperaba una gran votación, apenas superó el 5 por ciento del total. En Rio consiguió poco más del 3 por ciento y en los demás estados no superó el 1,5 por ciento en ningún caso, siendo que en la mayoría quedó abajo de la unidad porcentual.


Pero, aún en este cuadro, ninguna de las cuestiones fundamentales que están en la base de la impasse del régimen actual y de las divisiones y quiebras en el frente burgués han sido solucionados y este es un dato clave cuando se quiere trazar la perspectiva del desarrollo futuro. La política es la “economía concentrada”, y es la crisis económica que atraviesa' el país uno de los factores fundamentales del impasse político. Así como la crisis económica no puede resolverse sin la quiebra de algún sector, sin la quema de capital necesaria para elevar la lucratividad general del capital, así también, la crisis política no puede concurrir a un nuevo equilibrio sin grupos derrotados y el ascenso de nuevos sectores, sin un proceso de pugnas y enfrentamientos. En un momento determinado las masas comienzan a intervenir y esto le da a la crisis una nueva proyección. En este sentido las modificaciones operadas por las elecciones muestran el deterioro irreversible del régimen actual porque, aún sin ceder en lo fundamental, la dictadura tuvo que echar lastre y se ve ahora confrontada con gobernadores opositores en los Principales y más poderosos Estados, con la pérdida de la mayoría en la Cámara de Diputados y con una supremacía muy frágil en el Colegio Electoral que nombrará al titular del Ejecutivo en 1983. Una prueba de los nuevos elementos de crisis políticas se verificó en la proyección que tomó el fraude que la dictadura pretendió montar en Rio de Janeiro y que culminó en un estrepitoso escándalo.


Después del 15 de noviembre: Escrutinio fraudulento y dos semanas de gran crisis


A todos los condicionamientos ya descriptos del proceso electoral es necesario sumarle ahora el fraude post-electoral. No hubo aquí improvisación sino un detallado planeamiento  bajo el control del todopoderoso Servicio Nacional de Informaciones. El preparativo de esta operación comenzó con el rechazo de una máquina de votar que podía ser utilizada en los Principales Estados y ciudades del país y que permitía, con el jarato conectado a un terminal de computador, un proceso impido de recuento posterior de los votos. Está claro ahora que j complicada cédula electoral elegida por el gobierno fue intencionalmente elaborada para hacer más demorado y confuso escrutinio. La demora por sí sola posibilita burlar la fiscalización en el recuento de votos y los fraudes practicados durante la propia elección.


El “trabajo” fue realizado con eficiencia. En Mato Grosso, por ejemplo, “500 a 800 menores votaron en las elecciones y cerca de 5 mil electores votaron más de una vez”, y las urnas que deberían ser impugnadas contienen “50.000 votos, lo suficiente para invertir la elección” ("Folha de Sao Paulo”, 27/11). En Porto Alegre, donde la diferencia a favor del PDS “ganador” fue ínfima, fiscales de la oposición descubrieron cédulas oficiales de votación desparramadas por la calle, cerca de los locales en los cuales se desarrollaba el escrutinio. En diversos Estados se denunció además el robo de urnas y el cambio de votos en locales donde aquellas quedaban depositadas esperando un recuento manual.


Pero fue en Rio de Janeiro donde la dimensión del fraude alcanzó proporción de escándalo nacional en la tentativa de impedir el triunfo ya "cantado” del ex gobernador Leonel Brizóla. En primer lugar, se montó un esquema de escrutinio que comenzaba por las urnas de las localidades favorables al candidato del gobierno y un vasto esquema de propaganda por me-dio de la mayor cadena de televisión —Rede Globo- anunciando que Moreira Franco, del PDS, estaba a la cabeza en Rio, esto durante toda la primera semana posterior al 15 de noviembre. El recuento de votos se hacía deliberadamente lento para evitar que “entraran” las urnas del Gran Rio, donde Brizóla arrasaba. Por otra parte, una vez computados los votos manualmente en cada región estos pasaban al control de una firma contratada por el gobierno -Pro Consult- encargada del procesamiento electrónico y de la llamada “totalización” de los votos. Los operadores y programadores de esta empresa eran funcionarios vinculados a la “comunidad de informaciones” de acuerdo al corresponsal carioca de la “Folha de Sao Paulo” y su “trabajo técnico” escapaba a toda fiscalización. Mientras órganos de prensa, que desarrollaban un escrutinio paralelo, anunciaban la victoria de Brizóla, los cómputos oficiales, diez días después de la elección seguían dando la victoria al oficialismo, publicitando resultados de un pequeñísimo número de urnas. En Rio se fue creando un enorme clima de indignación popular, como lo revela el hecho de que comenzaron a ser atacados espontáneamente vehículos de la “Rede Globo”, comprometida con este operativo. Finalmente, la podredumbre reventó cuando el “Jornal do Brasil” informó que fue presionado para modificar los datos que publicaba por su propia cuenta -reflejando apenas la realidad- y denunció a su vez que la empresa encargada del escrutinio electrónico “estaba trabajando con un modelo matemático que permitía substraer, de forma constante, cerca de 15 por ciento de los votos dados a Brizóla transfiriéndolos para la suma de votos nulos y blancos” (28/ 11). En este momento el escrutinio se encuentra suspendido y la justicia electoral se vio obligada a abrir una investigación por “crimen electoral”.


Todo indica que el fraude fue parado por la amenaza de una crisis nacional en tomó al “maior espetáculo democrático do mundo”. El análisis político de la cuestión revela dos puntos claves. En primer lugar, el completo fracaso en Rio de la estrategia del gobierno. En su afán por reventar al PMDB en Rio el gobierno intentó primero estimular la candidatura de Sandra Cavalcanti —ex senadora del gobierno y ahora en el PTB— y tuvo inclusive una conducta tolerante con el propio Brizóla, al que las primeras encuestas le daban, durante los primeros meses de la campaña electoral, menos del 10 por ciento de los votos. Más tarde cuando el “rating” de doña Sandra comenzó a caer el gobierno dio un viraje e invirtió millones en una campaña monumental por el candidato del PDS, al que original-mente no se le otorgaba la mínima chance. Al mismo tiempo estimuló divergencias en el seno del PMDB, del cual forma parte el actual gobernador de Rio —Chagas Freitas-, que luego de Contactos con Brasilia rompió con el candidato del partido, sugiriendo de hecho que se encontraba bajo el dominio excesivo de los “comunistas". El hecho es que fuera de todas las previsiones la popularidad de Brizóla comenzó a subir irreversiblemente y escapó completamente al control del gobierno y del gobernador local, viejo elemento corrupto vinculado a la mafia carioca del juego clandestino y que pertenecía al PP de Tancredo Neves, anteriormente mencionado.


En segundo lugar, es necesario destacar que hubo de hecho un verdadero pacto para colocar una sordina a toda la cuestión del fraude. El PMDB escamoteó las denuncias para no alterar un milímetro la política de “diálogo” y compromisos con la dictadura. En Itio Grande do Sul el candidato del PMDB se declaró derrotado antes de conocerse los resultados finales para, una semana después, denunciar tímidamente la posibilidad de fraude. Un esfuerzo deliberado por “ganar por poco”, como textualmente declara un líder del PMDB, para no “arrinconar” al gobierno. Sobre el escándalo de Rio el PMDB prácticamente no abrió la boca. El propio Brizóla, que hubiera podido galvanizar la bronca contra el fraude, se dedicó a pedir "calma y cabeza fría” y a confiar en la Justicia Electoral. Se limitó a llamar una Conferencia de prensa y denunciar la posibilidad de fraude, lo que bastó para que Ministros militares lo acusaran de “provocador”, “incendiario”, etc… Todo esto algunas horas después de las elecciones! Como muestra vale un botón y aquí tenemos presente las tendencias a un agravamiento del conflicto interburgués y de la impasse general del régimen. Una prueba de que a pesar del “éxito” del fraudulento operativo de las elecciones, sus resultados y las modificaciones operadas a partir de ahí, testimonian el deterioro irreversible del régimen militar que marcarán el desarrollo de la crisis en el futuro inmediato y mediato.


La derrota y la crisis en el PT


La intervención electoral fue el centro de la actividad prácticamente exclusivo del PT desde su nacimiento. Se depositó en esto una fantástica ilusión y se creyó que era la gran oportunidad para dar vida, a partir de aquí, a un partido de masas. Los resultados fueron decepcionantes en relación al objetivo de elevarse a la altura de una oposición de masas, que-brando el monopolio del PMDB. Inclusive en San Pablo, el único estado donde el PT obtuvo una votación de alguna significación, el cuarto lugar obtenido está muy lejos de las expectativas formuladas y tuvo un efecto desmoralizador en la militancia del PT. En lo esencial, la votación del PT revela que se trata de un partido que, a nivel nacional, carece de raíces en la clase obrera y las masas del país.


Un partido obrero puede aprovechar una elección desde el punto de vista de la propaganda y la agitación cuando ha penetrado precisamente con su programa en el seno de la van-guardia del proletariado y los explotados, lo que significa que se ha mostrado capaz de trazar una perspectiva y de someterla a prueba en la misma lucha de las masas. Pero el PT pretendió sustituir esto, y abreviar el camino de construcción de un partido real, con la ilusión de una marea electoral apoyada en el prestigio de un-hombre que se colocó a la cabeza de las grandes huelgas de San Pablo en el último período. No se quiso entender que un partido se construye sobre la base de ideas, de un programa, de una estrategia y, fundamentalmente, de la voluntad de procesarla a través de la experiencia de las masas. No existe ninguna posibilidad de que esto sea sustituido por el “carisma” de un líder. Pero justamente en esto depositó sus -esperanzas el PT, que hizo del caudillo obrero del estado industrial del país su bandera decisiva.


Fue en San Pablo donde la euforia electoralista alcanzó su punto extremo. El PT se presentó como el canal de la auténtica oposición y en condiciones de quebrar electoralmente al PMDB. Lula y varios dirigentes plantearon que la disputa no era entre el PMDB y el PDS sino entre el primero y el propio PT; sobre el final de la campaña el triunfalismo creció y, de hecho, se difundió la especie de que el PT podía alcanzar el primer puesto. Por esto, la derrota de esta perspectiva sembró la frustración entre militantes y simpatizantes. Esto se explica justamente por el exitismo electoral y la errada perspectiva política en la cual se encuadró el PT. Porque si otro fuera el ángulo estratégico con el cual se presentase a las elecciones, los votos alcanzados podrían considerarse como un excelente punto de partida. En la Capital, por ejemplo, el PT conquistó el 15 por ciento de los concejales y alcanzó una votación en el ABC (centro industrial del país en la periferia paulista) donde – sumando los cuatro municipios— quedó en segundo lugar con más del 25 por ciento de los votos contra menos del 30 por ciento del PMDB y prácticamente en el mismo nivel que el PTB, conquistando, además, la importante Prefeitura de Diadema. En el corazón obrero del país, San Bernardo, Santo André, Sao Caetano y Diadema el PT no sólo obtuvo un cuarto de la votación, sino que puede estimarse que más del 50 por ciento del proletariado votó por el PT. Son contingentes amplios de las masas proletarias que ocupan el primer plano- en la movilización y que, aún bajo la presión de la polarización electoral, optaron por una alternativa propia que se reivindica de los trabajadores y por candidaturas obreras. Si existiera el propósito de construir un partido obrero de masas, la votación en San Pablo refleja la tendencia profunda que existe para construir un partido de clase, es decir, de ruptura con la burguesía. Es absolutamente indiscutible que éste es el con-tenido del voto por el PT. Es un voto de reacción no sólo frente a la dictadura, sino, además, de repudio al voto “opositor”, cuyo contenido objetivo es de sumisión a la burguesía.


El PT se postuló como “la” representación general de los trabajadores y como el canal “natural” de expresión de los trabajadores. Se postuló desde un inicio al partido como expresión política de los movimientos sociales, de los indios a las mujeres, desde el pequeño propietario hasta el proletariado industrial, esto para omitir que sólo la clase obrera es capaz de dar unidad y dirección a la movilización de los explotados, en función de los objetivos históricos que le son propios -destrucción del Estado burgués, expropiación del capital. Lo contrario significa inevitablemente caer en la utopía de una “tercera vía” entre el socialismo obrero y el capitalismo. Como fuerza política consciente el PT no es un partido de clase y su dirección puso siempre un empeño particular en destacar justamente su carácter no clasista.


Durante la campaña electoral, de una manera empírica, el PT se radicalizó y para diferenciarse del PMDB se vio obligado a coquetear con una fisonomía de clase que nunca admitió. Por esto Lula orientó decisivamente su campaña en la crítica a los compromisos entre la oposición burguesa y el régimen militar. Esto desató un debate interno en el partido y una serie de sectores -encabezados por el diputado del PT, Airton Soares— plantean ahora que el error central de la campaña fue la "radicalización”. Sin embargo, toda política oportunista con la oposición burguesa y de coqueteo con la tesis de que el PMDB era el “frente democrático” de oposición a la dictadura hubiera borrado toda frontera entre el PT y la oposición burguesa. ¿Cómo fisonomizar una postura independiente sin denunciar que bajo el pretexto de la lucha por la democracia, el PDMB se basa en un compromiso profundo con la camarilla militar?


Que esta delimitación fue planteada pragmáticamente en función del voto vinculado y sin base en una línea consciente de independencia política de la burguesía lo demuestra el hecho de que la Comisión Ejecutiva Nacional acaba de publicar una nota indicando que la conducta a adoptar frente a los gobiernos de la oposición burguesa -y, en particular, sobre la participación o no en los mismos- será decidida democráticamente por las bases. La mayoría de la dirección del partido se inclinaba originalmente por una alianza electoral con el PMDB, que fue inviabilizada desde que el gobierno decretó la prohibición de coaliciones partidarias. Por esto ahora retoma la misma temática en favor de un eventual compromiso con el gobierno del PMDB en San Pablo y del PDT en Rio. Esto plantea que no existe ninguna estrategia definida y que la Ejecutiva se encuentra dividida en el punto clave de la participación o no en los gobiernos burgueses, cuestión que, desde que se inició la campaña electoral, se sabe que será el problema número 1 que el PT debía enfrentar. Este es el sentido actual, además, de la discusión actual sobre la “radicalización”.


Lula y Bitar (dirigente sindical, secretario general del PT y candidato a senador paulista) reaccionaron frente a los ataques de la derecha del partido. Bitar declaró expresamente que “no hubo radicalización del partido; denunciamos sí un pacto a nivel nacional, incluyendo la incorporación del PP al PMDB, mostramos la existencia de una oposición consentida como una alternativa de poder sin amenazas al régimen existente” (“JT” 24/11/82). Lula, por su lado, declaró la incompatibilidad entre el PT y el PDT, acusando a este último de agente de la socialdemocracia, comprometida con el imperialismo y la explotación de los países del Tercer Mundo. Son planteos progresivos si se los toma como reacción ante quienes defienden una posición de colaboración de clases y como negativa a la participación en el gobierno o los gobiernos de la oposición burguesa, lo que sería un paso decisivo en la liquidación de toda característica de independencia del PT en relación a los partidos burgueses y al Estado.


Se trata, con todo, de una respuesta empírica y no de un balance político. El propio Lula declaró, acabadas las elecciones, que “ahora la lucha de los partidos debe ser por el restablecimiento de las elecciones directas para la Presidencia de la República y (la) legalidad de todos los partidos políticos”. Esto significa que se apuesta a un desarrollo ascendente de la “apertura”, en la misma línea de la oposición burguesa, y que se privilegian los aspectos formales del proceso de "democratización”. El PT asumiría una posición “independiente”, como izquierda del operativo aperturista que es exactamente lo que se hizo hasta ahora. Pero el problema clave es salir del esquema de reacomodamientos burgueses, que es el contenido de la “apertura” y comprender que frente al impasse de la sociedad burguesa, que el agotamiento del régimen expresa, es necesario formular una estrategia de clase.


La etapa Política que se abre


Pasadas las elecciones y conocidos los resultados, ¿cuáles son las tendencias del desarrollo político en la actual etapa? Desde el punto de vista de la burguesía el problema político central en este período se concentra en la cuestión de la sucesión presidencial. El nuevo Presidente debe ser elegido en dos años y el carácter que asuma su elección es decisivo en el desenvolvimiento de la crisis interburguesa. El cuadro de este proceso sucesorio se caracteriza por el hecho de que las elecciones no tocaron el control de la camarilla sobre las palancas claves del poder. Por lo tanto se ha agudizado el peso opresivo del aparato central del Estado frente a un cordón de gobiernos opositores y a un Parlamento, también ahora con mayoría opositora, que carecen de poder real.


En este punto se plantean dos posibilidades básicas en el desenvolvimiento político burgués. La primera alternativa es que se impongan los sectores militares dispuestos a mantener bajo total control la sucesión presidencial sin concesiones a la oposición.


Un proceso sucesorio sobre estas bases, totalmente manipulado por la camarilla militar significaría de hecho la desintegración del actual proceso de convergencia y plantearía el inevitable desenvolvimiento de una polarización política.


Este es el temor de sectores enteros de la burguesía puesto que no está claro hasta donde está dispuesta la camarilla militar a avanzar en la línea de compromisos y a continuar echando lastre. De ahí que el “Jornal do Brasil” editorializara recientemente sobre la necesidad imprescindible de que Figueiredo “hable a la nación” y diga cuales son los próximos pasos y lo que el gobierno pretende, es decir, que formule un plan político que asegure la continuidad del proceso de abertura. En el mismo sentido otro editorial de “O Estado de Sáo Paulo” llamaba al gobierno a no utilizar el poder que dispone -mayoría en el Colegio Electoral- para manipular la sucesión, liquidando el proceso de composición y compromisos con la burguesía opositora. El diario paulista indicaba que la concertación es la única forma de “evitar que en 1983, se combine la crisis económica con graves acontecimientos políticos (28/11). Se plantea así la alternativa de un acuerdo con la oposición en la línea planteada por Tancredo Neves: negociar un Presidente de concertación”, para su elección por el Colegio Electoral digitado, y una reforma constitucional, también “concertada” que adapte el régimen vigente a una nueva composición de fuerzas en el poder. El stalinismo apoya integralmente esta variante junto a los sectores más propensos al acuerdo directo con la dictadura del PMDB. El diputado Alberto Goldman, dirigente paulista y vocero oficioso del PC en el partido opositor, acaba de señalar que la tarea actual es “procurar ayudar el proceso de transición, inclusive por medio del entendimiento con las fuerzas conservadoras que todavía están en el poder” (“Senhor”, 1/12/82). Con una desfachatez sin límites Goldman agregó que la elección mostró el "conservadorismo del pueblo brasileño” y que, por lo tanto, no hay por qué insistir en un tipo de oposición radical.


Si esta variante busca contornar el peligro de un abismo creciente entre la camarilla militar y el conjunto de la nación, plantea, a su tumo, una serie de problemas políticos enormes. Un pacto directo entre el PMDB y la camarilla militar en favor de un arreglo de cúpula plantea el riesgo de arrastrar a la oposición al proceso de descomposición de la dictadura (en primer lugar, rompiendo al PMDB) y de reventar su capacidad de regimentación y control del movimiento de masas.


Cualquiera de las dos variantes analizadas plantean, por lo tanto, el impasse general de la burguesía para dar una salida ordenada al agotamiento del actual régimen. La cuestión de una Asamblea Constituyente como resultado de la crisis de todo el proceso actual se presenta de esta manera como parte integral de la estructura del actual período político. Para la propia burguesía se trata de una carta de reserva frente a la eventualidad de un derrumbe del curso actual de la transición política. Sería criminal descartar de antemano la posibilidad de una amplia maniobra democratizante dirigidas a desviar las tendencias independientes de las masas que se expresarán a través de las grietas y la quiebra del orden burgués actual.


La crisis económica


Al trazar la perspectiva política es fundamental tomar en cuenta los poderosos factores de desintegración que surgen de la crisis económica actual. Lo que está planteado es la liquidación de ramas enteras del capital y un ataque realmente salvaje a las condiciones de vida de las masas, como condición para una reestructuración de la economía nacional en el contexto del descalabro del capitalismo a nivel mundial. Las presiones en esta dirección del imperialismo se han agudizado terriblemente y minan profundamente todo el proceso político de recomposición del frente burgués al interior del país. Ya en los días inmediatamente posteriores al 15 de noviembre, la cuestión pasó a un primer plano en el escenario político.


Al día siguiente de las elecciones el gobierno formalizó públicamente el pedido de socorro al FMI, negociado "en secreto” desde meses atrás, y poco después Reagan visitó el país endosando la apertura y el plan económico del gobierno. La presión imperialista consiguió que la delegación brasileña endosara los puntos de vista americanos en la reunión del Gatt a cambio de facilitar la operación financiera de salvataje de la bancarrota actual, cuando el país se encuentra formalmente insolvente. En el Congreso el senador Teotonio Vilela, ex miembro del partido gubernamental y actual dirigente nacional del PMDB acusó al gobierno de “lacayo del imperialismo” e instó a los gobernadores electos del PMDB a no asistir a ninguna ceremonia oficial con el presidente americano, lo que no fije obedecido. A su tumo, el empresario del grupo capitalista más importante del país —Antonio Erminio de Moraes— declaró que era un “vejamen” el pedido de ayuda al FMI y se negó a concurrir a las reuniones con Reagan. Pero la propia crisis no puede resolverse sin la bancarrota de amplios sectores del capi-tal. Esta es la base objetiva de las poderosas fuerzas centrifugas que operan en el frente burgués.


El gobierno, para adaptarse a las exigencias del FMI aprobó un plan de "austeridad”, de cortes en los gastos públicos, en las importaciones y en los subsidios, a lo cual se agregará en los próximos días una modificación en la ley salarial que determina el ajuste semestral de los salarios. El objetivo es extender el período de reajuste y determinar el nivel de los mismos por debajo de la inflación. Y esto con un aumento de los precio? que supera la tasa del 100 por ciento anual! Por otro lado los “sacrificios” que el gobierno reclama implicará» un aumento del desempleo, que ya se manifiesta en nuevas ondas de despidos masivos en la industria automovilística y metalúrgica. Y esto, partiendo de un cuadro nacional de más de un cuarto de la población activa desempleada o subempleada! Para las masas es la argentinización o bolivianización, en el contexto de un país que ya incluye verdaderos contingentes de miseria y pobreza comparables a las regiones más miserables del planeta. Esto debe integrarse como un elemento decisivo cuando se trata de determinar una política de clase para intervenir en la etapa que ahora se abre.


La perspectiva del PT


La actual fase política se caracteriza por las tendencias profundas al impasse del proceso político y al estallido social. Los sindicatos, revitalizados en el último periodo político por un ascenso de luchas, ocuparán un primer plano. Este debe ser el centro de la actividad política en la fase que ahora se abre. No existe un verdadero partido independiente de la burguesía si no es capaz de hundir sus raíces en las organizaciones de masas y plantear una perspectiva independiente frente a los agentes de la política burguesa.


La derrota sufrida por el PT en las elecciones es un elemento que cataliza las fuerzas centrífugas que anidan en su interior. Predomina en su dirección y en una serie de los grupos de izquierda que ocupan posiciones de primer plano, la tendencia a una mayor integración a la política burguesa. Son estos los sectores abiertamente favorables a la participación en los gobiernos burgueses y preocupados con ocupar un lugar bajo el sol de la apertura. No se preparan ni apuestan a la crisis del proceso político actual como resultado de la impasse general del capital y son, por lo tanto, totalmente incapaces de orientar a las masas con un programa y una perspectiva independiente. En la misma medida en que el PT expresa a un contingente amplio de las masas, que han estado a la cabeza del ascenso obrero que se iniciara con las grandes huelgas del ABC en 1978, el inevitable desarrollo de la crisis política llevará a una aguda lucha interna en el PT.


Sobre la base de un trabajo claro por vincularse al movimiento real de las masas, por utilizar los núcleos del PT como base para una militancia tenaz junto a los sindicatos y al combate de los trabajadores, se plantea la tarea de agrupar a todos aquellos que buscan el camino de un auténtico partido de clase de los trabajadores, por un PT obrero y de masas, por la derrota política de las posiciones favorables a la colaboración de clases con los explotadores. Es la tarea que se les presenta a los militantes revolucionarios en la etapa actual.

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