La política de los trotskistas argentinos
Por Juan Carlos Crespo (del CC de “Política Obrera” – Argentina)
(Lo que sigue son extractos del informe presentado en las sesiones del 3er. Congreso de P.O., que estuvo a cargo de Juan Carlos Crespo, miembro del C.C. y del Comité Ejecutivo, como introducción al debate del “Informe Político al 3er. Congreso”, publicado el 17 de agosto pasado).
El Informe político al tercer congreso ha sido discutido con gran amplitud en el conjunto de la organización. Su importancia radica en que plantea las caracterizaciones, pronósticos y consignas para una nueva etapa en el desarrollo de la lucha de clases y en la intervención del partido. Es un texto que oficia de "bisagra” entre dos etapas: los seis años últimos, de inauditos sacrificios, 'en que las filas revolucionarias crecieron pero, por sobre todo, se forjaron en la dureza y fidelidad a las ideas revolucionarias. Y el nuevo periodo, en que se plantea un desafío tan complejo como el anterior: unir la acción directa de las masas con las grandes maniobras políticas que plantea la "institucionalización”, prohibida por la burguesía y el imperialismo.
Del Informe hasta aquí han transcurrido tres meses. Corresponde preguntamos si sus posiciones han atravesado airosa- . Mente este pequeño periodo. Dijimos en su momento que existía una tendencia al colapso de la dictadura militar (el propio gobierno plantea modificar el régimen político) pero que la burguesía, con la indicación explícita del imperialismo, había puesto en marcha una maniobra de gran amplitud, la "institucionalización”. La crisis, aún sin solución, dentro de la burguesía, terminó por inviabilizar al régimen militar comprometido con el fracaso económico y responsable de un desastroso choque con el imperialismo. Esto obligó a una legalización concedida de los partidos burgueses y a un plan que prevee un próximo régimen constitucional de características inciertas. El propósito es primero potenciar a los partidos burgueses para que 'éstos trabajen para el desvío de la movilización, subordinando las reivindicaciones sociales y democráticas a la promesa del voto, explotando las ilusiones y la confusión de un amplio sector de las masas. Segundo preparar la cesión del poder político a esos partidos como garantes de la continuidad de la casta de oficiales y de los compromisos con el imperialismo.
Se trata de una contraofensiva de los explotadores que busca poner un límite al proceso de descomposición actual y reestructurar al Estado burgués. Se trata de una maniobra tremendamente vasta, que se deriva del hecho de que los partidos burgueses y obrero oportunistas se organizan de acuerdo a este proceso y de que el proletariado no tiene aún dirección política como para revertir la “institucionalización” tomada en su conjunto. Definimos nuestra tarea considerando la maniobra abierta y llamando a intervenir en el terreno planteado por la burguesía pero vigilando atentamente el desarrollo del movimiento de las masas por lo agudo de la crisis. En este sentido conviene acudir al Informe… “El equilibrio sobre el que reposa la estabilidad del Estado se ha quebrado con el retroceso fantástico de las fuerzas productivas, la derrota militar y la movilización política de las diversas clases sociales. No sólo están presentes las precondiciones de una situación revolucionaria (estancamiento y disolución de la economía, impasse política generalizada) sino también algunos de los elementos de esa situación propiamente dicha: aguda división en las filas de los explotadores, desesperación en todas las capas populares, tendencia incipiente pero efectiva del proletariado a revertir el re-flujo y pasar a la acción directa y los métodos revolucionarios de lucha” (p.2).
Desde entonces hasta ahora se ha acentuado la tendencia a la intervención de las masas —Marcha por la Vida, por la Resistencia, huelga general del 6 de diciembre— y ha terminado por revelarse como todo un acierto del Informe… Sostener la vigencia de la consigna de "abajo la dictadura” como así también la de preparación de la huelga general por tiempo indeterminado, (es del caso recordar que, en su momento, el planteo por la huelga general fue considerado como apresurado por una franja del partido).
La "'institucionalización" en crisis
La maniobra "institucionalizadora” se da en medio de una crisis colosal y de una tendencia al agravamiento de la crisis económica. La situación oscila hoy entre la hiperinflación y la bancarrota formal de una gran parte de la burguesía. El gobierno Bignone intentó hacer frente a la crisis por medio de una operación de rescate del capital a costa de un brutal empobrecimiento de las masas y de un recorte limitado a los superbeneficios de la banca -reducción del margen de beneficio entre depósitos y préstamos bancarios—. Pero por cada peso que puso la banca el Estado puso tres; haciéndose cargo de la mayor parte de la deuda externa a través de los seguros de cambio y pagando colosales beneficios por el ingreso de dólares desde el exterior (swaps). Estas concesiones se convirtieron en un factor fundamental de hiperinflación: se cortaron los créditos internos a la producción y se planteó la perspectiva de quiebras generalizadas.
De aquí que el gobierno Bignone no sólo no ha podido restablecer la unidad del frente burgués, sino que ha acentuado su división. Para un amplio sector de la burguesía industrial el plan no representa una vía de reactivación del mercado interior y no se resuelve la cuestión de su sobrevivencia. El acuerdo con el FMI y la refinanciación de la deuda externa con la banca internacional impone un plan de "estabilización” basado en una colosal privatización de empresas, el corte de los créditos internos y una mayor caída de salarios. En definitiva una liquidación de los bancos e industrias que la crisis ha tomado inviables. La alternativa a esto sería un enérgico ataque al imperialismo, a partir de una virtual moratoria de la deuda externa y, el control de precios, alternativa que la burguesía es incapaz de encarar. La resultante es una violenta agudización de la crisis económica y de la lucha de clases.
El desarrollo de la crisis hace que el propio plan político de la dictadura se encuentre en franco agotamiento. ¿Cuáles son las perspectivas de la situación? Podemos señalar tres grandes variantes. Que por medio de una serie de maniobras se logre ir encarrilando la situación y se llegue a la entrega del poder a un gobierno burgués débil, formado por algunos sectores de la Multipartidaria. Este gobierno será el encargado de aplicar los planes de "austeridad" dictados por el FMI y daría lugar a una nueva fase de grandes luchas, cuyo resultado dependerá de la relación de fuerzas entre los dos colosos en pugna: el imperialismo y la clase obrera.
Que se produzca el colapso de la dictadura. Contra los oportunistas de todo pelaje nosotros afirmamos que existe la posibilidad de este colapso. Cierto es que, dado el débil desarrollo del partido entre las masas, ese colapso no va a llevar al gobierno a la clase obrera, y que, casi seguramente, la Multipartidaria como bloque se ofrecerá como salvavidas del Estado. Pero estaríamos en presencia de un gobierno súper débil, enfrentado a la disgregación del Estado y a una violenta agudización de la lucha de clases.
Una variante es que este colapso se produzca como resultado de una acción de las masas, es decir que la dictadura sea derrocada. Difícilmente, por su desestructuración, sea la clase obrera la depositaría inmediata, del poder. Pero se abriría paso una explosión democrática, un resquebrajamiento decisivo del aparato represivo, acercándonos enormemente a la revolución proletaria. Las elecciones anticipadas constituyen precisamente, la maniobra final para impedir esto último v salva do burgués y a la camarilla militar.
De distintos modos, está planteada la perspectiva de un gobierno democratizante para sobrellevar el colapso de la dictadura. Como sostiene el Informe… “sería una imperdonable ceguera excluir una alternativa de este tipo, a partir de la ley general que establece la inviabilidad del régimen presentativo en periodos de crisis económica de características históricas. Es olvidar la función de un gobierno democratizante en periodos de crisis, a saber, desmovilizar a las masas con ensueños reformistas. Como lo enseño Trotsky la impotencia del kerenkismo o del frente popular se hace patente allí donde existe un poderoso partido revolucionario, pero puede ser un poderoso factor de contención cuando este requisito no está presente. Además de cumplir su propia función desmovilizadora y, eventualmente, fortalecerse, gracias a ello, mediante una alianza con la camarilla militar de tumo, un gobierno democratizante puede servir como salida momentánea a la crisis y para permitir la ulterior salida golpista" (p.l3).
La clase obrera aún no intervino a fondo
Un poderoso factor de retraso en la gestación de una situación revolucionaria es la aún débil intervención del movimiento obrero. Las direcciones sindicales no están corridas físicamente por las masas como fue en el caso del "cordobazo". Es la ausencia de una gran intervención de la clase lo que limita el desarrollo de la crisis y nuestra propia potenciación. Es esto lo que explica, hasta cierto punto, el catapultamiento de un Alfonsín, a caballo de un principio de realineamiento en las capas medias, por referencia al peronismo.
(El fenómeno "alfonsinista” es un intento relativamente audaz de explotar la declinación del peronismo y su aguda división interna. Se daría la posibilidad inédita de una derrota electoral del peronismo.
El interés del imperialismo en una variante de este tipo, estriba en que el peronismo continúa sometido a la presión sindical y en que no ha aportado ningún liderazgo capaz de tomar las banderas de "privatización", "apertura económica" y asociación con el gran capital financiero internacional.
El "alfonsinismo" se declara empeñado en crear un nuevo "movimiento histórico”, planteo en el que se percibe el afán de llenar el vacío de poder dejado por la dictadura y, en general, la debilidad política estructural de la burguesía argentina.
El ascenso del "alfonsinismo" tiene mucho de común con el fenómeno del "frondicismo" en 1957-58. La pequeña-burguesía democrática trata de establecer su dirección política, en sustitución del liderazgo de Perón en aquel momento, y en reemplazo de ese liderazgo ahora.
Alfonsín fue catapultado por el imperialismo, en oportunidad de la guerra de las Malvinas, cuando se lanzó a una campaña para el reemplazo inmediato del régimen militar. Con esto se colocó como un elemento dispuesto a insertar el proceso “democratizante" en una renegociación con el imperialismo yanqui.
Es evidente que cuenta con un gran apoyo financiero, que le está permitiendo realizar una campaña muy costosa. Por los "equipos económicos" que lo rodean se puede ver claramente su vinculación con la burguesía industrial y con el gran capital bancario con intereses en la exportación industrial. Desde el punto de vista económico, el alfonsinismo expresa la tendencia de "endeudamos, pero para invertir", que es la línea general del imperialismo, pues plantea una depuración y una reactivación de todo el sistema financiero. No es para nada casual que el nuevo embajador argentino en Washington y varios notorios funcionarios de la primera hora de la dictadura, se hayan incorporado al "alfonsinismo". Lo ven como una tendencia "modernizante", es decir, partidaria de impulsar la renovación del parque industrial y, por lo tanto, de profundizar la integración con el imperialismo.
El "alfonsinismo", sin embargo, ha provocado una crisis mayor en la UCR -ha reducido la gravitación de la mayoría de su dirección, partidaria de un entendimiento estratégico con el peronismo. De ahí que muchos vean este fenómeno como un factor de debilitamiento de las estructuras políticas burguesas, y no como un remedio de ello. El alfonsinismo tiene un parecido con el belaundismo peruano, cuando éste surgió en 1960-62. Es muy probable que su ciclo sea corto, si la profundización constante de la crisis pone al proletariado compactamente en la primera fila de lucha. El alfonsinismo no logró crear ninguna atracción en la clase obrera).
Retomo El desarrollo de la actual situación tiene rasgos que la diferencian del período de la "libertadora", con la clase obrera (desde un punto de vista físico) a la cabeza de la resistencia y la clase media que recién salía del embanderamiento con el gorilismo. También, del período abierto con el "Cordobazo”, en el que la pequeño burguesía se alinea masivamente contra la dictadura a partir de 1972, y es el movimiento obrero en particular a partir de 1969 el gran protagonista de la lucha previa.
Es para nosotros un problema decisivo orientar al proletariado para estructurar un ascenso obrero. Y aquí juega un primer papel la organización de la lucha salarial, que es el centro de las preocupaciones de la clase frente al intento de postrarla en la miseria social más absoluta. La tendencia actual de la economía y la política burguesas tienen que llevar a los oprimidos a la exasperación. La agitación y organización por el mínimo de 10.000.000 de pesos, el aumento salarial y la indexación del salario es el camino por el que va a avanzar la estructuración de la clase y preparar su ingreso como primer actor de la escena política.
Es un hecho que a partir de las reivindicaciones obreras pero también de diversas capas de la población (movilizaciones contra los impuestos) se ha venido dando una tendencia a huelgas y manifestaciones callejeras que, por el abismo existente entre los reclamos de las masas y lo que están dispuestos a dar los explotadores y el gobierno militar, plantean la perspectiva de la huelga general. ¿Cómo llegar a ella y asegurar su victoria? Se plantea la cuestión de los comités de fábrica, elegidos en asamblea, para reclamar y organizar la huelga general.
La cuestión de los comités de fábrica se liga al problema de la tremenda desorganización de la clase obrera, si se tiene en cuenta que el 80 por ciento de las fábricas carecen de una real organización.
La consigna de la huelga general debe ser usada de un modo propagandístico y debe acertarse con ella en la agitación, en los momentos de grandes virajes. El paro del 6, la crisis política provocada por la Marcha de la Multipartidaria y la inminencia de una huelga ferroviaria planteaban una situación de este tipo. El gobierno y la CGT de Azopardo la bloquearon, pero sobre bases extremadamente precarias. Se habla de una tregua de dos semanas.
Los comités de fábrica importan también por su función en una huelga que puede adquirir un carácter político de masas.
“Los comités de fábrica constituyen la conexión clásica entre la huelga general —dice el Informe… p.15— y la insurrección. Sólo así se aborda seriamente la cuestión de la huelga general, pues ésta, librada a sí misma, sin capacidad de pasar a la insurrección está condenada a la derrota o a ser entregada por la burocracia a cambio de ‘concesiones* que eviten la caída de la dictadura".
Pero no se trata de convertir a esta consigna en una receta: "una agitación sobra la base de la consigna de los comités de fábrica no puede prosperar si tiene el carácter de un esquema y si no toma en cuenta los conflictos parcializados, locales y fabriles como puntos de apoyo para construir esos comités… Deberemos impulsar su surgimiento sobre la base de las consignas incluso más modestas, pero sentidas, porque objetivamente se proyectarán como engranajes de la organización del conjunto de la clase en la perspectiva de la huelga general".
La gran tarea de la hora de los revolucionarios
Ha sido repetido hasta el cansancio en el que el partido tiene que explotar a fondo todas las formas de trabajo legal, como un medio para llegar a una masa más amplia de los trabajadores. Pero debemos preguntarnos: ¿se ha comprendido a fondo esta cuestión? En una serie de debates se han volcado posiciones quedantistas, conservadoras sobre este punto. Si prevaleciera esta tónica, que reflejan los seis duros años de militancia clandestina, en un periodo en el que la burguesía y el imperialismo intentan una maniobra de amplitud que hemos caracterizado, corremos el riesgo de liquidar el riquísimo trabajo político hecho bajo el “sexenio infame”. Este debate tiende a reproducirse en cada momento político. Mañana, cuando esté planteada la insurrección armada, es posible que tengamos que polemizar con posiciones que se aferren al juego del parlamentarismo burgués y se tratará entonces de liquidar todo desvío hacia el cretinismo parlamentario. Se trata de homogeneizar al partido como un sólo hombre para actuar con el máximo de energía y audacia de modo de conquistar un auditorio de miles y millones de trabajadores. Esto es fundamental. Si no somos terriblemente conocidos en un período de aguda descomposición del estado y de quiebra del partido burgués que ha disciplinado hasta aquí al proletariado, corremos el riesgo de perder una oportunidad histórica para la implantación de los revolucionarios en el seno de las masas. Esta conciencia es lo que explica que el PC se ha-ya volcado con todo al trabajo legal, para enderezar hacia una nueva alternativa contrarrevolucionaria a los trabajadores que rompen con el peronismo. Debemos comprender que las masas deben apreciar las agudas diferencias entre nosotros y el resto de corrientes que se lanzan a capitalizar esta quiebra y la realidad de hoy es que ni siquiera los activistas diferencian acabadamente a las distintas variantes de la "izquierda". Quien se contente con el estrecho auditorio que concede el trabajo clandestino o semiclandestino en esta etapa, está perdido.
La legalidad burguesa no significa un estadio superior para los revolucionarios sino un medio para conquistar un auditorio de masas. Esto parte del hecho que la legalidad no es una concesión graciosa del régimen sino el fruto de su propia des-composición y de la intervención de las masas en su crisis. Por eso los revolucionarios, a diferencia de los partidos burgueses y contrarrevolucionarios que se adaptan a un "proselitismo con cadenas", no subordinamos la acción directa de las masas a las exigencias legales. Es para nosotros una oportunidad para ampliar la agitación revolucionaria. Aún en la perspectiva más conservadora: aquella en que se llegue a la "institudonalización” y de allí surja un gobierno burgués débil, la perspectiva de que el partido tenga una intervención de peso depende de la audiencia obtenida en el seno de las masas.
(Se explican a continuación las tareas planteadas para la obtención de la legalidad y las implicancias políticas y organizativas de cada una de las fases a encarar).
La batalla por la legalidad por un partido obrero de masas es crucial, cuando todos los partidos libran una batalla en el terreno legal y, eventualmente, con vistas a las elecciones.
Podríamos no aceptar el desafío (con el argumento de que aceptar las condiciones impuestas por esa legalidad -el fichaje de la planilla de afiliados por el régimen y sus servicios— equivalen a una capitulación político-organizativa), pero de prosperar el desvío "institucionalizador" se debilitaría nuestra intervención para el próximo período de luchas revolucionarias. El fichaje del régimen debe ser esquivado, en todo lo posible, por medio de la astucia. Debemos recordar la importancia de la intervención electoral de los bolcheviques en 1912, que significó la llegada al parlamento burgués de una serie de revolucionarios. Esto ayudó a consolidar la fisonomía del partido de Lenin en el seno de las masas y lo dotó de una voz poderosa en la nación, pavimentando el triunfo revolucionario en las jomadas de 1917.
La legalidad no pasa sólo por la prensa y los locales sino, y esto es fundamental, por la creación de dirigentes de masas. Y aquí surge el planteo de compañeros que se resisten a jugar este papel y lo consideran un mero problema técnico, de asignación de funciones en uno u otro terreno. Llegamos así a la peor de las combinaciones: un partido legal… con dirigentes subterráneos. NO. Se trata de convertir en dirigentes de la clase reconocidos abiertamente a aquellos que han mantenido en cada lugar de trabajo la tradición revolucionaria a lo largo de los últimos años, y que tienen la capacidad para hablar claramente en nombre del partido.
Un partido que debe crecer por lo que hace
Hemos dicho que el contenido de la lucha por la legalidad es la puesta en pie de un partido obrero. Este planteo está determinado por la emergencia de una respuesta política a la necesidad del proletariado de conquistar su independencia política en todos los terrenos. Pero no podemos referirnos a un partido obrero en abstracto. La lucha planteada aquí y ahora es por la legalidad para los revolucionarios desde el momento que no estamos en la fase culminante de la tendencia a la construcción de un partido obrero de masas.
La tarea de construcción del partido obrero, en este sentido, tiene dos alternativas. Una, que junto con el ascenso de la clase obrera se desarrolle un poderoso movimiento clasista. La tarea del Partido Obrero en este caso será poner en pie este movimiento y dotarlo de una perspectiva política revolucionar ría. Otra, que el Partido Obrero sea sólo la expresión del desarrollo político y crecimiento de nuestra organización. En esta variante, en el caso de un poderoso crecimiento de PO, no se habrá erigido aún un partido obrero de masas pero el único punto de partida posible para desarrollarlo será a partir de la implantación lograda por PO en la clase obrera y los trabajadores.
Va de suyo que en cualquiera de los dos casos está planteada la incorporación del mayor número posible de compañeros al partido revolucionario, condición para el desarrollo de un Partido Obrero revolucionario y de masas.
¿Cuál debe ser la conducta del Partido Obrero frente a las corrientes que se reclaman de la izquierda? La situación política planteada por la descomposición de la dictadura plantea dos grandes alternativas en este campo. Una es el apoyo a las maniobras de la "institucionalización”, profundizando el so-metimiento a la burguesía (en esto ha entrado la mayor parte de la izquierda argentina: PC, Montos, MAS). Otra es el combate contra la "institucionalización", contra los intentos de expropiar la lucha de las masas y acentuar su confusión. En definitiva trabajar para que la lucha obrera y popular se desarrolle a fondo.
La gran opción es colaboracionismo de clases versus Partido
Obrero Ante esta disyuntiva, la gran mayoría ha seguido su vieja tradición, repitiendo la historia que ha llevado al fracaso y la derrota del proletariado. Una minoría, por el contrario, se ha sumado a la construcción de una alternativa obrera independiente pero es un hecho que existe una tendencia real en la clase obrera en la misma dirección. Se expresa en el desarrollo y resurgimiento de las corrientes antiburocráticas y deberá desarrollarse en escala geométrica si se profundiza el ascenso obrero. Nuestro deber es explotar a fondo esta tendencia, planteando la necesidad de un partido de clase y convirtiendo al Partido Obrero en un organizador sistemático de movimientos clasistas y en campeón de la lucha por la democracia.
El camino es un enérgico trabajo práctico en dirección de las masas. Crecer por lo que se hace. La alternativa de cortar camino por la vía de acuerdos de izquierda sobre bases confusas y de conciliación con la burguesía y la dictadura no tiene futuro: bloquea un gran trabajo de masas y es fuente de escisiones desmoralizantes. Se trata de ganar a los cuadros de los partidos colaboracionistas a nuestras posiciones mediante .el trabajo práctico y la confrontación de posiciones políticas.
Lo que hoy está planteado es una intensa batalla política contra la burguesía "democratizante” y sus aliados de la izquierda, condición para ganar centenares de cuadros honestos y combativos provenientes de esas organizaciones. Mañana, un sector de la burguesía puede apelar a la construcción de un "frente de izquierda”, es decir un frente de colaboración de clases bajo dirección burguesa. El partido Intransigente, el PC los focos, pueden constituir la base de una maniobra de este tipo. Contra esta perspectiva debemos plantear el Partido Obrero, la necesidad de una posición independiente de clase y la construcción de un Frente Revolucionario Antiimperialista que haga prevalecer las posiciones revolucionarias
Una revolución en los métodos de trabajo
Hemos propuesto, como forma de organización del Partido Obrero, la estructuración de núcleos por frente dirigidos por un secretariado. Estos núcleos significan, de hecho, una nueva modalidad en la asimilación de nuevos cuadros, en los que el aprendizaje se hará a través de la penetración abierta en el seno de las masas junto a la formación política sistemática (cursos). Esto requiere un avance colosal en la especialización del trabajo, la estructuración de secretarías con funciones formalmente definidas y la rendición rigurosa de cuentas.
Debe tomarse en cuenta que la construcción de un partido legal de masas atraerá a cientos de compañeros y multiplicará a gran escala los problemas de intervención. Si no se impone un cambio de metodología, la perspectiva es la anarquía del trabajo político y una dispersión de esfuerzos de los recursos militantes volcados a las nuevas tareas.
Si se sigue la tendencia planteada en el momento actual y el partido asume el desafío del trabajo legal no es aventurado pronosticar un gran crecimiento (esto ya ha comenzado a ocurrir en los últimos dos meses —ver intervención de L. Saldías sobre informe de actividades en PO Nro. 335). La condición es asumir los grandes sacrificios planteados para conquistar la legalidad, que la burguesía no va a conceder de buena gana. El ejemplo reciente de la concentración de la Multipartidaria debe servimos de advertencia. La dictadura armó una provocación contra nuestro partido acusándonos del “desborde” sobre la Casa Rosada.
Hacia una situación revolucionaria
Se aproximan momentos que nos pueden acercar al “banco de prueba" de los revolucionarios: la revolución proletaria. Final-mente, toda la lucha de los militantes que se identifican con el bolchevismo no es otra cosa que un aprendizaje para la revolución. Para las jornadas que se avecinan contamos con un dato a favor: el desarrollo, creciente del partido en la vanguardia obrera. Viene al caso apelar por última vez al Informe… “un rasgo fundamental de la presente situación política, esto por referencia a la de otros países que pasan por una situación similar de crisis económica y política, o por referencia a la propia situación argentina en el momento de la crisis del onganiato y la irrupción del “Cordobazo”, es la presencia de nuestro partido revolucionario, pues él interviene activamente, aunque en una escala aún insuficiente, en la evolución política de los trabaja-dores y del conjunto de la situación política. Nuestro partido revolucionario se ha estructurado en base a una teoría revolucionaria actualizada a la experiencia histórica mundial (programa de transición, elaboración activa de las tesis de la revolución en la polémica con el centrismo, tanto del país como del extranjero)' ha pasado por la prueba político organizativa del enfrentamiento a la represión dictatorial, ha acertado con sus pronósticos consignas y métodos de intervención en todo el proceso de desarrollo y descomposición de la dictadura, y ha sabido abordar desde un ángulo revolucionario su intervención en todas las formas del movimiento de resistencia de las masas Se ha dado el hecho político fundamental, y decisivo para la construcción de un partido proletario, de que ningún acontecimiento ni viraje de la lucha de clases a dejado de contar, sino con nuestra dirección, al menos con nuestra influencia”. Con este capital entramos a la nueva etapa.