Los coletazos de la crisis de Parmalat golpearon a numerosos países de la periferia. La casa matriz, intervenida por el gobierno italiano, se desembarazó de sus filiales, vendiéndolas con extrema celeridad. Estos traspasos, a las apuradas, en muchos casos a precios irrisorios, han despertado la sospecha, por cierto fundada, de que han tenido un carácter fraudulento. Por esta vía, la casa central descargó toda la crisis en las naciones afectadas, y en primer lugar sobre las espaldas de los propios trabajadores. Parmalat hizo lo que ya habían hecho el Santander, el Bilbao Vizcaya, la Banca del Lavoro o el Citibank. Cuando se trataba de llevarse las ganancias y girar las utilidades consideraron a las sucursales como parte de una misma unidad económica con la casa matriz. Cuando llegó el default, se lavaron las manos y dejaron a las sucursales libradas a su suerte.
Como parte de este proceso, el 17 de diciembre de 2004 Taselli se hizo cargo de Parmalat Argentina, comprando la sucursal por un euro (¡I). Taselli es un conocido empresario vaciador. El vaciamiento fue la tarea que ejecutó en la productora de carbón Río Turbio, el Ferrocarril San Martín y la metalúrgica Altos Hornos Zapla. Operó de la misma forma en todos los casos: se apropió de las empresas en crisis por un precio vil, usufructo los subsidios o beneficios económicos del Estado, se guardó en el bolsillo los fondos que debían ser aplicados a inversiones, mantenimiento y seguridad, y atacó a los trabajadores y promovió despidos masivos. Al final de su gestión, quedaba un tendal de deudas y empresas descapitalizadas y fundidas.
El precio mayor de este manejo lo pagaron los trabajadores. Catorce mineros del Turbio murieron como resultado del abandono en que se encontraban los socavones luego de la gestión de Taselli. Recientemente, dos obreros de Altos Hornos Zapla fallecieron por la falta de inversiones imprescindibles en materia de seguridad industrial.
Consecuentemente con ello, lo primero que hizo Taselli con Parmalat fue presentarse a concurso. Presentó un plan para convertirla en una procesadora de leche en polvo, para lo cual solamente necesita un 30% del personal de producción.
En la medida en que Parmalat contaba con 1.200 trabajadores, esto implicaba despedir a 840 compañeros.
El plan de Taselli se vio frustrado por la lucha de los trabajadores.
Luego de seis meses de lucha encarnizada, los trabajadores de Parmalat pararon los despidos e impidieron que se les aplicara una rebaja salarial y se desconociera el convenio. Sólo un sector minoritario, proveniente fundamentalmente del sector de administración, optó por el retiro voluntario. Acaba de firmarse un acta que legitima este acuerdo.
Taselli no escatimó recursos para derrotar a los trabajadores: apretadas, intimidaciones, despidos, represalias económicas, no pago de los salarios, agresión física, un asalto con armas de la planta de Carapachay (donde funcionaba la logística de la empresa), que venia siendo ocupada por sus trabajadores. Todo fue en vano frente a la resistencia aguerrida y obstinada de los compañeros de Parmalat. Marchas, movilizaciones, agitación, recorridas incansables de lugares de trabajo y estudio en las que se recabó la solidaridad con la huelga; fondo de huelga y, en primer lugar, la ocupación de la planta.
El acuerdo firmado es el primer capítulo de una batalla de mayores proporciones. Los planes de Taselli son incompatibles con los niveles salariales actuales y más aún con los 1.200 puestos de trabajo. Lo que está en discusión, y va a colocarse al rojo vivo en un futuro bastante próximo, es sobre qué bases debe ser reorganizada Parmalat. Está claro que Taselli prepara un verdadero desmantelamiento. Frente a ello, los trabajadores tienen que oponer una salida que privilegie sus intereses, lo que pone sobre el tapete la lucha por la expropiación y la gestión obrera de la empresa.
No hay ninguna razón fundada que justifique el derrumbe de este centro industrial. Parmalat es una empresa viable. Su rama industrial está en expansión. Existe un mercado y una demanda insatisfecha para la amplia y variada gama de productos de Parmalat. El obstáculo, por lo tanto, no proviene de la parte laboral sino de la gestión capitalista.
Conscientes de la nueva etapa que se inicia, los aguerridos compañeros de Parmalat han aprobado una serie de incitativas de acción: mantener la salida del boletín de huelga, impulsar la formación de una tendencia a escala de todo el gremio, y mantener la campaña por el fondo de huelga. La CRCI, en la reciente reunión de su Comité Ejecutivo Internacional, ha aprobado plegarse a esta iniciativa y ha lanzado una campaña internacional en apoyo a los compañeros.