Estados Unidos: General Motors amenaza con 25.000 despidos


Las perspectivas de un contraataque de los trabajadores automotrices


El 6 de junio, el presidente y director ejecutivo de General Motors (GM), Rick Wagoner anunció a la reunión anual de los tenedores de acciones de GM que la compañía cerraría plantas y eliminaría puestos de trabajo hasta 2008. Dijo que GM debía reducir les costos laborales, preferentemente con el acuerdo de Trabajadores Automotrices Unidos (UAW), o unilateralmente si la dirección sindical se negara a cooperar. Solicitó que los costos de obra social, tanto de trabajadores en actividad como de jubilados, fueran reducidos.


El “discurso duro” de Wagoner fue, en parte, una impostación ante los tenedores de acciones insatisfechos con la declinante participación de GM dentro del mercado automotriz norteamericano, las ganancias en baja y ios precios de las acciones en picada, así como ante los prestamistas alarmados parque las más importantes agencias de calificación acababan de bajar la calificación de los bonos de GM y Ford al status de “basura”.


 


Las “tres grandes” compañías automotrices norteamericanas (GM, Ford y Chrysler; ahora DaimlerChrysler) han estado perdiendo participación en el mercado, en beneficio de Toyota, Honda, y otras compañías japonesas y (en menor medida) europeas: Las “tres grandes” han intentado atraer a los compradores con descuentos muy importantes, para luego cambiarlos en el futuro por “SUV” (vehículos deportivos/todo propósito) y camionetas. Estos últimos brindan grandes ganancias, pues se producen atornillando varias cajas de metal en chasis y trenes de transmisión de camión, que no han cambiado demasiado en los últimos cincuenta años.


 


Esta estrategia está fracasando, en tanto la§ compañías japonesas han comenzado a construir sus y camionetas, mientras los precios del petróleo se han duplicado en los últimos dos años, tornando menos populares los vehículos que consumen demasiada gasolina.


 


El discurso de Wagoner fue en parte una toma de posición ante las negociaciones del convenio entre la UAW y GM en 2007. Las patronales automotrices todavía esperan recuperar participación en el mercado y rentabilidad, reduciendo costos. Wagoner ha amenazado con graves consecuencias si la UAW no otorgaba concesiones. Los dirigentes de la UAW se negaron “valientemente” a reabrir las negociaciones de los contratos automotrices para realizar concesiones, pero señalaron su voluntad de realizarlo en el futuro, diciendo que “entendían” los problemas de GM y que estaban predispuestos a discutir soluciones.


 


Pero, principalmente, el discurso de Wagoner fue una declaración acerca de hacia dónde pretende ir GM, si los trabajadores automotrices lo permiten. La excesiva capacidad internacional de producción automotriz, la crisis capitalista en general y la arrogancia, estupidez y avaricia de la empresa están forzando a GM a convertirse en una compañía más pequeña. GM es una parte demasiado grande del capital norteamericano como para quebrar o ser comprada en el corto plazo. Pero, en un intento de colocar un almohadón para amortiguar la caída de las ganancias, GM pretende dejar caer el martillo sobre la cabeza de los trabajadores.


 


Empresas vaciadas


 


Mientras las “tres grandes” reducen los puestos de trabajo, la mayoría de los trabajadores más antiguos se aferrará a la mayor parte de sus pensiones y otros beneficios jubilatorios; pero los empleos de los que se retiran están menguando, y los puestos que quedan están degenerando. La tendencia es hacia empresas vaciadas, donde la compañía fachada maneja el diseño y el marketing, y las compañías proveedoras que pagan pésimos sueldos realizan todo el proceso de manufactura, con excepción del ensamblado final. Incluso en el ensamblado final, algunas partes pueden ser instaladas por proveedores externos.


 


Las compañías automotrices norteamericanas han intentado durante mucho tiempo lograr una disciplina “japonesa” en las plantas, a través de “equipos” de colaboradores de clase, y una eficiencia “japonesa” a través de sistemas de inventario “justo a tiempo” y otras medidas. Las “tres grandes” también van hacia el modelo corporativo japonés, reduciendo la compañía central y tercerizando gran parte de su producción.


 


Las compañías proveedoras están compuestas en su mayoría por jóvenes, mujeres y trabajadores que pertenecen a minorías, mal pagados y a menudo con contratos de corto plazo. Los inmigrantes, incluyendo los “ilegales”, son contratados cada vez más por los proveedores tercerizados, como es el caso del proveedor “Industrias Mexicanas” de Detroit, ahora en bancarrota. Esta estrategia se desarrolla por medio de las tercerizadas de GM y Ford, Delphi y Visteon. Estos proveedores están reduciendo aún más los salarios o poniéndose a la venta por partes a otros proveedores.


 


Mientras los empleos se van a otro lado, los trabajadores más antiguos han sido, hasta ahora, pasados a retiro sin que el recorte sea tan grande como para hacerlos pelear. El peso se descarga en los futuros trabajadores, quienes ocuparán los mismos puestos de trabajo por la mitad del sueldo, ahora en compañías proveedoras.


Los trabajadores más jóvenes y los más viejos están tomando cada vez mayor conciencia de la estrategia de la compañía. Pronto se llegará al punto en el que las “tres grandes” recorten lo suficiente entre los trabajadores más viejos como para hacerlos luchar junto a los jóvenes trabajadores de autopartes.


 


Muchos trabajadores de auto-partes están listos para luchar ahora. El último verano, una planta de Visteon en Indiana, representada por la Unión Internacional de Trabajadores Electrónicos (IUE), una división de Trabajadores Norteamericanos de la Comunicación (CWA), utilizó carneros para romper una huelga entre golpes de puño y autos volcados. Hubo fuerte evidencia de que algunos carneros habían sido traídos en ómnibus desde cárceles de Michigan. La derrota llevó a que los jornales de los nuevos contratos cayeran a 10 dólares la hora, menos de la mitad de lo que se pagaba cuando Visteon era todavía parte de Ford.


 


Este es el futuro para los trabajadores más jóvenes de las automotrices norteamericanas si las compañías logran su cometido. Cuando DaimlerChrysler vendió una planta a Metaldyne, los empleos de 26 dólares por hora bajaron a 16 dólares. No hay dudas de que los nuevos contratados perderán una gran fracción incluso de eso.


 


Obra social de los jubilados


 


La noticia más importante, desde el anuncio de los despidos, es la amenaza de GM de eliminar el seguro de salud de los jubilados. Podría decirse que esto es legal en los Estados Unidos, porque a las empresas se les requiere negociar sólo los beneficios de los trabajadores activos, no de los jubilados, una movida tan drástica, sin embargo, involucraría seguramente algún tipo de huelga de la UAW e incluso medidas de acción directa por parte de jubilados enfurecidos, y sería demasiado impopular para el público y los políticos norteamericanos, ya disgustados con GM.


 


Es más probable que GM esté amenazando con usar este agujero legal para causar un efecto de shock. GM espera que entonces la UAW acepte una reducción menor en el seguro de salud de los jubilados pero también una mayor cantidad de concesiones en otros beneficios y pagas, tales como la asignación por costo de vida. Esto a pesar del convenio existente de la UAW, culminando en salvajes reducciones en el contrato de la UAW en 2007.


 


Las concesiones previstas en el seguro de salud de GM son demasiado complejas como para tratarlas con detalle en este artículo. El cuadro de conjunto en los Estados Unidos es que al menos 45 millones de personas no tienen seguro de salud. Los sindicatos y otras fuerzas progresistas piden un sistema nacional de salud, algo que, entre las potencias capitalistas del G7, sólo le falta a los Estados Unidos. Mientras tanto, GM (durante largo tiempo la primera corporación industrial de los EEUU), y la UAW están planeando un retroceso en el seguro de salud. Antes la UAW solía mostrar el camino a todos los trabajadores norteamericanos en la conquista de nuevos beneficios. Ahora muestra el camino de la entrega del terreno conquistado.


 


¿Huelga en GM?


 


La falta de una respuesta de lucha por parte de la burocracia de la UAW a los despidos y a las amenazas al seguro de salud es tan pusilánime que incluso la prensa capitalista liberal, como el New York Times, se pregunta en voz alta si la UAW realizará alguna huelga. Los ‘90 vieron importantes huelgas en la GM en torno a temas que incluían puestos de trabajo, salud y seguridad. La huelga más importante fue en Flint, Michigan, en 1996, liderada por el presidente de la UAW Local 599 y líder del movimiento reformista, el recientemente fallecido Dave Yettaw.


 


Pero hoy la principal queja de la dirección de la UAW es que los planteos de la GM no han sido presentados con suficiente detalle.


 


En las entrevistas de los medios masivos de comunicación los trabajadores más viejos de la GM han dado respuestas pasivas, asumiendo que la UAW les asegurará un aterrizaje sin sobresaltos. En la izquierda del espectro de trabajadores de GM hay un puñado de socialistas revolucionarios, pero no suficientes como para conformar un “ala” revolucionaria de los trabajadores automotrices dentro de la UAW, incluso si los revolucionarios se pusieran de acuerdo entre ellos.


 


Por lo tanto, para señalar una muestra lo suficientemente amplia de trabajadores de orientación similar, ilustrativa de la vanguardia en su conjunto, tenemos que enfocar a lo que se conoce como el movimiento “reformista” de la UAW. Los “reformistas” ponen el énfasis en los reclamos de democracia interna y en la corrupción de la burocracia sindical, antes que en la acción huelguística. Pero esto cambiará apenas los trabajadores se tornen más combativos.


 


Política de frente único


 


No hay en la actualidad señales abiertas de un sentimiento de huelga de masas. Esto se debe en par te a que los trabajadores están todavía esperando a ver cuán lejos realmente pretende ir la GM y en parte porque dudan que la burocracia de la UAW vaya a luchar sin que importen las consecuencias. Algunos reformistas se oponen a cualquier huelga liderada por la burocracia. Pero lo que se necesita es una política de frente único que realice demandas abiertas a la burocracia y actúe unida con ella cuando sus dirigentes respondan favorablemente, mientras intenta reemplazar a la burocracia donde sea posible.


 


Los recortes pueden ser tan drásticos y los trabajadores estar tan enojados que puede darse una huelga nacional, al menos brevemente, la primera en la GM desde 1970. Esto significa que la actitud de los reformistas de la UAW hacia el frente único con la burocracia es crucial.


 


La insatisfacción con la burocracia ha llevado a la elección de algunos militantes sindicales reformistas a un nivel por debajo del radar de incluso la mayoría de los medios de izquierda. Estos funcionarios sindicales rara vez “aparecen en público'’ fuera de sus propios locales. Pero se expresan a menudo en el boletín nacional del movimiento reformista sindical, Labor Notes (www.labomotes.org).


 


En Visteon, un desprendimiento de la Ford (ahora a punto de ser vendida por partes, por lo menos las operaciones en los EE.UU.). algunos funcionarios sindicales recientemente electos dicen que las tensiones están al rojo vivo, puertas adentro, entre los niveles altos y bajos de la burocracia sindical, si no más. La reducción en los puestos de trabajo significa, como mínimo, menos cargos burocráticos. Aquellos que pierden sus cargos se vuelven contra sus ex compañeros de camarilla en las elecciones subsiguientes. La forma de ganar las elecciones es pareciendo más militante. Esto significa que lo que está ocurriendo en esta capa de funcionarios sindicales refleja, en forma distorsionada, la ira de las bases.


 


El movimiento reformista en la UAW despegó en los ‘80, cuando Victor Reuther, hermano del icono de la UAW Walter Reuther, Jerrv Tucker, un ex dirigente regional, y algunos presidentes clave de sindicatos locales se montaron en la furia de las bases ante las concesiones otorgadas a principios de los ‘80 para formar la oposición, en ese momento grande, del Movimiento Nuevas Direcciones de la UAW. Esto llevó a la huelga de Yettaw en Flint y a huelgas por parte de la corriente dominante de la burocracia. Las concesiones ahora contempladas serían incluso mayores a aquellas de principios de los ‘80. Podríamos ver a otra capa de burócratas haciendo causa común con las bases.


 


Internacionalismo


 


Un proyecto interesante por parte de algunos reformistas sindicales es la solidaridad con la campaña de organización en la planta Toyota en Georgetown, Kentucky. Si la UAW no puede organizar las plantas de Toyota, Honda, Nissan y Mercedes en los Estados Unidos, las consecuencias son obvias para los trabajadores norteamericanos. El hecho de que estas plantas no estén todavía organizadas pesa bastante en la respuesta atenuada de los trabajadores de la GM a los despidos y las concesiones.


 


Pero los trabajadores en la planta de ensamblado NUMMI, compartida por la GM y Toyota, situada en la lejana Fremont, California, han comprado espacios de publicidad pro-sindicalización en Georgetown, urgiendo a los trabajadores de Toyota en Kentucky a votar por formar la UAW.1 Los más activistas de los Trabajadores de NUMMI y Toyota involucrados en esta solidariad no tienen ilusiones en la burocracia de la UAW. Pero se dan cuenta de que si los trabajadores votan “sí” a un sindicato que está dirigido hoy por la burocracia de la UAW, dejarían a las automotrices internacionales sin chances de impedir la formación de sindicatos en los Estados Unidos. Esto podría ayudar a los militantes a ganar poder en toda la UAW.


 


La solidaridad obrera necesita ir más allá. La falta de solidaridad internacional es hoy en día un problema central para todos los trabajadores automotrices. Lo que se necesita son convenios conjuntos y huelgas activas más allá de las fronteras. Eso, a su vez, abriría más posibilidades para las ideas socialistas revolucionarias dentro de la vanguardia, incluso en los Estados Unidos.


 


Algunos reformistas dicen que la UAW puede vencer los despidos y las concesiones exigidas por la GM mediante el retorno a la militancia y a la democracia de los primeros tiempos de la UAW. Pero hoy eso no funcionará en ausencia de la solidaridad obrera internacional. A menos que tengamos sindicatos sin fronteras, tendremos fronteras sin sindicatos.


 


Mientras hoy falta un sentimiento huelguístico abierto entre los trabajadores de la GM, éste puede estar más cerca de la superficie de lo que parece, y existen al menos algunos signos de que los trabajadores están comenzando a reconocer la necesidad de la solidaridad obrera internacional. No sólo las “tres grandes” sino también Delphi y Visteon son internacionales. Por ejemplo, Visteon tiene su planta de montaje justo fuera de la planta Ford en Pacheco, Argentina, y está adentro de la nueva planta Ford-Brasil en Bahía.


 


Incluso entre los trabajadores norteamericanos afectados por la ideología imperialista puede haber un cambio. En la Planta Fort Rouge, donde trabaja uno de los autores de este artículo, un funcionario de bajo nivel de la UAW fue antes un marino guardaespalda del expulsado dictador nicaragüense Anastasio Somoza, después de que lo voltearan. Sin embargo, hoy este trabajador dice que lo que está mal es que “Las compañías se globalizaron. Nosotros [los sindicatos] no”.


 

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