Vaca Muerta: De meca productiva a paraíso del saqueo

Las facetas ocultas de un capitalismo en decadencia y crisis

Despertado al estrellato hace una década, la realidad actual del yacimiento hidrocarburífero no convencional de relevancia internacional, es la del sostenimiento de la superación constante de récords de producción, pero no de inversiones que la sostengan.

La clase capitalista ejecutó sobre Vaca Muerta la “huelga de inversiones” que se desarrolla a escala mundial. Por eso en este rubro, mientras se anuncian proyectos multimillonarios en dólares, lo cierto es que todo apunta más a una quimera que a una realidad.

Las inversiones en una década

En este punto se deben considerar dos aspectos. Por un lado, lo que serían las inversiones sobre los yacimientos, y por el otro, las inversiones que influyen sobre la calidad de vida de la localidad de Añelo (corazón urbano de Vaca Muerta) y de sus vías de acceso.

En relación estrictamente a los yacimientos, fuera de factores como productividad por pozo y otros que no alteran sustancialmente el nivel de producción en general, la inversión puede tomarse a partir de los volúmenes extraídos y la cantidad de pozos perforados en producción.

Una primera conclusión muy evidente, es que si bien en no convencionales la flecha apunta hacia arriba, en la producción convencional esta cae en picada. Es decir, las inversiones que se hicieron en producción no convencional a partir de los años 2016/2017, cuando fue el boom inicial de este método (ramas horizontales con fracturas), deviene de la inversión que se retrajo de áreas convencionales.

Por ejemplo, la producción convencional cayó desde los 4.400 millones de metros cúbicos del año 2016 a 2.900 millones de metros cúbicos en el año 2019 y se derrumbó a 2.300 millones de metros cúbicos en el año 2020 (pandemia).

En tanto la producción no convencional, en igual período pasó de 1.800 millones de metros cúbicos en 2016 a los 5.400 millones de metros cúbicos en 2019, y creció (no se redujo) en el año 2020 (pandemia) hasta los 6.700 millones de metros cúbicos (ver cuadro).

El cuadro del gas es similar en términos generales.

Si el nivel de inversión lo medimos por los equipos de perforación y terminación de pozos entre los años 2016 y 2019, vemos que el total de torres cae entre el primer año y 2018 y luego ese total sube en 2019, aunque las torres perforadoras ese año son iguales al año anterior.

Finalmente, si nos atenemos a las declaraciones de fondos invertidos desde el despegue de la producción no convencional en Neuquén, el promedio anual rondó entre los U$S 4.500 a 5.000 millones. De esa inversión se puede deducir a grandes rasgos cuánto fue a la perforación de nuevos pozos no convencionales. En 2016 fueron 240, en el 2017 fueron 279, en el 2018 fueron 294 y en el 2019 fueron 292. Por supuesto el 2020 fue un año de casi paralización de la perforación, que fue retomada en el año 2021 con 276 (259 de ellos no convencionales).

En ese período la inversión por pozo no convencional rondó los U$S 10 millones, cifra que se mantenía aún para el año 2021.

Por lo tanto, queda en evidencia que las reales nuevas inversiones son de entre un 50 y un 60% de aquellos montos totales. Y en la medida en que el costo de cada pozo fue reduciéndose, y haciéndose más productivo porque se perforaron ramas laterales más largas y con mayor cantidad de fracturas, la inversión real en nueva producción se fue haciendo cada vez menor respecto del total.

La otra mitad de la inversión es la que toda explotación debe destinar a mantenimiento, reparaciones, servicios, etc., del capital ya invertido.

Desinversión vs. “inversión”

El estallido de los volúmenes de producción de hidrocarburos no convencionales hace unos seis años, no produjo una superación de los volúmenes de producción previos. Por un lado crecía la producción no convencional, pero por el otro caía abruptamente la producción convencional. Mismas empresas que perforaban en un área no convencional, abandonaban la producción en otras áreas.

Un caso paradigmático es el de Chevrón y el área El Trapial-Curamched. Estrella en producción petrolera de la provincia, este área producía en el año 2002 unos 10.500 metros cúbicos diarios (65.600 barriles). Para cuando en el 2012 el gobierno rompía con Repsol e YPF e iniciaba con Chevrón su negociado para crear el área Loma Campana incorporándole la parte más rica de Loma La Lata, la producción de Chevrón en El Trapial-Curamched había caído a la mitad. Y en el 2015 producía por día solo 2.400 metros cúbicos.

Es decir, que gran parte de lo que Chevrón “invirtió” en Loma Campana lo desinvirtió en El Trapial-Curamched. Además, debe considerarse que la zona que se anexó de Loma La Lata a Loma Campana ya registraba un importante desarrollo productivo, que a partir del negociado YPF-Chevrón se contabilizó como producción de Loma Campana. Aun así, recién en julio de este año la producción de petróleo de Loma Campana alcanzó el nivel de hace 20 años de El Trapial-Curamched: 66.600 barriles diarios.

Tomando la producción total, si se compara la producción promedio diaria de julio 2022 (275.000 barriles) se percibe que aún, con todos los récords anunciados, se está por debajo de 306.000 barriles por día de promedio del año 1998, cuando era toda producción convencional. Se tiene así una idea de la magnitud de lo desinvertido en comparación con lo “invertido” en el último decenio.

La inversiones en Vaca Muerta y el “efecto riqueza”

En las cercanías de la zona caliente de Vaca Muerta, solo hay pequeñas localidades como Añelo (llamada la capital de Vaca Muerta) y San Patricio del Chañar. Cabe analizar qué efecto han tenido los miles de millones de dólares invertidos en la zona. 

En pocos años Añelo ha tenido un incremento poblacional explosivo. Pero lejos de implicar con ello un desarrollo urbano, más bien se ha transformado en una ciudad campamento (tráileres de las empresas por doquier). Con apenas unos 6.000 habitantes, casi la mitad de los que transitan por la localidad son trabajadores que pernoctan o llegan a trabajar el turno o el día desde otras localidades (con viajes de dos o tres horas de ida, y otras tantas de vuelta, por rutas destruidas por la circulación sistemática de camiones vinculados a la industria).

Los reclamos de sus pobladores para tener acceso a una red de… ¡gas!, o el acceso al agua potable son recurrentes. Los alquileres son a precios prohibitivos: entre $ 80.000 y $ 100.000 una vivienda con dos habitaciones. El sistema cloacal brilla por su ausencia al igual que el pavimento (solo el 2% de sus calles lo poseen).

La falta de agua potable es una de las principales causas de que la afectación epidemiológica más extendida sea la diarrea. Aquellos que tienen red de agua casi no la consumen ya que son constantes las denuncias públicas por su alta contaminación.

Hay casinos y prostíbulos, pero no hay ni un cine o teatro. El alcoholismo y la droga hacen estragos. El secretario general del sindicato petrolero reconoció que el 40% de los obreros tienen un consumo tóxico. La localidad no tuvo un hospital hasta fines de 2018. Las rutas de acceso a la localidad, durante años en estado calamitoso por su estrechez y pozos, han sido causa de una cantidad de graves accidentes, algunos de los cuales involucran camionetas o trafics de transporte de personal petrolero. Aún en el 2022 no se ha terminado la ampliación de calzadas, al punto de que ha merecido que en la Legislatura se pida un informe a Vialidad Provincial para que diga el avance de obras y su estimada fecha de terminación.

Un informe del INDEC sobre el primer semestre 2022, reconocido por la Dirección de Estadísticas y Censos de la provincia, informa que la pobreza en la provincia ha aumentado en los últimos cinco años 10 puntos y se ubica en el 37% (apenas 4 puntos abajo que en la más dura época de la pandemia).

La población de Añelo vivencia las lacras del capitalismo antes que una mejor calidad de vida. Tantos miles de millones de dólares no “derraman” ni una gota.

Los aspectos ambientales, un pasivo ilevantable

La destrucción de la flora y fauna de la zona que produce la apertura de las picadas petroleras, la zona del pozo (unas dos hectárea cada uno) y la necesidad constante de nuevas perforaciones ante la rápida caída de la productiva de los pozos no convencionales son el aspecto más visible de la destrucción ambiental. Hay más de 1.500 pozos perforados no convencionales. Una vista aérea de las zonas más perforadas muestra el aspecto de una piel con dermatitis.

Las instalaciones de depósitos, usinas, plantas de tratamiento, etc., afectan grandes extensiones de tres o cuatro hectáreas en cada caso.

Sin embargo, además de la parte más visible de la destrucción ambiental, junto a los asiduos derrames y los recurrentes sismos en la zona, queda considerar lo que podríamos denominar su parte oculta.

Por ejemplo: los primeros pozos perforados en Vaca Muerta son considerados pozos “abuelos”, ya que no producen ni para cubrir los costos que generan. Hay unos 300 pozos en estas condiciones y otros 200 en camino de serlo muy pronto. Es decir, una quinta parte de los perforados ya no rinde ni para autosostener su funcionamiento.

Por lo tanto, ante esa declinación, el “remedio” para prolongar su producción redituable es la producción asistida. Se les inyecta agua, gas o fluidos químicos para facilitar que el petróleo llegue a la superficie. Para planificar esta producción asistida las empresas utilizan trazadores radiactivos, como el tritio (un isótopo del hidrógeno) o el Iodo 131. En una reciente publicación del Ministerio de Trabajo y Producción y la Superintendencia de Riesgos de Trabajo se menciona que “los radioisótopos (como el Iodo 131) y el tritio (3H) fueron recientemente incluidos -junto a otras fuentes de emisión de radiaciones ionizantes presentes en las maniobras de trazado y perfilaje (neutrones, gamma, beta y RI en general)- en la actualización del listado de sustancias y agentes cancerígenos que se incluye en el Anexo 1 de la Resolución 844/2017”.

Dentro de ese pasivo ambiental cabe incluir otro aspecto “oculto”, como son los llamados pozos sumideros, que es donde, por ejemplo, se reinyectan a las profundidades de pozos abandonados los líquidos que regresan a la superficie luego del fracking (flowback).

Según un estudio del periodista Ítalo Pisani con datos de la Secretaría de Energía de la Provincia, hay en Neuquén 2.264 pozos abandonados, 878 de ellos dentro de tejidos urbanos (diario Río Negro, 5/4/2016). No todos son sumideros, pero según un informe más actualizado del periodista Fernando Castro de La Mañana de Neuquén (28/01/2020), son 57 los utilizados para tal fin.

Como se trata de pozos que pueden llevar décadas de abandono, la corrosión de los caños, fallas en la cementación o la rotura de válvulas subterráneas son situaciones que rompen la hermeticidad y el aislamiento en las profundidades y posibilitan que las aguas del flowback se filtren a las napas y subsuelo con la consecuente contaminación de acuíferos subterráneos importantes y de los escasísimos cursos de agua superficial que contiene la zona.

Esas aguas cargadas de sustancias químicas, algunos de cuyos componentes son sustancias guardadas bajo las siete llaves del secreto empresario, son un cóctel explosivo contaminante. Hay que tener en cuenta que un tercio de las aguas de fracking regresan a la superficie para ir a los sumideros. Para el 2018 se produjeron casi 1.300.000 metros cúbicos de aguas de flowback. Una “dosis” para envenenar ríos enteros. Esta cifra, creciente por otro lado, equivale a más de una hora de flujo del caudal del Río Neuquén.

Auca Mahuida: Área Natural (des)Protegida

Entre los 57 pozos sumideros, algunos se ubican en la periferia del Área Natural Protegida (ANP) de Auca Mahuida, una reserva de flora y fauna nativas que debería ser intangible a la explotación petrolera y sin embargo no lo es. Muy tempranamente (en el año 2013) la multinacional Total fue autorizada a perforar un pozo no convencional de petróleo. Y no es el único caso. Hay otras áreas petroleras como Pampa de las Yeguas II, Las Manadas y Águila Mora que son parte del área protegida. Y hasta un área que explota YPF que se denomina ¡¡Volcán Auca Mahuida!!

Los trabajadores estatales del ANP han denunciado que en Auca Mahuida vive la “población de guanacos más importante de Neuquén. También, que el cóndor encuentra en esa reserva el sitio más oriental de nidificación de la provincia; alberga 27 especies de vertebrados amenazados de extinción como el pichiciego, la mara, el choique, el águila coronada, entre otras, resguarda 3 especies endémicas de reptiles y en cuanto a la vegetación contiene 14 especies de plantas endémicas de la región”, nada menos.

Por último, hay asentamientos de crianceros en esa zona.

La contaminación en su faceta más brutal y bárbara

Está absolutamente comprobada la contaminación con metales pesados (plomo, mercurio y otros) que padecen los integrantes de la comunidad mapuche Kaxipayiñ que viven en el corazón de Vaca Muerta. Diversos estudios muestran la presencia de esos metales pesados, en valores muy superiores a los normales, en la sangre de los mapuches y en distintos animales: caballos, cabras, cerdos y gallinas. Este envenenamiento es resultado de la contaminación de la tierra y el agua, tanto superficial como subterránea, causada por la actividad petrolera.

Muchas veces los mapuches y organismos internacionales denunciaron esta situación, y la comunidad Kaxipayiñ presentó una demanda judicial millonaria, en su momento, contra Repsol-YPF. Las pruebas son abrumadoras.

Incluso salió a la luz un caso que ha conmovido a toda la sociedad: el de una joven embarazada, pareja de uno de los integrantes de la comunidad mapuche, cuyo feto en gestación sufrió una malformación (anencefalia) que implica la nula posibilidad de sobrevida luego del parto, ante la ausencia de cerebro y cráneo. Si bien la joven no es de la comunidad Kaxipayiñ, es oriunda de Cutral Co (otra zona petrolera) y bien podría tratarse de una sinergia de daños por contaminación. Por ejemplo, la anencefalia es una de las malformaciones genéticas que causa el tritio. Hay que considerar que el tritio emite partículas beta, que causan daño ionizante en los tejidos de los mamíferos, y por lo tanto del ser humano, y que tiene una vida media de más de 12 años. Es decir, se trata de una contaminación a largo plazo.

Pero no solo en humanos. Una dirigente de las organizaciones mapuches declaró que “hace tres años y medio nacieron cabritos sin cabeza” y que “…en diciembre pasado una chancha parió cerditos sin cabezas y sin patas”. A esto hay que agregar los casos de “abortos espontáneos” entre integrantes de la comunidad Paynemil, vecina también de la zona de Loma La Lata.

Un trabajo de Rx-asesores, sobre la acción de las radiaciones en el embarazo, dice “los isótopos radiactivos pueden dañar no solo los tejidos específicos, sino también otros como los fetales (Rgh, 1965). El estroncio, plutonio, fósforo, iodo y el tritio radiactivo son los isótopos que son capaces de atravesar la placenta”, y que “el sistema nervioso central es especialmente sensible a las radiaciones cuando superan los 25 R y las patologías más frecuentes son microcefalia y el retardo mental (Brent, 1977; Beir, 1980)”.

Secuencias de imágenes de la extracción de agua de la napa freática contaminada por hidrocarburos. Separado el hidrocarburo en un recipiente y volcado sobre una rama, se prende violentamente al arrimar un fósforo.

Video que documenta la situación descripta.

Obreros petroleros: las víctimas directas

La incorporación en 2017 de una adenda flexibilizadora de las condiciones laborales y de seguridad del Convenio petrolero (Nº 644/12) fue seguida de varias muertes obreras producto de las nuevas condiciones impuestas.

La adenda habilitó a las empresas a la reubicación del personal, en forma temporal o permanente, en tareas diferentes a las que venían realizando y sin derecho a pedir recategorización. Permitió también el trabajo con mayor velocidad de viento, elevando el tope máximo de 50 a 60 kilómetros por hora. Se habilitó el montaje, traslado y desmontaje (DTM) en horarios nocturnos y la simultaneidad de tareas de un mismo operario.

Pero también abrió el camino para que se impusieran las “nuevas realidades laborales” que hoy pregona la UIA. Dentro de ellas, se extendió en la actividad hidrocarburífera la modalidad de contratación “a término” u “on call” (se convoca a trabajar según la demanda).

La situación de inseguridad y flexibilización laboral llegó al extremo de que ante nuevas muertes el propio secretario general del sindicato, que como adjunto de Guillermo Pereyra firmó la adenda en 2017 y todos los acuerdos a la baja posteriores, tuvo que convocar a paros (como en Halliburton) por la gravedad de la situación.

Precisamente en Halliburton, antes de la implementación de la adenda, las líneas de fractura contaban con dotaciones de 17 trabajadores que realizaban hasta 3 etapas (fracturas) por día. Luego de la flexibilización las dotaciones se redujeron a 13 trabajadores que realizan en promedio 8 etapas (fracturas) diarias. En marzo de 2020, incluso habiéndose iniciado el aislamiento social obligatorio, una dotación de trabajadores batió todos los récords al realizar, en 24 horas, 13 etapas.

Es la propia voz del burócrata sindical la que marca la gravedad del caso, a partir de un accidente de los últimos tiempos: “Cuando ocurrió el accidente no había gente de seguridad e higiene, ni inspectores, ni supervisores. Estaban trabajando de noche, en esas condiciones. Lo que nosotros decimos es que tienen que estar los profesionales de esas áreas por lo menos en las maniobras de riesgo. Trabajamos con muchísima presión, con mucha actividad eléctrica, hierros pesados. Tuvimos una chica mutilada hace dos meses, los dos compañeros fallecidos en otra empresa que no era YPF, que murieron asfixiados”.

Y sumó: “Durante 2019 hubo ocho muertes en nueve meses. La modalidad perversa es el sistema “on call”, que consiste en llamar a las empresas y trabajadores a demanda, es decir, no tenerlos contratados de manera mensual o anual. Por ejemplo: cuando se rompe algo llaman a un soldador y cuando termina su trabajo lo mandan a su casa. Este sistema precarizó el trabajo de los obreros petroleros y de las PyMES también” (Econojournal, 23/6/2022).

La cuestión del dominio a las provincias y la renta

En el año 2006, durante el primer gobierno “kirchnerista”, con bombos y platillos se aprobó la Ley Nº 26.197. Se propagandizó que se trataba de la transferencia del dominio de los hidrocarburos a las provincias. Esto originó el festejo de los gobernadores de turno.

Pero respecto al real dominio sobre los hidrocarburos, esa ley del “kirchnerismo” no tocó un pelo a los reales propietarios: las empresas petroleras.

Esto es así porque no se alteró el artículo 6º de la Ley Nº 17.319 (la llamada ley madre), por el cual “los permisionarios y concesionarios tendrán el dominio sobre los hidrocarburos que extraigan y, consecuentemente, podrán transportarlos, comercializarlos, industrializarlos y comercializar sus derivados(…)”. Quien puede realizar todos estos actos con los hidrocarburos es el verdadero titular del dominio.

Y, además, con la ley “kirchnerista” las negociaciones con esas petroleras la deben llevar adelante los estados provinciales, sin los recursos políticos y económicos para enfrentar a las multinacionales. Está claro que no es esa la intención de los gobernadores, sino ser sus más fieles servidores.

Tampoco se alteró el esquema de la entrega de los hidrocarburos a cambio de una renta (regalías), es decir, se reafirmó el esquema de las concesiones de exploración y explotación.

En este esquema la cuestión de la renta capitalista referida a las condiciones del territorio que se explota es un tema de fondo. Por ejemplo, el espesor de la roca generadora en Vaca Muerta oscila entre los 60 a los 520 metros por lo que en este sentido Vaca Muerta tiene ventajas naturales respecto al mismísimo Permian de EEUU, al cual triplica en superficie. 

Citado por Vaca Muerta News (25/12/2018), el costo de desarrollo de cada barril de petróleo fue de 12 dólares en el tercer trimestre de 2018, es un 50% superior al de Permian, que se ubica en torno a los 8 dólares. En Neuquén, YPF es la empresa que tiene la mayor cantidad de pozos perforados en la ventana de shale oil neuquina. Según fuentes de la compañía, el costo de desarrollo se ubicó en los 11 dólares en el tercer trimestre de 2018, pero con los resultados de los últimos pozos perforados, con más etapas de fractura y mayor productividad, en el corto plazo esperan alcanzar el umbral de los 10 dólares en los bloques con mayor desarrollo como Loma Campana. En los últimos tres años, la petrolera nacional bajó 62% el costo de desarrollo y aspira a igualar al Permian en 2023.

Esos 4 dólares de diferencia en 2018 se explican en Vaca Muerta por costos no referidos a la extracción (impuestos, retenciones, etc.), que se han ido eliminando en los últimos años.

Esto lo confirmó cuatro años más tarde a LMN del 2/4/2022, el vicepresidente Upstream no convencional de YPF, Pablo Luliano, cuando dijo que “nuestros pozos performan mejor que el promedio de Permian, por lo cual la combinación entre costos y productividad hace hoy que estemos a un 20-25% del costo de desarrollo del principal bloque de shale americano. Si se tiene en cuenta el costo de desarrollo del shale neuquino, que promedia los 8,6 dólares el barril, según los números de YPF, hoy están solo un 25% por encima del Permian (6,8 dólares)”.

Los proyectos de GNL y el gasoducto Kirchner

La crisis energética mundial y el aumento de los precios del gas han disparado una serie de proyectos, a escala mundial pero también en nuestro país, para licuar este hidrocarburo y exportarlo.

En el caso de Argentina, por supuesto, la provisión apuesta al desarrollo de Vaca Muerta y al aumento de la capacidad de transporte actual de los ductos, incluida la construcción de un nuevo gasoducto hasta Salliqueló (gasoducto Néstor Kirchner).

Se trata de proyectos de decenas de miles de millones de dólares. El que impulsa con un memorandum de entendimiento entre YPF y la malaya Petronas, con una planta de licuefacción en Puerto Rosales, involucra U$S 10.000 solo para la primera etapa. Algunos medios especializados hablan de un total de U$S 40.000 millones para exportar hacia el 2028.

Para la Argentina, claro está, si se concreta el proyecto, se trata de competir con gigantes en la producción y exportación a escala mundial de GNL como Qatar, Australia o Malasia.

Precisamente la empresa asociada con YPF en el proyecto para Puerto Rosales es de capitales malayos. Y tiene inversiones en Vaca Muerta.

Con la mirada puesta en abastecer al mercado asiático (China, Japón, etc.) el proyecto de YPF con Petronas debería competir con la propia exportación de GNL que Malasia envía a ese mercado. En principio una contradicción en desventaja por las distancias para el transporte.

El gasoducto Néstor Kirchner partiría en principio de Vaca Muerta y llegaría a la localidad de Salliqueló en el oeste bonaerense. Allí, mediante las obras correspondientes (rulos, compresión, etc.), debería empalmar con el ducto Neuba II (construido en 1988) que llega a la zona metropolitana.

El ducto NK en esta primera etapa tiene una capacidad de transporte de 11 MMm3/día, que deberán aportar al Neuba II (cuya capacidad de transporte es de 30 Mmm3/día). Esto implica que este último ducto deberá aumentar su capacidad de transporte en un tercio.

El NK está diseñado para una presión máxima de 97 kg/cm2, en tanto el Neuba II soporta por diseño una presión máxima de 70 kg/cm2. Tratándose de caños longevos (más de 30 años), que ya han aumentado por compresión su capacidad de transporte, se abre el gran interrogante sobre la resistencia del material.

Tanto el Neuba II, como su vecino de traza (el Neuba I) en la zona de empalme con el NK, son propiedad de CIESA-Compañía de Inversiones de Energía SA (Pampa Energía SA 29.3% y GIP-Grupo Inversor Petroquímica SL-Grupo inversor PCT LLC 21.7%), ANSES-Administración Nacional de la Seguridad Social (24%), Bolsas y Mercados Argentinos S.A y New York Stock Exchange (25%). Los antiguos y el nuevo gasoducto tienen como operadora a TGS de iguales propietarios. Muy lejos del relato de los “nac&pop”.

Por un planteo socialista ante la explotación hidrocarburífera

La burguesía argentina, enfeudada al FMI y a la política internacional de EEUU, juega como un pigmeo en una lucha de gigantes. Los recursos hidrocarburíferos de Vaca Muerta no están ni estarán al servicio del desarrollo nacional, ni siquiera en términos capitalistas. Asistimos a un abierto saqueo donde el Estado de la burguesía nacional es el custodio de esa entrega. Las siete horas de represión para imponer el acuerdo con Chevrón hace nueve años atrás, es apenas un capítulo preliminar de la línea general de hoy.

La política que dirigió la represión de los “soldados de Chevrón” es la misma que hoy dirige la política energética. Tanto en la nación como en la provincia.

Las movilizaciones ambientales han denunciado la depredación, el fracking, los riesgos de la energía nuclear y la contaminación, contribuyendo a poner esta realidad en evidencia. Es a partir de esa realidad que debemos plantear nuestra tarea.

Los revolucionarios no debemos refugiarnos solamente en enunciar un programa para cuando los trabajadores seamos gobierno. Para dotarnos de una línea de intervención que impulse la lucha ahora, adquieren valor las consignas transicionales.

Partiendo de la premisa de que no se puede prescindir de la explotación energética, es necesario levantar un programa transicional que ponga el norte en la nacionalización de toda la industria energética bajo control obrero; así como la revisión de todos los contratos, concesiones, permisos de exportación y demás ataduras al capital. Este planteo apunta a golpear al poder de clase capitalista y abrir paso a una transición bajo control de las y los trabajadores, de alcance internacional, que replantearía la producción de energía y su consumo teniendo en cuenta las necesidades sociales y el equilibrio ambiental. Es un sendero para la fusión entre el movimiento obrero y el movimiento ecologista y ambiental con la izquierda revolucionaria.

Algunos sectores rechazan la consigna de la nacionalización de la industria energética, sosteniendo -con evidencias- que las nacionalizaciones en manos del Estado burgués mantuvieron y hasta acentuaron rasgos contaminantes y depredadores de la explotación privada. Pero no se trata solamente la estatización sino de la clase social que la lleva adelante y de los intereses que representa. Las nacionalizaciones con indemnización al capital han sido un recurso de rescate a grupos capitalistas en crisis. Nuestro programa plantea la nacionalización sin pago y el control por parte de la clase obrera de la producción; es parte de un planteo integral de reorganización social.

En su libro Imperialismo, fase superior del capitalismo, dice Lenin: “¡Los monopolios han surgido ya, y precisamente han surgido de la libre competencia! Aun en el caso de que los monopolios empezasen a frenar su desarrollo, esto no sería, a pesar de todo, un argumento en favor de la libre competencia, la cual es imposible después de que ella misma ya haya dado lugar a los monopolios”. No se trata entonces del retroceso a etapas históricas previas. Debemos plantear una salida a la realidad tal y cual se nos presenta ahora. Una superación.

Por el control obrero de toda la producción energética; la nacionalización de esta, del comercio exterior y la banca; y la apertura de libros y cuentas del gran capital. Formulamos un pliego transicional para enfrentar la presente barbarie energética y general, en la lucha por un gobierno de trabajadoras y trabajadores.

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