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Brasil y la izquierda


Crisis del gobierno de Lula ¿qué salida?


La izquierda del PT, la burocracia de la Central de los Trabajadores (CUT), la direcciones de los Sin Tierra (MST) y de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) publicitaron recientemente una “Carta al Pueblo Brasileño” para denunciar el “golpe de la derecha” contra Lula, que se escondería bajo el disfraz de la campaña contra la corrupción. La “Carta…” convoca a “defender al gobierno” que ha reforzado la presencia de esa misma derecha en el gabinete y reafirmado la política fondomonetarista. El documento contra los “golpistas” es más que una contradicción formal, porque en el gabinete reformado ahora con más “neoliberales”, Lula ha nombrado para el Ministerio de Trabajo al secretario general de la CUT.


Uno de los dirigentes de este bloque y uno de los vicepresidentes del PT, Walter Pomar, creyó oportuno recordar que años atrás una campaña similar contra la corrupción acabó con los principales líderes del gobierno italiano de centroizquierda y dio como resultado… el gobierno de Berlusconi. El recordatorio significa que ha encontrado una excusa para seguir apoyando al gobierno de los banqueros que preside Lula, y significa que la ‘movilización’ de la izquierda es una tarea sucia que la dirección del PT no podía realizar por sí misma. En Italia el ‘maní pulite’ llevó a Berlusconi al gobierno, simplemente porque no era tal ‘pul i te’, desde que dejó en libertad al corrupto N" 1. Las coimas y chanchullos que están vaciando al PT son la consecuencia de un método de gobierno: la coalición con una derecha de ladrones. El PT había participado de una colaboración abierta con el capital y el imperialismo, con el argumento, entre otros, de que evitaba el colapso social y viabilizar su propia “gestión". El 24 de julio de 2004, el presidente del Citibank explicó en el Financial Times que cuando Lula aceptó un acuerdo de conjunto con la banca internacional, ésta le renovó los créditos de comercio exterior, cuya suspensión habría provocado un colapso en Brasil.

 


La corrupción “es el método necesario de gobierno de un frente de colaboración de clases, en el que el ‘proletariado’ corrompe) a la burguesía que ya había corrompido a ese ‘proletariado’ durante largos años y que lo corrompe definitivamente al tolerar su acceso formal, condicionado y parcial al ‘poder’”(Jorge Altamira en Prenso Obrero N- 908, 13/7).


 


Una historia




El desmoronamiento del PT debe medirse a la escala de una construcción política de más de un cuarto de siglo; toda ella dirigida a preparar el acceso de una representación de los explotados al gobierno del Estado capitalista, con la pretensión de gerenciarlo mediante una inyección de moral y reglas éticas. Acabó en un desastre cuando apenas pasaron poco más de dos años. El derrumbe, total, plantea una crisis de poder que está en pleno desarrollo.


 


El Partido Socialismo y Libertad (PSOL), formado por líderes expulsados del PT y militantes que renunciaron al partido, caracteriza el argumento de una amenaza de golpe como una excusa. Pero lo que no es una excusa es que el gobierno de colaboración de clases ha entrado en una crisis terminal, que las masas necesitan una salida, incluso porque votaron a este gobierno burgués de un partido de trabajadores. La respuesta de que “son todos lo mismo” no resuelve nada, incluso porque, aún ahora los trabajadores no ponen en el mismo plano a Lula con la derecha. El planteo del PSOL de unir la lucha por las reivindicaciones populares con la lucha “contra la corrupción y el FMI"con el agregado de votar al PSOL en el 2006, es una evasiva y es inmovilismo. Algo parecido plantea el PSTU. Por eso, preparan un acto político nacional, donde intentarán avanzar con la adhesión de nuevos desprendimientos del PT y del gobierno que consideran “terminado”.


 


La “terminación” de este proceso, sin embargo, debería formularse como salida a la crisis abierta en el poder y de cara a las propias masas. Se agota una experiencia de más de dos décadas. La burguesía quiere usar la crisis del gobierno del PT para desmoralizar a las masas y sus organizaciones completamente. Es necesario una política propia de los trabajadores y una línea de acción: que el PT rompa con la burguesía, expulse a los corruptos y fondomonetaristas, eche a los ministros capitalistas y del FMI, y adopte un plan de reorganización bajo la dirección de la clase obrera. Para viabilizar estos propósitos es necesario disolver el congreso corrupto no representativo y plantear la convocatoria a una Constituyente impuesta por la movilización popular.


 


A la izquierda brasileña se le presenta la oportunidad de abrir una gran deliberación política sobre la salida a la actual situación, un debato que replantee los términos en que los trabajadores y explotados pueden desarrollar una alternativa propia, independiente de la burguesía y sus representantes. Es el balance de una política que marca una época y la base para abrir paso a una superación.


 

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