VI Congreso Nacional de Refundación Comunista
El congreso nacional del Partido de la Refundación Comunista, que se desarrolló en Venecia del 3 al 6 de marzo, ha confirmado plenamente todos el carácter de la opción progubemamental de Fausto Bertinotti.
Dos son los aspectos fundamentales de esta opción. En primer lugar, un proyecto político que hace de la alianza con los liberales y de la capacidad de “condicionamiento” en el marco de sus internas el eje político central. Todo en nombre “de lo concreto y lo realista”, condimentado con una serie de referencias simbólicas inequívocas entre las cuales se destacan, por un lado, la revalorización de la izquierda socialista y la experiencia de los gobiernos de centroizquierda de los primeros años ‘60, así como el replanteo de las “reformas de estructura” como instrumento de “transformación del capitalismo”; por otro, dejando de lado el “asalto al Palacio de Invierno” en nombre de la “no violencia” y, de hecho, una reedición de la “revolución democrática” y del “partido de lucha y de gobierno” inventados en la posguerra por el Partido Comunista Italiano.
En segundo lugar, una restricción de la democracia interna funcional al gobierno de un partido en el cual, si bien desde ángulos diversos y estratégicamente alternativos, los cuatro documentos por la minoría recogen un 41% de los consensos, en un cuadro viciado, además, por una campaña que en pocos meses ha reclutado a cerca de 20.000 afiliados (sobre 100.00) en apoyo de Bertinotti.
Un 26% corresponde al Ernesto, de procedencia togliattiana, que luego de haberse batido hasta el final para poder enmendar el documento de Bertinotti, se vio forzado a presentar un texto alternativo en el cual critica el acuerdo con Prodi porque el programa de gobierno no es lo suficientemente incisivo. Un 6,51% (3.317 votos en los congresos seccionales) (1) pertenecen a Progetto Comunista, que reclama romper con Prodi y lanzar un llamamiento a todas las fuerzas de la izquierda social y política para construir un polo autónomo de clase y anticapitalista, así como la oposición a todas las políticas liberales. Otro 6,5% va para Erre, sección italiana del Secretariado Unificado, que sostiene una posición intermedia: un acuerdo político-electoral con la centroizquierda ligado a la anulación de las contrarreformas de Berlusconi y al retiro inmediato de las tropas italianas de Irak (a lo cual Pro-di ya ha dicho repetidamente que no), o bien el apoyo externo (o la oposición constructiva) a un eventual gobierno de centroizquierda, posición que podríamos definir como “partido ni de lucha ni de gobierno”. Finalmente, el 1,6% es para Falce e Martello (Hoz y Martillo), una pequeña organización que forma parte de la corriente marxista de Ted Grant y Alan Woods y que, a diferencia de los otros dos sectores, no proviene de la vieja mayoría del V congreso, sino que surge de la ex minoría luego de una ruptura con Progetto Comunista. Falce e Martello se declara en contra del acuerdo con Prodi, pero a favor de una alianza con fuerzas incluso de la izquierda liberal, para dar vida a “gobiernos de la izquierda” según el modelo español de Zapatero.
Progetto Comunista ha denunciado el carácter estratégicamente no alternativo de las otras tres minorías respecto de la propuesta de Bertinotti, a la vez que ha lanzado en la misma Venecia el desafío de conformar un frente único de las minorías, para valorizar ese 41% que gran parte de la base del partido ve, si bien de manera ingenua, como un instrumento de oposición a la “deriva” del PRC; y para desenmascarar a aquellos dirigentes de la minoría que no persiguen la construcción de una dirección alternativa, sino el “condicionamiento” a la mayoría.
El desafío se ha concretado, por un lado, en una propuesta de candidatura alternativa de las minorías a la secretaría nacional y de batalla común contra la modificación antidemocrática del estatuto del PRC; y por otro, en una serie de consignas, en particular una sobre el retiro inmediato de las tropas de Irak y otra sobre la necesidad de construir un documento de la izquierda sindical para el próximo congreso de la CGIL (la mayor central sindical italiana, con cerca de cinco millones de afiliados). La respuesta de las otras tres corrientes fue oscilante. No a una candidatura alternativa de las minorías para la secretaría nacional, pero sí a un voto común en contra de la reconfirmación de Bertinotti . Sí a la batalla contra la modificación del Estatuto, en nombre de una plena posibilidad de acción democrática de todas las corrientes internas, y a la moción sobre Irak; no al documento sobre el sindicato.
Aquí emergen las contradicciones y la falta de futuro de sectores que, de hecho, tienen por única perspectiva la de influenciar a un Bertinotti que no tiene la más mínima intención de dejarse influenciar, rompiendo con el secretario sin romper con su proyecto. En este sentido, el perfil de Progetto Comunista como la única verdadera oposición en el PRC fue registrado con bastante fidelidad por los medios. Ya terminado el congreso nacional, la verdadera batalla para ganar a los miles de compañeros desorientados por estas contradicciones a posiciones clasistas comienza justamente ahora.
Todo esto ocurre en un partido que, luego de haber celebrado en el V congreso el desplazamiento (completamente declamativo) del centro de gravedad de las instituciones a los movimientos, ha elegido zambullirse de cabeza en el pantano de una alianza de gobierno con los liberales, una alianza que no puede más que alejarlo de aquellos movimientos. Es significativo el hecho de que Haidi Giuliani, madre de Cario, asesinado por los esbirros de Berlusconi en Génova en julio de 2001, haya anunciado al Congreso Provincial genovés del PRC que, luego del acuerdo con la centroizquierda en las elecciones regionales, “no estará a nuestro lado”. Un partido que corona simbólicamente su reencontrada confiabilidad en la burguesía italiana e internacional celebrando como a un héroe a Nicola Calipari, el funcionario de los servicios secretos militares muerto en Irak durante la liberación de la periodista Giuliana Sgrena, y “revalorizando a aquellos aparatos del Estado hacia los cuales alimentábamos una instintiva desconfianza.
El binomio entre no violencia y servicios secretos es una de las tantas perlas del “nuevo comunismo” bertinottiano: luego de haber rehabilitado a los aparatos represivos que en el G8 de Génova habían intentado reprimir una de las más imponentes movilizaciones en contra del gobierno de los últimos años, que abriera el camino a un nuevo ciclo de luchas (cuyo punto álgido sería la manifestación de cerca de 3 millones de trabajadores convocada por la CGIL en marzo de 2002); Bertinotti está listo para corresponsa-bilizar a los comunistas en un gobierno que no podrá más que enfrentarse a los trabajadores y los movimientos de masas en lucha, más o menos conscientes, contra los efectos de la reorganización capitalista internacional. Tbdo ello en la vana ilusión de que se puede construir “una alternativa de sociedad” (tal el título del documento congresal de la mayoría) sin construir una alternativa -real- de gobierno, es decir, un gobierno de los trabajadores y las clases oprimidas, no un gobierno de los industriales y los banqueros.
(1) El resultado de Progetto Comunista puede ser visto bajo distintos aspectos. Desde el pinato de vista porcentual es obviamente insatisfactorio. Pero este dato se encuentra en referencia directa con lo dicho anteriormente sobre la “leva (reclutamiento) Bertinotti'' de afiliados inactivos a último momento y, en menor medida, con la capacidad del ala neotoghattiana de reaccionar llevando a afiliados inactivos (sobre todo provenientes del viejo Partido Comunista Italiano, disuelto en 1991) a votar en nombre de la defensa de la “tradición comunista” contra el revisionismo de la mayoría. En efecto, bastante más positivo es el dato numérico que nos devuelve, con algún incremento, el voto del anterior congreso (una vez separados los sectores centristas que entonces nos apoyaban, no sólo “Falce e Martello”, sino también otros que se han ubicado, con enmiendas críticas, en el sector neotogíiattiano o en aquél dirigido por los pablistas de Erre). Por otra parte, es muy positivo el dato cualitativo. Muchos de nuestros votos son nuevos. Estos han sustituido principalmente a compañeros inactivos que nos habían dado un apoyo verbal y que hoy se han vuelto pasivos totalmente, en muchos casos no reafiliándose al partido (el PRC tiene en general un recambio muy alto entre los afiliados pasivos i. Mientras, los compañeros y compañeras que hemos conquistado son en general más activos y, en gran medida, obreros o jóvenes. En este cuadro se insertan dos éxitos importantes en el congreso, con la victoria ampliamente mayoritaria en los círculos del PRC de dos grandes fábricas, centrales en la reciente lucha de clases en Italia. Se trata de la Fiat de Melfi, en el sur de Italia, que el año pasado quebró con una enérgica huelga a la patronal de la mayor empresa industrial italiana; y de la Fincantieri de Génova, astillero con participación estatal que, también el año pasado, logró doblegar al gobierno en una ardua lucha, forzándolo a un acuerdo sindical. En esencia, se puede decir que -a nuestro juicio- Progetto Comunista sale de este congreso no con una derrota sino con un avance, si bien modesto, que por otra parte es reconocido implícitamente por los dirigentes de la mayoría y de las otras mociones, que saben que con nuestra batalla en el el futuro cercano deberán seguir haciendo cuentas.