La dictadura militar genocida que tomo el poder el 24 de marzo de 1976 conto con el apoyo de toda la clase burguesa. El ministro de Economía, Martínez de Hoz, fijo como objetivos del “Proceso”:
“Lograr el saneamiento monetario y financiero indispensable como base para la modernización y expansión del aparato productivo del país, en todos sus sectores, lo que garantiza un crecimiento no inflacionario de la economía.
Acelerar la tasa de crecimiento económico.
Alcanzar una razonable distribución del ingreso, preservando el nivel de los salarios en la medida adecuada a la productividad de la economía”.
Rápidamente se fue evidenciando el fracaso total de los planes económicos de la dictadura. Se puede decir que solo progreso el terrorismo de estado y la aniquilación de la vanguardia obrera,que estaba orientada no solo a terminar con cualquier tipo de organización política independiente de los trabajadores, sino también a “reordenar” la economía y acabar con cualquier vestigio de conquista obrera que impidiera un salto en las condiciones de explotación.
Martínez de Hoz y su plan
Ya en 1977 la inflación había pegado un salto. La dictadura concretó varias reformas en beneficio del sector financiero mediante la liberalización de las trabas para mover capitales, una importante alza en la tasa de interés y una fuerte vinculación con los mercados internacionales. Esto dio lugar a un “boom” de aperturas de nuevos bancos. Fue el negocio que más creció.
El impacto en los salarios y en el trabajo fue catastrófico: cayo el salario real y la desocupación subió abruptamente, la dictadura cancelo el derecho huelga y suspendió los convenios colectivos de trabajo.
Martínez de Hoz fue el inventor de la famosa “tablita cambiaria” sobre cuya base se aplico un mecanismo de “bicicletafinanciera” por el cual se traían dólares del exterior que se convertían en depósitos en pesos a altas tasas de interés. La “tablita” daba previsibilidad a estos “inversionistas” especuladores, que pasado un tiempo podían cambiar sus plazos fijos nuevamente por dólares (muy acrecentados) para fugarlos al exterior.Un negocio redondo a costa de las arcas del estado. El ingreso de dólares –que no se invierten en la producción, sino en la especulación- alientalas importaciones, arruina parte de la industria local, mientras crea la ilusión de un boom de bienestar en sectores de las clases medias (“la plata dulce”) y de la oligarquía agropecuaria. Todo este proceso especulativo no cerraba si no es con fuerte aumento de la deuda externa quepermitía asegurar la continuidad del “plan”.Entre 1979 y 1980 la deuda externa privada aumento un 200%.
En marzo de 1980 estallo la crisis financiera:quiebran bancos importantes y se producen corridas bancarias. Las quiebras bancarias arrastran a los grupos económicos (y sus empresas) que los había creado. El cierre del Banco de Intercambio Regional (BIR) genera pánico entre inversores locales y Martínez de Hoz decide aplicar una devaluación adicional a las ya pactas por la “tablita”. El país pierde gran cantidad de depósitos por la fuga de capitales.
El “plan” de Martínez de Hoz, choca con la realidad de la recesión capitalista mundial de 1979/81 que alienta la fuga de capitales, disminuye las exportaciones, especialmente las industriales, provocando un déficit en la balanza de pagos, relanza la inflación, cae el crecimiento del PBI y aumenta la desocupación. La crisis capitalista mundial se ensaña con los países latinoamericanos que no están en condiciones de continuar pagando las usurarias deudas externas. Es lo que se llama “la década perdida” de Latinoamérica.
En Argentina sectores enteros de la burguesía van pasando a la oposición de un plan que solo beneficiaba al capital financiero.
Crece el déficit fiscal producto del creciente pago de intereses de la deuda, del rescate a los empresarios de los bancos, de las exenciones fiscales a grupos capitalistas (se elimina parte importante de los aportes patronales para la previsión jubilatoria, etc.) y también del gasto armamentista. Se calcula que un 40% del aumento de la deuda externa se debe al incremento del presupuesto militar.
La crisis de 1981
Luego del fracaso de Martínez de Hoz y su “tablita” de devaluación programada se produce un cambio en la cúpula militar. Se va Videla y asume Viola al mando de Junta Militar. La nueva Junta pone como ministro de economía a Lorenzo Sigaut, un economista proveniente del sector industrial y empleado de FIAT. La inflación a estas alturas ya estaba descontrolada: llegaba al 130% anual. Este personaje salido de las entrañas de las automotrices argentinas es el autor de una recordada frase que luego se hizo famosa “el que, apuesta al dólar, pierde”. No había pasado un mes de pronunciada, cuando seproduce una devaluación del 30%, la primera de dos más de similar calibredurante 1981. Estas devaluaciones vienen a beneficiar el sector industrial local en perjuicio de los trabajadores, que ven disminuidos sus salarios reales.La inflación durante 1981 fue cercana al 100%.
Lógicamente, durante el año 1981 se observa un fuerte aumento de la conflictividad laboral enfrentando la inflación, los despidos y suspensiones en diversos sectores de la industria. (ver nota sobre el 30 de marzo).
Galtieri – Alemann
A finales de 1981 las tensiones eran crecientes dentro de los altos mandos militares, la inflación no paraba de crecer y aumentaba la conflictividad social.Las divergencias burguesas sobre el rumbo económico se trasladan al plano político.
En diciembre de 1981 un golpe, dentro del golpe, destituye a Viola y coloca en la presidencia a Leopoldo Galtieri que llevara como ministro de economía a Roberto Alemann.A esta altura la situación económica era catastrófica y el descontento social creciente entre sectores de la burguesía perjudicados y las masas sumergidas. El nuevo ministro ya había sido parte del gabinete económico de Martínez de Hoz.Era un hombre auspiciado por la banca internacional. Alemann recurre a una receta ya conocida, intenta recortar el presupuesto para reducir el déficit fiscal,peroun aumento de la tasa de interés de la Reserva Federal yanqui, aceleró la fuga de capitales y un aumento notable del costo de la deuda externa contraída.La dictadura no podía seguir pagando la deuda: estaba en una situación de default. Los planes económicos militares iban de fracaso en fracaso.
1982
A principios de 1982 la crítica situación económica y el descontento social eranya incontrolables. Entre marzo y abril de 1982 hubo cinco manifestaciones contra el gobierno militar (tres de ellas organizadas por los familiares de los desaparecidos) todas ellas reprimidas duramente.Alemann concurre a una reunión del Banco Interamericano de Desarrollo (marzo 1982) en Colombia, a mendigar fondos y prometer ajustes para sacar de la cornisa a la difícil situación de la deuda argentina. Cualquier semejanza con el ministro Guzman del actual gobierno no es una casualidad.Como el actual pacto con el FMI: se tomaba más deuda externa para postergar el pago de la deuda externa (acrecentada). Esa era la solución a la que apelaban los militares. Por supuesto, el mismo día que se ocupó el archipiélago se produjo una corrida bancaria hacia el dólar.
La ocupación y la aventura
“La ocupación del archipiélago fue una aventura que armó la dictadura para superar su crisis y su impasse, con la certeza de una fácil victoria. Creían que iban a terminar contando con el apoyo del imperialismo yanqui, a quien estaban dispuestos a entregar las riquezas y bases militares en las Malvinas. Terminaron capitulando porque esta gente, por su naturaleza proimperialista no podía movilizar a la nación en una guerra nacional contra el imperialismo.” (Internacionalismo N°5, revista teórica del PO en 1982).
El manejo de la economía por parte de la dictadura militar fue un verdadero desastre de principio a fin. El endeudamiento externo argentino pasó de 8 mil millones de dólares en 1975 a 45 mil millones en 1983, producto de préstamos externos como de la estatización de deudas privadas de los bancos y capitalistas, convirtiéndolas en públicas.
El PBI per cápita prácticamente no creció entre el año 1973 y el 1983. El salario real retrocedió en más del 30% con los militares en el poder. El déficit fiscal promedio fue de 17% anual en relación al PBI. El producto bruto industrial cayó en los primeros cinco años de la dictadura un 20%.
En términos sociales el incremento de la pobreza fue considerable: altos niveles de inflación generaron una fuerte caída del salario real, llevando a que el porcentaje de hogares pobres pasara del 2,6% en 1974 al 25,3% en 1983, la desocupación se triplicara, pasando de 3% al 9%.
A la crisis mundial la dictadura le agrego sus propios ingredientes agravantes de la bancarrota económica nacional. Esto produjo crisis políticas: división de las Fuerzas Armadas en el poder, división en la burguesía y en la burocracia sindical e incentivo una irrupción de las luchas de las masas trabajadoras.
La ocupación de Malvinas se plantea como una salida de emergencia para una dictadura en ruinas.