Yugoslavia, después de Milosevic


Los Balcanes acaban de protagonizar, una vez más, otra gran convulsión popular. Tres años y medio después de la revolución albanesa, un movimiento de masas sacudió ahora a Serbia. La caída de Milosevic a manos de una "insurrección popular" que "desbordó a las fuerzas de seguridad y logró tomar por asalto el Parlamento, varios cuarteles de policía y los medios de comunicación controlados por el régimen de Milosevic" (1), tuvo para Le Monde, por ejemplo, la estatura de un "octubre serbio" (2).


 


En el pasado reciente, las vacilaciones y la cobardía de la Oposición Democrática de Serbia (Dos), el frente electoral democratizante que encabezó Kostunica, habían envalentonado a Milosevic. Este había pretendido, si no birlar el veredicto electoral del 24 de septiembre, someter por lo menos a la 'oposición' triunfante en las urnas a una negociación y a sus condiciones. Inmediatamente después de las elecciones, la Dos convocó a una inocua campaña de 'desobediencia civil' que concitó entre los trabajadores "poca cosa" (3). El corresponsal enviado por La Nación coincidió en que la medida "no logró la convocatoria deseada" (4).


 


El pueblo y la clase obrera serbia desobedecieron el llamado a la 'paz social' de la Dos y enfrentaron el fraude con sus propios métodos. Una impresionante huelga general tomó cuerpo a partir del paro de las grandes minas carboníferas. "Los 17.300 mineros, técnicos y administrativos de Kolubara están liderando esta lucha -decía el Financial Times-, habiendo entrado en huelga por tiempo indeterminado desde el viernes (29/9, cinco días después de los comicios), contrastando con las esporádicas acciones en otros lados. La determinación de los mineros parece estar inspirando otras protestas y sacudir al régimen, por la causa no menor de que Kolubara suministra el 62% del carbón que utilizan las usinas eléctricas serbias" (5). Milosevic intentó reprimir y detener a los dirigentes de la huelga, pero con esto no hizo más que atizar el fuego. Los mineros "ocuparon la mina" (6) y obligaron al repliegue de las tropas. Fue entonces que, para aislar a los mineros, el régimen comenzó a provocar una serie de cortes de energía en ciudades industriales del interior, como en Nis, gobernada por la oposición, intentando obtener el auxilio de ésta contra los huelguistas. Ya era tarde, sin embargo: "Hasta unos días atrás los partidos de la oposición eran los que conducían a la población, ahora es la población la que arrea a los partidos" -informa un periodista serbio (7). "Cuando los trabajadores de las usinas eléctricas (se suman a la huelga), la situación del régimen se vuelve definitivamente crítica" (8). La huelga se impone en todo el país, los cortes de ruta se extienden y "caravanas de micros llenos de trabajadores desde el sur y el centro de Serbia" (9), una multitud estimada en 500 mil personas, se concentra frente al parlamento federal en Belgrado para derrocar a Milosevic. Cuando éste intenta por último anular las elecciones, desencadena el quiebre y el desbande de las fuerzas policiales y del ejército. "Al ver el ímpetu de las masas, los policías se quitaron los uniformes, arrojaron sus escudos y máscaras de gas, descargaron sus fusiles y abrazaron a los manifestantes, entregándoles sus cascos y hasta los peines de sus metralletas. Otros agentes directamente huyeron" (10).


 


La caída de Milosevic fue obra de "una rebelión popular sin precedentes en Serbia desde el final de la Segunda Guerra Mundial" (11); "no se vio nada igual en los últimos 50 años" (12).


 


Recién después que Milosevic 'aparece' por televisión junto al enviado especial ruso, reconociendo la victoria de Kostunica, y luego dimite, sólo entonces "la revolución popular gradualmente finaliza" (13). Pero la insurrección no escapa al control de la proimperialista Dos. Para esto -dijimos en Prensa Obrera- "hace un frente con Milosevic contra la revolución" (14).


 


Kostunica cierra un acuerdo con los sostenes históricos de Milosevic, la Policía, el Ejército y la Iglesia ortodoxa. La Dos actuó como correa de las potencias occidentales, ante la presión de las masas sublevadas.


 


Pero el imperialismo es conciente de los límites de la Dos. Kostunica sella un pacto por el que es consagrado presidente al frente de un gobierno 'provisional' -el traspaso oficial estaba concebido para mediados del 2001- por el mismo parlamento federal contra el que se dirigieron las masas, donde el SPS de Milosevic es la principal fuerza. Las masas querían su 'juicio y castigo' y el de su régimen; Kostunica, en cambio, se enanca en un gobierno de 'unidad nacional' y promete nuevas elecciones para dentro de un año y medio.


 


"Occidente puede ayudar a reforzar a los opositores de Milosevic si no mina su independencia. Si fueran vistos como títeres de la Otan, el respaldo arrollador que hoy tiene Kostunika podría desvanecerse. Kostunica es sabio al mantenerse limpio de esos contactos" (15) -decía entonces el Financial Times. Y recomendaba: "Mejor sería sacrificar un principio" (el juzgamiento de Milosevic en Occidente)… que 'sacrificar' a Kostunica, quien había realizado su campaña disputándole las banderas 'nacionales' a Milosevic. Antes de las elecciones, el 'demócrata' acusaba al Tribunal de La Haya como una agencia de la Otan y se negaba a permitir su accionar en Yugoslavia.


 


Gracias a las propias presiones imperialistas, Milosevic no acabó como Ceaucescu. Antes de ser 'endemoniado', Milosevic fue en reiteradas oportunidades el vehículo de esas posiciones -y especialmente de las yankis-, como ocurrió por lo menos hasta los acuerdos de Dayton de 1995, cuando Milosevic impuso a los serbio-bosnios lo que los norteamericanos querían. Es el propio imperialismo el que salvó a Milosevic. El ariete de las 'sanciones' contra Milosevic fue siempre un escudo tras el cual Occidente mantuvo relaciones con el dictador. Recién con la crisis en su climax "Suiza congeló 100 cuentas del entorno del presidente" (16).


 


El cierre provisional de la crisis yugoslava no habría sido posible sin el concurso de la burocracia rusa. "Como en la guerra de Kosovo del año pasado, la intervención de Rusia permitió una salida negociada" (17). Una vez más se ha demostrado que los burócratas restauracionistas pasaron a girar enteramente alrededor de los planes imperialistas para la región. Antes de este desenlace, la prensa occidental planteaba que "Rusia puede jugar (otra vez) el mismo rol constructivo que en Kosovo" (18). Las gestiones de su enviado especial fueron saludadas efusivamente por EE.UU. Rusia, que proveía a Yugoslavia de gas y petróleo, en una "decisión tomada por Putin" (19) ordenó a "Gazprom, el monopolio ruso del gas … que deje de suministrarlo poco tiempo antes de las elecciones, como fruto de que las deudas yugoslavas alcanzaban casi 400 millones de dólares" (20). La deuda yugoslava con Rusia había alcanzado ya otras veces esa cifra. En esta ocasión, sin embargo, no se dio lugar a 'reestructuración' alguna (21). Los burócratas chinos no le fueron a la zaga: "Tras permitir (que Milosevic) enviara al país asiático parte de las reservas de oro del país" (y después de ofrecerle asilo), China envió "un mensaje de felicitación a Kostunica. China y Rusia se unen así a los países occidentales" (22).


 


¿"Continuidad de la guerra por otros medios" (23) …?


 


Es indudable que "la Otan no estuvo ajena al proceso que terminó con la caída de Milosevic" (24). Pero, ¿se puede afirmar que lo sucedido en Yugoslavia es tan sólo "la continuidad de la guerra" otaniana, ignorando olímpicamente la movilización de las masas, y defender a Milosevic? Para el PC argentino, al igual que durante las revoluciones políticas antiburocráticas, desde Berlín en 1953 hasta la caída del dictador húngaro a fines de 1989, esta lucha del pueblo serbio por desembarazarse de Milosevic tuvo un carácter contrarrevolucionario. Plantear así las cosas es unilateral, pues las masas se movieron para resolver sus propias necesidades, que a término, las llevarán a un choque contra la democracia imperialista. No es casual que el PC argentino reivindique a la Izquierda Unida yugoslava que responde a Milosevic (25). Los bombardeos de la Otan un año atrás se propusieron precisamente impedir cualquier reacción de las masas. Antes que acabar con Milosevic, el imperialismo mundial, con sus crímenes y el terror contra Yugoslavia, como al final de la Segunda Guerra Mundial en Alemania, pretendió impedir el despertar de las masas.


 


La desconfianza en el desenlace de la crisis política y en la conformación del nuevo gobierno llevó a las masas -cuando la prensa imperialista decía que 'la revolución popular gradualmente finaliza'- a iniciar un "vendaval de ocupaciones y tomas de fábricas" (26). Se ponen en pie después de la insurrección -dice el Financial Times- "comités de huelga, comités de trabajadores, ocupaciones y cierres de fábricas … Es la revuelta obrera contra los directores de empresas de la era Milosevic" (27). "Esto sucedió en Novi Sad, en la compañía estatal de lotería, en Nis, en la fábrica de tabaco y en la Universidad de Belgrado, donde el cuerpo de profesores y los estudiantes expulsaron al rector y los administradores" (28). "Los comités de crisis están por todas partes. El diario Politika, que hasta hace poco era el vocero oficial de Milosevic, ya tiene el propio: 20 periodistas administran la tarea de otros 100 y cambiaron de la noche a la mañana la línea editorial" (29). "Tras la resignación del ministro de Salud, los sindicatos de los médicos tomaron a su cargo el ministerio" (30). En el hospital Dedinje, "uno de los más importantes de la ciudad (Belgrado) … una nueva conducción (fue) integrada por médicos y trabajadores del lugar. Ellos deciden qué se hace y cómo" (31). En algunos lugares hubo que vencer fuertes resistencias, como en la IMT, la fábrica de tractores cercana a Belgrado, y en el complejo minero de Bor. En la primera, el ex director se había pasado incluso al campo del nuevo régimen.


 


Claro que no se puede descartar que algunos de estos comités, a partir de sus limitaciones políticas, sean 'funcionales' al propósito privatizador de la Dos. Sus principales partidos ya controlaban importantes gobiernos municipales de Serbia, desde 1997 venían trabajando en esa perspectiva, y disputaban con el régimen depuesto el control de esas empresas para pillarlas y privatizarlas. Por esto, ahora "los partidarios del nuevo presidente se apoderan de las empresas" (32), lo cual incluye a ciertos elementos milosevicistas: "Así el director de la fábrica de máquinas herramientas de Nis salvó su empleo, renunciando a la presidencia del brazo local del SPS" (33).


 


No es casual que la Dos se lanzara a atacar violentamente a estos comités. Zoran Djindjic, uno de los principales dirigentes y vocero de la Dos, dijo que las ocupaciones y los comités son "una arbitrariedad" y que no tienen "ninguna justificación" (34). Nebojsa Covic, "ex alcalde de Belgrado del régimen y ahora dirigente del partido Alternativa Democrática (DA) integrado a la Dos", declaró en forma "inquietante", según El País: "Reina la anarquía en Serbia y la Dos tiene que controlarla cuanto antes … No puede permitir que una mafia reemplace a otra" (35).


 


Pero los trabajadores tenían motivos de sobra para desconfiar: Miroljub Labus, "cabeza de un comité de crisis instalado por Kostunica" (36) y "uno de los nombres que se baraja como posible primer ministro de un gobierno de tecnócratas para Yugoslavia" (37), dijo que "no se investigará a las compañías que podrían haberse beneficiado de su asociación con el régimen de Milosevic", porque "otros problemas son más urgentes" (38). Así, el mismo Labus declaró "que una nueva ley de privatización sería de alta prioridad" (39).


 


Por eso, "los trabajadores se hacen cargo de las oficinas de los directores", dice el Financial Times, teniendo "la ventaja de sus tradiciones con la propiedad social, cuando, bajo el socialismo, los derechos de propiedad eran participados por el Estado, los sindicatos y los representantes de los trabajadores" (40).


 


La constitución de los comités resulta entonces no solamente una reacción instintiva de los trabajadores serbios ante lo que perciben como un 'arreglo' hecho a sus espaldas, sino de su experiencia previa de lucha. La movilización de los trabajadores serbios no es una creación del imperialismo.


 


Si bien los comités habían tenido su debut antes del movimiento insurreccional que impuso la 'renuncia' de Milosevic, se desenvolvieron fundamentalmente después de que Kostunica y la Dos anunciaron sus planes de "formar un gobierno interino" (41) con los pilares del viejo régimen (el PSS y los 'radicales' -fascistas- de Vojislav Seselj). Fue entonces que estos "dos probables socios de la coalición se retiran de las conversaciones" (42) reclamando que se "detenga la toma" de empresas (43) y lanzando toda una serie de provocaciones. Los milosevicistas "ocupan los principales ministerios" (44), todavía en poder de los mismos funcionarios del régimen depuesto. "Poco antes Kostunica sufrió un nuevo planteo militar -el tercero en cinco días- y se vio obligado a confirmar en la cúpula de la fuerza al general Dragoljub Pavkovik" (45), "a quien pretendía reemplazar" (46). A la situación "'sólo falta que se le acerque un fósforo y explotamos', fue la queja de un allegado a Kostunica", mientras la moneda nacional se devaluaba de 45 a 70 dinares por dólar en "sólo tres días" (47).


 


De esta manera, tras una serie de idas y vueltas, el viejo régimen se asocia con el nuevo. El aparato del ex 'hombre fuerte' se atrincheró en las instituciones de la República Serbia, "que goza de poderes más fuertes que los de las instituciones federales" (48), y negocia su porción del poder. Para esto el SPS se 'oxigena' rompiendo su alianza con la Izquierda Unida Yugoslava (Jul), de la esposa de Milosevic, ligada a "elementos del hampa" (49), y hasta el mismo Milosevic da un paso al costado (50).


 


Así se arriba finalmente a un acuerdo por el cual se forma, primero, un gobierno de 'transición' para Serbia que deja "el control de cuatro ministerios, entre ellos Interior … en manos de un comité tripartito … (integrado con) los socialistas de Milosevic (SPS) y el partido del perpetuo tránsfuga Vuk Draskovic" (51). Tras esto se abre el camino a un gobierno federal, detrás de Kostunica, de similares características (52).


 


…O cuando se pinta a la reacción de revolución?


 


De acuerdo al Mst, estaríamos, a diferencia de lo que dice su aliado el PC, en presencia de "un gran triunfo democrático revolucionario de los trabajadores y el pueblo". La consagración de la Dos "sorprendió" a la Otan (sic). Los candidatos por los que "apostaban en Serbia … salieron últimos en las elecciones. Kostunica ganó las elecciones al frente de una coalición de partidos y una confederación sindical diferenciándose del sector pro yanki. Decía que rechazaba tanto al Palacio Blanco (la mansión de Milosevic) como a la Casa Blanca" (53). El Mst se tragó solito toda la cicuta.


 


"Si los gobiernos occidentales sostuvieran (públicamente) al señor Kostunica antes de los comicios, cometerían un grave error", reconocía un editorial del Financial Times, cuatro días antes de las elecciones (54). Al diario inglés no se le escapaba que "Kostunica se presenta como un nacionalista en un país donde sólo los nacionalistas tienen alguna esperanza de ganar". Es que aunque "raramente pierde oportunidad de atacar los crímenes de guerra de la Otan y al Tribunal de La Haya" -decía otro editorial, ahora de The Washington Post- "sin duda los gobiernos europeos y de EE.UU. derraman millones de dólares en las organizaciones políticas de la oposición, y más en los esfuerzos por darle respaldo a Kostunica" (55). Las reuniones para constituir la Dos "eran organizadas en Montenegro (la provincia yugoslava gobernada por un agente de la Otan, que se colocó en la guerra en el campo de los agresores), en Dubrovnik, y también en Budapest, donde los EE.UU., privados de su embajada en Belgrado, habían instalado una misión especial encargada de Yugoslavia" (56). "Fundaciones americanas como Freedom House, Ndi y Usaid, forzaron la balanza. Los EE.UU. desbloqueaban una importante ayuda financiera: la cifra de 70 millones de dólares fue mencionada por The Washington Post, en tanto los medios de la oposición serbia hablaban primero de 22 millones de dólares (57). ¿Puede dudarse del operativo democratizante que se ha montado y sobre la filiación pro-imperialista de la victoria 'democrática' contra Milosevic?


 


Milosevic había modificado la Constitución de Yugoslavia meses antes, e insinuó y finalmente practicó un monumental fraude en las elecciones, como lo había hecho en las municipales de fines de 1996. Sin embargo, esta vez la suerte del régimen estaba echada. Milosevic pretendió explotar a fondo la cobardía democratizante de sus opositores y forzar los términos de la transición política.


 


Los términos de un "posible compromiso -decía ya el Financial Times en el editorial citado- podría consistir en un juicio (a Milosevic) en Serbia", con el "expreso acuerdo" del Tribunal de La Haya (58). Tras las elecciones, el comandante en jefe de las FF.AA., un general que dirigió las tropas serbias en Kosovo, se delimitó del dictador y declaró que se "respetarán (los resultados de) la elección" (59). Los 'demócratas' y sus mandantes imperialistas tenían un compromiso con las fuerzas armadas y no tenían el menor planteo democrático frente a éstas, ni frente a nada.


 


El imperialismo fogoneó directamente a la Dos, y seleccionó cuidadosamente a Kostunica, jefe de un partido menor serbio y un "oscuro abogado" (60), como lo calificó toda la prensa mundial, detrás del cual se subordinó a los principales políticos yugoslavos, la mayoría de los cuales están desacreditados y manchados por su conducta, antinacional frente a los bombardeos de la Otan, o colaboracionista con el régimen de Milosevic.


 


La supuesta maniobra de Milosevic de 'adelantar' las elecciones y tomar in fraganti a sus opositores, se convirtió en verdad en la 'oportunidad' para Occidente. La 'selección' de Kostunica para esta tarea, decía The Economist (61), fue decisiva: a) no integró la vieja nomenklatura stalino-titista, como la mayoría de sus pares de la 'oposición'; y b) lo más importante, estuvo siempre en el campo del nacionalismo reaccionario gran serbio desde que la vieja federación fue despedaza a principios de los '90 (se distanció a último momento del 'demonio', como cualquier Alfonsín de un Galtieri). Kostunica hizo campaña abiertamente a favor de la retención de Kosovo, disputándole a Milosevic esta 'bandera'. Un analista de la revista Vreme de Belgrado lo caracterizó como "candidato ideal. Kostunica está vacunado contra todas las acusaciones del régimen" (62), tras "haber empuñado un fusil Kaláshnicov de los francotiradores serbios, durante Kosovo, y haber defendido como abogado al líder serbio Rodovan Karadjic, acusado de crímenes de guerra en Bosnia-Herzegovina" (63).


 


El imperialismo no sólo manipuló al movimiento sindical yugoslavo, sino especialmente a las organizaciones de la juventud, a través de diferentes ONG. Siguiendo "los métodos empleados en Eslovaquia en 1998 y en Croacia en 1999 … una de las prioridades fijadas para Serbia era 'arrancar el voto de los jóvenes'…" (64). "Es poco conocido que en Serbia están registradas 801 ONG … Que han tenido un rol decisivo" en la victoria electoral de la Dos (65). "Miljenko Dereta, responsable de Iniciativa Ciudadana, estima que las ONG 'habrían motivado a un 10% de la población a favor del cambio', según declaró al semanario Vreme. Los representantes de los partidos de la oposición reconocieron que esas organizaciones hicieron un trabajo enorme antes de las elecciones" (66).


 


Es enteramente falso que la 'carta yanki' fuera el candidato del Movimiento Serbio de Oposición (MSO), dirigido por el ya citado Vuk Draskovik, cuyo "comportamiento -decía antes de las elecciones Stojan Cerovic, periodista de Belgrado- será sancionado" en las urnas, por no avenirse a la 'unidad' de la oposición, "sobrepuesta por primera vez a sus divisiones" (67). Los yankis no objetaron el aislamiento de Vuk Draskovic -dijo otro periódico de oposición serbia-, "porque había apoyado a Milosevic tantas veces como pudo … Desacreditarlo no sería una cosa mala" (68). Los yankis dejaron correr solo al 'perpetuo tránsfuga' para engañar mejor al pueblo yugoslavo. En cualquier caso, el MSO terminó -invitado por la Dos- dentro del nuevo régimen democratizante, integrando el gobierno de Serbia.


 


¿Qué queda entonces de la 'diferenciación' entre la Dos y la Otan? ¿Acaso su programa? Según publicó Vreme (69), éste planteaba lo siguiente:


 


– "Adhesión inmediata … al Pacto de Estabilidad del Sudeste de Europa"; es decir, el programa de la restauración capitalista de la Otan.


 


– "El retorno (de Yugoslavia y Serbia) al seno del FMI y del Banco Mundial"; es decir, el sometimiento directo al imperialismo.


 


– "La apertura de negociaciones en vistas a una negociación con la Unión Europea", mediante "la adaptación de la legislación económica a normas internacionales", "una reforma fiscal", "la emisión de una nueva moneda convertible o la adopción del marco alemán"; como se ve, la transformación de yugoslavia en una 'republiqueta'.


 


– "La liberación de los precios", "dar curso a las privatizaciones y una nueva reforma agraria"; esto es, un programa de guerra contra los trabajadores de la ciudad y el campo.


 


¿Se precisa alguna prueba más categórica sobre el carácter proimperialista de la Dos (¿acaso sobre las imposturas del Mst?)?


 


Kosovo – Montenegro


 


El empantanamiento de la ocupación militar de la Otan en Kosovo explica también el tipo de juego del imperialismo frente a la situación Yugoslava. La Otan facilitó la realización de las elecciones federales en Kosovo e impidió el boicot que propugnaron diferentes fracciones del EKL -el ejército de liberación de Kosovo cooptado por los ocupantes como virtuales 'gurkas', desde cuyas posiciones se "apoderaron de los negocios y las propiedades" kosovares, merced a sus "conexiones criminales" (70). Pero en los últimos meses, los yankis giraron del apoyo al EKL durante la guerra a un nuevo compromiso con Rugova, el líder albano-kosovar 'moderado', que había sido descartado un año atrás. Rugova y la Otan aceptaron la realización de las elecciones federales en Kosovo, a sabiendas de que la minoría serbia de Kosovo votaría mayoritariamente por Milosevic -a los albano-kosovares no había ninguna posibilidad de llevarlos a las urnas.


 


El imperialismo yanki está ahora en una encrucijada porque la independencia nacional que reclaman todos los partidos burgueses o pequeño-burgueses de la mayoría albano-kosovar les es negada. Especialmente desde que Kostunica esfumó cualquier ilusión para Kosovo sobre el retorno siquiera de la 'autonomía' de que gozó hasta 1989 dentro de Serbia, y se postula como un 'relevo' del nacionalismo reaccionario 'gran serbio'. "La independencia muy probablemente no será un sueño pospuesto, sino un sueño negado" (71). Rugova ganó ampliamente las recientes elecciones municipales, "por lo menos en 21 de las 30 municipalidades de Kosovo" (72), no tanto por "el respaldo a Rugova sino más probablemente como un voto contra los ex-guerrilleros (del EKL)" (73), es decir, por capitalizar el voto contra los que aparecieron más enfeudados a la Otan. Cuando "los albaneses de Kosovo (tomaron nota sobre los objetivos de Kostunica, advirtieron que) tienen al interlocutor de sus peores pesadillas" (74). Rugova, por esto, luego de facilitar las elecciones federales, dio "un giro radical" y reclamó que los comicios municipales previstos para fines de octubre en Kosovo fueran también "legislativos y presidenciales. Algo a lo que la Unmik (las autoridades de la Otan en Kosovo) no está dispuesta" (75). Aún los sectores albano-kosovares más proclives a integrar una Yugoslavia multiétnica, como es el caso del líder histórico Adem Demaci, que pasó 28 años de su vida en la cárcel y es considerado "el Nelson Mandela albanés" (76), sostienen que después de lo ocurrido en los últimos años, tal perspectiva "pasa por una previa independencia de Kosovo" (77).


 


El 'demócrata' Kostunica mantiene aún a miles de kosovares en las cárceles yugoslavas, quienes están allí tras las diferentes 'limpiezas étnicas' de Milosevic; por su parte, los agentes otanianos de la 'nación' kosovar se niegan a permitir el retorno de más de 150 mil serbio-kosovares a sus hogares, emigrados después de la guerra.


 


"La situación en Kosovo tiene muchas probabilidades de tornarse más explosiva, lo que garantiza la necesidad de que las tropas de la Otan permanezcan en la región … En caso contrario, habría otra guerra" (78). The Economist estima que recién "en 10 ó 15 años" se podrían reconsiderar las fronteras, ya que en el cuadro actual de inestabilidad y fragilidad de toda la región, esto se descarta completamente por ahora. La perspectiva de una 'gran Albania', sobre la base de las poblaciones albanesas que habitan mayoritariamente en los actuales estados de Albania y Macedonia y en Kosovo -un planteo igualmente reaccionario que contrapesa al de una 'gran Serbia'-, que se plantearía a partir de la 'independencia' de Kosovo, es una amenaza al rompecabezas regional (79). Según La Repubblica, "en el caso de Kosovo, su independencia activaría la desagregación de Macedonia, una república fragilísima en la que en su momento tuvo fuerza el secesionismo albanés. A la vuelta está la republiqueta serbia de Bosnia que reclamaría directamente su reunificación con Serbia. En otras palabras, si se pone en marcha un proceso de reformulación de las fronteras en base a las etnias, se derrumbaría la precaria estabilidad alcanzada en los Balcanes después de la caída de Milosevic" (80).


 


Hoy menos aún que 5 ó 10 años atrás, el problema de los choques entre el pueblo kosovar y el pueblo serbio -como antes entre serbios y croatas y otras fracciones de la ex Yugoslavia multiétnica- sólo muy parcialmente traduce siquiera apetitos locales. Los choques entre las mafias capitalistas-restauracionistas que explotan las miserias y los sacrificios de los pueblos expresan, sobre todo, el gran enfrentamiento en marcha entre los mandantes de aquellas mafias, las grandes potencias capitalistas. Los yankis, en forma desembozada, están tratando a los Balcanes como su 'patio trasero' europeo: "un área natural -dice The New York Times- para la expansión norteamericana". Kosovo se ha transformado en el centro de esta disputa. Un periodista de Pristina, en el periódico Koha Ditore, lo expresa así: "Si se cimenta sobre las señales que ha dado Kostunica, Europa tiene todas las chances de establecer su influencia en Serbia. Su objetivo sería tener a los EE.UU. fuera del eje del Danubio. Para Kosovo, ésta podría ser una evolución favorable, ya que ganaría mucho peso de cara a las pretensiones americanas. Estos últimos están en tren de construir el complejo de Bondsteel en Sojevo, una de las más grandes bases militares jamás instaladas fuera del territorio de los Estados Unidos. El aeropuerto de Pristina fue también motivo de un gran proyecto de reconstrucción, que permitiría transformarlo en un punto estratégico de los Balcanes. Así es posible leer cada problema y cada hecho de dos maneras diferentes" (81). Para otro periodista de ese mismo medio kosovar, la región bien podría tener una solución del tipo de la de Taiwan o Hong Kong (82), ahora como una colonia supuestamente 'colectiva' de la Otan, gozando de una legislación cuasi-estatal para el tráfico de mercancías, reconocida por la Organización Mundial de Comercio. Los yankis bien podrían estar alentando esto, con lo cual apuntarían a quedarse con los grandes yacimientos mineros de Kosovo, que se encuentran entre los mayores reservorios del viejo continente. Curiosamente, The Economist acaba de afirmar que "Rugova parece colocado para conducir a la 'Taiwan de los Balcanes'…" (83).


 


En Montenegro, por otra parte, la Otan no logró convencer a sus 'aliados' del gobierno de Djukanovic para que participen de las elecciones presidenciales y respalden a Kostunica. Boicoteadas por Djukanovic, las elecciones federales fueron realizadas allí en forma muy precaria, participando alrededor de un tercio del electorado. Aunque afín a la perspectiva de la Dos, cuya victoria saludó sin mucho entusiasmo, el régimen de Djukanovic había ya virtualmente escindido a Montenegro de Yugoslavia. La pequeña república que le da salida al mar a lo que queda de la Federación Yugoslava, es una virtual colonia alemana, donde el marco reina hace ya dos años y su policía fue armada hasta los dientes por el imperialismo. Esto no sólo azuzó las disputas entre Serbia y Montenegro, sino que casi llevó a otra guerra. La falta de convergencia entre la Dos y Djukanovic, responde también, seguramente, a las divergencias en el propio campo imperialista. Ahora Djukanovik, "uno de los héroes de la diplomacia occidental después de dejar el campo de Milosevic tres años atrás", parece haber sido condenado a "la inutilidad" (84), dice The Economist. En el afán además de preservar a la actual Yugoslavia, Kostunica incorporó a Zoran Zizic, el líder del Partido Socialista de Montenegro, partidario de Milosevic, como primer ministro federal. Mediante esta "cohabitación" (85), "curiosamente, la oposición pro-serbia de Montenegro sostiene la balanza del poder en el parlamento yugoslavo" (86).


 


Perspectivas


 


"Los Balcanes fueron siempre la parte más pobre de Europa, pero nunca tanto como ahora" (87). ¿Cambiarán las cosas ahora que el imperialismo mundial levantó sus 'sanciones' contra Yugoslavia? ¿Se acabarán las guerras y los incendios en la región? ¿Le dará esto oxígeno al nuevo régimen?


 


Nada más alejado de la verdad. La 'ayuda' imperialista a Yugoslavia acentuará de tal forma el yugo de los Balcanes, que como bien ha dicho el periodista Marcelo Cantelmi, en Clarín, próximamente "los paquetes de ayuda occidental pueden ser la mecha de ese nuevo incendio" (88).


 


El imperialismo quiere aprovechar la vuelta al 'redil' de Yugoslavia no para 'reconstruirla', sino para disciplinarla. Esto vale particularmente también para la pequeña república de Montenegro -que no sufrió los bombardeos de la Otan y actuó durante la guerra como una 'quinta columna' pro-occidental. Ahora se acabará incluso el 'dulce' para esta república.


 


La ilusión de las masas de Serbia en el nuevo régimen se enfrenta a la destrucción económica y la brutal miseria del país. Estas ilusiones se harán trizas. Ni bien asumido Kostunica, comenzó el 'desvanecimiento'. Un hombre del "elenco de Kostunica" provocó un "estado de shock" -según la corresponsal de La Nación- cuando declaró que los yugoslavos "tienen que dejar de pensar que el Estado lo proveerá todo" (89). La Dos había insinuado que se normalizaría la provisión de combustible para hacer frente al invierno, al acabarse el 'aislamiento internacional' y las sanciones. Ahora Kostunica ha recibido -dice The Economist- una "amistosa advertencia" del "movimiento estudiantil Otpor (resistencia), cuyas protestas callejeras fueron un componente importante de su campaña" (90). Otpor le dio "100 días" de plazo a Kostunica para que ejecute los reclamos populares y publicó un afiche con "el enigmático slogan: 'Nosotros lo estamos observando'…". Si no hace lo que le reclaman le "retirarían su apoyo y sacarían a la furiosa juventud contra los nuevos poderosos" (91).


 


Yugoslavia, antes aún de los bombardeos de la Otan, según cifras de 1998, había visto su PBI reducido a la mitad del de 1989 y su producción industrial a menos del 40% (92). El empleo, sin embargo, se mantuvo aún en niveles levemente por debajo de 10 años antes (93). Si bien la guerra imperialista agravó todo esto, es indudable que el primer objetivo del nuevo régimen será 'acomodar' el empleo a los niveles del 'mercado', haciendo tabla rasa con la legislación laboral.


 


El nuevo régimen viene a pavimentar un viejo reclamo imperialista, que en muy menor medida aun que en el resto de los Balcanes y del Este europeo puede traer aparejado algún 'despegue' a Yugoslavia. Occidente se acuerda ahora del "floreciente gangsterismo" que reina "en Yugoslavia … excepcionalmente poderoso … envolviendo de alguna manera a toda la sociedad serbia con el mercado negro" (94). El objetivo de todo esto es abrir el camino al desmantelamiento industrial y a la desmoralización y el aplastamiento del movimiento obrero yugoslavo. Mientras el régimen de Djukanovik le fue 'útil' al imperialismo, éste hizo la vista gorda "a la red que asoció a casi todo los sectores de la élite montenegrina al mundo del contrabando y el crimen" (95). El imperialismo, en función de sus propios intereses en las metrópolis, se propone terminar con "el tráfico ilegal de inmigrantes chinos por la pujante conexión Belgrado-Pekín, a través del Adriático" (96). El manejo de este "contrabando" fue uno de los motivos fundamentales de los choques entre la policía 'pro-occidental' montenegrina y el ejército federal (97).


 


Es falso que podría haber una ola 'inversora' hacia los Balcanes sin antes dirimirse las disputas por el control de la región y, fundamentalmente, la crisis económica mundial cuyo epicentro está en los propios centros imperialistas.


 


El levantamiento de las 'sanciones' contra Serbia que esgrimieron todas las potencias imperialistas para tentar a los democratizantes de Serbia no es más que una zanahoria. Difícilmente Kostunica y los suyos puedan sacar alguna tajada de esto. Del mismo modo que los imperialistas no han podido sacar del pantano a Kosovo, y no han puesto hasta ahora un peso allí para reactivar su economía, tampoco lo harán en Serbia. Crisis del petróleo, pérdida del valor del euro frente al dólar y el yen, todo esto mediante, lejos de facilitar las 'inversiones' las aleja. La Unión Europea está dividida y el último 'no' danés al euro es una manifestación de la acentuación de las disputas interimperialistas. Este cuadro no facilita la 'integración' del Este europeo al continente, sino que lo aísla y degrada cada vez más. Europa y los yankis no llevan al Este europeo hacia la 'prosperidad' sino a la vía de transformarlo en varias 'Puerto Rico', disputándose su esclavización.


 


La Unión Europea está enfrentada a un debate acerca de con 'cuánto' se pone para 'ayudar' a Yugoslavia: las cifras que se manejan -2 a 5 mil millones de dólares en los próximos 6 años- representan menos que lo que se patinaron hasta ahora para destruir a Serbia y sostener la ocupación de Kosovo. El nuevo régimen, por esto también, ha hecho de su alianza con las fuerzas armadas toda una estrategia y sigue explotando pérfidamente el 'patrioterismo' a pesar de su filiación abiertamente proimperialista. En condiciones históricas mucho más críticas que la de 10 años atrás en todo el resto de Europa Oriental, el imperialismo y su 'pollo', la Dos, enfrentarán tempranamente la desilusión de las masas en el régimen privatizador.


 


Algunos analistas hablaron recientemente de un 'renacer' del viejo espíritu yugoslavo, a partir del desplazamiento de Tudjman en Croacia y de Milosevic en Serbia. Esa observación es un indicio de que la fragmentación de Yugoslavia por parte del imperialismo ha fracasado. Pero el imperialismo no tiene condiciones para reeditar lo que en 1919 fue el reino de los Eslavos del Sur. El proceso restauracionista agrava los choques nacionales y las disputas por los despojos de lo que intentó ser en el pasado una verdadera federación de pueblos eslavos de los Balcanes.


 


La restauración del capitalismo en Yugoslavia, además, se da en condiciones internacionales mucho más críticas que las que rodearon al proceso de la URSS, y enfrenta peculiaridades históricas y políticas, como las tradiciones obreras y los conflictos nacionales sin solución, que abrirán, sin lugar a dudas, nuevas oportunidades revolucionarias.


 


La aspiración democrática de una verdadera Federación Yugoslava sólo podrá encontrar su realización bajo un régimen socialista, en el cuadro de una Europa hermanada por gobiernos obreros, jamás capitalistas.


 


 


 


 


Notas:


1. The Guardian, 7/10.


2. Le Monde, 21/10.


3. The Guardian, 3/10.


4. La Nación, 3/10.


5. Financial Times, 4/10.


6. Idem.


7. Idem.


8. Idem.


9. Idem, 6/10.


10. La Nación, 6/10.


11. El País, 7/10.


12. Financial Times, 6/10.


13. Financial Times, 7/10.


14. Prensa Obrera Nº 684, 12/10.


15. Financial Times, 6/10.


16. El País, 3/10.


17. The Guardian, 7/10.


18. Financial Times, 6/10.


19. Idem, 4/10.


20. Idem.


21. Idem.


22. El País, 7/10.


23. Propuesta Nº 514, 26/10.


24. Idem.


25. Ver la edición citada de Propuesta.


26. La Nación, 13/10.


27. Financial Times, 10/10.


28. Idem.


29. La Nación, 12/10.


30. Financial Times, 10/10.


31. La Nación, 12/10.


32. Le Monde, 18/10.


33. Idem.


34. Financial Times, 10/10.


35. El País, 12/10.


36. Financial Times, 10/10.


37. El País, 12/10.


38. Financial Times, 10/10.


39. Idem.


40. Financial Times, 10/10.


41. Idem, 11/10.


42. Idem.


43. Clarín, 12/10.


44. La Nación, 12/10.


45. Idem.


46. Clarín, 12/10.


47. La Nación, 12/10.


48. Financial Times, 9/10.


49. El País, 13/10.


50. Idem.


51. El País, 22/10.


52. Ambito Financiero, 25/10.


53. Alternativa Socialista Nº 289, 11/10.


54. Financial Times, 21/9.


55. The Washington Post, 22/9.


56. Le Monde, 21/10.


57. Idem.


58. Financial Times, 21/9.


59. El País, 29/9.


60. The Economist, 23/9.


61. Idem.


62. Reproducido en Courrier International, 14/9.


63. La Nación, 1/10.


64. Le Monde, 21/10.


65. Courrier International, 5/10.


66. Idem.


67. Idem, 14/9.


68. Diario Danas, reproducido en Courrier International, 17/8.


69. Reproducido en Courrier International, 5/10.


70. The Economist, 4/11.


71. The New York Times, reproducido en La Nación, 5/11.


72. The Economist, 4/11.


73. Idem.


74. The New York Times, reproducido en La Nación, 5/11.


75. El País, 28/9.


76. Idem, 1/11.


77. Idem.


78. The New York Times, reproducido en La Nación, 5/11.


79. The Economist, 4/11.


80. La Repubblica, 30/10.


81. Reproducido en Courrier International, 12/10.


82. Idem, 5/10.


83. The Economist, 4/11.


84. The Economist, 14/10.


85. Le Temps, reproducido en Buenos Aires Herald, 12/11.


86. The Economist, 14/10.


87. The New York Times, 6/10.


88. Clarín, 8/10.


89. La Nación, 16/10.


90. The Economist, 28/10.


91. Idem.


92. Idem, 14/10.


93. Idem.


94. Idem.


95. Idem.


96. Idem, 16/9.


97. Idem.

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